Los hilos de la vida

¿Cuántos detalles dejamos pasar por alto mientras vivimos solo pesando en la muerte? Esa pregunta entra y sale de nuestras mentes mientras vemos a los cuerpos volar en el mundo surrealista inventado por Julio César Iglesias en Invisible Wires. Esta es la producción de La Macana estrenada en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso los días 28, 29 y 30 de julio últimos.

Su coreógrafo nos provoca. Incita a gritar nuestros más íntimos miedos. A exponerlos públicamente en un constante ir y venir de sensaciones que te hacen elevar por el aire junto a los bailarines. No existen límites para la imaginación de los seres que ven más allá de todo lo que dicta la racionalidad. En esta propuesta danzaria nos enfrentamos a lo que muchos conocen pero a su vezniegan. Su creador nos coloca frente al rostro la verdad más absoluta que podríamos imaginar: el hoy termina pronto.

La propuesta de La Macana es motivo para que reflexionemos y nos demos cuenta de que sentir las grandes pasiones nos convierten en humanos. No sentirlas es la frontera que nos separa de los animales irracionales. Podremos vivir enajenados de este mundo si no somos capaces de sentir en cada pequeño detalle lo que misteriosamente nos regala la vida. Dura realidad pero tan cierta como que nuestra mente, aún después de muertos, sigue funcionando unos cuantos minutos.

Música en vivo y cinco cuerpos danzantes nos convierten en cómplices de una historia sobre la vida y la muerte. Podremos saber de las pasiones más intimas o las verdades más certeras. En ellos veremos reflejadas nuestras vidas y sentir que allí, sobre el escenario, somos nosotros quienes hablamos frente al micrófono, gritando las desdichas humanas o el miedo a no volver jamás. Así de intenso puede ser el trabajo de quienes asumieron el reto de regalarle a esta Habana la oportunidad de cabalgar disparatadamente en los recuerdos fragmentados de aquellos personajes atormentados.

Invisible wiresnos deja en esta ciudad el sabor agridulce de haber vivido una experiencia irrepetible. Su director supo muy bien manipular las emociones y sembrar en nuestras mentes la semilla que deberá germinar para que lleguemos a amar la vida. Mientras tanto estas almas, danzantes, seguirán contorsionándose en el escenario que día a día construimos con nuestras propias plegarias, esperando a que llegue ese segundo que pone punto final a nuestra existencia.

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