El arte es la búsqueda de la vida

Un hombre de profunda sencillez, de esas personas extraordinariamente positivas que siempre ven los colores de cada cosa y parecieran estar dispuestos en todo momento a tenderte una mano, con una sonrisa esbozada en el rostro. Ese es el primer recuerdo que tengo de Hasan Erkek cuando lo conocí en el III Encuentro de Promotores de la Poesía.

El Dr. Hasan Erkek había viajado desde Turquía para participar en la 28ª Feria Internacional del Libro de La Habana, oportunidad en la que también se estrenaría para el público habanero su obra El Umbral, llevada a escena por la compañía Teatro Gaviota, en la sala teatro El Sótano.

Este poeta, dramaturgo y profesor turco ha recibido disímiles premios y reconocimientos por su obra, que se complementan con una cantidad similar de publicaciones, traducciones y puestas en escena en diversos países. Actualmente es presidente de la Sociedad de Dramaturgos y Traductores de su país, y Profesor Titular del Conservatorio de Estado de la Universidad de Anatolia.

Ante las diversas cualidades que pueda tener como escritor sobresale la de ser una buena persona, y ahí es precisamente donde comienza el puente entre La Habana y Estambul, en el umbral de todo lo posible, como los capullos de esas margaritas que comienzan a abrirse en el corazón del poeta.

Comenzaste a escribir desde muy joven y pronto llegaron los premios y las publicaciones. ¿Cómo fue que te iniciaste en la literatura, especialmente, en la dramaturgia?

Desde niño, cuando tenía entre 10 y 11 años, ya escribía poesía. Básicamente eran imitaciones de poemas que leía en los libros escolares. Poco a poco fui tratando de escribir poemas propios, más originales. En la enseñanza secundaria, entre los 13 y 14 años, mis profesores publicaron mi primer libro de poesía con la ayuda de la institución y familiares.

La cubierta del libro fue diseñada por mi profesor de artes plásticas Ekrem Kadak, que ahora es un gran pintor en Turquía. Siempre uso sus obras para ilustrar la cubierta de mis libros.

En la secundaria también empecé a escribir cuentos. Aunque en esta época todavía no escribía nada para el teatro, actuaba en las obras que preparaban en la escuela. Organizábamos entre dos y tres obras cada año.

Durante mis estudios preuniversitarios continué escribiendo poesía, cuentos y actuando en las actividades escolares. Luego empecé a hacer apuntes para el teatro, que eran representados por mis compañeros de aula.

Hasan Erkek en el estreno de su obra EL Umbral por Teatro Gaviota, en El Sótano. Foto: cortesía del entrevistado

 Reconozco que disfrutaba mucho al ver la puesta en escena de las obras que había escrito. Por ello comencé a estudiar teatro y decidí que quería ser dramaturgo. La poesía ya era una pasión eterna para mí, por eso algunas veces la combinaba con el teatro.

Obtuve mi primer premio nacional siendo estudiante del Departamento de Teatro. En 1989, la Radio y Televisión Nacional de Turquía organizó algunos concursos en saludo a su aniversario 25. Mi obra para radio ganó el Gran Premio. A partir de ahí he recibido más de 20 premios nacionales e internacionales.

Cuando me gradué decidí dedicarme por completo al teatro. Así combinaba el arte y la ciencia (la dramaturgia es la ciencia del arte del drama). Durante 25 años he trabajado en el Departamento de Artes Escénicas de la Universidad de Anatolia. En 2009 me hice profesor de dramaturgia y hasta la fecha no he dejado de impartir talleres y conferencia, pero nunca dejé de escribir.

¿Cuáles son tus influencias literarias?

Mis influencias siempre fueron la lectura y la observación. Desde joven leía los autores y obras clásicas. Fui un muchacho muy curioso sobre las cosas de la vida, y la vida misma es siempre inspiradora para mí.

La poesía como modo de expresión, máscara, arma, bandera… es una parte inseparable de tu vida, ¿qué deseas comunicar con ella?

En primer lugar, me gusta expresarme. En segundo lugar, trato de cultivar la sensibilidad de la gente que me rodea y extender ese círculo. Mi esperanza es poder agregar una flor o un ave a la gran herencia de la humanidad. El arte en sí no es un arma, pero si eres capaz de cambiar la sensibilidad de la gente con arte y educación desde la infancia, ellos serán capaces de cambiar todo lo necesario por el bien de la humanidad.

Vives en un país que se extiende sobre los límites de dos continentes, con una exquisita mezcla de culturas. ¿Qué han aportado esto a tu trabajo?

Es posible ver las huellas de esas raíces culturales en mi poesía y mis obras de teatro. Alimento mi literatura de diferentes fuentes. Esa es mi posibilidad al haber nacido en un país como Turquía. Realmente tengo mucha suerte. Crecí en una cultura rica que surgió de varias culturas. Turquía es un puente cultural entre oriente y occidente, norte y sur, con vastas dimensiones espirituales y financieras. Trato de hacer una combinación contemporánea y original en medio de todo eso, y espero poder lograrlo.

¿Qué nos puedes contar sobre la literatura turca que se escribe actualmente?

En Turquía tenemos una gran tradición literaria, contamos con grandes poetas y autores, pero no los hemos presentado lo suficiente ante el mundo. Probablemente conozcas algunos como Nazim Hikmet, amigo de Cuba, cuya obra ha sido publicada en la isla, Yasar Kemal u Orhan Pamuk, este último Premio Nobel de Literatura, pero te podría mencionar una lista de 20 autores y poetas reconocidos a nivel mundial.

Gran parte de su obra está dedicada a los niños, ¿cómo crees que deberías ser la literatura para niños, especialmente en los tiempos que vivimos?

Realmente he escrito casi la misma cantidad de obras para ambos grupos de lectores y audiencias: niños-jóvenes y adultos. He escrito ocho obras de teatro para niños, tres para jóvenes y siete para adultos.

Creo que los niños y los jóvenes necesitan creaciones de alto valor artístico (libros, obras de teatro, películas, música…). Ellos son no solo la audiencia del futuro, son la audiencia de hoy.

Son muy sinceros en la manera en que reaccionan (negativa o positivamente). Me gusta la sinceridad y soy consciente de mi responsabilidad al escribir para ellos también.

El umbral, obra de Hasan Erkek.

De todas las obras que ha escrito, que han sido representadas en diferentes países, me gustaría destacar El Umbral, que recientemente fue llevado al escenario para el público cubano por el grupo Teatro Gaviota. Cuéntame un poco sobre ella. 

El Umbral es una de mis obras premiadas en 1977. Es la segunda parte de una trilogía homónima. Me tomó seis años escribirla. En el momento de su estreno por el Teatro Municipal de Estambul se llevó a escena cien veces y tuvo más de treinta mil espectadores. Fue la obra más vista de ese año.

La trilogía El Umbral es muy importante para mi vida. Hasta la fecha ha ganado más de 20 premios y se han publicado 25 ediciones en diferentes editoriales e idiomas por todo el mundo, entre ellos Francia, España, Armenia y Azerbaiyán. Hace unos años en la Facultad de Bellas Artes de mi universidad se inauguró una exposición de carteles de las puestas en escenas. Este año sumo una más a ese conjunto. Nunca olvidaré la reacción que tuvo el público cubano, su amistad y cariño mientras contemplaban las escenas.

La obra es una tragedia que, tratada desde un lenguaje lírico, utiliza la poesía no solo en los diálogos, sino en las situaciones. Hay muchos elementos de la cultura y música tradicional turca en la puesta en escena y la escenografía.

Aunque el tema conductor de la obra es la familia, trato de reflejar el rostro más palpable de esa ruptura feudal y el desglose cultural que vivió mi país en su tránsito hacia el capitalismo.

Escribí El precio del error, primera obra de la trilogía, cuando cursaba el tercer año de teatro en la Universidad de Ankara. Fueron tiempos difíciles para mí. Compartía el dormitorio con seis personas y tenía problemas con algunos compañeros de clase, pero lo más triste para mí fue no tener una máquina de escribir ni estantería con libros. Recibía muy poco dinero de mi familia.

Estos eran problemas frecuentes en las escuelas de teatro, pero no lo sabía, y como era demasiado sensible en esa época, el problema se fue agravando. Estaba abrumado por el ambiente pesimista que vivía Ankara después del golpe militar. Pensé de dejar la escuela. Iba a esperar hasta el fin del primer semestre para decidir qué haría con mi vida. Toqué fondo y necesitaba salir a flote.

En ese momento TRT (cadena nacional de Turquía) anunció unos concursos de teatro de radio en 1989 por el aniversario 25 de su fundación y los premios eran geniales. Me fui a Doğanşehir (Malatya) al lado de mi familia para las vacaciones. No dije nada a mis amigos, pero me despedí de ellos como si estuviera en el umbral de una gran separación. Cuando me iba solo llevaba en la maleta mis libros, casetes y la convocatoria del concurso. Doğanşehir estaba bajo la nieve, pero representaba una cálida esperanza para mí.

Cuando llegó el momento compré un cuaderno, afilé mi lápiz y empecé a escribir la primera parte de la trilogía. Un gran placer y un gran dolor me acompañaba. Finalicé la obra cuando terminó el intersemestral y regresé a Ankara lleno de esperanza. Lo primero que hice fue hacer que mi mejor amigo Beyhan Büyükyıldız leyera la obra. Él me prometió mecanografiarla “Por un ramo de margaritas”, dijo como chiste. Y le dije que, si ganaba el premio, le compraría todas las margaritas que se vendían en la calle de floristas.

Pero la era tecnológica no había comenzado todavía y pocos tenían máquina de escribir. Buscamos entre las amistades. Hasta que el tío de un amigo nos prestó una, por unos días. Beyhan se encerró en la casa y transcribió la obra trabajando día y noche. Lo entregué al TRT el último día.

 Había 110 obras en el concurso, por lo que la espera fue larga y difícil, pero al final mi obra ganó el gran premio. Fue mi primer teatro de radio, lo escribí de un tirón y casi no lo había revisado (ahora reviso las obras mil veces). Como dice Sait Faik, un famoso cuentista turco, “quise besar mi lápiz” en ese momento. Decidí continuar la escuela. Nadie supo sobre mi intención de dejarla.

Compré dos máquinas de escribir: una para mi amigo y la otra para mí. Luego alquilé una casa y salí de la beca. Por fin tuve una estantería llena de libros y, por supuesto, compré todas las margaritas que se venden en la calle de los floristas para Beyhan.

Atravesé el otro umbral con mi lápiz. Me sentía unos años mayor. Adapté el texto para un guion del cine. Se filmó y se estrenó en TRT. Después se llevó al escenario del teatro, esta obra fue una escuela para mí.

Por ello me siento tan feliz de estrenar El Umbral en La Habana. El Teatro Gaviota hizo la premier el 8 de febrero. Las representaciones tuvieron buena acogida. La directora de actuación Lilian Dujarric es una artista muy creativa y los actores son dinámicos.

Quisiera agradecerles a todos desde el fondo de mi corazón, especialmente a la embajada de Turquía en La Habana. Durante el ensayo y la premier, los trabajadores de la Embajada y la embajadora Sra. Berris Ekinci, en persona, siempre estaban. Quisiera agradecer también a Diana I. Luke, la traductora de El Umbral. Su adaptación gustó mucho. Ella es de Madrid y, además de ser una excelente traductora, escribe teatro.

En el encuentro de Jóvenes Escritores de América Latina y el Caribe. Foto: cortesía del entrevistado.

Has visitado Cuba varias veces y, en más de una ocasión, has participado en el Encuentro de Jóvenes Escritores de América Latina y el Caribe, en el marco de la Feria Internacional del Libro de La Habana. ¿Qué ha significado esta experiencia en tu carrera como escritor?

El año pasado participé en el Encuentro de Jóvenes Escritores de América Latina y el Caribe, durante la Feria del Libro de La Habana. Una de las tantas actividades durante el encuentro, además de los recitales poéticos y las conferencias, fue la lectura-representación de El Umbral por el Teatro Gaviota. Lo hicieron muy bien.

A los integrantes de Teatro Gaviota les gustó la obra y decidieron llevarlo a escena para el público de La Habana este año. Fue una buena decisión que, después de muchas investigaciones y ensayos que mantuvimos por largo tiempo, trajo excelentes resultados.

Este año participé nuevamente en ambos eventos. La participación de jóvenes en la jornada fue inspiradora para mí. Durante las sesiones traté de interactuar con la mayor parte de los poetas, conocer su obra, absorber la poesía en español, el espíritu de Cuba y Latinoamérica. Fue una grata experiencia para mí. También me satisface las reacciones positivas que tuvo la acogida de mi poesía.

Desde tu experiencia como creador y profesor, ¿qué consejos podrías darles a las jóvenes generaciones de escritores?

Usualmente a los jóvenes no les gustan los consejos. Trato de transmitirles mis experiencias siguiendo el camino artístico en mis trabajos concretos. Y desde la experiencia, quisiera decir que el arte es la búsqueda de la vida, pero hay muchas dimensiones en la vida y muchas facetas del arte.

 De modo que ambos tienen gran diversidad. Los artistas jóvenes no deberían encasillarse en una sola dimensión ni en una sola faceta. Deberían escribir lo que quieren y sienten, pero sin olvidar valores contemporáneos como los derechos humanos, la igualdad, la libertad, la justicia…

En lo creativo, ¿qué sueños tiene Hasan Erkek?

Mi sueño es siempre escribir más, usando formas diversas y vías diferentes (poesía, teatro, cine…) y llegar con mis palabras a muchas personas de diferentes culturas, en países de todo el mundo. No deben existir fronteras frente al arte.

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