Alicia ya no viaja por un mundo de maravillas. Ahora de la mano del joven actor y director Yosmel López Ortiz, le toca acercarse a unos infantes que conviven en soledad real, para conocerlos, entender cómo piensan y reflexionar. Esa es la propuesta de la obra Niños de Papel que retorna al escenario del Teatro Guiñol de Guantánamo con su versión más acabada.
El espectáculofue resultado de la beca de creación El Reino de este Mundo dela AHS paraestimular la creación artÃstica de miembros en la organización y está basado en cuentos del libro “Los gnomos están tristesâ€, del escritor guantanamero Eldys Baratute Benavides.
La pieza que deviene una apuesta experimental en la forma de hacer teatro para niños, muestra al público la fragilidad de cada menor ante situaciones de violencia familiar, a partir de la visión y narración de los propios pequeños: el divorcio, la discriminación, las diferencias, la vida, la enfermedad y la muerte; todo a través de cinco tÃteres, cuatro actores, sonidos y música en vivo.
Durante 40 minutos, transcurre la trama, que se da el lujo de usar un tempo lento, distinto al que normalmente se utiliza para este público, acostumbrado a cosas hilarantes y con ritmo rápido, porque se presume que no pueden asimilar algo más intencional. Y no desacierta este elenco pues logra mantener expectante a la audiencia en cada escena.
Para captar más la atención y lograr el acercamiento de los espectadores a las problemáticas expuestas, la obra está pensada como teatro de cámara, con menos de dos metros de distancia entre el auditorio y los actores, algo primordial para lograr transmitir la carga de emotividad presente en los movimientos, la respiración, la luz y los efectos.
 Se trata de mostrar la reacción de algunos menores ante ciertas acciones de los adultos, al negarles por ejemplo, tener un perro y no explicarles por qué; al descuidarlos y pensar en divertirse solamente, entre otros casos. Para descubrir esa realidad, Alicia es la guÃa, y el medio unos espejuelos mágicos, según explica Yosmel López.
Se trata pues de un espectáculo pensado para niños mayores de cinco años, pero sobre todo para las familias, quienes deberán revisar a lo interno sus relaciones y dinámicas, desde otra perspectiva, la que surge al observar a través de los gafas de Alicia, estas historias de papel.
Para complementar la llegada del mensaje, la pieza no cierra con la caÃda del telón, entonces llega la segunda parte del proceso creativo: la retroalimentación con el público para saber sus opiniones e interpretaciones, incluso por medio del dibujo. Con esos criterios toca perfeccionar lo hecho y de paso, verificar si la lección fue asimilada.
Niños de…, continúa la lÃnea de la obra Una luna entre dos casas, que en 2016 fue premiada en el Festival Máscaras de Caoba por aludir a cuestiones como el aislamiento y la incomunicación en la niñez, con similar técnica de animación y pocos recursos escenográficos, en un diseño elemental, concreto que muestra lo imprescindible para transmitir la enseñanza.
Bien lo dice Alba Babastro Noris, especialista en teatro del Consejo de Artes Escénicas, con esta representación el elenco más joven del Teatro Guiñol sedimenta una poética propia, desde la vanguardia de la AHS, con una estética renovadora en materia de escenografÃa y en la viveza de los muñecos, que apuesta por el abordaje más profundo y filosófico de temas que contribuyen al crecimiento espiritual de la población. Ojalá lo sigan haciendo.
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