La verdad no sé qué fuimos a buscar a tan tempranas horas Nelson y yo a la avenida Garzón. La ardilla parecía desafiar el paso de mi amigo que le dejó petrificada en aquella portada. Yo lo sacudía, aquel era uno de los títulos de mi librero infantil y no entendí cómo fue a parar a una venta de libros de uso. Pero Nelson no entiende mi agonía. Como muchos niños en los ʻ80 pasé largas temporadas en reinos lejanos y trasmontanos. Mi mundo era una especie de Moscú tropical. ¡Y vaya misterios tiene la literatura y el universo onírico! Horas después me tropecé con la ardilla de la editorial Raduga y pasados unos instantes de nostalgia perdió total importancia.
Comencé a desmarañar el estante, estaba segura, en aquellos paseos por las librerías mi madre se las ingeniaba cual diplomática literaria transnacional. De niña jugaba con libros y no solo los leía. Armaba siluetas de barcos multiétnicos y me introducía en ellos, el enorme tamaño de mi casa se apresta. Entonces la literatura incluso me resultaba más placentera porque no andaba en posturas críticas y otras manías del adulto lector. Solo me dejaba llevar por las aguas y el velero, y fui feliz.
Y gracias a esa especie de selección natural tuve acceso a lecturas de los más diversos parajes literario-culturales. Polvo y recuerdos mediante, al modus de corsarios y piratas a la toma del botín, acabo de reencontrar otro de mis más queridos títulos por entonces, Cuentos y Leyendas Vietnamitas:
…En pueblos solitarios, campesinos y terratenientes, lagos y hadas
Cursaba el año 1984 cuando la editorial Gente Nueva sacaba a la luz el título ya nombrado. Los cuentos y leyendas contenidos en el volumen estuvieron basados en relatos orales o composiciones escritas de los estudiantes vietnamitas que en la década del ʻ65al ʻ75 del pasado siglo vinieron a Cuba becados para estudiar en la Universidad de La Habana y cursaron estudios en la Escuela de Letras y Arte de la Facultad de Humanidades. Los hijos del arroz tomaron clases de idioma español en la Licenciatura en Estudios Hispánicos para extranjeros y fueron alumnos de Marta Santo Tomás Sánchez a cargo de la selección y adaptación de los relatos compilados. En el prólogo se aclara que la adaptadora procuró la conservación del estilo directo y sencillo de los relatos originales.
Me estaba ratos admirando las larguísimas trenzas de Tam, la protagonista de una de las leyendas, que distingue en la imagen de cubierta. Deseé comer de las tandas del arroz que ella escogía. Comparé nuestros sombreros de yarey con los de aquellos muchachos de ojos rasgados. Sentí hambre de los frutos que daban mágicos árboles, lancé flechas y crucé el lago a la espalda del barquero cuyo rostro tuve que inventar. La calidad del papel no competía con las ediciones predominantes en mi librero, pero las ilustraciones a cargo de Enrique Martínez, a pesar de ceñirse al dibujo en blanco y negro, lograron captar las esencias de las narraciones y transportarlos con audacia a la infancia cubana de entonces.
En aquel momento echaba a volar y ya, como correspondía. Ahora vuelo menos y me percato de algunas particularidades con referentes inmediatos a aquel entorno cultural oriental, diferente de los patrones del arte y la literatura occidental. Por ejemplo, las hadas de los cuentos tradicionales vietnamitas no son sólo del sexo femenino, pueden ser de ambos sexos, jóvenes o ancianos. Hay diversidad también en la tipología de las hadas, las hay jóvenes y bellas a semejanza de su parentela europea, pero también aparecen en la representación de ancianos y ancianas. Hadas al fin comparten sustratos como la habilidad para aparecer y desaparecer, tomar figuras de animales, genios o espíritus, ayudar a los buenos y castigar a los malos:
Veamos el momento de la aparición de la entidad del hada-anciano en dos de los relatos:
(Tam y Cam)
“Tam pensó que su mamá la castigaría y se echó a llorar desconsoladamente. De pronto, se le apareció un anciano de barbas largas y blancas como la nieve, quien con voz dulce le preguntó:
-¿Por qué lloras tanto, niña?
-Ay, abuelo, trabajé toda la mañana para llenar mi cesta de peces, pero mientras me bañaba desaparecieron todos y temo que mi mamá me castigue.
Entonces el anciano le dijo:
-Mira, hijita, no llores más, aquí tienes peces.
(El bastón mágico)
“…De pronto, el tronco del árbol se estremeció, y del mismo surgió un anciano de larga barba, todo vestido de blanco, con un bastón en la mano. El anciano tocó a Manh con el bastón, y le habló así:
-Manh, tú trabajas mucho y vives pobremente; sin embargo, eres bueno y siempre tienes paciencia y modestia. Toma este bastón para que te ayude a vivir mejor. Puedes pedirle lo que necesites, pero nunca pidas demasiado…”
Se observa un gran parecido entre el cuento Tam (granito de arroz partido) y Cam (fina cáscara blanca del arroz) y el conocidísimo La Cenicienta. Según aporta la compiladora, los alumnos vietnamitas atestiguaron el origen tradicional de este relato, muy popular en la nación asiática desde muchas generaciones atrás. Cualquier semejanza tendrá sus vaivenes literarios y antropológicos entre las olas del Mar Adriático que servía de puente entre el lejano Oriente y Europa. Gracias a la divulgación de diversos personajes gran cantidad de cuentos, leyendas y fábulas europeas arrancan de raíces orientales. Me vienen a la idea algunas teorías de base antropológica como el paralelismo o el difusionismo cultural que contribuirían a explicar estas y otras coincidencias que acaecen entre estos cuentos y leyendas y sus pares simbólico-culturales del ámbito occidental.
Aparecen en la versión vietnamita marcas de identidad y la cultura popular como son los propios hábitos alimenticios y un plato básico en dicha cultura como el arroz y las tareas compartidas de base familiar como el acto de escogerlo. El famoso zapato aparece como zapatillas de seda bordadas al modo del atavío femenino oriental, y por supuesto en relación con la búsqueda de un pie chico como concepto oriental de la belleza femenina. Aunque debemos recordar que los pies de las hermanastras de Cenicienta tampoco cupieron en el zapatico de cristal, otra coincidencia en los conceptos estéticos entre uno y otro relato.
Los cuentos tradicionales vietnamitas tienen además de su encanto narrativo, que los hace atractivos para niños y adultos, significativos valores éticos y culturales. En muchas de las leyendas se exaltan las más nobles virtudes humanas. En numerosos cuentos se aprecia la relación entre el hombre y la naturaleza, se describen los animales y las plantas y las relaciones sociales de la época.
Aparecen con reiteración temas como la enfermedad y la muerte. La segunda, en la mayor parte de los relatos es la solución-enseñanza fatal que marca el fin de los personajes negativos; sin embargo, en uno solo de los relatos la muerte se plantea como un suceso excelso, un fin heroico, símbolo de resistencia y tenacidad. Tal es la tesis que se plantea en “El pájaro Ko-Kan-Kac-Fuc”:
“…muchos jóvenes cayeron en el camino, y al morir se convertían en pájaros que revoloteaban y cantaban “Ko-Kan-Kac-Fuc” (¡Vence las dificultades!) para dar ánimo a los que continuaban la penosa marcha.
Después de muchas semanas de camino, llegaron a un despejado valle: era la entrada al país del este, donde se vivía en paz y abundancia. Allí se establecieron los vietnamitas y tuvieron una vida dichosa; los niños jugaban, reían y cantaban. Y los hombres y mujeres que trabajaban en los campos eran estimulados por el canto de las aves que gritaban “Ko-Kan-Kac-Fuc”, simpáticos pájaros que hasta el día de hoy se encuentran en los bosques de Vietnam.”
Las historias se basan en la oposición entre el bien y el mal en las que los “malos”, a sus contravalores suman el ser “gordos y feos” como ocurre en “El origen de los monos” con los personajes del terrateniente, mujer e hijas. Hay igual gran semejanza con la Cenicienta pues el anciano de barba blanca y largo bastón transforma a la sufrida Teo, sirvienta de los primeros, “en una muchacha hermosísima con un vestido esplendoroso. Su boca era rosada como una flor, sus ojos de mirada dulce y brillante, ninguna muchacha era tan bella como Teo. Al verla, todos los jóvenes de la aldea se sintieron cautivados por su belleza.” En esto coinciden los cuentos de antaño y varios del presente anclado a la pantalla, la felicidad femenina pende atada a la conquista del universo varonil. Así han sido y ¿serán? educadas las futuras reinas del hogar en varias regiones del orbe. El escarmiento para los malvados llega por obra de sus propios defectos, que les convierten en monos peludos y feos.
El triunfo de la bondad sobre la codicia aparece en “El árbol de fruta”, que tiene como protagonista la fruta oriental conocida como grosella china, árbol característico del paisaje vietnamita. También aparecen representadas las relaciones antagónicas entre miembros cercanos de la parentela, relación disfuncional en la literatura que tanto ancló en la narrativa de varias culturas. Por solo mencionar cercanos referentes podríamos citar el conflicto entre el Meñique martiano y sus hermanos. Como en aquel y en otros, el símbolo del árbol que da frutos a quien lo merece se debate entre las bondades de Dong (hermano menor según ¿casualidad literaria?) y la enseñanza o fatalidad para Thu y su esposa, cuya codicia culmina por arrojarlos al mar.
En “La inteligencia” se representa la figura del campesino no solo con valores como la laboriosidad, también como persona de audacia ante las contingencias, capaz de solucionar difíciles situaciones. “El bastón mágico” es otra de las páginas protagonizadas por el personaje del campesino cuyo antagonista es un poderoso e inconforme terrateniente quien al final del relato resulta muerto por su propia codicia, como resultado de los golpes que recibe del bastón arrebatado al campesino. Hágase notar una vez más la recurrencia a la muerte como enseñanza fatal a los personajes negativos. Por su parte, el campesino es pobre, trabajador, persistente en sus labores, paciente, modesto, solidario con los de su clase y feliz. Los elementos de la naturaleza como el símbolo árbol resultan recurrentes en estas narrativas. El árbol da sombra para aliviar la fatiga del campesino y durante el sueño de aquel se transforma en “un anciano de larga barba, todo vestido de blanco, con un bastón en la mano”. El bastón será el objeto de la discordia que dará bienestar al sensato trabajador y aleccionará con la muerte al terrateniente.
“El sol, la luna y las estrellas” entraña una narrativa al modo génesis donde las flechas de un viejo cazador y su hijo (en el sentido de la cristiana trinidad: Padre (cazador) –Hijo y espíritu santo (disparo de la flecha)– organizan el cosmos en un Sol, un sol herido ante el primer disparo del hijo inexperto que se trastoca en luna, estrellas y luceros que devinieron “de los pedazos luminosos de los soles muertos” por los disparos anteriores del Padre. Formación a partir de la que se libera a la Tierra del intenso calor emanado por los innumerables soles en existencia. El arco y la flecha del padre e hijo salvan a la humanidad. Nada más semejante a la tesis cristiana.
Las relaciones entre los hombres y los animales domésticos se exponen en “Gato y perro”, donde se plasma una versión muy simpática del origen de la enemistad entre uno y otro animal.
En “El barquero”, la historia lleva a retablo el personaje del esposo dedicado cuyo sacrificio –hada mediante– cura de una terrible enfermedad a la esposa, a la vez que queda sumido en la pobreza. La mujer ahora rozagante de salud aparece como un ser malvado, malagradecido y ¡oh gran casualidad!, traicionero, lo cual desencadena en que debe devolver al hombre las tres gotas de su sangre que la salvaron y al hacerlo se desploma convirtiéndose en un mosquito hembra que hasta estas teclas busca con desesperación libar la sangre de los humanos.
La “Leyenda de Than Yung y el caballo de hierro” encarnan la narración épica en una especie de parábola con la aún reciente victoria del pueblo vietnamita.
El cuento “El sapo, tío del emperador del Cielo” asume un argumento medioambientalista pues centra la historia en la desaparición de la lluvia “En tiempos remotos, cuando sólo de plantas y animales se cubría la Tierra y aún el hombre no había surgido”. Es otra muestra de la estrecha unión entre realidad y fantasía, pues ¿no es cierto que los sapos anuncian la lluvia con su canto?:
“-En el futuro, si vuelve a haber sequía, ¿qué debemos hacer?
El emperador del cielo respondió:
-No es necesario que suban…
-Entonces propongo, que cuando haya sequía le avise por medio del rechinar de mis dientes.
A la sugerencia del sapo, el emperador contestó:
-Acepto, cada vez que oiga tu rechinar dejaré que la lluvia vaya enseguida junto a ustedes.
(…)
Desde entonces, cada vez que el sapo llama al cielo, la lluvia acude inmediatamente para alegrar y propiciar la vida de todos en la Tierra.”
El personaje del Sapo es simpático y muy positivo, tienes actitudes como el liderazgo y encarniza la tenacidad y valentía que promueven otros valores como la justicia. La fábula llama a la unión de empeño y aceptación entre diferentes.
Como colofón, el volumen recoge una leyenda que extiende sus raíces a páginas histórico-culturales del panorama vietnamita. “La torre de la tortuga o el lago de la espada restituida” sitúa el hecho narrativo en Hanoi, en un lago “en cuyo centro se alza una alta torre, conocida por la torre de la tortuga y el lago recibe el nombre de lago de la espada restituida”.
La torre en cuestión se ubica en medio del lago Hoan Kiem. Y el origen de los nombres de la torre y el lago remontan al lector a una lección de historia:
“Hace más de quinientos años, Vietnam se vio invadida por una dinastía china. Para defender a su pueblo, al frente de los vietnamitas se puso un guerrero llamado Le-Loi, quien había sido hasta entonces un humilde campesino.”
El pasaje se refiere al momento histórico con fecha de 1408, cuando la Dinastía Ming invadió Vietnam. Veinte años más tarde los vietnamitas derrotaron a los chinos bajo la dirección de Le-Loi, quien más tarde fundó la Dinastía Lê Quan y renombró la ciudad como Tonkin.
Sin embargo, según fuentes digitales consultadas, Le Loi no fue un campesino sino un terrateniente devenido general vietnamita que, efectivamente, obtuvo la victoria de independencia para Vietnam de China y fundó la dinastía Le (1428–1788). Entre sus logros se mencionan las reformas agrarias que hizo para ayudar a los campesinos. Fue el héroe vietnamita más homenajeado de su tiempo.
La recreación con la que concluye la compilación de relatos apela a elementos de la fantasía épica y el mito, donde las aguas del lago constituyen elemento fundamental.
Carta no enviada a la Editorial
La casa de la infancia de Nelson era pequeña en demasía como para hacerle un lugar a los libros, según sus padres. Jugar tenía horario específico pasado el cual los juguetes eran encaramados en una caja fuera del alcance de los niños. Nelson como una inmensa población mundial y anónima no es un buen lector ni de prospectos pero sí se hizo buena gente y amigo mío. Cuando supo de nuestra onírica travesía soltó su carcajada procaz, y me regaló el pie forzado para una relectura en días en que puedo abrigar a quien soy en cualquier sitio de mi estante.
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