La disparidad entre enfoques investigativos (académicos) y literarios, la prioridad otorgada a determinadas disciplinas, en detrimento de la presencia de otras en el panorama editorial cubano, la emergencia y pertinencia de lo digital en la gestión editorial, los dilemas para la comercialización de libros y las necesidades de formación para la comunicación de la ciencia, fueron los ejes fundamentales que condujeron el debate en el espacio “Páginas abiertas: espacios para la publicación e investigación joven en Cuba”.
En un primer momento tuvo lugar un intercambio de experiencias, con algunas editoriales sobre las condiciones para el acceso, la cantidad y características de las propuestas que llegan y los temas fundamentales que ocupan las publicaciones de jóvenes cubanos.
Anette Jiménez, coordinadora general del área editorial del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello refirió que este centro tiene el privilegio de contar con su propio sello editorial y con la revista digital Perfiles y priorizan la publicación de libros que constituyen resultado de premios nacionales que convoca el centro y de investigaciones de los propios investigadores del instituto. Además, comentó sobre un espacio de formación permanente del centro: el curso “Hacer y escribir ciencia. Problemas y desafíos de la escritura en Ciencias Sociales en Cuba”. Este se dedica a sistematizar y capacitar acerca de técnicas de escritura en ciencias sociales. Se realiza cada año con una convocatoria nacional y han participado investigadores, editores, directores de revistas y profesores de diferentes provincias.
Es un espacio importante, pues no abundan los espacios de este tipo, en los que no solo se capacita a las personas sino que se genera un debate en torno a este tema, que no existe en la academia, al menos en la Facultad de Artes y Letras de la que provengo no se capacita a los estudiantes para escribir ciencia, salen al mundo laboral sin saber comunicar sus resultados científicos y se han dado muchas veces los casos de jóvenes investigadores con resultados originales y valiosos, que no saben comunicarlos de una manera eficiente, de una manera que llegue a los decisores o a la sociedad en general.
Anette también mencionó algunos retos para la investigación en ciencias sociales que han sido identificados durante los debates generados en el curso: el escaso número de publicaciones de Ciencias Sociales en Cuba y su limitada presencia en repositorios regionales, lo cual compromete su visibilidad en Internet; el difícil acceso a estadísticas actualizadas en Cuba, las complejidades de la publicación fuera de Cuba, la inexistencia de un mecanismo expedito para publicar en tiempo breve los resultados de las investigaciones, la carencia de sellos editoriales en la mayoría de los centros de investigación lo que dificulta la socialización del conocimiento, etc.
Mabel Suárez Ibarra, directora del departamento editorial de la Casa Editora Abril, por su parte, hizo énfasis en el amplio perfil de su editorial y de la escasez de propuestas de ensayos que tiene ahora mismo:
El amplio perfil de la Editora Abril me permite recibir cualquier tipo de publicación. De ensayo yo tengo vacío el colchón editorial, no tengo ni un original. Una de las cosas que pasa con los ensayos es que muchas veces son las tesis, y luego eso hay que reescribirlo totalmente, porque las tesis por lo general difieren del ensayo en relación a técnicas narrativas, maneras de llegar al lector, fuentes utilizadas, etc. Yo privilegio autores de provincia, privilegio gente desconocida, publicamos todas las temáticas, hay un énfasis especial en la literatura para niños y para jóvenes, pero publicamos todo: testimonio, periodismo, todo.
Fernando Rojas, investigador del ICIC Juan Marinello y colaborador de la Revista Temas, comentó sobre las diferentes propuestas de la revista que parten de la concepción de esta como un proyecto integral e incluyen a la revista impresa; el Espacio Último jueves; el Blog Catalejo; y Ediciones Temas (editorial que produce libros electrónicos). Temas también convoca a un premio anual, en dos modalidades: ensayo artístico literario y ensayo sobre temas sociales, y además, está haciendo convocatorias para la publicación de libros electrónicos. Para Fernando “la colaboración es muy importante, por eso creo muy útil que en los eventos de la AHS se compartan los libros de otras editoriales. Nosotros en el Marinello tratamos de compartir algunas cosas que se hacen por Cubarte, sobre todo las multimedias, y lo que se hace por la misma ediciones Temas”.
De parte de Ediciones Casa, estuvo Camila Valdés, quien trabaja en el Centro de Estudios del Caribe y forma parte de la coordinación de Casa Tomada y de la Revista Anales del Caribe. Camila explicó que, aunque Ediciones Casa publica fundamentalmente autores latinoamericanos y caribeños o autores cubanos, en tanto estos refieran temas latinoamericanos y caribeños, cuenta con diversos espacios que pueden ser aprovechados por los jóvenes investigadores: el Premio Casa; la Revista Casa; la Revista Conjunto; la Revista Arte América y la Revista Anales del Caribe. Además, según su criterio, hay dos elementos a tener en cuenta en relación con la gestión editorial que se realiza en el país:
La transformación del mundo editorial en general y la importancia que tiene lo digital, y me refiero a que toda la gestión editorial que se hace digital con diferentes sistemas de operación, el que más se usa en Cuba, los que lo están haciendo, es el Open Journal System, pero en relación con las dinámicas del espacio de distribución digital nosotros estamos muy atrasados y esa sería una buena manera de visibilizarnos, sobre todo teniendo en cuenta la situación del sistema de imprentas en el país.
Yunier Riquenes, coordinador de Claustrofobias. Promociones Literarias, se refirió a la pertinencia del uso y apropiación de los entornos digitales y de contar con estrategias de comunicación que visibilicen lo que se está haciendo:
No es solo hacer el libro digital porque ya muchas editoriales lo están haciendo, es cómo crear la plataforma que incluya la producción, la distribución, la promoción y la comercialización de ese producto. Cuando oía las intervenciones de esta mañana pensaba en que efectivamente se están haciendo muchas cosas, pero, ¿cómo lo articulamos? ¿Cómo lo hacemos visible? A veces damos criterios muy absolutos de que no existen convocatorias, y antes de criticar hay que informarse. Yo creo que hay muchísimos espacios editoriales. La posibilidad que brinda la plataforma de la AHS es excelente: las becas, los premios Calendario, los premios que convoca la Editorial Sed de Belleza de la AHS (periodismo y ensayo), etc.
En un segundo momento del espacio, los participantes tuvieron la oportunidad de aportar criterios y propuestas desde sus experiencias y prácticas para referirse a los elementos centrales expuestos por las editoriales.
Alejandro Gumá, investigador del ICIC Juan Marinello y miembro del comité organizador del evento, se refirió a las posibilidades de coedición y articulación entre diferentes sellos editoriales y a la importancia de trascender las rutinas productivas de cada sello editorial para lograrlo. Por su parte, Mabel comentó sobre las limitaciones que tienen como editorial para la comercialización digital: “En Cuba solo hay tres instituciones con una licencia para la comercialización internacional, eso nos impide como editoriales subir títulos a Amazon, en la comercialización con terceros se pierde muchísimo”. “Capacitar sobre la gestión editorial en el entorno digital, a partir de buenas prácticas como las de Claustrofobias Literarias y Sed de Belleza”, fue la propuesta de Fernando Rojas.
La joven investigadora y profesora del departamento de Periodismo de la Universidad de Oriente y miembro de la AHS comentó sobre los costos que tienen las ausencias en el espacio digital:
Nuestros niños están leyendo títulos extranjeros digitales en esas plataformas, porque nosotros no estamos en esas plataformas, no tenemos nuestros títulos en esas plataformas. De ahí la importancia de crear plataformas o aprovechar las que ya están para posicionar el trabajo que ya estamos haciendo como investigadores y profesores. Nuestros investigadores están publicando en espacios internacionales por lo que eso significa, por las incidencias y significaciones para el curriculum individual de cada uno, ya que institucionalmente se le exige a los investigadores que publiquen en revistas de alto impacto”.
Yasmany Herrera, también profesor de Periodismo de la Universidad de Oriente y miembro de la AHS, se refirió al valor de conocer la agenda investigativa del país: “Es importante pensar qué se privilegia para publicar, conocer núcleos importantes de producción y aceptar y reconocer temas emergentes, como lo referente a lo digital y la tecnología. Nosotros tenemos que hacer que los cubanos entiendan la realidad de Cuba a partir de nuestras propias miradas”.
Este encuentro —como es propio de espacios de debate— deja las puertas abiertas no solo para otros “Pensamos Cuba” y otros debates, sino para que esfuerzos personales, institucionales, gubernamentales y académicos se articulen en función de una Cuba más inclusiva, más visible, más humana.
Tal vez ya no es esencial —y lo digo desde mi reciente y corta experiencia como joven investigadora— determinar quién es el responsable de enseñarnos a escribir ciencia, sino pensar estrategias de articulación que lleven a la academia, los centros de investigación y a otras instituciones que podamos identificar como oportunas; a diseñar procesos de formación que suplan las necesidades de jóvenes investigadores a la hora de comunicar sus resultados científicos. Tal vez incentivar el desarrollo de la Comunicación de la Ciencia, como una de las materias que debe atravesar los diferentes planes de estudio, puede ser otro de los caminos. Hablaríamos entonces de una comunicación estratégica, que no solo nos lleve hasta los mejores modos de decir, sino que soporte planes de visibilidad, posicionamiento y promoción, adecuados a las características de los diferentes formatos y productos que adquieran nuestras investigaciones. Esa visión estratégica nos permitiría valorar de forma eficiente a qué públicos nos queremos dirigir y cómo relacionar nuestras prioridades investigativas con las de la agenda editorial del país.
Sin lugar a dudas, el entorno digital, sus complejidades, lenguajes y plataformas, es aun en muchos temas una disciplina pendiente. También es cierto que se han dado avances significativos y que los progresos que se logren en función de la alfabetización digital de nuestra sociedad y de la resolución de los problemas estructurales y objetivos que dificultan la comercialización y posicionamiento de nuestros libros en el espacio digital dependen, como tanto se ha dicho en este espacio, de la articulación de actores diversos.
No parecen ser muchas las certezas sobre cómo lograr los cambios, pero lo cierto es que hay mucha gente dispuesta a trabajar por ello: existe un sólido sistema de convocatorias a premios nacionales, regionales, institucionales y la intención y disposición para su articulación; el trabajo en red, las coediciones, la creación de plataformas, lo cual, si no es todo, es buena parte de lo que necesitamos para seguir pensando Cuba desde la investigación joven.
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