Giselle Lage Gil es hoy una de las voces fundamentales en el panorama musical en Santiago de Cuba. Pianista, intérprete, compositora, y egresada de la licenciatura en Estudios Socioculturales, pareciera ostentar muchos títulos para alguien nacido en 1989. La versatilidad de sus propuestas musicales es posible gracias al bagaje cultural y la sensibilidad que le acompañan.
Más allá de clasificaciones, no importa si es feeling, canción trovadoresca o jazz, dondequiera que se haga el acorde, allí es habitual. De tímida sonrisa, su presencia es suave, y sin embargo colma los confines de quien la escucha. Su obra amerita ser registrada más allá de cualquier demarcación geográfica.
Provienes de una formación musical académica como pianista, y sin embargo privilegiaste la interpretación de canciones ¿Cómo fue el tránsito tras egresar del Conservatorio Esteban Salas al decir “pero yo lo que quiero es cantar”?
Hubo una etapa en que pensé que mi destino era como pianista clásica, porque venía estudiando el instrumento desde temprana edad. Cuando llegué al Conservatorio, casi por casualidad, tuve que cantar un tema para ayudar a un amigo, Renecito Avich, un excelente músico.
Él necesitaba hacer un examen de acompañamiento con el tema Veinte años, y no tenía nadie que la cantara. Y yo me ofrecí y canté en su examen. Por supuesto, el obtuvo el máximo en la evaluación porque es un excelente guitarrista. Entonces me llaman de la Cátedra de Guitarra, yo me asusté (risas) pues me dije “¿tan mal lo habré hecho?” y resulta que me felicitaron. A partir de ahí me proponen continuar las colaboraciones con la Cátedra para cantar acompañada de Renecito en una especie de brigada artística que se formaron para realizar actividades en diversos centros.
Yo cantaba desde niña pero al retomarlo me preocupé por estudiar un poco de canto lírico para aprender técnicas y formar un poco mi voz. Recibí clases con las sopranos Cristina Delisle y María Isabel Prado. Y eso fue como un giro en los planes que yo traía.
Siempre me gustó la música popular. Yo quería trabajar en algo que tuviera que ver con el intercambio con otros músicos. La música clásica es un poco solitaria, en el sentido de que demanda muchas horas de estudio y un sacrificio inmenso, lo cual no quiere decir que la música popular no requiera también mucha dedicación.
Pero con la música popular tengo una retroalimentación más rápida con otros músicos, puedo interactuar, escuchar opiniones y ese diálogo lo prefiero. La música popular es la plataforma perfecta para tener ese intercambio.
En tu trabajo como intérprete incursionas en varios géneros y estilos de la música ¿Sientes que esta pluralidad creativa te ofrece oportunidades para insertarte en diversos escenarios?
Bueno yo creo que sí, aunque no he incursionado en esos géneros persiguiendo ese objetivo de abarcar demasiados espacios. Ha sido fruto de la inquietud musical que me ha llevado a experimentar varios géneros y formas de interpretación.
Por supuesto que eso me ha permitido participar en festivales o eventos de disímiles características, pero es eso, la inquietud por experimentar siempre con géneros, temas y nuevos autores. Creo que esa es la razón que me lleva hacia otros horizontes.
Cómo le haces para escoger tu repertorio, las composiciones de otros autores…
Me gusta tener una conexión con el tema que voy a interpretar, especie de identificación con esas piezas. Cuando hago temas que ya son conocidos, que pueden ser clásicos de la música cubana, siempre busco aquellos que no sean demasiado explorados. O sea, intento hurgar en títulos que quizás fueron importantes en la época de su creación pero que ya no se interpretan.
Disfruto devolver estos temas a la actualidad y así salgo de lo más común. Eso da la ventaja de no coincidir con otros intérpretes. A la hora de participar en un evento o festival resulta más cómodo saber que tus propuestas no van a ser las mismas que las de otros artistas presentes. A veces uno escoge los caminos trillados y no se percata de otros temas hermosísimos, a los que si le realiza una versión contemporánea, pueden cobrar vida.
Eso te genera un proceso de investigación también…
Realmente el proceso de indagación me atrae. Aunque hay momentos en los que he encontrado temas por casualidad como sucedió con Tú mi rosa azul, de Eduardo Masón. Lo escuché en la interpretación de Pablo Milanés y me fascinó. Entonces le hice una versión más cercana al estilo de estándar de jazz clásico.
Me gusta hacer versiones a piezas cuyo estilo original fusiono con otras tendencias. Hay autores santiagueros que me han propuesto sus títulos inéditos para que yo los interprete. Esta es otra forma de tener creaciones únicas en mi repertorio, y permite relacionarme con piezas que posibilita que el público me identifique como la artista que los interpreta. Aunque hago temas de mi autoría, disfruto mucho lo que otros autores piensan para mí.
Tengo referencia a tu quehacer junto al de otros jóvenes cantautores…
Actualmente trabajo una serie de temas que pertenecen a varios jóvenes autores, entre eéstos Erick Ramírez, Carlos Javier Álvarez, Danay Sierra, Luisito Rodríguez, Luis Carlos, también Vida Castillo, joven compositora. Todos son jóvenes creadores, algunos son trovadores.
Te gusta confiar en su talento.
Me parece que es importante trabajar con la obra de ellos porque con su juventud hacen canciones con mucho lirismo, poesía y un nivel de factura muy interesante. A veces se juzga la música hecha por jóvenes como algo fácil o que se inclinan solo por los géneros de moda, pero estos creadores apuestan por la diferencia con géneros trovadorescos, la Canción, la fusión, y ellos tienen un potencial muy grande.
Tú además trasciendes el rol de la mujer intérprete de canciones para avezarte en la composición. Coméntame de ese proceso, ese sello que le imprimes a la creación.
Realmente interpreto más temas de otros autores que de la mi autoría, lo de componer es algo que está en evolución. Compongo hace años… fue algo que surgió bastante temprano y voy trabajando poco a poco. Al principio me daba cierto recelo, cierta vergüenza mostrar mis composiciones que primero fueron instrumentales. Ya luego pasé a las canciones con texto y te digo que sentía timidez al momento de mostrar los resultados.
Hace un tiempo hago algunos temas en mi peña. En ese espacio presento mis composiciones, algunos poemas que he musicalizado, estas obras tienen un aire más personal, tienen mi sello, claro está.
Aunque siempre que interpreto el tema de otro autor trato de hacerlo mío, pero cuando es de tu propia creación siempre es muy satisfactorio. Te repito, lo considero algo en evolución. Espero pronto grabar temas de mi autoría para promoverlos en los medios y quizás un poco promocionarme también como compositora.
Asimismo apuestas por la musicalización de textos ¿qué motivaciones te llevan a discernir entre unos y otros?
En este caso también intento identificarme con el texto, ya sea un poema o una letra que alguien haya escrito con el fin de que llegue a ser canción. Hay textos más complejos de musicalizar, depende de su estructura en sí.
A veces he escogido poemas porque me han gustado. En ocasiones me llevan una letra para que vea si puedo musicalizarlo; y lo hago, además, a manera de desafío a mi propio aprendizaje. En ocasiones estoy ante la necesidad de darle música a un texto para algo en específico como una peña.
Cuando es una obra digamos que patrimonial, que no cuentas con el autor físicamente, es más complejo, pues no tienes a esa persona para cambiar una coma o una palabra. En el caso de un autor que viene a ti es un poco más sencillo porque puedes llegar a convenios.
En todos los casos lo disfruto porque siempre es como un rompecabezas. Se sufre pero es divertido. Por ejemplo, qué música va con cada poema. No puedes forzar digamos que un son a tal o más cual tema porque no es lo que necesariamente pide. Y eso me atrae porque debo hurgar en cuál es la musicalidad que el texto reclama. En el texto está ese secreto, en cuanto a género y estilo.
Hace algunos años te veíamos cantar haciéndote acompañar por alguien a la guitarra, pero ya prevalecen en tus presentaciones tu figura como intérprete que se acompaña al piano. ¿Cómo fue ese salto?
Ha sido la forma que encontré para que coincidan las cosas que me vinculan con la música desde siempre. El piano, que estudié desde la temprana infancia y claro, el canto. Al inicio era difícil acompañarme, vengo de una formación netamente clásica como casi todos los que somos egresados de los Conservatorios en Cuba.
Ese salto hacia el acompañamiento de la música popular es casi de manera autodidacta. En la escuela te forman muy bien en la parte técnica en cuanto a lo clásico, pero esta vertiente de la armonía popular, eso tienes que aprenderlo por el camino. Vencí obstáculos y empecé a acompañarme en la peña Crónicas de mi ciudad, y ya luego extendí la práctica a otros escenarios como Amigos del jazz y el Jazz Plaza. En éstos y otros eventos.
Además, gusto de compartir con un formato de trío, por lo general integrado por un bajo, percusión y yo al piano haciendo la voz. Eso me permite mayor independencia en el sentido que puedo llegar a donde exista un piano y hacer mi obra.
Es un trabajo difícil, no es lo mismo que acompañar a otro. Es el camino que voy a seguir. Viene a ser la independencia absoluta (risas).
En fechas recientes te imbuiste en la realización del videoclip al tema Una mujer. Cuéntame de esta experiencia y en qué canales de promoción has logrado insertarlo.
Una Mujer es de la autoría del cubano Jorge Luis Borrego. El clip lo realicé gracias a una beca de creación, El reino de este mundo, que me otorgó la AHS en 2018. Los directores de esta producción fueron David Hernández y Reinier Charon. La canción aborda el asunto sobre la violencia psicológica a la mujer, afloran los estereotipos a los que nos vemos ancladas muchas veces. Tratamos de mostrar esa violencia en ocasiones discreta, pero que está ahí y hace daño.
Para mí fue algo novedoso. Tuve que actuar, más largas horas de trabajo y esfuerzo, pero nos divertimos muchísimo. Pretendemos que este video pueda de cierta forma crear una zona de diálogo en mujeres que estén en una situación igual o parecida a la que refleja la canción. Quizás pueda ser un motivo de giro en sus vidas o al menos motivo de reflexión.
En cuanto a los medios, ya se estrenó en Lucas a finales de julio. Ahora estamos en camino a promoverlo a través del canal Clave y en las plataformas digitales.
Sobre el tema en sí debo puntualizar que se grabó en 2017. Se estrenó el 8 de marzo de ese año y se licenció con la Discográfica A.J Music, disquera estadounidense. Viene a ser mi primer trabajo de cierta forma, internacional. La canción tuvo una promoción en 22 países y se radió varios meses en la emisora de la discográfica y en el Top 20 de la misma llegamos a posicionarla en el número tres. Nos quedó la satisfacción que el tema fue bien recibido por la audiencia que sigue esta discográfica.
En Santiago de Cuba hay un público que sigue tus presentaciones. Además de lo que acontece con la promoción del clip, ¿te ocupan otras producciones para intentar llegar a mayores audiencias?
Ahora me interesa grabar temas que vengo interpretando desde hace algún tiempo. Eso me permitirá tener una mejor promoción a partir de grabaciones más recientes. También quisiera realizar otro material audiovisual, quizás como un DVD de un concierto u otro clip. Eso abriría la obra más allá de los públicos en la ciudad.
Todas mis grabaciones han sido de producción independiente. El pasado año hice otra colaboración con un cantautor español, Chico Malo, grabamos un tema a dúo, él grabó desde España y yo acá, y la discográfica Magnitud Creativa se encargó de la producción, la mezcla, masterización, y eso viene siendo un trabajo con una disquera oficial.
Aquí participé en el 2018 con EGREM y Bis Music en un CD/DVD de trova tradicional que se está realizando, cuya compilación estuvo a cargo de Lino Betancourt, creo fue su último trabajo en relación a la fonografía. Acompañada del maestro Gabino Jardines interpreto ¿Y tú que has hecho? y En falso.
El resto de mis grabaciones que están en los medios santiagueros y nacionales son de producción independiente. Estoy interesada en hacer un disco que aunque inicialmente tenga que realizarlo por mis medios, luego lo presente a alguna discográfica.
La otra manera de llegar al público es con la realización de conciertos, tener otros espacios…
¿Crees que desde Santiago de Cuba existen suficientes plataformas de promoción para dinamizar la obra de jóvenes creadores como en tu caso?
En Santiago existen espacios, no los suficientes, pero existen. Pero falta un poco más en cuanto a promoción, acciones con los jóvenes que están emergiendo en el panorama musical. Hacernos más visibles en el plano nacional sería un objetivo primordial.
Pero creo que en la ciudad hacen falta mayores espacios pensados no solamente para la música bailable, sino para otras tendencias como puede ser el mismo jazz, que ya tiene algunos, y otros espacios para la trova, pero no solamente la considerada tradicional, sino las tendencias más contemporáneas.
También, en los últimos años se puede decir que ha ocurrido un éxodo bastante significativo de jóvenes y no tan jóvenes músicos de Santiago de Cuba. Eso se siente en el panorama cultural de la ciudad.
A propósito de esa cuestión del éxodo, siempre que se hace una obra de valía aunque trillada la pregunta, es común que el público, amigos y periodistas se cuestionen si el artista está dispuesto a continuar su trabajo desde su ciudad natal porque siempre es un reto…
En mi caso no quisiera en ningún momento desvincularme de Santiago. Amo mi ciudad y tengo vivencias y recuerdos de lo que he aprendido aquí en el panorama musical. Pero a veces hay que abrirse a otros espacios, escenarios, a otras oportunidades.
Siempre que puedo viajo a La Habana a promocionarme en la televisión y la radio nacional, en espacios también de la ciudad. Es la forma que he encontrado para tratar de visibilizar mi trabajo más allá de nuestra provincia.
De momento estoy en Santiago de Cuba y desde aquí intento hacer todo lo que puedo no solo a nivel nacional, también aprovecho las plataformas digitales, tengo una página web donde se puede encontrar mi música, videos, entrevistas en los medios. Con la promoción en las redes se oxigena el trabajo porque el fin de lo que uno hace es que llegue a los públicos, tanto de Cuba como otras partes del mundo.
Coméntame sobre la experiencia junto a la Orquesta Sinfónica de Oriente y el concierto realizado en febrero en la Sala Dolores.
Fue realmente fascinante, era algo que yo tenía como un sueño, cantar acompañada de la Sinfónica, creo que cualquier intérprete podría soñar con algo así. De verdad que me sorprendió muchísimo que me lo propusieran y enseguida acepté.
Es algo maravilloso, sientes que estás respaldado por una sonoridad inmensa que llena todo el espacio. Los arreglos hermosísimos, estuvieron a cargo de Conrado Monier. Quedé muy complacida con el resultado y espero que se repita. Interpreté Mi ayer, de Ñico Rojas y Amor espérame, de Meme Solís. En el programa estuvieron además Vocal Adalias y Zulema Iglesias.
Este programa tuvo como motivación el 14 de febrero, y todas las obras que se interpretaron tuvieron que ver con la realización del amor feliz (risas). Creo que el público lo agradeció. A veces las personas no asiduas no se atreven a llegar a un concierto sinfónico porque piensan que es algo denso, pero éste en particular mostró que pueden existir muchos puntos de convergencia entre lo considerado música clásica y popular. Se interpretaron temas del feeling, boleros, la música cubana una vez más se fusionó perfectamente con el formato sinfónico.
Hace poco sorprendiste a muchos en tu rol como modelo para la exposición fotográfica Ritual de Compañía, que se inauguró en la galería de la Librería Ateneo Amado Ramón Sánchez.
Bárbara Aguilar, fotógrafa de la exposición me propuso la idea de que yo fuera la modelo para este trabajo. Al principio lo pensé porque era otro desafío grande para mí. Debía asumir algunos semidesnudos, y comoquiera que sea cuando no se tiene la experiencia, es un poco difícil rebasar los límites individuales para que te vea el público en una galería.
Hablamos de las ideas que ella tenía, conversamos de los referentes y los conceptos de las fotos y decidí hacerlo. Ha sido algo interesante en mi carrera porque es una oportunidad para abrirte a la creación en general. Lo que más me gusta de participar la exposición es que solo no hice de modelo, fue mucho más que adoptar una pose, yo también pude aportar ideas, un proceso creativo en el cual me involucré. En este proyecto también participó Noel Pérez, quien aportó muchísimo.
El leitmotiv de la expo viene siendo el café como especie de ritual de compañía, o sea, ese café que te acompaña, aunque bien puede ser la soledad, la espera. Por ahí va el discurso de la exposición. Soy yo como modelo en interacción con los objetos del café, a veces descontextualizando estos objetos, o sea, una taza no solo como la simple vajilla para beber café. Juega con descontextualizar esos objetos comunes de la cotidianidad y darle otros significados a través de estas fotos.
¿Por qué te interesa sostener Crónicas de mi ciudad, espacio para el debate y la promoción de la cultura artística actual?
Realmente la peña, más que yo buscarla, llegó a mí. Surgió en 2013 y ha sido un espacio de crecimiento. Estar en contacto con el público como anfitriona, llevar el hilo conductor, realizar entrevista a los invitados, me supuso un reto hasta que logré que las cosas fluyeran de manera orgánica.
También es un laboratorio, en ocasiones es el espacio en el que pongo a prueba creaciones en proceso de incubación. El público me da sus criterios y siento que nutre lo que hago. He ganado muchos amigos que han pasado como invitados y luego se quedan como habituales. Es un trabajo en equipo junto al escritor Noel Pérez García, quien ha sido muy importante en el desarrollo del espacio.
Uno de los objetivos es el promocionar a otros jóvenes artistas y eso me permite conocer a jóvenes creadores con una obra interesantísima y en Crónicas de mi ciudad hallan un sitio donde darse a conocer.
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