Cuando los sonidos del día anuncien el amanecer del primero de febrero, La Habana tendrá insospechados colores, voces nuevas, ocasos especiales. Todo se volverá oxígeno en la ciudad maravilla: la 27 Feria Internacional del Libro de la Habana regresa a la capital para trazar, una vez más, el rumbo al pleno goce literario. Con sede habitual en el complejo Morro-Cabaña, la Feria le dedica sus espacios a un país milenario: la República Popular China, y a uno de los hombres que cuenta la historia con la pasión de los grandes, el doctor Eusebio Lear Spengler.
Solo distan dos semanas para su inicio, y ya las editoriales de Cuba preparan sus títulos que pondrán en los diferentes stands a disposición del público cubano y extranjero. El sitio digital Cubaliteraria, que de igual manera se suma a las actividades de la Feria, anuncia desde ya algunas propuestas.
Con cerca de 3000 títulos publicados, la editorial Letras Cubanas tiene a su cargo la ardua empresa de promover la cultura a través de un catálogo amplio que permite el conocimiento del arte y la literatura en Cuba. Para la FILCuba 2018 la editorial tiene propuestas novedosas y una de las premiaciones más esperadas, cuanto más polémicas de la Feria, el Premio Alejo Carpentier en ensayo, cuento y novela.
Entre las ediciones de poesía podremos encontrar:
Awanilé, Soleida Ríos: Con un beso que enlaza la cultura grecolatina y la cultura africana despierta el libro. Su performance inicial, la moyugba con la cual se asiste el adivino o el griot, o la invocación grecolatina donde el poeta presta su boca para que los dioses canten, anuncia su intención de ser lengua de pájaro, palma, tambor, sangre, ciudad, sabana, historia. Todo.
La estación del año, Rito Ramón Aroche: En esta estación del año acudimos, ante todo, a un ritual, uno más que afirma y devuelve a Rito al epicentro de su búsqueda: la poesía como signo de reconstitución, como anclaje y trasfondo de la apariencia.
Arte arcaico, Alex Pausides: Escritos entre veintiún y veinticuatro años, los textos de Arte Arcaico ya auguraban la fina y profunda sensibilidad de este poeta, quien desde temprano era capaz de crear un paisaje simbólico dentro de otro paisaje.
El libro de los discursos, Roberto Manzano: Texto lírico que reúne veintitrés alegatos de personajes míticos e históricos. Cada uno de ellos es un diálogo con el destino desde un sujeto de cultura, desde una voz incambiable del sistema civilizatorio humano.
Óxido, Yanier H. Palao: Y al final, quienes leerán serán parte de esos mismos que luchan con la soledad y el amor, con la ciudad derruida y los sueños, con el polvo de los edificios construyendo otras ciudades de polvo y luz, con los escondrijos junto al mar para intentar salvar un trozo de vida o fe, con la historia reescrita de los mambises, con sus miedos que son tuyos, y nuestros, y de todos…
Península de Hicacos, Ángela de Mela: (…) podemos hablar, en este caso, de una mirada neobarroca, presente no solo en Lezama, sino además en alguna medida en Eliseo Diego y en grandes proporciones en Alejo Carpentier, por citar solo nombres capitales de las letras hispanoamericanas.
Del cotidiano vacío, Clara Lecuona: Entre el decir sentencioso y el sentir desgarrado se equilibra la voz de estos poemas, que son pensamiento, evocación, fábula, adivinanza. Forzar la realidad para hacer de ella recuerdos; recuerdos del futuro inconcluso, parece el empeño de las mejores piezas de este libro con fe minimalista, tanto en sus ideas como en el lenguaje.
Entre los títulos de Colección La Novela:
Mañana es navidad, Sindo Pacheco: Sindo Pacheco nos ha dado una pieza maestra, con suaves, discretos toques de ironía, y hasta una sutil y delicada ingenuidad, dentro de un ritmo constante, que no decae, y cuyos motivos entran en tiempo, una especie de sonata, sin allegro, pero con un largo, larguísimo adagio, y con un cierre impetuoso, de mucha actividad, que libera al relato de la sombría tesitura inicial.
Los hermanísimos, William Gálvez: Con un buen enemigo de lo inconcluso, Gálvez Rodríguez retoma su relación, emprendida en su libro La primera dama, de los turbios e ignominiosos personajes y acontecimientos que bulleron en el acontecer cotidiano de la nación cubana durante la llamada república neocolonial.
Para la Colección El Cuento lo novedoso será:
Sin monedas para el barquero, Rodolfo Zamora Rielo: Es perpetuo el deambular del escritor acosado por sus ansias y titubeos; recorre las múltiples estancias de su hogar, su ciudad, su propia mente frágil y sedienta de cuanta fuente de fábula brote a su paso febril.
Tres toques mágicos, antología de la minificción, Saturnino Rodríguez, comp.: Más de un centenar de autores reúne este volumen. Casi cuatrocientos textos. Tal osadía en mezcolanza de épocas y poéticas se antoja solo posible y permisible en una antología de minificción.
La Colección Ensayo:
Poética de los altares, Nancy Morejón: Este título recoge varias piezas –ensayos breves, discurso, viñeta y semblanzas- escritas por Nancy Morejón a lo largo de varias décadas, consagradas a la importancia del componente africano en la cartografía étnico-cultural cubana, caribeña y americana, junto a otros textos de código muy personal que destilan alianzas y homenaje.
Colección Pinos Nuevos:
Erosiones, Milho Montenegro: Milho Montenegro trae entre las manos un pájaro que sangra. Con semejante carga aprende a lidiar con el silencio y el grito. Son estos textos una casa a la que no es posible volver pero que, no obstante, el poeta defiende con asombrosa dignidad. Montenegro convierte estos poemas en animales que ya no se resisten para que el rastro de su herida no incite a los perros. Busca oras estrategias releyendo la historia y la literatura universales, a la par que se ciñe a la tierra y reescribe los diálogos que necesita la poesía contemporánea, tan colmada de monólogos.
Patria es cubanidad, Jorge Hérnández Álvarez: Profundo conocedor de su pueblo, ideólogo consagrado, imprescindible por su aporte a la conformación de la identidad de Cuba, José Martí no solo soñó una República Cordial «con todos y para el bien de todos»: el Maestro, a partir de su misión de unidad y en su urgente labor en pos del advenimiento definitivo de un estado-nación cubano independiente, contribuyó a la forja de un notable arquetipo al cual se avizoró como protagonista permanente de nuestro proceso identitario.
Se presentarán también los libros que resultaron ganadores en el Premios Alejo Carpentier y Nicolás Guillén del 2017:
Caballo con arzones, Ahmel Echevarría: Una pregunta o el punto de ignición de una singular historia de amor: «¿Cuál es la noción del mundo de una mujer?». Es La Percanta, protagonista de esta novela, quien (se) pregunta. Ella –blanca, joven, divorciada, madre de dos hijos, artista visual- para responderse inventa no solo la voz de un hombre –joven, negro, soltero, sin hijos-, también su entorno familiar.
Plácido y el laberinto de la Ilustración, Roberto Méndez Martínez: Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) es una de las figuras fundamentales del romanticismo en Cuba. Sin embargo, solo una parte mínima de su poesía es conocida y divulgada. Durante más de un siglo la crítica en sus incorrecciones formales y extravagancias, sin atender al modo singular en que el escritor pudo forjarse una voz propia a partir de la imitación, el pastiche, la parodia y, en último caso, de la apropiación de una cultura a la que subvirtió de manera provocadora, tanto, que llegó a costarle su propia vida.
País de la siguaraya, Jamila Medina: País de la siguaraya ancla lo existencial a lo cotidiano. Jamila Medina Ríos poetiza la historia de nuestros márgenes regalándonos una relectura del ser nacional. Logra volver arcilla real las angustias inefables de los habitantes de un país que resulta, por turnos, conocido y misterioso.
Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar:
Viento del Neva, de Rafael de Águila y otras narraciones: Sobre el relato que mereció el decimosexto Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar, «Viento del Neva», del cubano Rafael de Águila, el jurado destacó en su Acta que se lo otorgó por unanimidad, ya que le texto posee «el poder de llevar a rango literario un problema acaso superado en la actualidad pero siempre vigente y la peculiar manera de asumir la intertextualidad como hilo conductor de un discurso hilvanado con eficacia y un alto nivel escritural».
¡Sean entonces bienvenidos estos títulos!
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