Sobre el escenario hace su show. Parodia, dialoga con el público y crea una atmósfera agradable que crece a sus anchas cuando la marímbula, la guitarra y el cajón fusionan sus sonidos y se escurren entre géneros tan diversos como el rap, la guaracha o el changüí.
Oscar Sánchez parece un rockero, pero es un trovador que canta sobre lo que le preocupa y hace de cada presentación una estampa memorable, que lo mismo incita a pensar que a mover los pies.
Eres holguinero, pero vives en La Habana ¿crees en las fatalidades geográficas?
Nací y viví 23 años en Holguín, cuando fue declarada capital del arte joven y contaba con un gran número de eventos de trascendencia, pero las dinámicas cambian. Proyectarse desde provincia es un reto enorme, por eso, creo en la fatalidad geográfica para el desarrollo profesional de cualquier persona. Vine a La Habana por cuestiones familiares, para acercarnos a mi hermana que estudiaba allá. Mis padres comprendieron los nuevos horizontes que podíamos descubrir en la capital.
Trova, pintura y artesanía ¿cómo logras la fusión?
Asumo estas manifestaciones artísticas con muchísima disciplina y seriedad, para mí no son un hobby. Me siento complacido cuando logro un buen producto y, como fuentes de ingresos, también son importantes. Me gusta decir que soy un artista, más allá de la música o la artesanía, porque interactuo con varias manifestaciones aun cuando cada una las llevo a su ritmo. Sin embargo, a la música le he dedicado más tiempo y esfuerzo.
¿Qué motivos inspiran tus letras?
Busco inspiración en mis vivencias personales y en la cotidianidad. Mis canciones tienen que ver mucho con lo emotivo con lo que siento como ser humano. Sé lo que es el dolor y la alegría, de eso escribo, es un conocimiento real que poseo, no me invento ninguna historia.
¿Qué influencias sientes en tu música?
Más que influenciable, diría que soy un exprimidor. Escucho a Roly Berrio, Chavela Vázquez, Frank Delgado y un montón de bandas de rock que me gustan, los meto en una batidora y luego me tomo esa mezcla. Así sale mi música.
¿Apuestas por las tendencias de fusionar la trova con disímiles géneros?
La trova ha sido música fusionada todo el tiempo, por ejemplo, la música de Sindo Garay tenía notables influencias de la canción francesa. El problema ha estado en que ha sido estereotipada, quizás, por un grupo de trovadores que por estar más cerca de los medios lograron legitimar un estilo y toda una generación construyó un modelo sobre lo que debía ser la trova.
¿Cuándo decides que vas a ser un trovador?
A los 15 años comencé a tocar guitarra, a componer canciones y me acerqué a un amigo que me inició en este camino. Nunca he sido un trovador formalmente tradicional porque siempre he tenido aspiraciones histriónicas, sobre el escenario soy un poco loco, pero el público que me sigue ha confirmado que mi show da resultado. Me he afiliado a la trova porque fue el movimiento en el que encontré espacio con el tres, guitarra y marímbula.
¿Necesita la trova mayor visibilidad en los circuitos de exhibición y consumo?
En estos espacios siempre existirá el arte y el entretenimiento, pero yo estoy interesado en el público que prefiere el arte. Por eso no espero la publicidad venida de alguien, sino que busco mis propios canales de promoción, creo mis propios espacios y trato de motivar a la audiencia. No digo que sea suficiente lo existente hoy para posicionar nuestra obra, pero la cuestión no es quejarse, sino trabajar y que la música valga la pena. Una cosa es aferrarse a la guitarra y querer hacer trova y otra tener el don o la chispa para hacerlo bien.
¿Dónde pueden encontrarte tus seguidores?
No me gusta hacer peñas porque me aburro terriblemente. Hice un ciclo de conciertos en diciembre en la Bombilla Verde, pero lo que me gusta es moverme constantemente. Hago mi trabajo y las canciones que me gustan de personas casi desconocidas. Ahora estoy inmerso en la grabación de Caguamaconda, mi tercer disco de estudio que deberá incluir 11 temas con una banda a fondo y matices de rock.
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.