Infinidad de acordes emergían de la ciudad bucólica, de sus parques y salas de concierto. Por esa suerte de un festival dedicado al Maestro Caturla.
Sin embargo, esa tarde la brisa traía olor a café junto al eco de las sinfonías. A leche batida, a chocolate y vino artesanal. Llegaba además con risas de juventud. Fácil seguir todas estas pistas hasta el Café Obrador, una suerte de galería-cafetería en donde suele confluir la élite santaclareña después de las 3:00 P.M.
Allí, en medio de mesas y sillas corridas, un grupo de músicos jóvenes, casi todas mujeres, habían tomado la instalación con sus violines. Desde Pinar del Río había llegado la Camerata Éxtasis para tomar aquel lugar con un concierto sui géneris. Regalaban también atmósfera de intimidad. Esa a que se avocó la música de concierto para escapar de los grandes salones de la aristocracia en los albores del Renacimiento.
Instrumentaban además el contrabajo, el chelo y el fagot; clarinete, viola y tromba para dar vida a un repertorio singularmente atractivo. Pues la mayoría de los temas que regalaron esa tarde integrantes de Éxtasis pertenecen a bandas sonoras importantes del mundo del anime, el cine manga y del video juego.
Entre otras piezas, amantes del maestro Hayao Miyazaki pudieron deleitarse con “La Princesa Mononoke”, música de Joe Hisaishi, y “El castillo en el cielo”, también del formidable dúo Miyazaki-Hisaishi. Entre otros llamativos de la industria del entretenimiento interpretaron “The Twilight Princess”, una parte del videojuego “La Leyenda de Zelda”. Esta parecía la causa de encontrar al fin, un público joven alrededor de violines, diluidos en la amalgama estética de la mediana y más avanzada edad.
Y es que Livan Labrador Morales, el conductor y arreglista de esta orquesta de cámara, más tarde confesó sin recelos que él también es un seguidor de aquel y otros formidables directores japoneses. Durante la presentación hizo intervalos para adentrar a los espectadores en la magia del anime a la vez que documentaba antecedentes de la próxima pieza.
“La música dicha como clásica–no me gusta encasillar– es bastante deprimida en la aceptación del público. Hay un público muy selecto, muy conocedor al cual apostamos quienes hacemos este tipo de música”, dijo Labrador.
“Entonces cuando a mí se me ocurrió hacer la orquesta de Cámara en Pinar, dije: ¿para quién voy a hacer la orquesta? ¿Para personas adultas solamente? ¡Tengo que buscar un repertorio que abarque el público que más necesitado está de apreciar esta música! Como también soy consumidor de la industria del videojuego y del entrenamiento, pensé: ¡por aquí va a funcionar! Porque hay muy buena música para esta plataforma, tanto para el videojuego como para las películas y los anime.”
–¿Solo interpretan bandas cinematográficas o tienen un repertorio más amplio?
Más bien constituye un sello esto que mostramos hoy, entre otros aspectos porque empezamos por ahí, por el cine, y nos ha ayudado a ganar público sin ceder en nuestra propuesta ni hacer concesiones al gusto estético predominante. Pero la orquesta tiene un repertorio que abarca desde la música estrictamente clásica hasta la más contemporánea y más popular.
Livan Labrador comenzó a presentarse como violinista desde antes de terminar la enseñanza secundaria con la compañía de teatro lírico Ernesto Lecuona. Años más tarde dirigió y fundó la banda de concierto del conservatorio en Pinar del Río, sus primeros aciertos en el género.
Miembro de la Asociación Hermanos Saíz fungió como vicepresidente y presidente de la sección de música Pinar del Río por lo que se inmiscuyó en otros ambientes musicales como la trova y la música popular bailable, llegando a dirigir la charanga danzonera Ases del Ritmo.
Hasta que hace unos cinco años decidió apostar por un quinteto de instrumentos de viento conformado hasta entonces por recién egresados de la academia y convertirlo en un formato de más de una decena de músicos (todos graduados de nivel medio), para iniciarlos en la más difícil de las disciplinas dentro del campo de la música de concierto y, por lo tanto, de altísimo nivel técnico-artístico.
“Éxtasis, no es una Camerata de cuerdas como se concibe tradicionalmente, sino que resulta una Orquesta de Cámara que tiene incorporadas también las cuatro maderas clásicas.» Explicó para el Portal del Arte Joven Cubano Liván, una vez que terminó la presentación de Éxtasis en la salita blanquecina del Obrador.
El éxtasis, argumenta, “es según el diccionario es lo que se logra con cierta y determinada carga emocional y eso es lo que queremos lograr y hacer llevar al público.» También coincide en que por el formato y repertorio que defienden, esta, su Camerata, pudiera ser única en el país, al menos en Pinar tiene la certeza de que no existe otra igual.
Ha declarado el propio Liván que el principio fue difícil puesto que esperaron años para que se hiciera oficial la existencia de Éxtasis, pero que hoy por hoy, allí, en la provincia occidental, se presentan una vez en la semana, en la propia sede de la AHS, y no pretenden renunciar a ese espacio porque ya se ha vuelto popular. Casi siempre acuden jóvenes y adolescentes a ese encuentro los cuartos jueves de cada mes.
“Tenemos dos años de fundado, y cinco desde que comenzamos a soñar. En Pinar hemos tenido laboriosas presentaciones ya que en el 2017 hicimos el primer concierto de invierno. Desde entonces ha sido un boom en nuestra provincia, incluso de otros lugares nos han llamado y para este año tenemos varias invitaciones en sedes y eventos provinciales. Aunque también espero que este año lleguemos a La Habana ya que tenemos una propuesta en Fábrica de Arte y otra en Bellas Artes.”
Generalmente las Cameratas se presentan como conjuntos de cuerdas nada más, pero lo que la fusión con los instrumentos de viento, aunque explota más la tímbrica, no deja de ser una mezcla complicada, sobre todo cuando, según admitió Liván, los arreglos para su Camerata son todos de su autoría.
“Es un formato atípico para el que casi nadie escribe. Composiciones propias tengo algunas, que en algún futuro espero poner en experimentación, incluso en formatos más y más grandes. Sueño con sumar otras orquestas.”
Hace 16 años Liván Labrador se presentó en Santa Clara, entonces lo acompañaba su violín.
“He tocado con muchos músicos de la ciudad, con el proyecto de la Trovuntivitis, entre otros. Pero ahora que tengo mi orquesta propia me alegra muchísimo llegar hasta aquí. Venimos aquí para brindar arte en un momento y lugar que reúne lo mejor de este género y de este tipo de música.”
“Esa relación, ese punto de referencia que es el A Tempo con Caturla no se debe perder. Cada vez crecemos en agrupaciones mayormente jóvenes. ¡Esa es la esencia! Además de que hay muy buenas salas en el centro de Cuba, pero Santa Clara también nos permite socializar y asaltar pequeños e informales espacios de los que es propia la orquesta de cámara; como, por ejemplo, este café.”
Fue una hermosa tarde de domingo en Santa Clara, una de esas que parece habitada de nostalgias, de finos acordes que decoran los vientos de marzo a cuerpo de llovizna. Liván Labrador, el violinista de los tejados pinareños, y sus instrumentistas “brillantes” rubricaron tanta exquisitez.
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