Otra vez la tradición clásica universal es una plataforma desde la cual nuestros artistas indagan, abordan estos tiempos. El Retorno de las Bacantes, un espectáculo del Proyecto OrÃgenes que contiene interrogantes y benditos juegos macabros que conducen a la reflexión.
Nos satisface lo que encontramos con El Retorno…., que cerró el Festival de la Universidad de las Artes, ya que en nuestro panorama no abundan los espectáculos escénicos que se erijan a partir de los clásicos griegos; entre tantas cosas, por la dificultad que representa develar, redescubrir, para nuestra contemporaneidad las esencias de estas obras. Otro detalle que nos satisface es que está protagonizado por inquietos jóvenes de la Escuela Nacional de Danza, liderados por Lizenia Zulueta, los cuales, más que tratar de mostrar la destreza de sus corporalidades, buscan edificar una partitura escénica más profunda, en que predomine un discurso que mueva al espectador.
Por lo que, para ganancia de nuestra escena, han escogido el conocido relato que versa alrededor de la venganza del dios griego Dionisio sobre la ciudad de Tebas, y su arrogante gobernante Penteo. Han apostado por la orgÃa pública en un acto de ineludible liberación, de crimen necesario, en una evocación de la ruina y reedificación de la cuidad como metáfora, del constante cuestionamiento de sus zonas de confort en las prácticas danzarias y sus corporalidades, y por qué no, de la realidad social en que habitan.
En la propuesta, a cargo de Lizenia Zulueta y Héctor Alejandro RamÃrez (coreografÃa), es atendible el gesto de no reproducir la reconocida Bacantes de EurÃpes, sino de beber de la tradición del arte griego, universal. De manera que, en El Retorno de las Bacantes, se puede delinear tanto la huella de la tragedia griega como la de Isadora Duncan, Martha Graham, Raquel Carrió y Flora Lauten, Pina Bausch, Merce Cunningham, el cine de Pier Paolo Pasolini, asà como las modalidades teatrales del siglo XX (performance) . Asà pues, no solo la danza en una deliciosa hibridez de estilos históricos es el lugar en que resurge y se reconfigura el mito, sino en una multiplicidad de lenguajes artÃsticos (teatro, danza, artes visuales, etc.), que la construyen.
Con ello se pone en jaque la monolÃtica separación de las artes (esto es teatro, esto danza; ustedes se forman aquà y ustedes allá; esto es menos, esto más), demostrando que estamos en el siglo XXl y que urge que, en diversos escenarios nacionales, fundamentalmente el académico, se apueste por un imperioso rigor artÃstico (en ocasiones, en nombre de una superespecialización no se encuentra), sustentado en una formación más integral de los artistas, en creaciones en que la interdisciplinariedad artÃstica sea una forma de crecimiento orgánico, de comunicación.
Los jóvenes danzarines nos tientan, nos provocan con una propuesta escénica donde no es la perfección de la tecnologÃa corporal aprendida históricamente (técnica), sino la infinidad de posibilidades del gesto cotidiano, la reivindicación y el juego con el referente académico, la apertura a mostrarse tal y como son, como se les está formando, como están queriendo ser; aquella que revindica el mito tornándolo en realidad, en un organismo cuestionable y cuestionador.
¿Acaso esto es una alerta? ¿Un voto de fe en el oficio y la realidad? La danza está ahà y, a diferencia de los antiguos rituales, se abre al mundo a múltiples respuestas, todas válidas.
Sea El Retorno de las Bacantes una posibilidad al disfrute, al sobrecogimiento, al diálogo.
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