Eduardo Sandoval: un trombonista agradecido

A sus treinta años, el trombonista Eduardo Sandoval despunta como un destacado intérprete de ese instrumento. En su currículo acumula experiencias muy diversas. Siendo aún un estudiante integró agrupaciones como la Banda Nacional de Concierto, la Big Band del maestro Giraldo Piloto y la agrupación Sexto Sentido.

Ha trabajado también con el maestro Bobby Carcassés y ha compartido escenario con la Big Band de Chico O’Farrill y con el Habana Jazz Colective de Yasek Manzano. Para él ha sido una gran suerte participar en producciones musicales de Los Van Van, Beatriz Márquez y Omara Portuondo.

«Desde que estudiaba en la escuela traté, con mucho ahínco, de hacerme notar con mi instrumento, por supuesto, sin meterme con nadie. Todavía estudio, busco información y pregunto bastante para poder tratar de tocar cada día un poco mejor y sentirme bien conmigo mismo. Parece que a las personas les ha gustado mi manera de tocar el trombón. Gracias a todo ese esfuerzo y sacrificio he logrado todas las cosas que hasta ahora tengo», dice Sandoval.

Eduardo fue uno de los jóvenes músicos cubanos invitado a participar en el Concierto Global All Star que tuvo lugar el domingo 30 de abril, a las cinco de la tarde, en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso en ocasión del Día Internacional del Jazz.

«Para mí este evento ha sido uno de los más importantes en los que he podido participar en mi carrera. Al pueblo cubano le hacía falta una celebración como esta porque vinieron grandes estrellas de todo el mundo. A muchos de esos músicos los he estudiado y jamás pensé en tener la suerte de tocar con ellos. El simple hecho de formar parte de los 28 artistas cubanos que participaron en el concierto fue un privilegio grandísimo. Los únicos jóvenes éramos Héctor Quintana y yo. El resto eran músicos consagrados», confiesa Sandoval quien se graduó de nivel medio en el Conservatorio Amadeo Roldán y, finalmente, egresó de la Universidad de las Artes.

Eduardo se siente deudor del destacado saxofonista Michel Herrera por haberlo invitado a tocar con su proyecto Joven Jazz. De igual manera, la AHS guarda un lugar muy especial en su corazón por el apoyo que le ha brindado en su desarrollo profesional.

«Gracias a la Asociación pude grabar mi primer disco titulado Caminos abiertos, con el que obtuve un Premio Cubadisco. Jamás pensé que iba tener ese premio y que además lo fuera a licenciar la disquera EGREM, la mejor de Cuba. Ya rodé mi primer video clip con el tema Rumbeando con Chano. El director fue Eduardo Rodríguez».

«La Presidencia de la AHS fue el motor impulsor de ese fonograma porque me dio el presupuesto inicial, me abrió un espacio de jazz en La Pérgola del Pabellón Cuba, no solo para mí sino para otros jóvenes de cualquier manifestación musical. Siempre le voy a estar enteramente agradecido por eso. Donde quiera que esté, lo digo. Soy una persona muy agradecida y no olvido al que me hace un bien», confiesa.

Fuera del marco de la AHS ¿Existen otros espacios para los jóvenes jazzistas cubanos?

Te diría que no. Tenemos el Club La Zorra y el Cuervo, el Jazz Café, y el Café Miramar pero a este último espacio no va nadie. Está descomercializado. No sé si por un problema de promoción, o de la ubicación tan distante. Ese lugar no cuenta. Es muy triste ir a tocar para una sola persona en un lugar tan bonito como ese. Tampoco hay mucho interés por el jazz. Es una música poco consumida en Cuba.

Sin embargo, a muchos jóvenes estudiantes o egresados de la Academia les apasiona ese género.

Sí, porque es una forma de expresión, es una vía para desarrollarse, es una manera de llamar la atención con un instrumento.

En tu caso particular te sentiste cautivado por el trombón. ¿Hay bastantes trombonistas en el mundo que se dedican al jazz?

Hay muchos trombonistas pero sólo dos o tres se dedican a este género por un problema de gusto. Entre los cubanos mi preferido es Juan Pablo Torres (1946-2005). Me considero un seguidor de su carrera y en mi proyecto de jazz toco temas de su autoría. Para mí fue uno de los más grandes trombonistas que ha dado este país. Con el respeto que se merece Generoso Jiménez (1917 –2007), porque también implantó un estilo, pienso que Juan Pablo fue el que más lejos llegó.

En el mundo si hay muchos cultores del jazz. De hecho escucho a los norteamericanos, como Jay Jay Johnson (Indianápolis, 1924-2001), padre del trombón moderno o Herbie Harper (Salina, Kansas, 1920- 2012). Más cercano en el tiempo es Elliot Mason (Inglaterra, 1977) quien forma parte de Jazz at Lincoln Center Orchestra y, en mi opinión, ahora mismo, es el mejor trombonista jazzista del mundo.

¿En qué nuevo proyecto andas?

Estoy trabajando en el proyecto de Alain Pérez. Además, voy a tener la suerte de que sea el productor de mi segundo disco. Si Dios quiere lo voy a empezar a grabar a finales de este año. Continúo tocando con Raúl Paz. Estoy grabando un disco de Yordi, el cantante de Maykel Blanco, y otro, de Yasser El Balacero, un reconocido cantante de salsa y timba cubana, de formación autodidacta.

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