En el ámbito teatral de La Habana poco se ha escuchado de Tanis Nápoles. No obstante, desde la creación silenciosa y paciente, esta joven actriz lucha por abrirse paso en los caminos, a veces intrincados, de la escena nacional. Miembro desde hace años de Laboratorio Fractal, trabajó en la obra La Caída, de Raúl M. Bonachea Miqueli y justo ahora, con este mismo colectivo, enfrenta como asistente de dirección el montaje de Cuerdas percutidas, proyecto por el cual Laboratorio Fractal obtuviera la más reciente Beca de Creación Escénica Milanés.
¿Qué caudales de experiencias, sacados de la vida cotidiana, usas como material para construir tus personajes dentro del mundo particular de una obra?
Las experiencias las voy utilizando en dependencia de lo que el personaje me aporte. Por lo común busco la similitud con la historia y con mi vida personal; eso sí, sin llegar a particularizar. Tengo presente siempre la diferencia entre la historia del personaje y la mía propia. Trabajar con la memoria emotiva es una de las principales acciones que realizo para lograr los sentimientos que necesita el texto en el que esté trabajando. Esto me ayuda a continuar y progresar en la elaboración de mi personaje.
Un buen actor, ¿de qué no puede carecer?
…De una buena imaginación, porque esta es la que permite lograr creatividad en el trabajo, es la que te ayuda a diferenciar un personaje de otro, y además te permite construir una línea de historia, siempre de manera diferente para sí no caer en lo cotidiano o lo monótono. Un actor debe tener una buena preparación física, una presencia escénica que le permita mostrar una actitud teatral. De igual forma una preparación de voz y dicción, que le contribuirán también a la formación de un personaje sólido. El físico y la voz son las herramientas fundamentales ya que son las primeras lecturas que el espectador puede ver desde el comienzo de la obra.
Entonces, ¿son estas las herramientas técnicas, tanto físicas como mentales, que valoras más en la formación de un intérprete teatral?
Los actores que más valoro son aquellos que más arriesgan, que siempre están buscando elementos nuevos para su carrera. Que incursionan en todo y conocen de todo un poco. Admiro a aquellos que hacen musicales, por ejemplo: creo que son de los actores que tienen una mayor preparación y un entrenamiento totalmente riguroso, ya que dominan la técnica vocal, son capaces de bailar y a la vez interpretan personajes.
Enfrentarse a un nuevo texto suele ser siempre un reto en la vida de un joven intérprete. ¿Cómo te aproximas a la poética específica de un dramaturgo?
Primero leo varias veces la obra en la que voy a trabajar y trato de entender el porqué de la escritura del texto, qué quería decir el autor, cuál era su intención al concebir una pieza determinada.
Si tengo la oportunidad de estudiar su vida también busco información sobre esta, de forma tal que vayan surgiendo las respuestas a las preguntas que puedan aflorar durante la lectura de la obra.
Me gusta indagar en los datos de la vida personal de los autores porque muchas veces las respuestas a todas las incógnitas del texto están justo ahí. Como ya te dije, creo que la escritura se basa mucho en las experiencias personales. Luego, a esto se incorpora la práctica, el entrenamiento diario que permite a los actores explorar los límites del cuerpo y superar nuestros miedos. Es preciso no poner en nuestras mentes una pausa ni una barrera.
El teatro es un arte que requiere, como condición indispensable, del trabajo en equipo. ¿Cómo se enfrenta la vida teatral desde la noción de lo colectivo? ¿Cómo defender la independencia de criterios dentro del sistema de la obra?
Más que un grupo llegamos a ser una familia (y también a construirla). Una familia donde todos nos apoyamos, sin olvidar que nuestra principal misión es sostener siempre el grupo de teatro, porque esa es la esfera, el espacio que nos mantiene unidos. Para defender nuestra independencia de criterios dentro de la colectividad es preciso transmitir nuestras verdades y buscar el aporte mutuo de conocimientos.
En mi experiencia, me he dado cuenta que traer propuestas de ejercicios para realizar en conjunto nos une más como grupo. Como conclusión, creo profundamente que en un buen equipo de trabajo se respetan los criterios de todos, puesto que nuestras miradas e ideas tienen el derecho a influir en el texto o el montaje, siempre y cuando no afecte a la visión del director sobre la obra.
¿Cuáles son los personajes que te interesa interpretar? ¿Y los directores con los que te gustaría compartir visión escénica?
No tengo preferencia alguna por tipos de personajes, creo que cada uno una función importante dentro de la obra. Todo texto que me toque defender lo hago con amor y durante todo el tiempo que sea posible. Por ejemplo, te confieso que nunca estoy conforme con el tiempo que nos ponen de temporada en el teatro, siempre me quedo con deseos de hacer más.
Respeto mucho a los directores, por supuesto, pero no tengo elección por ninguno en específico. Estoy dispuesta a trabajar siempre.
Formas parte del equipo de trabajo que estará llevando a la escena, bajo dirección de Raúl M. Bonachea, Cuerdas percutidas, proyecto que obtuviera recientemente la Beca de Creación Escénica Milanés. ¿De qué manera transcurre el diálogo y el debate de criterios dentro de un equipo que cuenta con artistas de diversas especialidades? ¿Qué visión defenderán con esta puesta?
El diálogo transcurre de forma alegre y dinámica siempre: todos exponemos nuestras ideas para lograr entendernos, pero al final, la visión que se defiende y se refuerza con nuestros criterios es la del director, y eso es lógico, es natural. Raúl siempre nos escucha y si el equipo llega a la conclusión que se debe de cambiar algo pues se revisa con el fin de lograr una mejor puesta en escena.
Con Laboratorio Fractal actuaste también en La Caída, con texto de Raúl M. Bonachea y una vez más bajo su dirección. ¿De qué forma se reutilizó el material histórico para así conseguir un diálogo entre los jóvenes de hoy y los actores?
La Caída fue toda una experiencia para el equipo que trabajó en el montaje. Cada uno de nosotros cumplió una misión: desde la búsqueda de información hasta la gestión de una entrevista con personalidades de nuestro país. Logró enamorarnos de la Historia y de la obra porque toda nuestra vida giraba hacia La Caída.
Fue una forma de contribuir a que los jóvenes de hoy entiendan la importancia que subyace en el hecho de conocer la Historia de nuestro país, con sus pros y sus contras, con sus luces y sombras.
En el teatro, como en la vida, lo más importante es no juzgar a nadie. Nosotros no estamos para eso sino para observar y, con suerte, no repetir los mismos errores del pasado y ser capaces de retomar las ideas que en verdad valen la pena.
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