El acelerado desarrollo de la tecnología trastocó en poco tiempo las condiciones en que el cine existió a lo largo del siglo XX, cuando solo las industrias podían costear las herramientas y equipos necesarios para la producción de audiovisuales.
El realizador Alejandro Alonso Estrella es uno de los jóvenes cubanos que se han servido de las facilidades que brindan los nuevos medios para contar historias y filmar la realidad de manera más sencilla. Apenas compró su primera cámara digital, comenzó a hacer «experimentos caseros» porque, aunque siempre había disfrutado el cine como espectador, sentía curiosidad por saber cómo sería estar en la posición del creador.
«En la provincia de Pinar del Río era casi imposible que alguien pudiera definirse como director de cine», comenta Alejandro. Por suerte, cuenta, en la casa taller de Pedro Pablo Oliva surgió un espacio llamado Cinemateca Tiempos Modernos, donde él ponía a disposición de un grupo de jóvenes determinadas películas que normalmente no se transmitían ni en los cines ni en la televisión. También comenzaron a aparecer otros talleres impartidos por profesores de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV).
«De repente se empieza a armar una dinámica dentro de la misma casa y todos los que formaban parte del cine club comenzamos a hacer experimentos, los proyectábamos, debatíamos las opiniones, incluso intentábamos ayudar a mejorar los trabajos de otros. Aquello se volvió como una especie de pequeña escuela o cátedra a donde se iba a aprender a mirar, en primer lugar, y luego, poco a poco, a aprender a hacer. Esto lo hacía paralelamente a la carrera de Estudios Socioculturales, que estudié en la Universidad de Pinar del Río.»
Cuenta Alejandro que su primer trabajo «serio» fue Evocación, el cual fue aceptado en la edición número 11 de la Muestra Joven del Instituto Cubano de Arte e Industria cinematográficos (ICAIC). Fue entonces cuando sintió que era posible hacer cine en Cuba por vías no convencionales, pues muchos otros jóvenes trabajaban en las mismas o en peores condiciones que él, desde el punto de vista de los recursos.
«Ver de repente que estaban poniendo mi película en el cine Chaplin, fue un detonante. Comencé a tomármelo más en serio y me dije: esto es lo que yo quiero hacer. Evocación es parte de los experimentos caseros donde empiezo mirando hacia mi propio mundo. Habla sobre esa familia que no está y se centra en toda una especie de rito espiritual a esos ancestros que formaron parte de ella. Ahí empiezo a mirar ese mundo hecho de los recuerdos, de evocación del pasado, que ha sido, digamos, como el leitmotiv del resto de mis materiales, en los que siempre intento mirar hacia atrás y comprender algo más intangible y marcado por esa esencia medio recurrente a la nostalgia».
Después de Evocación vinieron Delirio, codirigido con Lázaro Lemus; Crisálida; Cierra los Ojos; Escaleras al cielo; Velas y La despedida, material realizado como tesis de graduación en la EICTV y presentado recientemente en Holanda en el Internaciotional Documentary Film Festival of Amsterdan (IDFA).
De todos ellos, Velas es el que más especial le resulta, asegura el joven realizador. Este corto fue ganador en la categoría documental en la pasada edición de la Muestra Joven ICAIC y también compitió en el 36 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
«Es una especie de continuación de Evocación, porque tiene el mismo espíritu de búsqueda, aunque está en un nivel superior, no solo en el aspecto técnico sino también en cuanto al concepto.»
Cada persona puede hacer disímiles interpretaciones de un producto, aun cuando estas difieran de lo que buscaba mostrar el realizador. Desde esta perspectiva, ¿qué quiso reflejar Alejandro Alonso en Velas?
Cuando creas un producto, por supuesto que va a ser decodificado a partir de las experiencias, conocimientos y la realidad de quien los vea, y esta es incluso la parte más rica del proceso. A mí en Velas me interesaba intentar capturar un mundo que estaba a punto de desaparecer, captar la vida de los personajes, que en este caso son mis tíos abuelos. Me interesaba reflejarla no solo por el valor testimonial, sino también porque quería investigar sobre un momento de la vida al que todos vamos a llegar: la ancianidad.
También hablaba sobre algo que creo que ha afectado a muchas familias, esa especie de ruptura, debido a factores como la migración. Entonces la historia es sobre dos personas que se han quedado solas porque sus hijos se han ido del país. A partir de ahí yo quería crear un puente para que el personaje de Enrique dijera lo que quería decir.
Algunos críticos destacaron la forma en que tocaste el tema de la migración y las rupturas familiares, diferente a como se aborda normalmente…
La misma manera de abordar el tema lo hizo especial. Creo que él mismo llevó al uso del fotomontaje, elemento muy importante en la película. Desde que ves Velas te das cuenta de que es una realidad que está trastocada. No es un documental que está filmado, donde los personajes se mueven. Las pocas imágenes de video que hay son de archivo o de una casa donde todo está vacío: solo quedan los objetos y recuerdos. Los personajes aparecen por medio de la fotografía.
Llevaba prácticamente dos años escribiendo el proyecto y filmando casi todas las semanas, pero sentía que el video no me daba lo que estaba buscando, sobre todo con respecto a la forma de mostrar a mis personajes. Comienzo a usar la fotografía y de repente digo: este es el camino.
La foto es para muchos el soporte por excelencia de la memoria, la gente no cuelga en la pared videos sino fotos, en los cementerios se ponen fotos en la lápida… Y entonces pensé: estos personajes viven todo el tiempo en una casa rodeada de fotos. Incluso mi tío abuelo me dijo una vez: “el día que permutemos o nos vayamos de esta casa, lo único que me voy a llevar van a ser las fotos, los sillones y el televisor”. Era algo muy importante para ellos y fue el camino para anclar todo el concepto que yo deseaba.
En la historia, Enrique, anciano de 88 años, escribe una carta, que nunca se sabe a quien va dirigida y que está narrando su cotidianidad. La carta es como el vehículo para comprender su realidad. Su mujer ha perdido la memoria, tiene arterosclerosis y ha ido perdiendo sus capacidades…
¿Tú escribiste el texto de la carta…?
No. Empecé a sacar de las imágenes que tenía en los videos. Había momentos en que mi tío abuelo hablaba conmigo, evocando el pasado. Y de repente empecé a transcribir eso en una carta, con la misma esencia y tono. Él la revisó, le agregamos cosas y la grabamos. La carta aparece en varios momentos, es como el hilo conductor de la historia.
Cambiando un poco el tema… ¿qué ha significado para ti el desarrollo de un evento como la Muestra?
La Muestra ha sido el puente para comenzar a hacer películas. En el momento en que entré supe que quería seguir haciendo cine y que era posible porque había un espacio de visibilización como este. Y esa importancia es mayor para los realizadores de provincia: al menos Pinar del Río es un territorio anodino en términos de producción y exhibición cinematográfica.
A pesar de que es lo único que tenemos, creo que todavía está muy lejos de ser el ideal al que se debe aspirar, pero sin dudas ha trazado un camino imprescindible. Ha sido el espejo y diapasón de la producción independiente en Cuba en los últimos 15 años. Hay que seguir perfeccionándola, sobre todo desde el punto de vista organizativo y de promoción. Los cines están cada vez más vacíos y hay más películas en la muestra. Debemos mirar entonces qué está sucediendo.
¿Crees que se haya consolidado en Cuba un movimiento de jóvenes realizadores?
Creo que la palabra movimiento es muy ambiciosa. Hay muchos jóvenes que han aprovechado las oportunidades que dan los nuevos medios para hacer cine prácticamente con nada, al margen de la industria. Hay gran cantidad de realizadores con distintas maneras de hacer y creo que eso es lo más interesante: que se está haciendo de todo y se está mirando en varias direcciones.
Después de la presentación de tu tesis, ¿qué proyectos ocupan tu tiempo?
Estoy escribiendo para un documental que va a ser más largo que los trabajos anteriores y preparo una exposición de fotografías para marzo. Este es otro ámbito que me obsesiona.
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