A un poeta de antes
Vivió. Sufrió. Murió. ¿Monotonía?
¿Deslumbramiento? Júzguelo quien pueda.
En su tiempo amó al tiempo y al espacio.
Hoy su espacio no es casi nada, y nada
Aquel tiempo, que el nuestro ha devorado,
Y quizás a él también, bajo la forma
de aves, de caracoles o legumbres.
Tuvo una historia que se nos escapa.
Algo ha llegado, sin embargo, de él:
Lo festejaron por lo que no era,
Y lo atacaron por lo que no fue.
¡Ah, poeta de antes!
¡Ah, poeta!
Roberto Fernández Retamar
“Cuando conocí a Roberto Fernández Retamar ya tenía escritos poemas, colaboraba con José Lezama Lima… Además la espiritualidad de Roberto destellaba, tenía una gran cultura, y, ¡por eso todas las mujeres lo seguían!”.
De esa forma cercana, (no podía ser de otra manera para hablar del amigo) conversó hoy Miguel Barnet, presidente de honor de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, con decenas de estudiantes durante la primera jornada del Festival Universitario del Libro y la Lectura (FULL), evento que hasta el próximo domingo promoverá el amor hacia la lectura entre los jóvenes cubanos.
Barnet destacó en el encuentro, efectuado en el Pabellón Cuba, que Fernández Retamar fue la figura más insigne de la generación del cincuenta, afirmación sustentada, entre otras cosas, por la calidad del ensayo Caliban.
“¡Prologó mi primer libro cuando yo solo tenía 22 años! A esa edad tener ya un libro prologado por Retamar era como un pasaporte hacia los lectores y hacia la gloria. Siempre le estaré agradecido por tener fe en mi”.
Al referirse al destacado poeta y ensayista, reconocido como Maestro de Juventudes por la Asociación Hermanos Saíz, Barnet subrayó que fue un rey pobre con corona grande, el intelectual que nos legó la obra más sustanciosa y orientadora.
“Yo admiro a Roberto sobre todo por su dignidad, entereza, ética e intransigencia con los principios revolucionarios, en una época en que muchos intelectuales que en principio fueron de izquierda se radicalizaron contra la Revolución”.
Barnet concluyó el encuentro afirmando: «una palabra graciosa y solemne clama por salir de mi boca cuando hablo de Roberto Fernández Retamar. Cuando quiero decir que sin su poesía nuestra lírica habría adolecido con un cuerpo mutilado de un miembro vital: “Moforibale”, en Lucumí; “Gracias”, en Castellano.
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