Tendremos que ser vanguardia siempre

Tomado de Juventud Rebelde

Desde que dio con ella, la Asociación Hermanos Saíz (AHS) fue una luz que deslumbró a Rubiel García González. Ocurrió en Guantánamo, la tierra amada que lo vio nacer. Sin embargo, en aquellos años en que la Casa del Joven Creador se convirtió en alegría diaria, en el principal refugio que resguardó y fortaleció su espiritualidad para siempre, no podía imaginar que la organización que a partir de este martes 16 celebrará su Tercer Congreso, lo «amarraría» para toda la vida.

Incluso, su pasión por el diseño y la comunicación que lo impulsó a estudiar en el Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI), la ha puesto en función de la promoción de noveles creadores, de los eventos y jornadas de programación que estos protagonizan a lo largo y ancho de la Isla. Y es que Rubiel ha preferido entregarse, sobre todo, a la obra colectiva. Tal vez porque se trata de esos amores a los que no se les exige condición alguna. Por ello estando en su seno decidió esperar el nacimiento de sus dos hijos a los que algún día les contará por qué él también quiso ser parte de esa vanguardia de los jóvenes intelectuales y artistas cubanos, que él comenzó a presidir a partir de su Segundo Congreso.

«Desde el principio encontré en la Asociación el espacio en el cual me sentía útil, a gusto, donde, en medio de un contagioso ambiente de creación, podía intercambiar, polemizar, aprender, aportar, participar, junto a mis contemporáneos; personas con las que compartía inquietudes intelectuales, artísticas, espirituales, muy similares a las mías; saber que yo también participaba de la política cultural cubana.

«Es muy reconfortante pertenecer a una organización a la cual el tiempo no le ha arrebatado su espíritu, su irreverencia; su capacidad de tornarse incómoda, incisiva, cuando se enfrenta a quienes pretenden distorsionar el sentido humanista de la Revolución. Mantenemos un discurso ético y estético muy característico: beligerante, sincero, responsable siempre, capaz de decir las cosas como son y de buscar soluciones.

«Soy privilegiado por estar rodeado de excelentes artistas y escritores que admiro profundamente, tanto por su sólida obra creativa, como por su proyección social, por su compromiso con la patria», afirma.

Le brillan los ojos a Rubiel cuando JR le lleva a recordar los diez años en que no ha dejado de ser un militante activo de la AHS. Y no hay en él ni la más mínima señal de arrepentimiento cuando la conversación se deriva hacia ese lustro en que la ha dirigido a escala nacional. «Creo que asumí esa responsabilidad con la entrega y el compromiso que esperaban de mí quienes me eligieron en el Segundo Congreso. No he hecho más que ser consecuente: retribuirles a quienes tanto me dieron, a quienes terminaron por moldear al ser humano que soy.

«Traía la experiencia de haberme encargado primero de la Secretaría de Cultura en la FEU, y también el aprendizaje que significó trabajar en el Instituto Cubano del Libro. Mi entrada en la presidencia nacional fue inicialmente como uno de los vicepresidentes, hasta que mis compañeros creyeron que podía seguir consolidando la obra de todos los que me precedieron; que haría míos sus sueños, intereses, angustias, fueran miembros o no de la AHS, consciente de que esa era mi manera más efectiva de hacer por mi país. Ojalá y no los haya defraudado».

El cónclave de todos

—Una vez más será el Palacio de Convenciones de La Habana donde se desarrolle el Tercer Congreso de la Asociación Hermanos Saíz…

—A partir de mañana comenzarán a llegar a la capital los 300 participantes, entre invitados y delegados. El Tercer Congreso tendrá lugar del 16 al 18 de octubre, día en que la organización arribará a su cumpleaños 32. Nos tocará realizar un balance de los acuerdos de la cita anterior y plantear las líneas de trabajo para los tiempos que vienen.

«Será el cierre de una etapa que abrió un profundo ejercicio crítico al interior de la organización, proceso que comenzó a inicios de año, de modo que en verdad los delegados a este cónclave son todos aquellos asociados que en sus asambleas de base aportaron sus criterios y experiencias.

«Siempre pienso en lo expresado por el General de Ejército Raúl Castro, Primer Secretario del Partido, cuando afirmó que los congresos no tienen sentido si sus acuerdos, si las líneas de trabajo que emanan de ellos quedan engavetadas como letra muerta.

«Como regla, la AHS ha convertido en directrices los acuerdos adoptados en estas citas, ha intentado no dejar preguntas sin respuestas, ni temas pendientes sin darles seguimiento, procurando encontrar soluciones con el apoyo de las instituciones culturales, con las que hemos fomentado alianzas. Ese ha sido hasta hoy nuestro método de trabajo.

«No somos de los que esperamos a que se convoque un congreso para avanzar, para escuchar las inquietudes de nuestros asociados. Para eso contamos con un sistema de trabajo, devenido en importantes momentos para pasar revista a lo discutido y proyectarnos hacia el mañana. Ha sido una práctica vital, que ha mantenido a la Asociación como un espacio de participación activa tanto de sus miembros, como de aquellos jóvenes que inciden en la vida cultural del país.

«Todo lo anterior explica el porqué, a pesar de sus más de tres décadas de existencia, la membresía continúa sintiéndola suya, cercana, útil, porque se le parece. Muchos han expresado algo con lo que estoy de acuerdo: “si la AHS no existiera, habría que crearlaâ€, porque ella representa la legitimación del arte joven, aunque sigue pensando la cultura en su sentido más amplio. Nuestro compromiso es con el rigor, la calidad, apostar por la cultura verdadera, que es apostar por la Revolución y el futuro».

—¿Cuáles son las inquietudes y preocupaciones de los jóvenes creadores cubanos en la actualidad?

—Son muchas y varían de acuerdo con las condiciones materiales y subjetivas del territorio en que se desarrollan. No obstante, ha sido común el debate sobre la necesidad de una correcta aplicación de la política cultural, cuestión que transciende a la Asociación, o sobre la relación entre la organización y los centros educativos, en especial los de enseñanza artística, nuestra principal cantera; otro tema es la jerarquía de la promoción en los medios de comunicación y de la programación cultural.

«Un papel esencial de la organización en todos estos años ha sido la protección de expresiones como la rumba o el repentismo que, como antes sucedió con los DJ y productores de música electrónica, raperos, trovadores y roqueros, hoy encuentran cobija en nuestro seno.

«Sucede igual con los graduados de música de concierto y con los jazzistas, quienes resultan casi alternativos debido a sus escasos espacios de presentación. Estamos conscientes de que no podemos dejar de velar por esas expresiones, si queremos que la cultura cubana se robustezca todavía más.

«Nos queda seguir insistiendo para que los noveles artistas se favorezcan de nuestro sólido sistema de becas y premios, cuyas bondades a veces no conocen del todo; y también para que participen en nuestros eventos y jornadas de programación, que deben ser expresión de esa diversidad cultural que nos distingue, y cuya calidad no puede decaer ni un solo instante. Ahí tenemos un desafío y un compromiso perennes.

«Por la probada vocación de servicio de los escritores y artistas que integran la AHS, con fuerza y con frecuencia se discuten los problemas que atañen y preocupan a la sociedad. Asimismo se reflexiona sobre lo imperioso de que los más jóvenes tengan una presencia aún más activa en la vida del país. Por suerte, nuestros debates nunca han sido gremiales».

—Durante el Congreso se entregará el premio Maestro de Juventudes, máxima distinción que otorga la AHS…

—Definitivamente la AHS encarna la continuidad de la obra de los grandes de la cultura cubana, de aquellos que fecundaron el ayer que hoy nos permite vivir orgullosos de nuestras tradiciones e identidad nacional. El premio Maestro de Juventudes es la expresión máxima de nuestro reconocimiento y agradecimiento por su aporte esencial en la formación de las nuevas generaciones. Sin embargo, no nos estamos refiriendo a una relación fría, distante, que se «salva» con la entrega de un diploma. A esos maestros los queremos y tenemos siempre junto a nosotros. Ellos nos acompañan con su sabiduría, con sus experiencias en muchos de nuestros proyectos, y ese encuentro constante ha permitido una retroalimentación saludable y enriquecedora.

Eternamente joven

—¿Cómo ha cambiado y evolucionado la Asociación en todos estos años?

—Por su propia naturaleza, la AHS siempre va a estar cambiando: cada año ingresan y se despiden algunos de sus miembros. Sin olvidar sus orígenes, ha estado constantemente atemperándose a su tiempo, dialogando con la vanguardia del arte y la cultura, con sus protagonistas más jóvenes; siempre repensándose a sí misma. Esa es su mayor fortaleza y, a la vez, su principal reto; la única manera que tiene de no envejecer.

«Sin dudas, el Segundo Congreso marcó un momento de madurez muy significativo. La utilidad de la AHS se ha demostrado, por ejemplo, en el hecho de que los territorios puedan contar, sin excepción, con sus Casas del Joven Creador (CJC).

«Significa que los asociados tienen a su disposición un espacio que los acoge para organizar sus jornadas de programación y sus eventos, para desde allí “armarse†con amor para desde el amor apuntalar a las comunidades en lo espiritual. No importa si para llegar hasta ellas haya que ser “magosâ€, tampoco necesitan que nos castigue un huracán para dar aliento, para levantar techos si es necesario. Por ello la AHS ha alcanzado tanto reconocimiento social.

«Al mismo tiempo, la CJC ha sido el espacio para crear, discutir, intercambiar; para reflexionar sobre el arte y la cultura, para no perder ese sentido de ojo crítico que nos debe distinguir. 

«Lejos estamos de sentirnos satisfechos. Sabemos que entre todos se puede, como dice el poeta, empujar más al país».

—¿Cuál es el mayor reto que enfrentará la AHS de ahora en lo adelante?

—La Asociación tiene que hallar el modo de conectarse aún más con las nuevas generaciones, de cautivarlas, de hacerlas sentir orgullosas de sus raíces y de sus tradiciones, y, a la vez, lograr que se les infle el pecho cuando vean a sus contemporáneos gestando un arte verdadero, auténtico, capaz de emocionarlos y de transformarlos en mejores seres humanos.

«Y todo ello sin renunciar a ser vanguardia; que sus integrantes continúen marcando una pauta, una diferencia. Y ello será cada vez más posible en la misma medida en que sostengamos un diálogo serio, constante, y nunca complaciente —incluso aunque esto no sea cómodo— con las instituciones. Como la organización de creadores que somos, nos toca participar activamente de esa política cultural, inclusiva y martiana, de la Revolución, y no pasar por alto que nos asiste la responsabilidad de una mirada crítica, en términos cualitativos, de los procesos culturales para atajar cualquier tipo de distorsiones en su aplicación. 

«La Asociación les será más provechosa a los creadores en la medida en que los acompañe. Y deberá ser eternamente joven sin perder la memoria, sin olvidar de dónde venimos, para no errar en el camino. Sobre todo en un contexto en el cual se ha puesto de moda no pensar y en el que han ganado espacio significativo la bobería, la vulgaridad, el mal gusto… como resultado de la globalización de las culturas y las conciencias con el fin de hacer desaparecer las identidades de los pueblos. Por esa razón es tan esencial el quehacer de la AHS, desde la responsabilidad, el compromiso y el amor».

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