Descubrir el arte gráfico como en un juego de niños, pasados los treinta años, puede sonar un poco cargado de surrealismo, sobre todo cuando la mayoría de los exponentes –buenos, malos o regulares-, ya sean formados en academia o empíricos, descubrieron en su infancia la magia de los trazos.
Pero a Ricardo Salgado Arias, ahora con 38 años, y a solo tres calendarios de sus primeras incursiones serias, la anomalía le resultó grata, porque supo extraer de las líneas bien acompasadas, significados que le llevan y le traen desde algunas vertientes de la filosofía de la India hasta imágenes ancestrales y contemporáneas de seres ajenos al planeta azul.
Y así, con el marcado esbozo de líneas, con distancias bien medidas, geometrías abstractas y al mismo tiempo insertadas en el llamado subconsciente colectivo, su obra se erige novedosa y hasta cierto punto arquitectónica.
El creador autodidacta refiere que sus intentos artísticos siempre fueron más intencionados en la literatura, y que quizás de ahí le vienen los mundos que plasma en papel o cartulina.
«Estuve mucho tiempo en un trabajo que me dio la posibilidad de empezar a explorar y a dibujar. Yo lo que hacía antes era escribir, entonces esto fue un hallazgo a los 35 aproximadamente. Quizás antes de esto dibujaba en las libretas en la escuela cuando era chiquito».
No dibujas lo que ves. Hay temas, conceptos, significados, ¿tiene que ver con la literatura, con lo que escribías?
«Sí, tiene que ver mayormente con mis estudios de misticismo, tiene que ver con la filosofía. Hay una temática que retomo mucho y es la de estos seres que vienen en naves. Aparecen generalmente en varios cuadros. Son seres extraterrestres que llegan a la tierra en algún momento y crean y traen conocimiento.
«Y el símbolo del árbol de la vida que aparece también en muchos lugares, y algunos antígenos que son drogas que supuestamente afectaron la conciencia en un momento de la evolución del hombre, y la alteraron y la despertaron. Este tema también está reiterado en los dibujos.
«Al Instituto Superior de Arte (ISA) fui a trabajar y colateralmente seguí dibujando. Ahí se me dio la oportunidad de participar en la Bienal de las Artes en el 2015, donde tuve la primera exposición.
«El ISA me dio sobre todo una plataforma. En la conversación con artistas también uno crece mucho, en el intercambio con los plásticos, con los pintores, con los muchachos de teatro. Allí estaban todas las manifestaciones juntas y eso un poco también te enriquece la obra. Ese encuentro fue bueno y fue enriquecedor».
En tu obra una gran parte es diseño, ¿te vales de algún instrumento o herramientas?
«El diseño me ayuda un poco, yo no sé mucho de las técnicas del dibujo, no sé dar claroscuro o profundidades. Los dibujos son muy planos porque utilizo reglas, con figuras básicas. Construyendo y relacionando esas figuras salen diseños, me parece que los dibujos tienen mucho de eso, de diseño. Están implícitos ahí los mandalas, los fractales, que son figuras que traigo de los estudios místicos de la filosofía de la India por ejemplo».
Tu primera exposición personal en la Casa Iberoamericana de la décima de Las Tunas estuvo abierta a un público muy diverso, ¿cómo crees que le llega una obra cargada de tanto significado?
«Es una obra muy simbólica, y los símbolos están en el subconsciente colectivo. Me imagino que en la Casa de la Décima, donde hay mucha poesía, es un punto donde se encuentran la literatura y el diseño, por eso la Casa de la Décima en ese momento».
¿Piensas llegar también a otros lugares, donde comprendan a cabalidad los significados que entraña?
«No subestimo ahora mismo el público que tiene o el espacio donde está, creo que es un techo bastante alto. Poner el dibujo a la altura de la poesía es una meta que se cumple con esta exposición.
«Pudiera sí tener otras exposiciones en otros lugares más adelante. Ahora mismo también tengo una obra en el Salón de arte religioso de Santiago de Cuba que ya me parece un lugar que tiene que ver mucho con la obra porque tiene una carga mística, una carga espiritual y en ese salón está como en su casa».
¿Algún proyecto ahora que creas importante para tu desarrollo?
«Pienso que tengo que seguir dibujando y por ahí es por donde voy, y acumular un número mayor de trabajos que le den peso a la obra».
¿En cuanto a la literatura?
«De vez en cuando escribo en el diario de mi niño, es lo que estoy haciendo».
Motivaciones e inspiraciones diarias para la creación
«Para la creación vuelvo otra vez a la fuente del estudio y la meditación».
Esta primera exposición personal no tiene nombre y tampoco poseen título tus piezas…
«Generalmente a los cuadros no les pongo un nombre fijo, a veces les cambio el nombre en dependencia del lugar donde están o del momento en el que ellos se encuentran. No doy ninguno por terminado, a veces se van, cogen otro camino y no puedo influir más sobre ellos, pero a veces este puedo desmontarlo y volverlo a trabajar y ellos van creciendo.
«No sé, el nombre es bastante relativo. Son cuadros abiertos, el título no los encierra. El tema está ahí implícito en ellos mismos».
Sin grandes pretensiones pero con la complejidad que solo sus ideas y líneas en papel desentrañan, Ricardo autorreconoce y conceptualiza su obra pictórica como “…un lenguaje tardío, un recurso postrero a la hora de acudir a las actitudes creativas para explicarse y expresar la relación, el sentido y el origen de ser y de las cosas.
“Aparece después de caminar por otros métodos artísticos, entre los que valdría mencionar el performance, la intervención pública, el mural, la instalación y la poesía, que pertenecieron a etapas de exploración y juego del espíritu adolescente, inquieto y joven”.
Justo así lo descubrimos, con la esperanza de tropezarlo nuevamente en el camino, ya sea en una galería o sala personal, pero con la invitación a transitar otros mundos, da lo mismo si en nuestra propia cabeza o en el viaje al infinito de nuevas galaxias, aun sin títulos.
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