No solo es privilegiada Matanzas por la belleza natural de su bahía de bolsa y del Valle de Yumurí, ni por la elegancia de sus puentes. El entorno cultural de la ciudad ha sido para muchos también un atractivo singular cuando a música se hace referencia. Si bien la ciudad se asocia tradicionalmente al cultivo de dos géneros musicales imprescindibles en la integración de la identidad nacional, dígase el danzón y la rumba, un acontecimiento por estos días demuestra la existencia de otras sonoridades que no precisamente han distinguido la matanceridad.
Se trata de la creación del evento Matanzas Jazz, que en su segunda edición mostró con solidez el deseo de preservar y desarrollar el jazz en el territorio. Durante cuatro jornadas, del 19 al 22 de abril la Sala White acogió a parte del talento local y a reconocidos artistas de todo el país.
Auspiciado por la sede de la Uneac, la Empresa de la Música Rafael Somavilla y la Dirección de Cultura Provincial, el evento convocó a una serie de conciertos que se caracterizaron por ofrecer un amplio recorrido abarcando desde las enigmáticas instituciones culturales de rumba y música coral, como lo son Afrocuba, Muñequitos de Matanzas y el Coro de Cámara dirigido por José Antonio Méndez, hasta las más diversas corrientes y estéticas de jazz.
Presidido por Miguel Ángel Rodríguez Zulueta “Miguelón” y también a cargo de la directora de la Sala de Conciertos, Leydet Garlobo González desde un inicio se proyectó nombrar al festival Matanzas Jazz, precisamente para que el sello distintivo fuese el talento jazzístico matancero. En ese sentido fue notable la presencia de la agrupación Mestizaje que dirigida por Miguelón brindó dos conciertos en los cuales se rodeó de importantes figuras de la escena del jazz como lo son Alejandro Falcón, Roger Reina y Dayron Oneyl Peña. Además, el formato acompañó a los amantes de la improvisación durante un jam session realizado en El Patio de la AHS.
Vale reconocer el esfuerzo realizado para incorporar al ambiente cultural de la ciudad dos grandes formatos de jazz. Por una parte reintegrar la Jazz Band Casino Bellamar, dirigida por Sergio Pichardo, trompetista fundador de importantes agrupaciones de música popular y constituida por jóvenes talentos. Por otra, la Jazz Band Swing Cubano, bajo la dirección del trombonista fundador de Irakere, Bruno Villalonga. Este formato lo integran en su mayoría estudiantes de nivel elemental y nivel medio, con un sorprendente trabajo técnico e interpretativo. Una excelente selección de repertorio y arreglos, unido a la experiencia de sus directores, identifica a ambas orquestas como imprescindibles para la formación de las nuevas generaciones.
Promoviendo nuevas producciones fonográficas fue una grata sorpresa recibir nuevamente en casa al pianista Alejandro Falcón y al percusionista Marcos Morales. Mi monte espiritual tiene por título el último disco de Falcón, que se define por una sonoridad basada sólidamente en la cultura musical yoruba, bantú, abakuá y arará. Marcos Morales, ganador de las dos últimas ediciones del concurso Jójazz, regaló al público temas que formarán parte de su próximo disco, entre ellos Spectrum y La fiesta de los infelices.
Por primera vez Ákana asistió a Matanzas y defendió una propuesta original. Esta es una agrupación proveniente de Santiago de Cuba, que explota los recursos que les brinda la tradición afrocaribeña y se ha nutrido del ambiente cultural de Trinidad y La Habana para conformar su música.
Un invitado muy especial se dio cita en cada jornada, el maestro Bobby Carcassés, quien regaló en los conciertos parte de su carisma y sensibilidad al interpretar temas de su autoría y otros que se han convertido en íconos del jazz internacional como Caravana de Duke Ellington. Su concepción filosófica respecto a la música y su integralidad como artista también se hizo manifiesta en la sala de conciertos gracias a una performance que realizó y a la muestra de algunos de sus trabajos pictóricos.
Para completar el elenco artístico presente en el programa de Matanzas Jazz, jóvenes pero ya consagradas figuras dentro del género musical ofrecieron también su arte, entre ellos William Roblejo, Janio Abreu y Albertico Lescay. En una amplia variedad de estéticas del jazz en amalgama con elementos de otros géneros como el danzón o la música andina, Ruy López Nussa se hizo acompañar por La Academia, integrada por músicos excepcionales como lo son el percusionista Octavio Rodríguez, el pianista Harold Charón y los trompetistas Roberto García y Maykel González.
En palabras de Leydet Garlobo: “En Matanzas existe un gran potencial del talento jazzístico. Cuando observamos las estadísticas anuales se realizan en nuestra sala entre 12 y 15 conciertos de jazz. Por ello, primeramente se pensó en crear un jornada en la cual se pudiese invitar a los artistas matanceros y figuras de carácter nacional que compartieran con estos y que el público tuviese la posibilidad de apreciarlos en vivo.”
Uno de los logros fundamentales del Matanzas Jazz fue caracterizar un espacio para el público seguidor del género, lo cual se evidenció en una favorable acogida. Debido a que los músicos matanceros de la diáspora han conocido sobre el evento, a través de las redes sociales han solicitado participar. Actualmente existe el interés de otorgar a Matanzas Jazz un carácter internacional, por lo que ya se gestionan los permisos legales. Solo nos resta felicitar y exhortar al comité organizador para que en próximas ediciones el buen jazz siga creciendo e inundando la mágica energía de la Atenas.
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