*Tomado de Cubahora
Ella sonríe. Responde con naturalidad, hace algunos gestos, y otra vez la alegría en sus labios. Parece un personaje, tal vez uno de antes o ensaya para la próxima grabación. Quizás es su manera de esconder el nerviosismo que dice sentir en cada entrevista.
Yeny Soria ha entrado varias veces a nuestros hogares mediante pantallas de televisión. La hemos visto en obras de teatro, películas, series y videoclips. Mucho ha cambiado desde su comienzo en el grupo de teatro Olga Alonso, en la Casa de Cultura de Calzada y 8 en La Habana, pero en sus palabras permanece el amor a esa familia que tanto la ayudó en su formación.
Su desempeño en la película Insumisas, en el año 2018, volvió a despertar aplausos y reconocimientos, incluido el premio Adolfo Llauradó, que entrega cada año la Asociación Hermanos Saíz, el cual había obtenido por primera vez cuando cursaba el primer año en el Instituto Superior de Arte, por su rol protagónico en el teleplay Abre los ojos, mami.
Para esta carismática actriz, quien debutó en el cine con la película Bailando con Margot (2015), “el Llauradó es sin dudas uno de los reconocimientos más importantes para los jóvenes actores en Cuba. Sobre todo el primero que obtuve, me tomó totalmente por sorpresa, pues la verdad no sabía que lo podía ganar siendo estudiante. Lograrlo fue muy significativo en mi carrera. Me dio la posibilidad de trabajar posteriormente con varios directores de la televisión, quienes me ofrecieron personajes llenos de matices y profundos sicológicamente. Ahora la felicidad es enorme otra vez”, expresa con un brillo especial en sus ojos.
—Comenzaste tu camino en la actuación en el Grupo de Teatro Olga Alonso ¿cómo recuerdas aquellos días?
—El grupo Olga Alonso fue, es y será siempre mi familia. Eran días con muchas ganas de aprender, de hacer, de reinventarnos… Días de mucha inocencia, de luchar contra el cansancio, el hambre…, y de estar muy unidos siempre como equipo.
“Humberto Rodríguez, director de ese conjunto, me dio oportunidades de interpretar personajes del teatro cubano y norteamericano, que contribuyeron a mi madurez en la actuación”.
—¿Qué tipo de personajes prefieres o los asumes todos con el mismo entusiasmo? ¿Por qué?
—Para mí no existen diferencias en la preparación, en apropiarme de ellos, pero prefiero los personajes que sean muy distantes de mí, con lados oscuros, profundos sicológicamente, pues siempre ha sido una parte del ser humano que me interesa contar e indagar.
“Cada uno viene con algo muy importante para decir. Eso es lo que siempre trato de encontrar, qué quieren decir y por qué. Son preguntas básicas para mí. Así particularizo la información sicológica e intento descifrar cuánto de similares y diferentes somos ellos y yo”.
—Has dicho en otras entrevistas que lo más difícil es ser una misma. ¿Por qué?
—Como actriz, los personajes me ayudan a refugiar mis miedos y me obligan a vencerlos. Me es más difícil mostrarme como soy en verdad. Por ejemplo, las entrevistas como esta me ponen un poco nerviosa.
—¿Cómo es Yeny Soria cuando está fuera de los escenarios o del alcance de las cámaras? ¿Qué te gusta hacer?
—Me encanta pasar tiempo con la familia y amigos, pues las grabaciones y ensayos suelen exigir mucho tiempo. Me encanta bailar, es otra forma de expresarme artísticamente y lo disfruto a plenitud.
—¿Cuál consideras que ha sido tu mayor desafío profesional?
—Interpretar el personaje de Enma en una obra de teatro llamada Personas, lugares y cosas. Era una mujer alcohólica y drogadicta. No fue solo un desafío por el intenso trabajo de investigación, sino por todo el compromiso de trabajo físico que exigía en cada función.
—En el caso particular de Insumisas, ¿cómo fue la experiencia de trabajo con los directores Laura Cazador y Fernando Pérez?
—Todos los días aprendía algo nuevo en cuanto a los códigos de cómo contar como actriz en el cine. Fue una experiencia retroalimentadora, de escucharnos todo el tiempo en cuanto a propuestas, y demás está decir cuánto aprendí de ellos como seres humanos, de cómo respetar un equipo de trabajo, cómo ganarse el respeto y amor. Ahí entendí por qué tantas personas aman, por ejemplo, a Fernando. Tuve la dicha de compartir escenas con grandes actores y amigos, que en todo momento estaban conectados con el proceso en lo artístico y humano.
—¿Qué sientes en el escenario y delante de las cámaras? ¿Cuánto le temes o no a las reacciones del público?
—Siempre que voy a interpretar cualquier personaje me pongo nerviosa, pero a la vez con mucha fuerza interna, una adrenalina que me da una seguridad para salir al escenario o para que me atrape una cámara.
“Realmente no me asustan las reacciones del público, para eso también trabajamos, para ponerlos incómodos, hacerlos sentir, pensar… Cada espectador tiene el derecho a reaccionar como desee”.
—Por lo general, se piensa que las actrices son desinhibidas. ¿Cómo es en tu caso?
—Pues en la actuación me considero totalmente desinhibida, sin temores de nada, porque somos un instrumento completo de trabajo para expresar, pero en mi vida personal me considero un poco tímida.
—¿Sientes algo especial por algún personaje en particular? ¿Por qué?
—El personaje de Blanche Dubais, de la obra teatral Un tranvía llamado deseo, ha sido uno de los personajes que más me ha marcado en mi vida profesional y personal, pues significó mi premier premio de actuación en un festival de teatro. Tuve que estudiar su sicología con apenas 17 años de edad, y eso me ayudó a ver la vida desde otros puntos de vista y a madurar más rápido de lo habitual.
—Seguramente has tenido experiencias muy especiales con el público a partir de los efectos de algunos personajes, ¿puedes compartir alguna anécdota con nosotros?
—Me parece mágico el efecto que puede provocar un personaje en las personas, en ese punto uno comprende que el arte puede transformar. He tenido varias experiencias donde las personas se han acercado personalmente para agradecerme lo que sintieron con mi interpretación de Juana de León, en la película Insumisas…
“Días después de terminar el ciclo del filme en los cines, se me acercó una muchacha en el Vedado para darme las gracias, porque desde hacía tiempo ella tenía una relación con otra joven, pero escondidas por miedo a los padres. Luego de ver la película juntas salieron tomadas de la mano y decididas a ir por encima de todo para salvar la relación.
”No se puede explicar la sensación de sentirte útil, de saber que alguien está feliz o cambió su vida para bien, gracias al granito de arena que pusiste”.
—¿Cuáles son tus referentes en la actuación?
—Me encanta el trabajo actoral de Isabel Santos y lo que proyectaba Betty Davis. Entre los hombres Dustin Hoffman y mi eterno profesor Mario Guerra.
—¿Qué piensas del teatro y la actuación en general en Cuba? ¿Cuáles son sus principales desafíos?
—Hay un movimiento artístico en la actuación muy progresista, dispuesto a crear proyectos que muevan los asientos a los espectadores, sobre todo en el teatro, pero pienso que la principal dificultad es tener pocas sedes para trabajar, y poco tiempo en cada una para la funciones.
—¿Qué importancia le concedes a la Asociación Hermanos Saíz como aglutinadora, impulsora de proyectos y defensora de los jóvenes creadores?
—Respeto mucho el trabajo que realiza la AHS, pues brinda oportunidades a nuevos proyectos de trabajo que necesitan una guía y un patrocinio para concretar parte de sus sueños como artistas.
—¿Principales anhelos en la actuación?
—A veces siento que estoy en un punto cero, donde deseo volver a comenzar de nuevo, y eso me gusta mucho… Lo que más deseo como actriz es que mi trabajo, con cualquier personaje, mueva siempre sensaciones, transforme personalidades…. Y en el futuro ganar un Oscar —concluye sonriente.
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