Hace varios días la Compañía de Danza Folclórica pinareña presentó en el Teatro Milanés un nuevo espectáculo, Secreto de una tierra. Sin embargo, debemos confesar que ni en el pasado año ni en este 2019 habíamos visto una propuesta escénica cuyos méritos artísticos en Vueltabajo fueran tan cuestionables.
Siendo precisos, nuestras inquietudes con relación al más reciente espectáculo que presenta la Compañía de Danza Folclórica pinareña abarcan tanto lo extra como espectacular del hecho danzario. Cuando me refiero a extra espectacular, lo hago pensando propiamente en las notas al programa; las cuales, si bien son breves, se caracterizan por perfilarse desde una vaga retórica que no aclara ni expone cuestiones imprescindibles relacionadas con el núcleo conceptual o los presupuestos estéticos sobre los que se levanta la propuesta.
No han cumplido el objetivo que siempre debe perseguir este tipo de paratexto, el cual tiene la función vital de servir como presentación, comentario e, incluso, de salvaguarda de un fenómeno (en este caso artístico). Así, pues, en el mismo instante de comenzar la puesta, todavía no sabemos qué veremos: ¿un estreno de un clásico, una nueva producción o una simbiosis de los espectáculos anteriores de la folclórica pinareña, los cuales no fueron los más seductores?
Nos queda solo el beneficio de la incertidumbre. Con todo, el detalle de las notas al programa de mano, en el mejor de los casos, puede ser tolerable, pues aunque no cumplen su función, concretamente no definen o establecen la calidad de la proposición danzaria que nos ocupa.
Con relación a Secreto de una tierra apuntamos que, como estreno anual, esperábamos que estuviera defendido por una plausible calidad y precisión discursiva. Pero lamentablemente no se ha cumplido nuestro horizonte de expectativas. Tratamos seriamente de penetrar y rastrear entre las estructuras que apuntalan la más reciente presentación de la Compañía y no encontramos, en primer lugar, un motivo temático concreto, ni siquiera su atisbo. Lo esencial no está expresado tan siquiera de manera abstracta.
Una falla garrafal en vista de que si algo es imprescindible en la danza, es la presencia y desarrollo de un motivo temático, ya que de este dependen la implementación y correcto despliegue de los demás sistemas que conforman el hecho danzario (coreografía, bailarines, luces, música). En su libro El arte de componer una danza, Doris Humphrey, señala que todo “comienza –y termina– con el paso más importante: la decisión sobre la idea básica de la cual surgirá la danza. Todo lo demás fluye de esto[1]”.
Por su parte, Ramiro Guerra, padre de la danza contemporánea en Cuba, afirma que “el contenido ya sea concreto o abstracto de la obra (…), debe ser expresado clara y nítidamente a través de la forma danzaria, con independencia total de las notas al programa[2]”. Cosa que, como se ha dicho, no sucede en la puesta de la agrupación de danza folclórica pinareña.
Ante Secreto de una tierra tenemos la extraña sensación que solo apreciamos una mera teatralización de un hecho folclórico, o una presentación de una parte del repertorio musical que se ha creado alrededor de lo folclórico, pero nada más. No hay reflexión alguna que nos podamos llevar. Una realidad que nos incomoda y decepciona, pues creemos que desde la danza aún quedan muchas cosas que decir, y que los profesionales de este arte en Vueltabajo debían cobrar sentido de ello. No son tiempos de la banalidad del arte, de la reproducción vacía y fría, sino de concebir un arte discursivo, de acción.
Estructurada a través del procedimiento coreográfico aleatorio, donde se suceden cuadros danzarios y musicales, debemos confesar que esperábamos mucho más, o por lo menos, una presentación esencialmente danzaria, donde los lenguajes artísticos (música y danza) se sustentaran de manera orgánica.
Sin embrago, curiosamente notamos que las intervenciones de musicales (solistas) tienen mayor peso –se extienden más– que las danzarias. En el hecho coreográfico hay una vaguedad de enfoque de presupuestos creativos y técnicos que hace que nos preguntemos si estamos ante un resultado danzario folclórico o una revista musical con tema folclórico.
Las intervenciones danzarias no han sido pensadas en función de su unidad de estilo y coherencia. Los cuadros de danzas de los orishas no guardan relación unos con otros. En su evidente inconexión, parecen un frío muestrario que no busca nada más que la trillada y arbitraria ilustración de los bailes de santos. Cosa que hubiera sido hasta cierto punto posible (pero no menos cuestionable), en un momento de nuestra historia, donde estos bailes eran casi desconocidos y se trataban de socializar, de reconocerse como nacionales.
Mas, semejante proceder en este momento parece inconcebible, hasta ingenuo. Como también no menos lo parece que, sin la menor justificación, en medio de cuadros de bailes protagonizados por los orishas, aparezca la “Chancleta” y la consiguiente representación escénica a su alrededor. ¿Acaso no hay un criterio sobre lo que es producente en materia de coexistencia de estilos danzarios dentro de un espectáculo de carácter folclórico (visto como teatralización de lo ritual o numénico)?
Ello, desde luego, sucede porque en el espectáculo no hay de fondo una cuidada dramaturgia escénica que haya determinado que la fragmentación, la diversidad de estilos o vertientes danzarias estuviera solo atravesada y en pos de sostener un mismo leitmotiv. Por eso, Secreto de una tierra no se sostiene en una contundente estructura escénica.
Deslices de concepción, técnicos, que hubieran sido hasta cierto punto permisibles a una agrupación novel y de elenco artístico amateur, pero no para un corp de ballet profesional con más de una década de fundado. A cada cual se le exige según se le ha dado, según tiene.
Creemos que la Compañía de Danza Folclórica pinareña debe trabajar seriamente en determinar qué motivo temático defiende y, de ahí, edificar sus estructuras escénicas y una dramaturgia que sustente contundentemente sus espectáculos. Una posibilidad efectiva para esto es pensar en la teatralidad propia del hecho danzario folclórico.
La amplitud de los patakíes –que se debe al antropomorfismo de los orishas, los cuales, como los seres humanos, son presa de conflictos, intensas emociones, dualidades en los comportamientos– constituye un potencial para su teatralización y su puesta en escena danzaria. De la multiplicidad de caminos de los santos se pueden tomar disímiles líneas temáticas, encontrar puntos de contacto entre estas, trazar líneas de acción, encontrar una integración de las mismas y transformarlas en una fábula escénico-danzaria.
Así surgiría una coreografía original, todo un espectáculo novedoso, donde afloren procedimientos coreográficos, soluciones que estarían al servicio de abordar, desde lo narrativo o lo abstracto, un motivo temático. Se evitaría la linealidad, los vacíos en la acción escénica prolongada, el poco desarrollo del clímax en los cuadros danzarios, los lugares comunes, las reiteraciones básicas de la ritualidad y las prácticas danzarias folclóricas más elementales.
Por último, nos parece imperioso apuntar que la Compañía de Danza Folclórica debe trabajar en pulir la técnica (resulta necesaria la profundidad, la belleza, la expresividad de los giros, el movimiento de los hombros, las ondulaciones de la columna vertebral) y la figura de sus bailarines.
Con relación a esto último, no es que propongamos una estetización de la figura, lo que quizás se asocie a los bailarines clásicos, abogamos a que los intérpretes danzarios, sean folclóricos o no, deben tener y mantener como premisa una impecable presencia, un dominio, una plasticidad y una expresividad del aparato corporal. Algo que por ahora se extraña en el seno de la Compañía.
Secreto de una tierra, según las notas al programa, reclama “conocer lo cubano con mente amplia y científica, para poder comprendernos y comprender nuestro gerundio vital”. Pero nos preguntamos, ¿cómo este espectáculo defiende lo cubano, si no lo hace desde el abordaje de la realidad nacional y tampoco desde el cuidado de la técnica y la interpretación de la danza folclórica, que es parte de la esencia del cubano? ¿Qué tipo de investigación científica sustenta o puede tratar un espectáculo que no es coherente con los presupuestos conceptuales que se plantea y que es un remedo de lo ya trillado?
La danza folclórica en Pinar del Río debe transitar por otros caminos. El espectáculo al que nos acercamos no es el resultado de búsquedas bien orientadas, ya que nos hace preocuparnos seriamente sobre el destino y la continuidad de la danza folclórica profesional en Vueltabajo.
*Maestrante en Estudios Teóricos de la Danza
NOTAS
[1] Humphrey, D. (1972) En Arte de componer una danza. Ediciones: Instituto cubano del libro, p.34, La Habana, Cuba.
[2] Guerra, R. (1988) Lista de cuestiones para analizar una obra coreográfica. Ediciones: ISA, La Habana, Cuba.
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