Jam Session: Notas para una descarga

Si este libro en manos de los lectores se sumara al concierto jazzístico, ganaría la música cubana. A pesar del desarrollo histórico del género en nuestro país, su paralelo teórico no observaba una dedicación en similares proporciones, muy a pesar del ejercicio de nombres como los de Leonardo Acosta, o los valiosos aportes no publicados de Danilo Orozco y la contribución de trabajos de Borges-Triana, Claudia Fallarero, entre otros autores más o menos noveles que se han dado cita en números de la revista Clave dedicados al tema y en otras publicaciones aisladas.

Unido a esto está el hecho de que investigadores y periodistas muchas veces concentraron su pensamiento en el panteón sagrado de este hacer musical. Solo en tiempos cercanos y gracias a las arenas esparcidas por unos pocos jóvenes investigadores, es que se intenta visualizar en letra impresa o digital la obra de las nuevas promociones de jazzistas.

A partir de los 2000 se observa un ambiente cognitivo creador en los predios académicos a favor de los procesos que rodean la jazzista creación. Tal efervescencia ha brotado en la Universidad de las Artes y en los centros universitarios del país, con la emergencia de tesis de grado desde disciplinas como la musicología, Historia del Arte, Comunicación Social y Periodismo, fundamentalmente. Tales estudios, salvadas las excepciones, perecen justo al momento de la celebrada cuantificación del ejercicio. Unas pocas ven la luz de alguna publicación y en algunos casos, cuando más, se han socializado sus saberes en los espacios teóricos de eventos culturales afines.

También es cierto que muchos de los autores de tesis en opción al grado de esto o aquello, luego de descubrir el agua fría, ignoran el cómo trasladar la redacción académica al discurso del ensayo, artículo, testimonio o cual sea el lenguaje de la publicación dirigida al amplio lector, más allá de las geografías de las altas casas de estudio.

Por todo lo anterior me atrevo a aseverar que los exiguos resultados aparecidos en el surrealista rublo de “tiempos recientes” intentan cubrir un vacío de varias décadas. Sin embargo, Jam Session. La Nueva Generación, páginas que hoy coloco a consideración de posibles lectores, de ninguna manera presenta una historiografía sobre el género, sino que ofrece desde la multiplicidad de enfoques un retrato aproximado de una franja de las jóvenes generaciones de jazzistas cubanos. Lo recibo como una compilación de enfoques que tienen como sedimento común una sociología musical del modo jazz.

Creo que este creciente interés por el estudio del entorno jazzístico cubano, sobre todo a partir de los 2000, pudiera obedecer a un panorama más optimista, no en cuanto a creación y calidad musical harto probada, sino en cuanto a los aspectos sociomusicales, socioculturales, institucionales y de promoción que han posibilitado una mayor visualidad a escala social.

Ya hemos conversado en otros espacios de la escritura y la oratoria sobre el rol de festivales y eventos nacionales como el Jazz Plaza a partir de 1980, y desde 1998 el Jojazz, unido a otras paradas organizadas por la UNEAC y la AHS como el Amigo del Jazz y el Jazz Na Má en las respectivas filiales santiagueras, entre otros espacios isla adentro. Estas celebraciones devienen momento de reconocimiento y legitimación para sus participantes.

La creación de clubes para la promoción del género unido al talento de jóvenes que entrecruzan las fuentes del jazz con los afluentes que provienen del acervo musical cubano de raíz, despiertan la inquietud en quienes cartografían el universo sonoro en la Cuba de hoy. Las más insospechadas posibilidades de hibridación que signa la emancipación del jazz con músicas y estilos varios –que van desde la médula ósea de géneros etiquetados como “música cubana”, cruzan puentes de múltiples vías hasta llegar incluso a la electrónica– le garantiza nuevos y también heterogéneos públicos.

Estos discursos de lo jazzístico se reciben por vías como la radio o TV, spots televisivos para eventos de disímil naturaleza, lo cual redunda en canales informativos que de modo paulatino pudieran contribuir a la formación de audiencias. Las plataformas de Internet y el uso de las redes sociales colocan a los músicos ubicados en la diáspora al alcance de una tecla, se difuminan los límites geoculturales, lo que simboliza parcela de cultivo para los investigadores sociales.

Los jóvenes jazzistas y procesos sociomusicales que trae a su escenario Jam Session…, forman la continuidad de una tradición musical, a la que imprimen sus propios aportes y estilos, con lo cual contribuyen a delinear la historia del género en lo que va de siglo XXI.

Los cuatro ensayos convocados comparten el interés por la revisión del movimiento de jóvenes jazzistas. Quienes estudian cada una de las temáticas son o se convirtieron en practicantes del espacio que analizan, lo que les posibilita abordar la creación, la interpretación y el consumo del jazz desde el centro de la tierra.

La presente compilación propone un espacio de debate, a partir de la muestra de resultados obtenidos por estudiosos noveles. El punto de mirada recae en promociones cercanas aun en el tiempo de compositores e instrumentistas, que en la mayoría de los casos visibilizaron su obra preliminar a partir de la participación en el concurso Jojazz.

Para esta publicación fueron seleccionadas tres tesis de grado en las especialidades de Musicología y Comunicación Social. Camila Cortina desde la historiografía y los estudios culturales estudia las formas en que se conserva la “cubanidad” en la vida y obra de músicos radicados en España.

Pedro Sureda se detiene en las particularidades que individualizan la interpretación de dos jóvenes músicos, a partir del estudio de los procesos de síntesis musicales que identifican sus estilos personales. Es el caso de Harold Lopez Nussa y Rolando Luna.

Reinier Aldazabal propone un análisis de los usos sociales que vivencian los públicos que asisten a los conciertos realizados en La Habana que tienen como núcleo el jazz hecho por recientes promociones de músicos. A partir de la descripción de las principales prácticas comunicativas consustanciales a dichas audiencias durante las presentaciones, son objeto de análisis aquellos elementos que actúan como mediadores individuales e institucionales entre el público y la música, y que transversalizan los usos que se hacen de ella.

A ellos concurre como portada un texto de la musicóloga Claudia Fallarero publicado en la revista Clave que resultó ser el punto de partida de varias aristas de estas investigaciones y que aborda, desde criterios  generacionales, los elementos musicales que caracterizan la novel creación jazzística.

Concluye la descarga un catálogo que recoge parte de las producciones discográficas de jóvenes exponentes del género desde 1998 hasta fechas cercanas a la publicación del título.

Aun cuando los autores en congregación apelan a la mención de nombres de la actual escena jazzista, el principal logro del volumen reside en la triangulación de métodos y procesos de la investigación cultural. La revisión de estas páginas propuestas por la colección d’ Música del sello CIDMUC (¡2012!!!!) –que como muchos otros títulos perdieron el sello de garantía como “novedad literaria” y hoy habitan su madurez en más de una librería cubana– bien pueden significar una invitación para que otros críticos, periodistas e investigadores del país se ocupen de visibilizar las omisiones y zonas no constreñidas en este volumen, con el fin de la prolongación de la descarga desde una mirada contextualizada a cada territorio.

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