Desde un universo lleno de sonidos, donde el poema pareciera nacer de un ejercicio de profunda meditación, la vibra creativa de Ismaray Pozo resurge como la hierba silvestre.
Esta muchacha pinareña, nacida en 1987, tiene tantas palabras y colores por compartir que, a pesar del silencio y ese halo de nostalgia o misterio que cubre su sonrisa, aquellos que la conocen no pueden ignorarla. Elegancia, sencillez y amor fueron los primeros rasgos que percibà en ella cuando la conocÃ.
Es poetisa, licenciada en Historia del Arte, editora, correctora y promotora cultural. Tiene dos poemarios publicados: Regresiones (Ed. Guantanamera, 2017) y Abisales (Ed. Loynaz, 2018), con este último obtuvo Mención en el Calendario 2017. Próximamente verá la luz por la editorial Extramuros tu libro La recitante, Premio Luis Rogelio Nogueras 2018.
Háblanos un poco del proceso creativo de este último cuaderno y la propuesta que nos trae
La recitante es un libro que nació pronto, pero luego de un largo proceso de acumulación, de ideas persistentes en los últimos años. Lo que estaba ahà acumulado se sedimentó por defecto. Era una necesidad. Por primera vez me planteaba hacer un libro.
Regresiones no es más que una selección de mis primeros textos, salido a la luz de una forma muy azarosa por el sello Guantanamera. Tiene un tono primitivo. Abisales fue más lúdico. El tercer brote es más consciente. La recitante es la voz (las voces) de una mujer. Esta mujer habla sobre sà y cómo ella se percibe; percibe el resto de las cosas. Y a su vez especula, desde una voz ventrilocua, lo que el resto percibe en ella. Es un libro sobre las representaciones. En la comedia, la recitante, es una farsante, una travestida/mutante.
¿Cuáles fueron los impulsos emocionales o creativos que te empujaron desde muy joven hacia el camino de las letras, especialmente la poesÃa?
No fue una cuestión de impulso, sino de no tener opciones, eso quiero creer. Fui una niña muy ensimismada, con gran vocación por la contemplación, el silencio. Lo aprecio. Me gusta cuando la palabra se mesura, se guarda. En aquel entonces parecÃa eso un problema, tener eventos de antipatÃa o evasión hacia la gente. Pensar, imaginar, era una ventana, una puerta anchÃsima. En casa tenÃamos un cuarto al que llamábamos “cuarto de los reguerosâ€, pleno de libros de la colección Huracán, apolillados en su mayorÃa. Los libros fueron despertando una inquietud por la literatura; querÃa mimetizar lo leÃdo. La poesÃa nació en la adolescencia, salvajemente.
¿En tus poemas, cuánto hay de la muchacha cinéfila que soñaba con ser directora de cine, de la historiadora de arte, de la mujer que eres?
Todo. ¿Qué puedo hacer sino serle fiel a mi razón? He intentado que mis textos sean más contenidos y menos frondosos. Que no sean desmedidos es su búsqueda, pero eso está dado por algo de lo que no me puedo desligar. La búsqueda ha sido una constante. El querer transitar otros caminos, no conformarme con lo hecho, sino ir de trasiego en trasiego. Mutando. Mudando como yo misma. Historia del Arte es una carrera que te abre a eso, expande, y nos deja, a los graduados, un radio, un extraradio de nombres, obras, acciones, expresiones del arte, que se quedan luego levitando, flotando en la cabeza para otras múltiples asociaciones. Es algo que no evito, de eso que flota agarro, como se hace con un globo lleno de helio. Lo dejas volar o lo tomas.
Tus libros se ofrecen como una especie de mapa que capta la sensibilidad de lo poético en otras manifestaciones del arte ¿Qué referentes artÃsticos y literarios han marcado tu obra?
No siempre he sido consciente de lo que quiero decir. Al principio, la poesÃa era salvaje, abrupta. No me despertaba eso, siquiera inquietud, ni cuestionaba que lo hecho fuese poesÃa. No de la manera que me lo cuestiono ahora. El cine y la música son otras constantes, muchos de los referentes que cito son musicales o cinematográficos. Loca por el jazz, cercana a un guitarrista que ha estudiado con Rodney Jones, Ed Cherry (músicos de Dizzy Gillespie), y tocado con Pat Bianchi (músico de Pat Martino), Brian Charette (músico de George Coleman). VÃnculos como este han reforzado una pasión, ya vieja, por el jazz y la música de raÃces negras.
Tuve inquietudes por el cine. Hice pruebas para entrar a la FAMCA, a la EICTV de San Antonio de los Baños. Luego me di cuenta que esas inquietudes no eran deseos urgentes.
En la literatura, la poesÃa me roba. Creo en el chamanismo poético, el buen poeta, es un ilumidado, un develador, dispuesto a descuadrar lo que ve en infinitas posibilidades, a pulverizarse la mente y los ojos en el acto. Eso me llevó a descubrir la poesÃa de Emily Dickinson.
Fui conducida a leer a E.D, Pessoa, Eliseo Diego, Lina de Feria, Aimé Césaire y otras zonas de la literatura caribeña que me resultan explosivas y comprometidas: Édouard Glissant, Jacques Roumain. Luego A. Pizarnik, I.Vilariño, Clarice Lispector, Margarite Duras, Nelida Piñón, Anaïs Nin, Anne Carson, Igner Christensen (sugerida por Raydel Araoz).
He encontrado una cófrade literaria, un regalo, en Caridad Atencio, otra poeta que admiro por su fuerza, madurez, su ojo crÃtico brillante. Gracias a esto mi lectura se expande, por ejemplo, a la poesÃa norteamericana, poco explorada antes por mÃ, entre la obra de autoras como Susan Sontag.
Naciste en Puerta de Golpe, Pinar del RÃo, lugar donde resides actualmente y que quizás ha significado un golpe de inspiración para tu escritura. ¿Qué dificultades supone el hecho de ser escritora y vivir en un contexto rural?
Todo condiciona, por rebote, omisión, por carambola. El lugar puede hacer proclive que esa inquietud naciente se vuelva un estado, se pierda o permanezca. El espacio rural es cómodo para la literatura, “más tranquilo que la cara de una mujer que mienteâ€; ahà donde escasea la polifonÃa, los ruidos de la ciudad, yo no encuentro más que chivas berreando, gallos, mis perros, algún que otro carro pasante, arrieros. La tensión está en otras cosas, en otras carencias. Ese no haber, hizo que buscara. El campo es un maravilloso lugar, una estación de brotes, otra de siega, rebrotes, resiegas…
Para un escritor que se inicia, las dificultades de un espacio asà podrÃan estar dadas por la falta de visibilidad, el alejamiento de las bocas, de los censores de opinión. Pero eso no me supone un problema. Me regocijo en el silencio.
Eres graduada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. ¿Cómo influyó esta etapa en tu proceso creativo? ¿Actualmente escribes narrativa?
Me gradué en el 2016. Siempre dan ganas de volver. Pasar por el Centro Onelio lo sentÃa entonces como un imperativo. Sin ser de La Habana y pensando que de La Habana en algún momento tenÃa que marchar, estudiar allà era algo por hacer antes de irme.
 Escribà algunos cuentos. Leà uno sobre una mujer con problemas de sujesión en el mundo fÃsico. Para resolverlo ella tenÃa que hacer un ejercicio: desbloquear su chakra radical haciendo pucheros. Eduardo Heras, me dijo «eso es terrible». Me cuestioné si estaba haciendo bien.
En las clases, escribÃa poesÃa. Llevaba más de 10 años escribiendo poemas, intentándolo, pero aquello era otra búsqueda. TardÃa para escribir como era, no sentÃa que fuese mi mayor directriz, sino otro medio, como el cine, las artes visuales, la música, un método, un haz de luz sobre las cosas. PodÃa publicarse, y no.
Agradezco al Centro la redirección del camino. El gusto por la poesÃa es lo más persistente. Luego de eso, he intentado hacer algunos cuentos que después de un humazo, como en la magia, se deshacen.
Paralelamente a tu faceta creativa, trabajas como promotora cultural, editora y correctora en Ediciones Loynaz. ¿Qué ha aportado esta labor a tu proceso creativo?
Mucho. Constancia, seriedad. Estar de cerca en el proceso de creación y armazón de un libro ha hecho que me involucre más, no solo en lo mÃo, también en lo ajeno. Agradezco a la Loynaz por todo ese aprendizaje.
¿Cómo definirÃas a los poetas en el siglo XXI?
El poeta del siglo XXI es un hombre de su época. Con las mismas constantes e inquietudes humanas, que son como despertares. Siempre que nace un hombre está yacente ese anillo que nos sobrepasa: “el serâ€; y cada motivo reincidente que viene con “el serâ€: el tiempo, el lenguaje, la acción, la narración de esa acción, el fin. Es lo mismo.
El hombre, el poeta, sigue siendo un buscador de oro.
Tenemos ahà la obra de los poetas de siglos pasados. Siento que ahora, en el arte, no se niega lo anterior. De lo anterior bebemos, nos atragantamos, nos insertamos en una gran argamasa.
¿Con qué generación te identificas más dentro del plano de la literatura cubana? ¿Cómo pudieras definir a tu generación?
La literatura cubana es riquÃsima. Un framboyán floreciente, eso hace que hayan nombres descoyantes como picos de iceberg en todas las generaciones. Todo el tiempo. Pero, me siento más cercana a la literatura del siglo pasado que a la del siglo XIX, incluso más cercana que a la de este siglo. Ahà está OrÃgenes, un parteaguas, y otros llegados después del 59, como Diáspora(s) o Palenque, grupos en sà mismos, en los que se puede identificar voluntades semejantes.
No me siento parte de ninguna generación literaria. ¿Qué nos auna a los jovenes, más allá de la búsqueda de la literatura como albergue? La literatura no se hace grupalmente. A veces coinciden en tiempo, en ideas, en lucidez intelectual, varias personas que hacen su trabajo en soledad.
Siento un ansia en los poetas jóvenes de adelantarse a su tiempo, de saltar voluptuosamente como mariposas. Paul Ricoeur habla en Volverse capaz, ser reconocido de la identidad narrativa, de la temporalidad en la identidad. Hablar ahora de mi generación, teniendo a Ricoeur en la frente, serÃa dejar inacabado el relato. Tendrá que pasar un tiempo para que otros hablen de mi generación. A nosotros, los jóvenes, solo nos queda trabajar, trabajar mucho. Es cosa del tiempo poner los nombres en fila india.Â
¿Qué rasgos marcan la esencia de Ismaray Pozo?
Soy una loba esteparia. SolÃa ser más mustia. Ya me adapto, renuncio, hay en la renuncia una revelación, como dijera la Lispector. Serena. Pocas cosas me descentran o inquietan como la voluntad de hacer mal (siquiera la perversidad inocente). Salvando esa voluntad malsana que rechazo, con lo demás puedo lidiar.
¿Cuáles son tus sueños y proyectos en el plano literario para los próximos años?
Escribir y esperar. “Esperar es buscarâ€, dice Anne Carson. Esos son los proyectos próximos: escribir y buscar.
COMERSE UN PEZ SAGRADO
Christo lanzó una manta de plástico
sobre la costa. Resolvió aquietar
el bullicio donde nace un paÃs.
Esto es una glorificación:
plastificar un pantano.
La identidad prende en los musgos primeros
donde ahora cangrejos no encuentran alimentos
sino una redención de yagua
o tobogán, algo resbaladizo (en resumen).
La peripecia de Christo es camuflarlo todo
donde allà lo torvo
donde allà todo era un ejercicio
donde el progreso vertió al mar, resonante.
Ahora imprecisos, resignificarÃamos
con nuevos nombres.
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Una podrÃa decir, donde nace un paÃs
hay blanca premonición (la del dÃa)
pero lo enigmático concede al mar
la ambigüedad de los perros asustadizos.
El pez es el origen
la cola afilada, el remilgo de los pies juntÃsimos
el hombre podrÃa ser una mujer
que resurge de los cuerpos marcados
del mito involuntario de la Sikán.
Ella veladora se sacrifica:
ve rodar la cabeza del chivo.
HabÃa bajado del monte el Inocente
huyendo de otra mujer que beberÃa la sangre
de sus testÃculos. Y hacia ella fue a parar
el Inocente, a la mu(jer)erte última.
La primera muerte llegará cuando
el sol no rasgue la nata sintética
sobre las cabezas.
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La Sikán la Sikaneka/ sin paÃs
rehogó los ojos en una cesta
de otro Cristo, ahora preocupado
por el amor al prójimo ─menos humano
menos inteligente─
no se sacrifica por los otros
esto que a mà me cuenta tanto
[el horror de la cucaracha al ver el miedo ajeno
es más que su propio horror terebrante]
Cristo no sabÃa de aquellos hombres lobos
menguando peces a zarpazo.
El mundo era más antiguo a todo, a él mismo
a otro Krzysztof Kieslowski.
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