La cinta tuvo su premier en la pasada 40 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano con muy buena acogida del público.
Dos historias paralelas conducen al espectador en dos sucesos trascendentales en nuestra historia que giran en torno al 27 de noviembre de 1871, cuando ocurre el fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina. Paralelamente, la cinta narra cómo dieciséis años después, su compañero de celda Fermín Valdés Domínguez muestra pruebas de la injusticia de este hecho.
En conferencia de prensa junto a su director Alejandro Gil y parte del elenco artístico se conocieron detalles de cuan arduo fue el trabajo de casting, guion, fotografía, vestuario de época y demás profesiones para la concepción de esta emotiva cinta producida por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC).
No fue fácil recrear la época del siglo XIX hacia nuestros días y conducirla con la pasión requerida. El guionista Amílcar Salatti, alega “es una mezcla de tener la sensibilidad y las emociones para tratar de contar esta historia lo más humanamente posible y la sangre fría para contarla lo mejor posible”.
Su director confesó que es una película austera, de muy bajo presupuesto, “estábamos conscientes de que los recursos podían estar o no. Sabíamos que era imposible llevar a La Habana a 1871. Era un cambio muy brusco, además de las intervenciones del hombre. Sabíamos que debíamos usar más los interiores y no abusar de los exteriores, solo en algunos casos para oxigenar la película”, concluyó.
Parte de la investigación contó con el apoyo del Historiador de la Ciudad Dr. Eusebio Leal Spengler quien dedicó unas palabras para denotar la importancia de estos hechos sugiriendo que no debe ser día de jolgorio “el 27 de noviembre es una fecha simbólica en nuestro país. Es un día en que se debe andar con la cabeza gacha y en silencio. Hay que evitar que lo asentado se convierta en rutina, se debe llamar la atención sobre cómo se está tomando esa fecha y reedificar el carácter simbólico de los muchachos que la cinta les pone rostro por primera vez. Nos falta humanidad y el filme intenta entablar un diálogo humano desde el sentimiento con el espectador”, ultimó.
Durante toda la obra cinematográfica el espectador podrá disfrutar de una excelente fotografía a cargo de Ángel Alderete quien denota el dramatismo de las escenas acentuando mayor sensibilidad. “El tratamiento de la época y la visión de estos sucesos en La Habana fue todo un regalo para mí. Desde un principio percibí que este filme no podía tener los colores naturales, tenía que reflejar el drama, el ambiente saturado y poca luz”, agregó.
Dentro del equipo de realización se encuentran muchachos graduados de la Escuela Nacional de Arte (ENA) y del Instituto Superior de Arte (ISA) elegidos bajo la dirección de casting de la actriz cubana Yaremis Pérez. Actores como Yasmany Guerrero, Luis Manuel Álvarez, Justo César Valdés, Carlos A. Busto, Reinier Díaz, Ricardo Saavedra, Amaury Millán, Omar González, Ángel Ramón Ruz…y otros consagrados: Néstor Jiménez, Osvaldo Doimeadiós, René de la Cruz, Omar Alí y la actuación especial de Héctor Noas. El guion corrió a cargo de Amílcar Salatti; productor general, Carlos de la Huerta; productores ejecutivos Danilo León y Ramón Samada; director de fotografía, Ángel Alderete; dirección de arte, Aramís Balebona; montaje, Fermín Domínguez; diseño sonoro y mezcla: Javier Figueroa; música original de Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galbán…
Esta obra audiovisual obtuvo el Premio Coral Especial del Jurado, Premio del Público, Premio SIGNIS y otros colaterales como Premio del Círculo de Cultura de la Unión de Periodistas de Cuba y Premio Cibervoto de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. La maestría con que se concibió es realmente merecedora de estos y más premios.
Deseamos éxitos a todo el elenco de actores y equipo de trabajo, por lograr una pieza biográfica trascendental en la cinematografía cubana, que invita a conocer una historia —quizás—no contada.
Gracias a Alejandro Gil y su equipo por asumir esta responsabilidad tan grande, este desafío que abre las puertas a otra parte de nuestra historia. Gracias por hacer cine porque es una de las mejores maneras de hacer arte.
Quedan todos invitados a la pantalla grande del Yara, Chaplin, Acapulco, Riviera o La Rampa a disfrutar de una película que —pensamos— trascienda en el patrimonio cinematográfico cubano.
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