Wilfredo Prieto sabe cómo viajar al “infinito”

Desde el Taller Chullima, suerte de “laboratorio de ideas más que en un estudio” –como él lo define–, el artista conceptual espirituano Wilfredo Prieto parece que ha logrado fusionar el arte y la ciencia, o quizás, caminos transitados, en un proyecto cultural cuyo cimiento artístico son las experiencias de vida y ese mágico azar del destino hacia una misma dirección. Y es que a un terreno de 49 hectáreas, invadido por el marabú, por los alrededores de Zaza del Medio, en su terruño natal, llevará sus ideas para la construcción de una autopista con el diseño del símbolo infinito.

Desde hace siete años, el creador se ha empapado de ingeniería, permacultura, física, arquitectura, y otras tantas manifestaciones, para concretar su universo en Viaje infinito: “Llegué a este proyecto por casualidad. Uno siempre está trabajando en su obra y, de repente, se siente responsable con su medio, y entonces estás insertado en una gran tarea, en la que tienes que hacer un estudio agroecológico forestal de la zona o de cultura de mantenimiento de ese espacio. Te percatas que es un trabajo social muy serio y que llevas arte contemporáneo a una zona agrícola”, señaló.

Wilfredo Prieto, quien se presenta en la Bienal de La Habana con esta idea y presentada por él “como una serpiente que se muerde la cola”, manifestó al Portal de Arte Joven que es “un trabajo en proceso, más que una obra finalizada”, y la cual pretende hacerse realidad gracias a su vínculo con Fernando Martirena, investigador de la Universidad “Marta Abreu” de Las Villas, y quien ha sido el principal gestor de los estudios con cemento ecológico (conocido como LC3) en la isla y en el mundo. Ciencia y arte se fusionarán entonces en la construcción de esta carretera, para probar la valía de ese cemento a escala industrial y que, sin dudas, constituye todo un reto para el artista y el científico.

“Este proyecto no debe ser invasivo, sino que debe interactuar con el medio en busca de la sostenibilidad y con la pretensión de concretar un proyecto ecológico perdurable en el tiempo”, afirmó Wilfredo, quien ganara en 1997 el Premio-Beca de la AHS en Sancti Spíritus, punto de partida para seguir su trabajo artístico, pues como comentó: “si no hubiera estado, hubiera perdido el rumbo”.

“El arte ofrece una respuesta diferente, oxigena una situación en la vida; no solo debe ser responsable, sino también el artista debe tener un manejo apreciable de determinadas situaciones”, mencionó el joven creador, quien aseguró, además, que “tiene un deber ético, social, performativo y comunicativo” con la realidad en que vive.

Prieto refirió que en la Bienal “Cuba tiene la oportunidad de crear un evento diferente al mundo”, ya que “no creo que el resultado sea tan prolífero, teniendo en cuenta las circunstancias del arte actual. En la creación artística a nivel internacional existe una sobreexplotación del arte, o lo que llamaría, el arte de artesanía sofisticada, y de un mandato del mercado con sistema de valoraciones muy complejas, una especie de cultura de basura flotante”.

En ese sentido, hizo énfasis en el mal gusto y en el vacío de contenido, y alertó también que las bienales mundiales “son como una feria de arte y, realmente, el objeto social de este tipo de eventos es llevar el arte más puro, serio, innovador y reflexivo”.

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