La poesÃa fue definitivamente otra a través de tu pluma. Aquellos que antes eran desposeÃdos de sus más elementales derechos encontraron en tu lÃrica un resguardo. La voz de los negros, los obreros, los pobres era al fin redimida. Fuiste tú, Nicolás, quien supo ponerle ritmo a esas palabras que desde el barracón nuestros abuelos, blancos y negros, una vez mezclaron. Viste más allá del horizonte. Supiste saltar las barreras que el color de tu piel nos imponÃa, alejándonos del tremebundo pánico a lo diferente. Todas las flores de abril, Nicolás, no son suficientes para recordarte. Por eso quiero imaginar que andas aún por el mar de las Antillas, timoneando aquel barco de papel, que anda y anda y que en cada puerto montas a los que como tú desean el amor. ¿Acaso llevas tu guitarra de trovador? ¿Te acompaña aquella palma que nació en el patio, sola?
Tu poesÃa, ni blanca ni negra sino cubana, sigue siendo el paradigma para conocernos como nación. Para ir a la raÃz de nuestra cultura. Por eso hoy desempolvo tus recuerdos, para que donde quiera que estés, sepas lo que significa tu legado. Eres ese hombre que llegó a esta ciudad un dÃa en busca de sueños y multiplicó las voces de aquellos que necesitaban tener todo el mundo en sus manos.
Un hombre como tú, Nicolás, no debió marcharse nunca de esta tierra. Porque la vida es demasiado corta como para malgastarla con despedidas. Por eso hoy, a 115 años de tu natalicio, recuerdo tus versos, tu voz grave, tu cadencia al hablar. SerÃa justo en este instante en el que mirarÃas a tu alrededor para ver todas las murallas que hace falta abrir, las nuevas justicias por las que luchar, los sueños que se transforman en conquistas.
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.