Los inicios del movimiento de la nueva trova en Camagüey, así como la creación del Grupo Canto Libre y de su impronta musical en las nuevas generaciones de artistas, fueron propuestas intensas y bien acogidas por los participantes de la V Edición del Festival de Trova, Canto Adentro, que lidera la Asociación Hermanos Saíz (AHS), en esta ciudad.
La reveladora investigación defendida por la máster en Cultura Latinoamericana Ángela María Benítez Quevedo, Oralidad, memoria y tradición en las canciones de la Nueva Trova camagüeyana, discursó sobre los inicios de este movimiento que resultó genuino, en la extensa llanura del Camagüey, durante el decenio entre los años ’70 hasta el ’80.
“Este movimiento aglutinó a jóvenes que luego pasarían a la historia como los iniciadores de la Nueva Trova dentro de la ciudad de Camagüey. Sus autores e intérpretes -reflexionó la experta- no escaparon a ese gran movimiento que se consolidaba en el país”.
La también vicepresidenta de la Sociedad Cultural José Martí, María Benítez Quevedo, comentó que a tono con el desarrollo de la época y en los albores de la década del 70 se produjo el nacimiento de la Nueva Trova en esta ciudad:“nació con sus singularidades bien definidas, pero de forma similar a como ocurrió en otras ciudades, como La Habana, Cienfuegos, Santiago de Cuba, porque la trova desde sus inicios fue cronista de su época; una manera de hacer música que narró la realidad circundante”.
El movimiento de la Nueva Trova en Camagüey -valoró- posee una importante obra musical, creada esencialmente en el período comprendido entre los años l970 y 1980, “la cual poseía un estilo y características bien definidas, que se diferenciaban entre sí y de otras figuras ya establecidas en aquel entonces, en el país”.
“En los centros de estudios tuvo su caldo de cultivo más importante”, reveló, sin minimizar otros escenarios como los centros de trabajo y las tertulias en los círculos literarios de aquel momento de pura creación.
Resaltó además que la figura principal en el surgimiento de la Nueva trova en Camagüey fue Miguel Escalona, fallecido el 6 de octubre de 2001, -al que Silvio Rodríguez catalogó como el más contestario de su época-, el cual atrajo y unió a su alrededor a otras figuras como Saulo Antonio Fernández, Rolando Montes de Oca, Rafael de la Torre, Heriberto Reynoso, Mario Ayoub, entre otros exponentes.
“Aquel grupo de hacedores -valoró- ya fuera como solistas o en agrupaciones, amenizaban actividades y espectáculos de todo el territorio, a través de los cuales también se daban a conocer, además de su presencia en múltiples programas de radio y de televisión”.
Alertó la investigadora, ante la presencia de trovadores de varias regiones del país, que los jóvenes de entonces “dejaron una importante obra que corre peligro de perderse por diversas razones, entre ellas la no existencia de grabaciones”, al tiempo que insistió, “constituye un desafió y una responsabilidad rescatarla y conservarla por ser parte del patrimonio cultural de la región y nación cubana”, acentuó.
Benítez, quién actualmente funge como investigadora del Centro de estudio Nicolás Guillén, de esta ciudad, confirmó que múltiples fueron los temas que reflejaron en su prolífera obra colectiva, integrada por más de 200 piezas musicales. “En los comienzos de la década del 70, Miguel Escalona Robaina, entonces actor del Teatro Guiñol de Camagüey, comenzaba a desarrollar su labor como trovador, marcado por canciones de alto nivel poético como Esa Mujer, A la Puerta de mi Casa, Canción del 11 de Mayo; dedicada a rememorar la caída en combate del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz.
Alrededor de Escalona -explicó- se sumaron otros noveles con inquietudes artísticas. Componían canciones con textos de gran rigor y de presupuestos estéticos que formaban parte del quehacer de la Nueva Trova. “El amor -aseveró- junto a otros aspectos de la realidad nacional, como la racialidad; la figura del negro, los enfoques de género, el canto permanente a los héroes y heroínas, y mártires de la patria, los movimientos estremecedores de América Latina posibilitaron una defensa permanente de la identidad cultural cubana y de los valores de la cultura latinoamericana”, subrayó la experta.
Reveló como la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz -entonces Centro Universitario de Camagüey- constituyó un importante polo de la actividad de la nueva trova al nuclear fundadores de una poética martiana.
“Sus obras trascienden -aseguró la especialista- porque revelaron un patrimonio tangible e intangible de su entorno; un verdadero registro del patrimonio natural y cultural de su momento histórico; una herencia y fuente viva de la nación”, ratificó.
Su diversidad profesional -dijo- al ser físicos, matemáticos, filósofos, filólogos…, les permitió mantener un muy amplio registro y enfoques en sus creaciones. “Detrás de cada texto -afirmó- hay un exhaustivo conocimiento universal, una relación incuestionable con Martí y su obra, y con literatos universales”.
Recordó que durante los días 27 y 28 de febrero, y primero de marzo de 1974 la Nueva Trova en Camagüey fue eje central de una cantata que se organizó en el Teatro Principal de esta ciudad con motivo del centenario de la caída en combate del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes. “Los trovadores compusieron -significó- unas seis canciones sobre diversos aspectos de la personalidad de Céspedes y en el montaje del espectáculo participaron el coro y el ballet de Camagüey, el grupo Girón, bailarines y músicos del conjunto folklórico”.
Su impronta fue más allá de espectáculos -expresó- porque su obra se convertiría en puntal para la defensa de la identidad camagüeyana y cubana, en defensa de los valores más genuinos y tradiciones de la nación.
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.