Tomado de la Tizza
No sé por qué recordé esa frase de Rafael Hernández: «a la burguesía cubana lo que más la asustó en el ’59 fue la gente en la calle».
La gente en la calle. Cuando llegamos, unos consortes estaban sentados en la esquina echándose al pico un rifle de ron. «Pero ustedes vienen sin overol, sin botas», nos dijeron.
La Calzada estaba como siempre, sin daños visibles, o con los de siempre.
La empresa BRASCUBA, pulcra, sin grietas. Dos cuadras abajo, todo cambió.
En Luyanó hay calles que se extienden como serpientes; en ellas, la mirada chocaba con las montañas de escombros. La gente estaba en la calle. No sé por qué recordé esa frase de Rafael Hernández: «a la burguesía cubana lo que más la asustó en el ‘59 fue la gente en la calle».
Nos miraban con caras preguntonas, hasta el momento en que entramos a las casas a sacar escombros y amontonarlos en las calles. Hay fachadas que desaparecieron completas. Una palangana fue a dar a la casa vecina, una cerca voló varios metros y fue a incrustarse en el techo de al lado. La negra que estaba sentada en la acera, mientras hablaba de Yemayá y la bolita, nos regaló café y se metió, zalamera, con nosotros. Nos alegró el trabajo, y la imagen.
A mi lado, cargando escombros, gente a la que en otras circunstancias le hubiera pedido un autógrafo o una foto para los chamas. Vicente el de D’ Corazón, la actriz Yaremis Pérez, Jorgito Kamankola… pero no se trataba de eso, después les contaré a los nenes que paleamos, dimos mandarria y escombramos juntos. Sin presentación, sin protocolos.
Nosotros, convocados por la Asociación “Hermanos Saíz”, cargamos escombros. Todo el mundo hace algo. Unos, trabajo físico, otros beben ron, otras regalan café, más allá hablan por celular, los de la empresa eléctrica levantan postes, hay quienes llegan con una guagua y reparten cosas. También hay quien pasa y se topa por primera vez con un desastre tal. Hay quien tira fotos y filma. Busca el mejor encuadre, pregunta tres nombres y refleja una historia. Incluso dice que estuvo allí, en el centro del tornado.
Es cierto y es importante poner nombres al daño y la desgracia. Pero ayer no tuvimos tiempo, optamos por el nombre colectivo.
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