Colores para la trova

Corazón de trovador es la propuesta expositora colectiva, en la cual el licenciado Ihordan Torres, presidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Camagüey, se estrena como curador.

La muestra que agrupa a los noveles artistas Yaneya Acosta, Yaimel Castañeda, Joel G. Pallerols, Jorge Luis Pulido y a Eduardo Castillo, se exhibe en la Galería Gestos del Café Literario la Comarca de la Casa del Joven Creador (CJC) en esta ciudad.

La muestra fue valorada como una muy afortunada idea por el especialista Ernesto Escobar por el hecho de reunir a los artistas jóvenes en torno a la poesía y la música del excelso poeta cubano Silvio Rodríguez y al cubanísimo género de la trova. Llega como un regalo de los autores al legendario y auténtico movimiento criollo, género identitario que necesita, tal cual la cultura, revisitarse con profundas y creativas miradas desde la diversidad de las disciplinas del arte.

Entonces no es casual que el experto Escobar citara durante la apertura de Corazón de Trovador, el pasado 22 de noviembre, que los jóvenes pintores han sabido sortear con certero instinto el fácil encasillamiento que ha sufrido la canción política, -en la que algunos «conocedores» desprovistos de todo conocimiento acerca de esta tendencia musical y de sus legítimos códigos-, cuando se ha tratado de reducirla solo a la autoría e interpretación de Silvio.

Precisamente desde la curaduría de Ihordan Torres se resaltan obras que a través de sus colores, contenido y forma, puede el público encontrar lirismo, fantasía, y hasta una aventura estética, la cual trasgrede lo establecido por el creador, «que se niega a dejar de ser joven», enfatizó el también profesor Escobar.

Los autores abordan temas universales como el folclor campesino, la poesía erótica y la abstracción pura de lo material en la pintura.

«Una variedad de estilo es evidente –aseveró Escobar- a la vez que una ética fundada en la calidad artística, en el profundo conocimiento de la cultura y en la defensa de la verdad prevalece en la exposición».

Yaneya aborda la abstracción sin reticencias, en la que la emoción está en la armonía del conjunto, sin la necesidad del uso de palabras. Pellorols es más ambiguo pero no renuncia al referente icónico, en el que las formas de sus trazos luchan, estallan y amenazan. Castillo aborda el erotismo desde la estética decimonónica que no oculta su concupiscencia en escenas mitológicas, en la que los antiguos paganos vivían la desnudez del deseo sexual y Castañeda está inmerso en la ingenua fantasía del campesino cubano, en la que lo surreal es la norma. Por su parte, Jorge se entrega al onirismo del paisaje campestre, para liberar la expresión en manchas puras de negro y verdes.

Si una cualidad supone Corazón de Trovador es precisamente la posibilidad que brinda de sumergir al espectador en los misterios de la creación, de la imaginación artística.

Bienvenida entonces los colores de la trova, hechas por noveles artistas, con los que esta vez también fue escuchada y cantada la música a través de pinceles jóvenes.

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