Una guitarra de arquitectura más simple a la de las suculentas curvas que conquistan el lomerÃo del oriente cubano, se vale del eco montuno para difundir melodÃas electrizantes por estos dÃas, que la quietud invade.
Bayamo, casi siempre impávida, se despoja de la serenidad y le apetecen “los ruidosos acordes†que regala una de las mejores fiestas del año que promueve la vanguardia artÃstica del territorio: el Rock de la Loma.
Entre improvisaciones de ritmos se desata la mezcla que sale de lo foráneo y lo autóctono, se enlazan las culturas, se estrechan corazones y se rockanrolea hasta altas horas de la noche.
Las cuerdas tocan los propósitos de promover y cultivar un género musical, que en la década del 50 del pasado siglo rompió hasta los mismÃsimos estereotipos de la modernidad y se convirtió en una tendencia mundial.
En un programa, que no pocas veces se tacha y reestructura, se desdoblan las ganas de hacer y compartir fluidos musicales.
Y cuando oscurece en la ciudad y se encienden las luces del cielo, hay conciertos los dÃas indicados (viernes y sábado), talleres con diálogos oportunos e iniciativas que despiertan el ánimo hasta de los detractores del género.
Asà sucede desde el 2004 cuando la iniciativa se presentó y un público selecto le abrazó y como fiel seguidor del rock, lo celebra en cada temporada.
Quizás, la guitarra que desafÃa lo tradicional ya no está tan cargada de ruidosas emociones que despierten la ciudad, pero no deja de regalarle acordes de alta tensión hasta estremecerla en su propio gusto.
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