El teatro para niños está de fiesta. El amor toca a la puerta de Arnoldo, un gigante austríaco, y Yuniel Hernández lo ayuda a encontrar en Hawai a su bien amada giganta Jenn, por estos caminos andan los pasos del Grupo de Teatro Aire Frío con su primera obra para niños.
Cuando los gigantes aman nos descubre el universo que se esconde en la obra de Folke Tegetthoff llena de magia, amor, hadas y búsquedas, algo que no dejó escapar el joven teatrista Yuniel Hernández –miembro de la AHS– cuando decidió estrenarse como director; el mismo confiesa no fue su primera propuesta pero si le encantó cuando Eduardo Eimil, director general de Aire Frío se la propuso.
“Realmente nunca pensé que iba a dirigir, decía que lo mío era actuar. Pero un día una amiga, actriz también, en medio de una de esas conversaciones quizás por la llamada crisis de los 30 o algo así, en las que uno se replantea las cosas y lo que quiere hacer, me dijo ‘por qué no te pones a dirigir’. Había hecho cosas para niños, talleres, y había dirigido algo chiquito en un proyecto que se llama Contigo Somos Más. Me lo pensé y me decidí”.
“Me sentía tan nervioso el día antes de empezar a dirigir – y eso que conozco a las actrices porque son compañeras de trabajo- que me dejé llevar, creo que me nutrí de toda la experiencia que tenía como actor. Me acogí a la creación colectiva donde los actores proponen, yo vengo con una idea y a partir de ella más los aportes de los demás comienza a crearse la escena”.
“Las actrices me decían que era muy quisquilloso y yo creo que sí, que lleva precisión y creo que en eso le debo mucho a la formación que tenía dentro del teatro de imágenes”.
Cuando los gigantes aman es una puesta que destaca por su belleza formal, por su atractivo visual, por un encanto que enamora desde los ojos hasta el alma. Sobresalen el diseño de los muñecos, del vestuario, el atrezzo y luces.
“Eso fue lo primero que me planteé. Y me dije que, si no iba a hacer una obra que tuviera una buena factura, pues no la hacía. Pedimos apoyo en la embajada austríaca, que nos patrocinó. Esa fue una de las primeras cosas que quise: el teatro para niños lleva imaginación y sobre todo que ellos sueñen. Hemos puesto mucho corazón. Estuvimos ensayando con cajas, los muñecos estuvieron el día antes del estreno”.
La obra nos lleva a explorar otras realidades como la austríaca, la francesa, la neoyorquina, la mexicana y la hawaiana, todas diferentes a este caliente Caribe pero sin dudas este tránsito exquisito va de la mano del clown, del mimo, del baile y de la música.
“En mi formación, lo primero que hice fue trabajar como clown, fui mimo y luego incursioné en el teatro dramático que es lo que vengo haciendo hasta ahora”.
Hacer teatro para niños requiere siempre un esfuerzo extra. Ellos según dicen los entendidos son un público muy sincero. Yuniel apuesta por eso, por enamorarlos siempre.
“Es la primera obra para niños que hace el grupo y es mi primera obra como director. Yo con los niños tengo algo especial, fue tan buena la experiencia que tuve durante dos años trabajando como clown cuando tenía solo 16 años. Después cuando entré a los estudios Buendía había una obra que se llamaba Los caminos del mundo que me fascinó. El teatro para niños te da muchas cosas buenas, y ver a los niños reír y disfrutar no tiene precio”.
Yuniel abrió una brecha en el Grupo de Teatro Aire Frío, sus proyectos futuros, están en los niños.
“Eduardo me ha propuesto seguir haciendo obras para los infantes y vamos a codirigir una nueva puesta. A pesar de los sacrificios y de todo el trabajo, valió la pena y vamos a continuar con esta vertiente”.
Un viejo refrán dice que no hay segundas oportunidades para primeras impresiones, y eso ha causado Yuniel Hernánez: una muy buena primera impresión que va llena de luz y color, que desanda el amor desde la música, desde la valentía y desde el placer de correr como Arnoldo detrás de la sonrisa de una giganta que nos espera en la sala de teatro, con los brazos abiertos.
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