La trigésimo novena edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano se despidió de invitados y público, luego de casi diez días de proyecciones cinematográficas, conferencias, conciertos y encuentros literarios, asociados a esta jornada.
El cine latinoamericano llegó a Cuba para dialogar con las realidades de nuestro continente, cómo vivirlas y enfrentarlas, haciendo frente a las contradicciones económicas que se imponen como principal obstáculo de la materialización de un proyecto.
Los intercambios entre realizadores, guionistas, actores y especialistas reflexionaron sobre conflictos generados por la violencia, la marginalidad, la corrupción, la criminalidad, los conflictos familiares y de género, pero también destacó las culturas, tradiciones y belleza latinoamericanas.
Los más de 30 Premios Colares entregados fueron muestra precisamente de esas capacidades artísticas en las diferentes manifestaciones.
Zama, de la directora argentina Lucrecia Martel, fue el filme más laureado al obtener el Coral a la Mejor Dirección, Dirección Artística, Sonido y el premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (Fipresci).
Del mismo país, como mejor largometraje de ficción fue premiada la película de Anahí Berneri, Alanis y la protagonista, Sofía Gala, recibió el premio de Actuación femenina.
La cinta chilena Una mujer fantástica de Sebastián Lelio recibió el premio especial del jurado en ficción y la actriz Daniela Vega, protagonista en el filme, alcanzó el máximo reconocimiento por su actuación; mientras Jean Jean, protagonista de la dominicana Carpinteros, fue premiado al mejor intérprete masculino.
El lauro de Guión correspondió a Pablo Giorgelli y María Laura Gargarella, por la argentina Invisible; el de Edición a la realizadora mexicana María Novaro por Tesoros; el de Fotografía a su compatriota María Secco por Restos de viento y el de Música Original al brasileño O. Grivo, por Joaquim.
En Ópera Prima resultó ganadora La novia del desierto, de Valeria Pivato y María Cecilia Atán y el premio especial del jurado en esta categoría fue para Matar a Jesús, de Laura Mora
En tanto el premio especial del jurado de animación fue para el cortometraje Los dos príncipes, de Yemelí Cruz y Adanoe Lima; el de Cortometraje de Ficción fue para Genaro, de los colombianos Andres Porras y Jesús Reyes; y la cubana Sergio & Serguéi, de Ernesto Daranas se quedó con el premio del público.
Sergio & Serguéi, ficción y realidad
Ernesto Daranas, director de reconocidos largometrajes como Los dioses rotos y Conducta, volvió a cautivar al público cubano y extranjero visitante del festival, ahora con el filme Sergio & Serguéi, un auténtico espectáculo cinematográfico que ha demostrado la capacidad creativa del director y establece un diálogo “cósmico” con el espectador.
El filme contó con el apoyo de RTV Comercial y las actuaciones de Héctor Noa , Tomás Cao y la actuación especial del actor estadounidense Ron Perlman, quienes interpretan a un ruso, un cubano y un norteamericano; jugando un poco con los populares cuentos que destacan la vis cómica del cubano ante complejas situaciones.
El trabajo, según explicó su director, requirió de un fuerte proceso de posproducción que contó con el pleno apoyo de la productora española Mediapro. Los problemas técnicos sin embargo, no redujeron el proyecto ni el resultado final. Por el contrario, la fotografía es un elemento notable y la realización mostró con elegancia que en Cuba sí se pueden hacer películas de ficción, se pueden hacer historias del espacio.
Para los actores la filmación supuso también de mucho sacrificio y paciencia. Para Héctor Noas fueron seis meses de intenso trabajo, reconocimiento del personaje y mucho estudio para lograr perfección en el acento del idioma ruso.
El filme cuenta una historia que, según comentó Daranas, conocía desde hace un tiempo y le venía rondando en la cabeza. El filme nos hace sentir nostalgia, risas, recuerdos de un período complejo de la historia de Cuba y reflexiona sobre realidades sociales y políticas que coinciden pese a estar en contextos distintos.
El realizador expone sutilmente la crisis económica que trajo el período especial y el choque que produjo para Cuba la desaparición de la Unión Soviética, pero más que la depresión y precariedad del momento, apuesta por los valores humanos y la amistad.
La participación de Ron Perlman fue un orgullo para el equipo y para el propio actor, quien manifestó sentirse satisfecho por participar en un proyecto cubano, pese a las restricciones impuestas en su país y los cientos de permisos que tuvo que solicitar para llegar a La Habana.
Perlman, quien también se convirtió en productor de la película, lamentó el retroceso en las relaciones entre ambos países y comentó que la película es una muestra de lo mucho que se puede hacer desde el terreno profesional.
Asimismo, reconoció el trabajo del equipo porque demostraron el amor por el séptimo arte, los deseos de hacer pese a las limitaciones que genera el embargo, el entusiasmo y la visión cinematográfica.
Cine alemán en pantalla cubana
El espacio para otras latitudes también tuvo lugar este año. El cine alemán fue una de las mejores propuestas y de las más seguidas por el público. Una de las ofertas fue el filme Der junge Karl Marx (El joven Karl Marx), del director Raoul Peck, en el cual se expone un reflejo de la vida de Marx y Engels, en un escenario complejo para la Europa del siglo XIX.
Defensores del movimiento obrero, Engels ofrece a Marx la visión necesaria para afianzar su pensamiento en un mundo acostumbrado a la precariedad laboral, y brindan así una nueva visión del trabajo.
En el filme, estas dos figuras del proletariado mundial organizan el movimiento revolucionario forjando así los instrumentos teóricos para independizar, mucho más allá de las fronteras de Europa, a los pueblos oprimidos del mundo.
Yo y Kaminski, del director Wolfgang Becker, fue otra de las buenas alemanas. El director vuelve a trabajar con el actor germano Daniel Brühl, luego de su trabajo en conjunto en la cinta Good bye, Lenin.
La película narra la historia del crítico de arte Sebastian Zöllner, quien persigue el sueño de escribir un libro sobre el importante pintor Manuel Kaminski, quien fuera amigo de Pablo Picasso.
La historia narra los deseos del joven escritor por revelar los misterios ocultos sobre la pérdida de visión del pintor y devolverle el reconocimiento del público, sin embargo en sus pretensiones se convierten en amigos, ayudándolo a reencontrarse con el amor juvenil del longevo artista.
Lugar para la salsa
Entre las personalidades reconocidas que llegaron a la isla durante el Festival estuvo también el cantante español Diego El Cigala con el documental Indestructible, el alma de la salsa.
Dirigido por el realizador David Pareja, graduado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Indestructible… recorre la historia de grupos y artistas cuya trayectoria resume diferentes etapas de la evolución de la salsa y la música popular latinoamericana.
En conferencia de prensa, El Cigala se manifestó admirador y conocedor de la música cubana tras haber compartido escenario con músicos del patio como Omara Portuondo y Bebo Valdés. El cantautor expresó la inmortalidad de la salsa, al ser un género identificativo del pueblo latinoamericano.
“La cultura que genera es muy parecida al mundo del flamenco, al mundo gitano. Por eso también me inspiré a realizar esta obra que me trae a Cuba de regreso y que fue un aprendizaje total, un proyecto laborioso en el que no he dejado de aprender y gozar”, comentó.
Con semejantes propuestas la cita cinematográfica volvió a brillar. La Habana fue una gran pantalla. El cine fue parte del diálogo, la polémica, la crítica del mundo y las sociedades modernas. Los objetivos iniciales, sin dudas, fueron más allá de las previsiones. En las muestras destacaron la calidad de la cinematografía latinoamericana que, aunque tiene carestías y limitaciones propias del desarrollo desigual de nuestra región, proyecta una visión innovadora y grandes talentos.
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