Rayuela enamorada

Fuente:Sitio web Granma

Con sello editorial Casa de las Américas, llega la muy esperada reedición en el país de la descomunal obra, orgullo de la creación latinoamericana, cada vez más codiciada por las jóvenes generaciones de lectores, que tal vez desconozcan que su autor, perplejo ante su creación, no sabía en un principio qué hacer con lo que había escrito.

hay forma de saber cuántos. Pero de que son muchos los que en la víspera recordaron una de las más bellas definiciones del amor, no tengo la menor duda.

«Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio», escribía Julio Cortázar (1914-1984) en su encumbrada novela Rayuela, presentada ayer 14 de febrero en Casa de las Américas, a 56 años de que el título viera por primera vez la luz.

Con sello editorial Casa de las Américas, llega la muy esperada reedición en el país de la descomunal obra, orgullo de la creación latinoamericana, cada vez más codiciada por las jóvenes generaciones de lectores, que tal vez desconozcan que su autor, perplejo ante su creación, no sabía en un principio qué hacer con lo que había escrito.

«Pocas veces se ha podido ser tan insoportable, tan exasperante (…). Lo sé de sobra y me atengo a las consecuencias», expresó en una carta el Cronopio mayor, a su amigo Francisco Paco Porrúa, director literario de Editorial Sudamericana. «Rayuela es lo que yo he vivido todos estos años y he querido tratar de decir».

Más que vivencias convertidas en letras, Rayuela estaba destinada a ser mucho más que eso. Su aparición, en 1963, fue, en palabras del escritor Mario Goloboff, «uno de los mayores acontecimientos de la literatura latinoamericana de todos los tiempos; ya no se escribiría ni se leería igual».

En el apogeo de este suceso editorial, llegó a Cuba el Cronopio mayor –llamado jocosamente así a causa de esos personajes de su creación, aparecidos en su libro Historias de Cronopios y de Famas– para formar parte del jurado de Casa de las Américas.

Fue en la Isla donde «de golpe empecé a sentir por primera vez lo que era América Latina», expresó en una ocasión. Establecido su vínculo con Cuba a partir de esa convocatoria, el entusiasmo por ella se afianzó, conoció a sus intelectuales, los barrios, los toques de santos, las circunstancias políticas y sociales, la identidad cubana.

Habiendo comprendido a Cuba «como solo se comprende al ser amado», en momentos de complejas circunstancias escribió a Roberto Fernández Retamar: «(…) a pesar de mi incurable ingenuidad política, hay cosas que cada vez comprendo más, y una de ellas es que lo personal cuenta muy poco cuando lo que está en juego es el destino de nuestros pueblos».

Sirva esta breve aproximación para recordar, en el aniversario 35 de su partida física, a este genio de la lengua hispana, mago por igual en todo su quehacer lingüístico, autor exquisito frente a cuyas palabras no cesamos de preguntarnos si es cierto lo que leen nuestros ojos, si es posible hacer con letras alquimia.

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