Santiago es plaza fuerte de poetas

bo irme corriendoâ€, fueron las últimas palabras de Rodolfo antes de irse este 21 de abril para la Feria del Libro. Num3rales, segundo poemario de este joven poeta, se presentaba a las 6:00 p.m. en la Sala de la Asociación Hermanos Saíz del Complejo Cultural Heredia, y el día 21 a las 2:30 p.m. en la Biblioteca Central de la Universidad de Oriente, sitio acogedor de innumerables literatos y de mucha historia, pues allí se conformó el Gobierno Revolucionario en enero de 1959.

Rodolfo Tamayo Castellanos (Bajo Asedio, Ediciones Santiago 2006), pidió un tiempo a la literatura para entrevistarse con nosotros y echar una mirada a su propia creación, con su hablar calmado y sus cabellos agrestes.

A propósito de Numerales, ¿profundizas en el mismo estilo de Bajo asedio o buscas otro?

«En cada libro busco un paradigma que lo haga diferente, no me parece bien que se vea como lo que quedó por decir del libro anterior, por eso estudio estéticas diferentes, además, cada uno responde a búsquedas, momentos y preocupaciones distintas, por eso trato de darles el aire bajo el cual fueron creados, espero que se mantenga así. Pienso que lo peor que le puede pasar a  un escritor es que su siguiente libro sea lo mismo o parecido al anterior. Aunque, a decir verdad, las enumeraciones forman parte de mi estilo
llamado básico, me va a costar algo de trabajo desprenderme».

¿Esas búsquedas se interesan más por los conceptos o por las formas, o no haces esa distinción?

Me gusta lo conceptual, pero lo primordial es la comunicación con el lector y que el texto diga y haga sentir algo, para mí la forma debe ser un soporte que ayude a ese decir, a esa comunicación. Las dos cosas deben ir de la mano. Ahora, si debo priorizar prefiero comunicar primero, hacer sentir algo: a favor o en contra.

Desde tu posición como autor, promotor, comunicador, estudioso y directivo, ¿cómo ves la poesía cubana actual, especialmente la joven?

Esa es la pregunta del millón, me parece que hay cierta dispersión y la gente se agarra de lo primero que ve o piensa que va a ser premiado o le gusta a determinado crítico o jurado, No generalizo, sería pecado hacerlo, pero es una tendencia que la gente no busque la permanencia del verso o un pensamiento en el lector.

Antiguamente podías preguntarle a alguien por el fragmento de tal o más cual poeta (por supuesto conocido); hoy muy pocos podrían citar, al menos apenas se oye citar a un poeta relativamente joven, los libros tienen sus quince minutos de fama y pasan al olvido o semiolvido; hay estantes completos de tal o más cual premio que nadie compra, pues les han perdido la fe.

Ahora la gente se preocupa mucho por publicar, y seguido. Pienso que debemos pasarnos (sobre todo los jóvenes), de ser posible, al menos dos años entre un libro y otro para madurar las ideas, la avalancha de publicaciones hace que no veas en el panorama salvo el tumulto en pugilato. Eso, nos falta acortar nuestras riendas, un poco de autocensura no estaría mal.

Tu propia definición de tus dos libros.

El primero fue una especie de descubrimiento. En broma digo, y tiene algo de verdad, que la mitad de las veces ni sabía lo que escribía, era una especie de sonido, de melodía como si hablaran al oído y sonaba bien. Tuvo mucho de ingenuidad y frescura al mismo tiempo.

No es que ahora sea muy cerebral, pero las cosas salen más pensadas y trabajadas. A veces extraño la espontaneidad de Bajo asedio, hay zonas que me siento incapaz de decirlas como aquel entonces. Para mí los libros son etapas, y ese, corresponde a un momento en el que creí que ese era el techo poético para mí, y en verdad lo era.

En cambio Numerales fue un volver a los orígenes, fue echarme abajo a mí mismo, pues lo primero que hice fueron enumeraciones, luego me subí el tren lírico discursivo de poemas de largo aliento, como en Bajo asedio, aquello fue contagioso pues sonaba bien, y ese era el peligro. Pensé que si volvía al inicio podría tomar un punto de partida y resultó, de ahí las enumeraciones de Numerales, su grito y marcha forzada. Es irónico, pues un libro de enumeraciones era incomible, así que tuve que bautizarlo con elementos discursivos de Bajo asedio para hacerlo potable.

Pienso que esta puede ser una línea que alumbre hacia mi voz definitiva, puede que no, pero algo de Numerales permanecerá con más fuerza que Bajo asedio, sobre todo la manera de pensar y abordar el poema. Ahora me toca derribarme una vez más para el tercero, veamos si es posible.

¿Y tus intenciones poéticas instintivas, o básicas; qué quieres, en principio, en tu poesía?

En primer lugar que me lean y de ser posible que a alguien le guste o recuerde al menos uno de mis versos. Lo principal es dejar una idea, un pensamiento en quienes me lean, que tengan que permanecer atentos al enfrentarse a mis libros. Quiero hacerlos pensar y de paso que sientan algo, ser recordado o no vendrá con el tiempo, si es que llega; lo que me impongo es trabajar lo mejor posible cada texto.

Tus paradigmas literarios, figuras o corrientes.

En un inicio la literatura latinoamericana, sobre todo el modo de tratar lo humano, de meter las manos en el miedo y el lodo. La francesa por lo sugerente y el poder de la imagen y el símbolo. Recientemente la literatura de habla inglesa por lo precisa y concisa, es un golpe seco y certero. En ocasiones hablamos mucho y ellos tienen el don de decir las cosas con una economía de recursos que espanta y da envidia. De la literatura asiática también hay que aprender, es una deuda pendiente.

¿Cuán tierra fértil es la sociedad cubana hoy para la creación poética?
Siempre lo ha sido. Santiago es plaza fuerte de poetas, la poesía está en todas partes por más difíciles y urbanos y posmodernos que sean los tiempos. Lo que sí creo es que no hemos sabido reflejar el lenguaje y la velocidad de la vida actual, hay algunas aproximaciones, pero falta hacer diana.

¿Te interesa circunscribir tu carrera solo a la creación poética?
Siempre he estado vinculado al mundo cultural, los poetas no sólo deben ir a tertulias literarias, siempre he realizado peñas en las que se funden varias manifestaciones, al graduarme me quedé en el Departamento de Extensión Universitaria a cargo de literatura, además de dar clases. Ahora he asumido la dirección de la Editorial Caserón, vamos a ver cómo me va.

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