En la premiación de la más reciente convocatoria de La Edad de Oro coincidí con Yilian Morfa Quevedo. Esbozamos apenas una conversación donde los saludos se mezclaron con ciertas noticias literarias y un rápido, agitadísimo, diálogo sobre nuestras respectivas obras. No tuvimos más tiempo. Luego quedó el vínculo y así nació esta entrevista que busca seguir ciertas pistas de una joven creadora que escribe para los niños (quizás, también, para el recuerdo de la niña que un día fue).
Toda historia tiene un motor que la pone en marcha, ¿cuál fue tu circunstancia de arranque?
Descubrí desde muy joven que me gustaba crear e inventar historias, así que a veces escribía. Esto me hacía sentir muy bien. Durante mi adolescencia estuve mucho tiempo hospitalizada y supongo que el compartir con tantos niños necesitados, no solo de atención médica, sino de motivación y sonrisas, pues me hizo querer regalarles esperanza, alegrías y color a sus vidas. Escribía y pintaba para ellos, para mí.
¿Por qué la decisión de ser escritora?
Escribir me hace bien, me proporciona esa felicidad que tal vez sea capaz de brindarle a otros.
En los tiempos actuales se discute sobre la visibilidad del autor; pero esta, muchas veces, depende casi exclusivamente de la propia gestión del creador. A tu criterio, ¿hasta qué punto esta autogestión es válida y dónde se convierte en el mal o bien llamado “autobombo”?
No estoy tan adentro del movimiento literario como quisiera, así que ofrezco disculpas si mi opinión no es quizás la más acertada o apropiada.
No tengo seguridad de que el “autobombo” sea malo o bueno, pero sí sé que gracias a esa autogestión, el autor avanza y logra su propósito: publicar. Para quien ya tiene un nombre reconocido esto es mucho más fácil; el que no, se tiene que enfrentar a diversos obstáculos, como los problemas económicos de la editorial o sucede que, simplemente, su obra pasa desapercibida.
¿Cuáles son los temas que rondan tu imaginario creativo?
Adoro escribir para los niños, porque su mundo e imaginación no tienen fronteras. Me parece sencillamente maravilloso crear para ellos e incentivarlos. Claro que podría y me interesaría abordar otras temáticas, quizás sociales, con las cuales podría llevar al lector a la reflexión respecto a su comportamiento tan nocivo ante sus semejantes y su entorno.
¿Ves la literatura como un arte efímero, condenado a desaparecer luego de un tiempo, o confías en su perdurabilidad?
La literatura nunca podrá ser efímera. Cierto es que en estos tiempos ha sido un poco desplazada por otros medios, pero confío en su perdurabilidad, y confío en que nosotros seamos capaces de lograrlo.
Para ti, ¿qué hace a una obra o a un escritor perdurables?
La obra siempre depende del autor, si uno es perdurable, el otro también lo será.
¿Tiene la literatura alguna utilidad en el convulso mundo contemporáneo?
Por supuesto. Mientras existan imaginación, sueños y emociones que transmitir, habrá quienes escriban, y también quienes lean.
Has trabajado como guionista de radio, ¿qué te ha enseñado ese medio que hayas podido aplicar a la escritura?
La verdad es que la manera de escribir en uno y otro medio son bien diferentes, pero podría decir que la radio me ha enseñado a decir más con menos, lo cual es válido para todas las formas de creación literaria.
Tu libro Gaby y sus distinguidas amigas obtuvo mención en la más reciente edición del Premio La Edad de Oro de narrativa. ¿Puedes contarme un poco del libro y qué planes tienes para él?
Gaby es una niña de unos 12 años, que conoce a personajes tan distinguidos como la Luna y a una Bruja, y junto a ellas vivirá una serie de aventuras, logrando (creo yo) que cada cuento tenga un significado relevante y una enseñanza. No quise, sin embargo, abordar los tan necesarios pero reiterados temas propios de la preadolescencia, ya que preferí recuperar esa infancia tan maravillosa y fantasiosa que aún puede tener una niña de esa edad. ¿Planes? Pues me encantaría que los niños, los más pequeños y aquellos que no lo son tanto, puedan disfrutar del libro.
Un escritor cubano y uno extranjero que hayan marcado tu obra.
Nelson Simón y Edmundo de Amicis.
Un libro indispensable…
El Principito.
Si tuvieras que pensar en la posteridad, en ese vivir más allá de las líneas literarias, ¿cómo querrías ser recordada?
Como alguien que enseñó e hizo reír a los niños.
En pocas palabras, ¿qué es la literatura?
Todo un Universo.
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