Salvado por el teatro

En cada obra hay parte de su alma; en cada personaje, un pedazo de sus esencias, de sus miedos y tristezas. Carlos Daniel Sarmiento Barlet, escritor, actor, locutor, realizador audiovisual y director escénico, resalta por su versatilidad y atrevimiento creativo. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), este apasionado joven, Máster en Dirección Escénica, se graduó con Título de Oro de Teatrología en el Instituto Superior de Arte (2011).

Su lista de aplausos abarca la obtención de la beca El reino de este mundo, de la AHS, en 2014 y 2018, cuando también obtuvo una mención en el Premio Aire Frío, por la puesta en escena de la obra Selfie. El premio Calendario (2020), el más importante convocado para escritores menores de 35 años de edad en Cuba, es otra de sus conquistas.

Cuando niño, veía actores en la televisión y soñaba con ser como ellos, por eso en la escuela primaria siempre estaba dispuesto a declamar e interpretar personajes. «A los 11 años mis padres, los artífices de casi todo en mi vida, me llevaron a un lugar mágico en el centro de Guanabacoa, llamado Teatro de la Villa. En ese sitio, y de la mano de Tomás Hernández, descubrí que el teatro me acompañaría siempre».

—¿Llama la atención tu versatilidad. ¿Qué prefieres? ¿Por qué?

—Me aburro constantemente y necesito hacer mucho a la vez. La actuación y la realización audiovisual quedaron en el pasado, aunque les agradezco no poco, pues me proporcionaron saberes y herramientas. Prefiero asumirlo todo como dos islas: la locución, que me relaja, me divierte y, al mismo tiempo, me aporta enormemente en lo profesional. Siento que no me podré desligar nunca de los programas de televisión y de la animación de espectáculos. El teatro es mi gran pasión, sin duda, sobre todo la dirección y la investigación. Escribo siempre pensando en una posible puesta en escena.

—Selfie ha sido una de tus obras más exitosas…

—Selfie significó un antes y un después en mi trayecto. Partió de una investigación que estaba realizando para la Maestría en Dirección Escénica acerca de la autoficción, género que consiste, precisamente, en fabular a partir de vivencias personales.

«Decidí contar mi vida en escena, los pasajes que más me han marcado, así como de las vivencias de una joven trinitaria que conocí en 2016. La intención era hablar de nuestro pasado y de nuestras heridas, a través de estas dos historias. Es un espectáculo que, curiosamente, nació desde la nostalgia. Fue la manera de aliviar un dolor personal que en ocasiones se hacía muy fuerte. Una especie de revisión de mis recuerdos, de mi familia, de mi propia existencia y, desde esa verdad personal, conectar con la memoria y las interrogantes de toda una generación.

—¿Cuán favorable es reflejar las vivencias personales en las obras? ¿Acaso es posible evitarlo?

—En mi caso es imposible evitarlo. Creo en la honestidad a la hora de hacer teatro, por eso empiezo por retratarme a mí mismo, a mi familia, amigos, a las personas que me rodean. Para escribir y dirigir me nutro de lo que veo, de lo que sueño, de las preguntas para las que no encuentro respuestas, de lo que me inquieta, de lo que no entiendo, de lo que me duele, incomoda o divierte, por eso busco cada personaje a mi alrededor. La realidad es muy seductora, y Cuba es un país maravillosamente teatral.

—¿Cómo asumes el acto creativo: como algo lúdico y espontáneo o como algo que exige una búsqueda y disciplina permanente?

—Tiene de ambas. Para mí la disciplina es la esencia de la vida. Ante cada trabajo que asumo parto de una investigación extensa, para escribir el texto. A la hora de asumir la puesta en escena y el trabajo con los actores, siempre busco otros referentes teóricos, pruebo cosas nuevas, pero después tratamos de despojarnos de la carga teórica y damos paso al juego, a la espontaneidad y a la imaginación creadora. Si llegas a La Madriguera, sede de la AHS en La Habana, te costará distinguir si se trata de un ensayo o un encuentro de amigos.

—¿Cuál ha sido tu principal desafío profesional hasta el momento?

—Lograr tener un colectivo de actores maravillosos, seducirlos para que me acompañen en cada aventura, crear una dinámica de trabajo en la cual todos seamos parte de la creación, que cada puesta en escena sea un taller de aprendizaje para todos. Mis actores participan desde el proceso de escritura, del montaje, hasta en las decisiones de mi vida personal. Ese ha sido el mayor desafío.

—¿Qué tipo de personajes prefieres? ¿Por qué?

—Los que inquietan, los polémicos, que no son blancos o negros, ni buenos ni malos, que tengan matices. Los que tienen un pedazo de mí, de mi biografía, mi credo y mi memoria. Adoro los personajes que te sorprenden, que ocultan, que callan…, esos son los más interesantes para el teatro. En mis obras las mujeres tienen un lugar importante. Me interesa polemizar y crear debates a partir de la figura femenina. Cada vez que termino una obra siempre lo hago enamorado de algún personaje femenino y hasta sueño con él.

—¿Le temes a las reacciones del público?

—Le temo a que no reaccione. El teatro es un arte de reunión e imaginación, por ese motivo me gusta trabajar con la diana puesta en el público, sobre todo en el espectador joven. Mi propósito con cada obra es inquietarlo, que salga de la función con muchas preguntas y que le tome varios días responderlas. Por eso es muy triste que salgan de la función inmunes, tranquilos. Es como si el teatro no surtiera efecto.

—Tu obra como realizador audiovisual es menos conocida. Me gustaría que nos comentes sobre el documental Alcanzando estrellas…

—Tengo engavetados algunos guiones que tal vez dirija algún día o los entregue a un realizador. Alcanzando estrellas llegó una noche escuchando la radio. Hablaban sobre un juego de béisbol para ciegos. Me acerqué a ellos y descubrí que era fascinante, por lo cual decidí hacer el documental sobre el deporte y sus beneficios para la salud del invidente.

«Me trajo muchas satisfacciones. Se ha exhibido en la televisión nacional, se proyectó en los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara 2011. Especialistas en la actividad física para discapacitados lo exhiben en sus conferencias, y lo más hermoso fue que el Presidente de la Federación Internacional de Béisbol para Ciegos estuvo en Cuba, quiso conocerme y me pidió el material para mostrarlo junto a una película que estaban realizando en Italia».

—¿Qué piensas del teatro cubano? ¿Cuáles son sus principales desafíos?

—El teatro cubano está en un buen momento, sobre todo para los jóvenes. En diversos rincones de Cuba hay nuevas voces emergiendo con poéticas significativas. Creo que no debemos acomodarnos, seguir luchando por ocupar un lugar. Salir de la zona de confort, tener proyección internacional, crear un mercado para las artes escénicas. Debemos gestionar nuevas maneras y estrategias de producción, movilizar a las instituciones que en ocasiones permanecen estáticas.

«Hay sedes en la capital con grandes espacios vacíos en su cartelera, pero no puedes acceder a esas salas porque tienen sus grupos, aunque no estén trabajando en ese momento, eso debe ser cambiado. Como buen soñador, me gustaría que se habilite una sala con una programación íntegra para el teatro joven. Me brindo para presentar y ejecutar el proyecto».

—¿Cómo valoras la crítica cultural que se hace actualmente en los medios de comunicación, sobre todo la relacionada con las artes escénicas?

—En Cuba tenemos muy buenos profesionales, pero considero que existen pocos espacios dedicados a la crítica especializada en teatro, que desmonte los espectáculos y que ayude al público a una mejor apreciación del hecho teatral. Muchas veces la reseña se publica cuando ya el espectáculo no está en cartelera. La relación creador, espectador y crítico debe estrecharse.

—¿Qué importancia le concedes a la AHS dentro del panorama creativo cubano?

—Vital. En mi caso la Asociación y su actual presidente, Rafael González Muñoz, me han ayudado a cumplir cada sueño. La beca de creación El reino de este mundo es una gran oportunidad, un apoyo importante para los jóvenes creadores. Cuando cumpla 36 y deje de pertenecer a sus filas tendré que reinventarme porque esa organización me lo ha hecho todo más fácil. Las filiales están en cada provincia, la esencia es acercarse a ellas, llevarles proyectos, ideas, inquietudes. Doy fe de su acompañamiento.

—¿Sueños en el mundo creativo?

—Muchos. El más importante: oficializar mi proyecto. Tener una sede para nuestros espectáculos. Que los actores que tengo a mi lado me sigan acompañando en cada aventura. Ver mis textos montados por otros directores y también llevados al cine. Sueños que llegarán paso a paso, por ahora solo quiero que el teatro me siga salvando.

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