El Apóstol volvió a inspirar a la generación más joven de artistas tuneros. A ser motivo, pretexto, a encontrar desde él ese lenguaje universal capaz de pensar y recrear la realidad toda. Esas ideas prevalecieron en la inauguración del III Salón 19 de Mayo, en la Casa Iberoamericana de la Décima.
Se trata de un homenaje de la Brigada de Instructores de Arte José Martí al Héroe Nacional de Cuba. Su cosmovisión personal del héroe, poeta y amigo, es la que cada artista plasma en su obra, logrando que confluyan en ellas diversos soportes y técnicas.
Podemos ver, por ejemplo, obras como “Cultivo una rosa blanca”, de Alfredo Rivas Pérez, mención del jurado de la Brigada José Martí; donde se utilizan colores vivos y fuertes. En otras el color se diluye, seopaca y el diálogo entre el espectador y la obra se torna íntimo. De estos recursos expresivos se adueñó Yahiron Villalobos en su muestra “Solo va al alma lo que es del alma”, premio especial del Consejo de las Artes Plásticas.
No importa la técnica o el color, la aproximación al Maestro desde el respeto, el homenaje, y sobre todo, desde la interpretación y vigencia de su legado, es lo esencial. Por eso otras obras premiadas fueron: Hijo mío, de Fernando Estrada, Puede ser el Sol, de Danilo Concepción y la pieza Corazón de infante, del artista Baire Cartaya.
Todo ello demostró que el III Salón, además de homenajear a Martí se erige como espacio del buen hacer de los jóvenes del patio en el panorama de las artes.
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