La ciudad de Guantánamo clamaba una serenata y los trovadores la complacieron, desde el 1ro de agosto hasta la madrugada del día 5, guitarra en mano y en la mente, el verso, la canción inteligente, resonó con múltiples ecos en el alto oriente cubano.
Se trata de una tradición que desde hace 43 años convida a cantautores de todo el país para homenajear a los mártires guantanameros: la Jornada de la Canción Política, el evento más longevo que promueve la Asociación Hermanos Saíz en Cuba y que esta vez honró el aniversario 60 del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, al periodista y musicólogo Lino Betancourt y al ilustre hijo Mario Zamora Delgado, por 40 años de vida artística.
Amplio, sistemático y diverso fue el programa de la Jornada que en esta ocasión llegó al centro penitenciario de mujeres, al Hospital Pediátrico y a las localidades de los municipios de Niceto Pérez y Caimanera, en este último para compartir el popular Festival de La Jaiba.
La expedición musical aunó también a jóvenes literatos laureados recientemente con el Premio Calendario de la AHS, a quienes correspondió llevar sus textos a soldados y oficiales de la Brigada de la Frontera, custodios de los límites de la ilegítima base naval estadounidense en la Bahía de Guantánamo.
Momentos de lujo resultaron los conciertos de BarrAbierta, Eduardo Sosa, Pepe Ordás, Polito Ibáñez, el proyecto villaclareño La Trovuntivitis, Josué Oliva, Iraida Wiliams, el grupo tunero Señales, Freddy Laffita, Enrique Téllez, Carlos Dragoní, Amaury del Rio… quienes entre temas clásicos y de propia autoría deleitaron a la audiencia que desde la mañana y hasta altas horas de la noche anduvo cazando tonadas.
También hubo espacios para la teoría, sobre la vida y obra del investigador y periodista Lino Betancourt Molina (1930-2018), hijo de esta ciudad y uno de los mayores conocedores y promotores del invaluable legado de los juglares en el país. De Lino se resaltó su caudal investigativo sobre el patrimonio sonoro y los cultores más prominentes, reflejado en textos como Lo que dice mi cantar, su séptimo título editado; pero, sobre todo, coincidieron con él en que solo existe una trova en Cuba.
Hay que destacar las exposiciones Lino en la Memoria, del fotógrafo José Cárdenas; la muestra de carteles 60 años del Icaic; y la de discos La Canción Política y el Vinilo, a cargo de especialistas del Museo de la Música de Santiago de Cuba y de la Oficina del Conservador de esa ciudad.
Al incluir estas propuestas se redimensiona la Canción Política, evidenciando su vitalidad y carácter heterogéneo, pues ya no solo se trata de convidar a músicos, sino también mostrar en Guantánamo el prolífico trabajo de noveles miembros de la vanguardia artística en Cuba.
La trova más larga (seis horas consecutivas) marcó el fin de la 43 edición; sin embargo, no se trata de un adiós a la canción protesta, todo lo contrario, a partir de ahora se debe producir más de este tipo de composiciones poéticas de manera que el año próximo vuelvan a citarse los trovadores para tocarle la nota perfecta a la ciudad de Guantánamo.
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