Entregarlo todo, para que no haya divorcio

 

A mis profesores.

Por razones borrascosas hace unos años me divorcié de la telenovela cubana; y como buen divorciado, lleno de orgullo, me propuse no verlas más. Sin embargo, ahora escucho rumores, como cuando tu ex se “supera” y te llegan insinuaciones de aires renovados. Estos son los viejos motivos por lo cuales, solo a hurtadillas, veo algún fragmento de la última Entrega, o mejor dicho, de la presente telenovela de la televisión nacional. Pero, como no acostumbro a hablar de mis divorcios, me voy a concentrar en un tema resucitado por la novela y en una visión más allá de ella.

Las telenovelas cubanas han tenido tempestuosas dificultades para tratar con calidad y sin exceso de melodramas la realidad cubana. La última factura ha tenido el mérito de traer a la pantalla un importante debate y decisivo conflicto de nuestra educación y cultura: la enseñanza y aprendizaje de la Historia de Cuba.

Por estar involucrado de cerca en el proceso y ser miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba, me alejo de la hipótesis de la propia novela y me adentro en las convulsas y actuales circunstancias. Conlleva entonces a dolorosas preguntas:¿Qué hemos hecho mal para que los jóvenes desarrollen tanta apatía por la historia? ¿Por qué algunos cubanos discriminan la vinculación de lo patrio con lo cultural?

La respuesta es complicada y se dispersa en la urdimbre de cataclismo que ha sacudido nuestra cultura.

Resalta un problema: Existen diferencias entre los estudios especializados, los testimonios y la enseñanza de la historia y la cultura cubana. Esto parece sencillo pero no lo es. Se mezcla y se confunde y va dejando lagunas amplias, pobladas por el fértil marabú de la ignorancia.

Uno de los mayores retos del país es la capacidad de enseñarse autocríticamente así mismo. No es una cuestión meramente pedagógica; transciende a su praxis cultural. Es innegable que existen millares de investigaciones sobre la historia y cultura cubana desde múltiples enfoques y disciplinas científicas realizadas dentro y fuera de Cuba. El gran problema es cómo sus diferentes actores y la propia Revolución articulan estas acciones. ¿Cómo se puede lograr que tales investigaciones sean atractivas a los jóvenes y no mutiladas en sus aspectos más polémicos?

Cortesía de Alberto Luberta-Tomada de Cubadebate
Cortesía de Alberto Luberta-Tomada de Cubadebate

En cuanto a la enseñanza de la asignatura Historia de Cuba, la educación ha sido el principal canal para articular los conocimientos e investigaciones de alcance y prestigio. No obstante, la tendencia de la actualización de los contenidos, los materiales de estudios, programas… demoran varios años y siguen manteniendo estructuras metodológicas rígidas y la persistencia de los llamados relatos lineales, muchos de los cuales intenta desmontar Entrega.

¿Qué sucede con las innumerables investigaciones pedagógicas y académicas? La mayoría permanecen reducidas al estricto ámbito de las gavetas o archivos, en las bases de datos de prejuicios académicos o, cuando más, en los circuitos de eventos científicos. Aún es exigua la sociabilización de estas investigaciones de carácter público y masivo para trascender a otras esferas, crear empatía y conciencia. 

La enseñanza de la Historia se ha convertido en hecho lógica, se parece más a una momia cosificada que a un pretérito sustancioso. Por mucho tiempo hemos esterilizado parte de la cultura en la historia del país, la hemos inmolado por lo épico. Los estudios son monótonos y muchas veces las proezas intelectuales son alejadas.

Cortesía de Alberto Luberta-Tomada de Cubadebate-3
Cortesía de Alberto Luberta-Tomada de Cubadebate

El predominio de la épica política ha lastrado una buena porción de la historia cultural y social. Y ese elemento, lo veo a escondidas desde las rendijas de mi cuarto, el Profesor Manuel intentando rescatar: la necesidad de una historia nutrida de la cultura en su más amplio sentido (football, música, cocina o cine).

Tal vez dirán que es un soñador, pero si les puedo asegurar que no es el único. Hay un puñado mujeres y hombres, tiza en mano, luchando contra ese monstruo llamado dogma y defendiendo hasta con sus puestos laborales la cultura e historia de este país. Es una asignatura pendiente (literalmente) conceptualizar para los estudiantes cubanos un plan de estudio denominado “Historia de la Cultura Cubana”. Quizás ustedes piensen que será estéril o más de lo mismo. Y este cuestionamiento es parte de la respuesta.

Por estos velos empolvados hoy no entendemos cómo el primer presidente de la República en Armas figuraba hace poco en un cartel por la cultura cubana. Hemos politizado en exceso parte de la cultura, y viceversa, a veces somos víctimas de los panfletos, la propaganda y el adoctrinamiento en detraimiento de la cultura. No siempre acertamos a movilizar con las fibras más sensibles de la Patria. No siempre usamos la mejor adarga para defender el país.

Es una alternativa posible lograr insertar contenidos sobre el propio proceso para transcender más allá de una orientación al programa de estudios de Historia de Cuba. La inclusión de un programa multidisciplinar de especialidades de historia, arte, filosofía, sociología, literatura, cine, teatro, etc., para vislumbrar nuestra memoria y sus posibilidades de futuro.

Aún no se consolida a escala mayor la concepción para que no existan recelos entre la cultura y la academia. Los libros de Tula o Padura, la poesía de Heredia o Guillén, las artes plásticas de Lam o Amelia, el teatro bufo o el de Virgilio, la danza de Alicia o afrocubana y las películas de Titón, Solás o Fernando Pérez, son parte de nuestra cultura y nuestra historia. Su uso alimenta nuestra espiritualidad como nación y hace más potable la metáfora de lo incomprensible.

Mientras esta utopía se acumula en congresos y reclamos, son varios los especialistas que han propuesto investigaciones sobre la apropiación de la historia desde la literatura, la plástica, el cine, el teatro y demás manifestaciones. El éxito de tal alternativa depende en la capacidad de ser reflexiva y poder construir las bases de culturas amplias y libertarias.

Sirva este intento televisivo para honrar a la pedagogía joven, pero no olvidemos a los viejos profesores que lo entregaron todo a pesar de las penurias materiales y aún hoy no tienen nada.

Sin embargo, denoto la falta, precisamente, de este nexo dramático en la novela. ¿O acaso Manuel no se inspiró en otros profesores de más experiencias o no hemos tenidos profesores así en los 60, 70 o los 80? Sabemos que sí, e incluso, en esa época algunos fueron marginados por esos métodos heterodoxos y siguieron fieles a la Revolución.

Todavía no sabemos lo que va suceder al final de la telenovela. Si Manuel triunfa utópicamente, se convierte en el director quiméricoy entra en lo socialmente deseable o termina colgando la tiza, como ha sido el destino de muchos. Pues no olvidar que el dramatizado fue rodado antes del aumento salarial y el protagonista está asumiendo el paradigma del joven y abnegado, pero el desenlace puede inclinar la balanza al desencanto o al éxodo sufrido antes del acontecimiento laboral.

Lo esencial de esta novela ha sido demostrar la necesidad de retirar las barreras mentales de nuestra Historia. También urge escuchar a muchos Manueles que ya existen en las aulas y corremos los riesgos de perderlos entre el desgaste y la decepción.

Por mi parte no les garantizo una “reconciliación matrimonial”, pero sí puedo asegurarles que intento salvar el matrimonio con la cultura y la Historia de esta Cuba y entregarlo todo, para que no haya divorcio.

Cortesía de Alberto Luberta-Tomada de Cubadebate
Cortesía de Alberto Luberta-Tomada de Cubadebate

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  • Primero felicitarte y agradecerte esta excelente reflexión, muy contento por lo que estás haciendo desde la Patria Chica. Bien sabes que muchas veces pasamos largas horas entre vino, comidas y fiestas hablando sobre este asunto. El Sistema Educativo Cubano, tiene 30 años de atraso, los métodos estan obsoletos. Para bien de todos los que amamos la profesión del magisterio en estos precisos momentos se está llevando a cabo el III Perfeccionamiento del SEC, el cual me toca muy de cerca y puedo decir con absoluta seguridad que las propuestas a discusión son de excelente calidad, se esta apostando por una completa renovación que incluye el cambio de métodos y filosofías pedagógicas adquiridas en los años 70 con la influencia de la pedagogía sovietica, lo cual proboco un distanciamiento de la pedogogía cubana tradicional y contemporánea. Dirigido por el MINED, con el acompañamiento, aseroramiento de otros ministerios y centros de investigación. Se está haciendo muy buen debate, con la revisión de tesis, proyectos de investigación de avezados investigadores de las ciencias pedagógicas. Así las cosas, en los próximos cursos saldra a la luz este complicado trabajo no sin tener que vencer al más rancio conservadurismo que se mantiene bien activo desde el más alto nivel. Salu2s.

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