Ha pasado más de un año y aún Irma —el huracán del que los meteorólogos consideraron como el más imponente evento climatológico—, que se haya formado en aguas del Atlántico, arremetía contra tierra cubana justamente por Cayo Romano, en la costa norte agramontina.
En que aquella trágica noche del viernes 8 de septiembre, del pasado año, los zarpazos de esta “poderosa dama”, encontró entre sus muchas miradas de enfados, la de un joven que quiso con su lente retratarle más que sus entrañas, los hijos que le nacieron a Esmeralda, luego de su paso.
Resulta que la lectura de Alejandro Hernández Álvarez develó una muestra auténtica y profunda, Sendero a Ciudad Esmeralda, en la que sus fotografías, expuestas en la galería Gestus, de la Casa del Joven Creador de esta terruño dan un toque humano, sensible y lleno de esperanza, a la catástrofe que quiso arrebatar hasta la alegría de los habitantes esmeraldeños.
La muetsra reúne a 14 retratos que reflejan las emociones de los vecinos de este norteño municipio —el más afectado tras el paso de Irma—, es un inteligente flashazo en el que el joven autor prefiere reencontrar los colores, desde el blanco y negro de sus retratos, enfocados en las expresiones de sus personajes.
No hay razón para dejar de insistir en una manera referencial de mirar a Esmeralda desde la fotografía “sin color”. “Todo gris, todo negro, —dice Mariela Pérez-Castro en sus palabras al catálago—, como si no quisiera amanecer. Y a veces, como deseando hacerse visible de soslayo, la chispa del color que anuncia que algo se espera…”.
Y es que la magia de Alejandro radica esencialmente en los sentimientos encontrados que capta en su diestra cámara, los cuales persiguen como propósito esencial, el de nunca perder la certeza sobre una ciudad, “donde se conquistan un corazón, un latido y el valor necesario para seguir andando”, citó la escritora Pérez Castro.
En la sede de la filial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), desde la esperanza se llega a sentir, junto a Alejandro, nostalgia, amor, incertidumbre, pero también miradas muy cercanas entre cubanos y cubanas; la solidaridad, el empeño, y el deseo de seguir haciendo.
No es casual que Alejandro subrayara que con “mi cámara como único equipaje partí hacia ese territorio cuando el Proyecto Sociocultural Golpe a Golpe convivió con un pueblo devastado, pero a la vez con muchos deseos de levantarse”. Se le antoja entonces al artista justificados y emotivos primeros planos, los cuales no solo captan con esmero la expresividad de las miradas, las cuales estremecen a quines se detienen a observarlas, sino un futuro adelantado; un terruño trasformado.
No hay manipulación digital en Sendero a ciudad de Esmeralda, sino un apego a la gestualidad humana; y a sentimientos íntimos, que compartidos, puede ser el de muchos. Esta fue una de las más de cien actividades que la vanguardia artística joven desarrolló en el programa de la Feria de jóvenes creadores Golpe a golpe, evento que mostró el arte de los noveles creadores, sin distinción entre aficionados y profesionales.
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