Para departir sobre la figura histórica de José Martà hay que conjugar al Martà periodista, escritor, pintor, intelectual, poeta, maestro y héroe revolucionario. ¿Pero cómo nombrarlo en sus facetas sin sacralizarlo?, con sus errores, sus aciertos y dudas. Nombrarlo como un hombre común, palpable, cuyo mérito más profundo y verdadero fue la de situar su vida a la consagración de la libertad de Cuba. Ese es el Martà insoslayable desbordado en estas páginas de admiración y compromiso de este novel escritor, que lleva en sus ojos y pensamiento la deuda de estudiarlo como un ente contemporáneo, vigente en la sociedad cubana del siglo XXI que más que nunca necesita a un Martà rejuvenecido, atemperado a la cotidianidad del pueblo y los jóvenes.
El pensamiento de nuestro Apóstol no pierde esa vigencia de cultivar, fecundar las virtudes más sublimes y elevadas de los seres humanos, virtudes que deben habitar en los pueblos como semilla plantada con el sudor de la frente de los hombres de buena voluntad que reconocen que el primer deber de un hombre de estos dÃas es ser un hombre de su tiempo, ser un hombre bueno que es el único modo de ser dichoso.
Martà fue un hombre de su tiempo y dichoso, desde muy temprana edad comprenderÃa que su vida estarÃa dedicada a la lucha por la independencia de Cuba y con los pobres de la tierra plantó su suerte.
El intelectual cubano Cintio Vitier en su artÃculo Martà en la hora actual de Cuba planteaba unas interrogantes:
¿No es Martà suficiente vacuna contra los venenos ambientales? ¿No es Martà capaz de hacer de cada cubano por humilde o iletrado que sea un patriota? ¿No es capaz de inspirarle resguardo ético, amor profundo a su paÃs, resistencia frente a la adversidad, limpieza de vida?
Para ello el estudio de la vida de nuestro Apóstol no debe ser formulado solo teóricamente desde cursos escolares tempranos hasta cursos superiores, es necesario tocar las verdades ocultas en el ala de colibrà como mensaje educativo de espiritualidad y conciencia.
Martà hay que dibujarlo en su faceta de hombre de a pie en la calles, en las aceras, parques, avenidas, y extrapolar su obra a la sociedad, a los más necesitados de su ideario que no han podido tocarlo, sentirlo, vivirlo como una expresión de cubanÃa y Revolución.
Debemos instaurar acciones para fertilizar una campaña para volverlo palpable, más humano y cercano al pueblo cubano que en la mayorÃa se reconoce martiano.
Martà forma parte relevante e indispensable de nuestra Historia pasada, presente y futura. Nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz fue continuador de su pensamiento intelectual, polÃtico, revolucionario. Premisa que permitió declararlo como el autor intelectual de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
El ideario de nuestro Apóstol estarÃa vinculado firmemente al programa polÃtico de la nueva etapa de lucha hasta nuestros dÃas, como homenaje a las doctrinas de quien nos enseñó a pensar como paÃs, como una unidad colectiva, y guiarÃa el camino de los grandes derechos de nuestro pueblo.
Al hombre de La Edad de Oro no se le puede dejar morir. En el aniversario 167 de su natalicio nuestro pueblo tiene que ser un pueblo más digno, más fiel a su recuerdo e ideario. Como expresara Fidel Castro en su alegato de defensa La historia me absolverá:
Hay cubanos que han caÃdo defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnÃfico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué serÃa de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!
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