No soy un hombre universal/ de los que surgen de un papel/ soy de tiempo y de
lugar/ no soy un hombre racional de esos que no quieren ver/ soy de aquí y soy de
allá/ soy hombre que asciende entre gritos de la humanidad/ no importa mi nombre
yo sé bien cuál es mi lugar/ a veces no entiendo ciertas cosas de la sociedad/ si
siento o padezco es que tengo la necesidad/ mira que el tiempo pasa, ya es hora de
hacer algo por mí.
No soy un hombre universal/ de los que surgen de internet/ soy bohemio natural/no
soy un hombre radical que cuestiona lo que ve/ soy humano y nada más/ (…)
(Bohemio Natural, Nelo González)
Si se quisiera dialogar con Onelio González Hernández, o simplemente Nelo, un buen lugar por donde comenzar serían sus canciones. El joven trovador de 25 años habla con afectos del Cobre y sus vecinos, aunque en Santiago toda y la Casa del Joven Creador encuentra su mejor domicilio. La gama literario- musical de sus propuestas es variada, incursiona en el tradicional tópico amatorio a la usanza de voz y guitarra en títulos como He visto tanto, a lo trovadoresco con incidencias del pop y la balada en otros como Libre, Más allá del horizonte y Encuentro certero.
Otras piezas develan un esmerado recubrimiento musical con el uso de secciones de cuerdas en el paratexto Devuélvemelo todo o a través del empleo de teclados y flauta en El fantasma de un recuerdo. Mas la canción trovadoresca cual documento-manifiesto del joven trovador llegan con Bohemio Natural. Otras entregas como Buscaré la razón –hermoso trabajo musical a voz, guitarra, chelo y piano- y Secretos en el tiempo registran la inquietud filosófica del hacedor.
¿Cuándo te descubriste en el universo trovadoresco?
Soy graduado de Artes Plásticas por la formación de Instructores de Artes. En la escuela empecé a tocar la guitarra, a vivir ese mundo de lo que es la música. Las primeras canciones que interpreté fueron las de Eduardo Sosa. Hoy tenemos una gran amistad, de las cosas más bonitas que me han sucedido. Yo cantaba sus canciones y otras, y no sabía que estaba haciendo trova. Ya en el servicio militar recurrí a Silvio y Pablo, Carlos Varela, Geraldo Alfonso, pero sin la búsqueda de definiciones. Lo que sí decidí en ese periodo fue que me iba a dedicar por entero a la música.
Logré enfocarme en esa idea y cuando salí, entonces me ubiqué en lo que para mí es la trova. Conocí a la profesora y narradora oral Bertha Ferrer, la persona que descubrió mis primeros intentos y organizó una peña e insertó en sitios de su coordinación.
Por aquel momento también conocí al maestro José Aquiles, quien me hizo indagar aún más en el universo trovadoresco e invitó a su espacio El Menú. Entonces llegué a la Asociación Hermanos Saíz por exhortación del propio Aquiles. Conocí al cantor, compositor y productor musical Melvin Rodríguez, quien grabó mis primeras canciones.
Tuve la oportunidad de que quien fuera un gran maestro y realizador radial, Salvador Virgilí, me escuchara sin importar de dónde venía, y se comprometió a promocionar mi trabajo. A partir de entonces me incorporé a los festivales y espacios de la trova. Así fueron mis inicios en este mundo del que no logro desprenderme.
Tu creación emerge en un momento en que el panorama trovadoresco santiaguero se muestra “discreto” en cuanto a jóvenes hacedores ¿qué te invitó a persistir?
¿Sabes qué pasa? Ese desconocimiento que tenía sobre la trova me llevó a ser un hombre más de pueblo, y siempre procuro ese contacto. Las canciones son mías porque las escribo pero no son para mí. Lo que hago tiene el propósito de hacerse entender por todo tipo de público. Soy poco catedrático en mi discurso, trabajo letras muy sencillas, aunque lo sencillo también es difícil.
Siempre que existan jóvenes con un hacer, aunque sean pocos, será bienvenido. El ser cubano y llegar a cada rincón marcó la constancia. Eso me ha hecho ser de aquí, no sé si mañana esté porque soy de los que construyo el día a día. Cuando tuve conciencia de mi hacer trovadoresco me hizo persistir la razón de ser santiaguero. Mientras esté haré todo lo posible porque Santiago siga siendo la cuna de la trova.
La AHS y la Casa del Joven Creador en la provincia te significaron la oportunidad de tus primeros espacios y públicos. Cuéntame de estas experiencias.
Comencé y tuve la suerte de que cuando vine a la Asociación por primera ocasión llegué un lunes al medio día, estaba Eduardo Cedeño como presidente, y dos días después había un encuentro de trovadores en la Casa. Llegué, me presentaron y subí al escenario; canté Bohemio natural por primera vez en público y fue un impacto total.
Todo el que estaba se puso de pie, la gente aplaudió muchísimo y a partir de ahí se sucedieron una serie de momentos, situaciones que me llevaron al crecimiento de mi trabajo. Empecé a presentarme en varios espacios de la ciudad. Soy muy ambicioso en ese sentido y haré lo posible por estar en cada rincón de Santiago.
Pienso que la AHS es el andamiaje que siempre apoya mi carrera, y tiene que existir una reciprocidad. Son muchos los espacios y oportunidades que me ha dado, por eso siempre me referiré a ésta de la mejor manera.
Soy una persona a quien le gusta su soledad, su espacio, hablando profesionalmente. A veces me resulta incómodo socializarme, incluso con otros trovadores, porque tengo una actitud diferente. Pienso que el objetivo es hacer música y no competir con otras personas. A veces eso pasa factura, el vivir en una competencia constante con otros músicos por tratar de ganar más públicos.
Hago canciones que tengan un sentido y que lleguen al corazón del pueblo. No hago canciones para que otros músicos me halaguen o critiquen. Siempre las críticas son importantes y las escucho pero no es mi brújula de trabajo. Prefiero prestar atención a lo que las personas dicen en la calle, saber qué piensan y opinan porque me nutre para cantar y decir cosas que de alguna manera les puedan interesar.
Hay algo que me resulta interesante y es que Reynier Fernández y tú han salvado las distancias y ausencias de los jóvenes y no tan jóvenes trovadores de la Casa de la Trova Pepe Sánchez…
Mi opinión es que esto que ocurre obedece a fronteras que crea el hombre. Las personas son quienes crean las divisiones, la música no. Aunque Reynier y yo somos de promociones diferentes, hemos roto los prejuicios con respecto a las presentaciones de jóvenes trovadores en la Casa de la Trova. Yo me desprendo de todo eso. Lo mío es tratar de unir a las personas, no fracciono las generaciones, las uno, a eso me dedico.
A veces las propias instituciones crean exclusiones cuando emplean etiquetas y clasificaciones entre los trovadores. La trova es una, por supuesto, las cosas no pueden quedarse igual. Hay una evolución, también está el mundo digital, tecnológico, la trova ahora no se escucha como en años precedentes. Entonces es mejor pensar en lo que podemos hacer, en construir, porque romper algo es muy fácil.
A mí me funciona la interacción con el público de la Casa de la Trova tanto como con el que asiste a otros escenarios. Tengo la dicha de que me sigan muchos jóvenes, lo que para mí es una gran virtud y una ardua labor. Siempre busco ahondar en mis canciones temas que reflejen diferentes problemáticas con las que cada cual se identifique, desde el más pequeño al más adulto.
Los trovadores se caracterizan por sus andanzas musicales a lo largo del país, háblame de las tuyas. A veces se torna un tanto difícil el asunto de viajar pero siempre trato de presentarme en otras provincias y tengo muy buena impresión de los lugares en los que he estado. Un lugar que siempre amo y me encanta es Bayamo. Desde que hace alrededor de dos años fui, regreso con frecuencia y es espectacular.
Guantánamo es otra plaza que siento como un espacio bien bonito. El Festival de la Canción Política es un momento que priorizo, siempre que me llaman, asisto. El público brinda buena acogida, son personas muy sensibles y eso me identifica.
La capital es un lugar del que gusto pero en el que a veces me cuesta trabajo relacionarme con la parte más espiritual. Es otro el ritmo de la cotidianidad y a veces no encuentro el momento para pensar en las pequeñas cosas. He tenido presentaciones en el Pabellón Cuba en el espacio que coordina Silvio Alejandro.
Hace poco alcanzaste la llamada profesionalización y el ingreso al catálogo de la Empresa de la Música Miguel Matamoros, ¿qué se propone Nelo González a partir de aquí?
Lo veo como un momento necesario, el reconocimiento al trabajo y, además, la forma de vivir de lo que haces, algo que siempre es muy lindo. Es una etapa más de la carrera artística, es una realidad y un día será historia. Lo veo como una realización porque es de las metas que uno se traza. Tenemos que ser mejores personas cada día. En ocasiones encontramos gente joven con talento que no proviene de la academia, porque en ella no te enseñan a ser trovador, y tenemos que ser más flexibles no solo con los trovadores sino con cualquiera que tenga una vocación de manera autodidacta.
No debemos poner los gustos personales por encima de lo que es capaz de hacer alguien. Lograr la profesionalización puede tornarse muy difícil, aunque hay muchos que pueden considerarse artistas y profesionales sin estar avalados por una documentación.
¿En qué proyectos te encuentras inmerso en este momento?
Ahora mismo trabajamos en un disco fruto de la beca El reino de este mundo, aprobada en 2018. Tenemos previsto grabar con el sello EGREM. Es un trabajo al que los músicos y yo le tenemos mucha fe. Son canciones pensadas hace un tiempo ya, muy bien concebidas, y deberá estar listo para el próximo año.Hasta ahora he previsto nombrarle Versos y utopía, aunque esto puede cambiar.
Todas las composiciones son de mi autoría y van encaminadas a un público diverso, algunas piezas que gustarán más al bailador, y otras dirigidas para aquel que prefiere escuchar. Hasta la música más bailable tiene su concepto, moraleja e historia. Yo tengo el son y la presencia de elementos del changüí muy arraigados en algunas de mis piezas.
Pensamos incluir también la realización audiovisual. Hay un documentalista, Marcell Martínez, colombiano amigo nuestro, que tomará imágenes del proceso de grabación. Ahora mismo soporto la estructura musical con guitarra, acompañado con bajo, otra guitarra acompañante, set de percusión menor, saxofones (alto y tenor). Espero que a la gente le guste el disco. No trabajo para premios, con que las personas lo escuchen y acepten, que cuando suba al escenario, el público las conozca y tararee, me doy por premiado.
¿Eres de los que privilegias la promoción de tu trabajo en las plataformas digitales?
Tengo redes sociales pero soy un poco chapado a la antigua. A veces las cosas en las redes me resultan ficticias. Me gusta más vivir el momento en el escenario. Por las redes promocionas lo que haces, subes un contenido y las personas pueden llevarse la impresión de un gran trabajo y, cuando vas a la realidad del asunto, no es tan así.
Yo prefiero que las personas vean la realidad en vivo, creo más en la comunicación trovadoresca más tradicional. En ocasiones la modernidad me cuesta trabajo. Suele ponerse todo en manos de la tecnología y puede ser un arma de doble filo. A veces es engañoso y te engañas a ti mismo. Soy más de guitarra en mano.
La AHS para ti no es solo la plataforma para el creador sino que además integras la directiva de la filial santiaguera. Coméntanos sobre el reto de hacer coincidir tu arte junto a este compromiso.
Cuando accedí a ejercer como vicepresidente de la filial santiaguera lo acepté con amor. Estoy totalmente identificado con la AHS y desde acá trato de ayudar a quien lo amerita. El trabajo creador en mi caso como trovador lleva mucho tiempo y llevar la vicepresidencia en ocasiones se hace complicado pues hay que decidir, jerarquizar, a veces entre una y otra cosa.
Estoy para ayudar a los jóvenes y menos jóvenes que quieran llegar a la Asociación. La Hermanos Saíz para mí es mucho más que una institución, es mi casa, mi madre. Ha sido la que me ha visto crecer, me ha dado de lo poco que tengo, el mayor por ciento. Abrir las puertas a los jóvenes con talento que llegan, es la idea. Acá tenemos un equipo de trabajo cohesionado, en la presidencia y en la directiva de la Casa. Los creadores siempre encontrarán el ambiente propicio para sentirse en casa.
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