Se venden globos a 200 cuc, de todos los colores y de las formas que desee. Llégate a este timbiriche. Tienes la opción de quedarte, reírte, retozar. Globos “multiusos”, que cuentan una historia, un deseo, un sueño, que pintan infinitos arcoiris. Los trae Papote, un payaso medio loco, pero inteligente para su negocio. Tenga cuidado, no explote ninguno de esos globos, que solo el de nariz rojísima puede hacerlo. Él es el dueño, el culpable que la gente haya salido con el corazón desabrochado, después de una inyección de inocencia, después de que todos inflamos nuestro globo: grande, blanco y sincero.
Las luces nos alumbran primero. Mientras, Papote (Ernesto Parra) se prepara en el escenario. Ya sabemos que formaremos parte del espectáculo, a eso, Teatro Tuyo nos tiene acostumbrados. En la sala hay varios niños, de distintas edades y estilos. Sí, es para ellos este show. Pero algunos, que hemos crecido un poco, lo disfrutamos desde el primer segundo.
¡¡¡PUM!!!, es el unipersonal que esta vez nos traen los tuneros de Teatro Tuyo, para cerrar las jornadas de presentaciones del Festival. Dicho espectáculo, reconocido con el Premio Villavueva de la Crítica en 2018, acierta en muchos elementos. Ernesto Parra, quien, además, dirige la puesta, nos regala sus divertimentos, su carisma, sus emociones, de una manera limpia, intencionada. Se vale del gesto y la improvisación, se desplaza por el escenario y el público con una seguridad admirable. Y uno lo disfruta, lo goza, lo entiende. Y los niños… bueno, ellos querían agarrar todos los globos, querían abrazarlo.
Teatro Tuyo es un grupo que apuesta por el público infantil. Sostenido en el teatro de clown, poco explotado en las tablas cubanas, ha consolidado un sello propio que marca un punto esencial y obligado cuando contemos la historia de nuestro teatro en las últimas dos décadas, sobre todo, por la integralidad en la concepción de sus espectáculos.
En ¡¡¡PUM!!! es destacable la visualidad: el vestuario, la sencilla escenografía, el cuidado diseño de luces, el equilibrio entre los momentos de risa y los de reflexión, todo eso hacen de este show una hermoso conjunto, que capta la atención en los espectadores. La puesta convence por el contacto directo con el público, la energía de su actor, apoyado por una música propia del clown, pero que también se sotiene en canciones y efectos con una marcada intencionalidad dramática.
Un bastón, una flauta, una guitarra, un raqueta de tenis, una lupa, un timón, un parabrisas, un perro, un aro angelical, en todo eso transforma los globos Papote, que también le hace un funeral a una abeja, y baila con su amada (que imagina) calva como él, payasa como él. El vendedor de globos baja el escenario y oferta su producto. Alguien le da un peso cubano, y él le busca un globo feo, desinflado. Es a 200 cuc, recuerden.
¡¡¡PUM!!!… suena fuerte. Él va explotando algunos, y llora, se va la magia, su mundo. Apresa con esposas de globos a una acomodadora del teatro, le tira besos al público. Y cuando nosotros inflamos el nuestro, y jugamos, nos encantamos; Papote decide regalar todo los globos que tiene. Al escenario suben los niños. Tremenda demanda. Entonces, pintamos arcoiris, y soñamos, porque los sueños son pinceles de color, así dicta la canción del final.
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.