Daniel Chile: El cine es algo muy serio

Daniel Chile habla rápido, le pone expresividad a sus manos y te sigue el hilo conductor del diálogo. Así se convierte cualquier entrevista en una tertulia amena para quien quiera conocer cómo piensa y qué le inquieta.

Atrapado, su más reciente corto de ficción, es el pretexto para iniciar lo que sería un intercambio interesante con uno de los jóvenes realizadores audiovisuales más prometedores de los últimos tiempos en Cuba. Sus anteriores trabajos abordan el drama social, donde el hombre ocupa el centro de sus historias.

«Todos mis cortos siguen un hilo conductor y me he propuesto que el contexto del país tenga un impacto en los personajes, pero también me he propuesto tocar temas universales. Me interesan los conflictos relacionados con la naturaleza humana, que partan de un contexto cubano: la marginalidad, la soledad, la perspectiva, el pasado lacerando el presente y los conflictos éticos».

Entonces me atrevo a preguntarle si no tiene miedo de que los realizadores jóvenes cubanos caigan en una repetición de sus mismos códigos estéticos o temáticos. Sin pensarlo me dice:

«Existe una profunda preocupación por la Cuba actual. Por ejemplo, se reflejan temas como el envejecimiento, la economía, la supervivencia… y me parece muy válido. Quizás a veces se reiteran los temas… pero por algo será. Lo que debe abrirse el espectro porque el país no es solo eso. Deben hacerse otros géneros cinematográficos como suspenso, terror, comedia… El cine tiene un carácter transformador de la realidad y debe despertar reflexión en el público. Mientras no caiga en panfletos y se haga desde una verdad, es válido todo.»

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La llegada de modernas tecnologías al país ha permitido democratizar el acceso a la creación. Cualquiera con una idea puede hacerla realidad con solo encender una cámara y luego editarla en su casa. El contexto nacional ha sido revolucionado para bien… pero ¿pone en peligro la calidad de lo que se produce?

«Es una bendición esto que ha ocurrido con la tecnología. No soy un detractor del fenómeno. Pero de pronto puede traer un dilema: cualquiera puede hacer un cortometraje de ficción o un largometraje. Pero siempre van a primar aquellos que emprendan una obra con la verdadera seriedad que se merece el cine que es un arte muy complejo y serio. Por ejemplo, yo filmo como si tuviera una cámara de 35 mm. Lo emprendo con la mayor madurez y sensibilidad que pueda».

La pasión por el cine no le permite a Daniel Chile hacer concesiones con las ideas que lleva a la gran pantalla.

«He tratado de ser lo más sincero posible con mi trabajo. Cada proyecto que emprenda lo haré con mucha pasión. Me paso las 24 horas pensando en el cine, leyendo novelas y soy un cinéfilo empedernido. Asumo cada obra con mucha seriedad. Hasta ahora he explorado en el drama, pero quién sabe si de pronto en el futuro pueda hacer una comedia o un suspenso. Pero nunca lo voy a hacer para caer en un esnobismo o corriente que esté de moda. Parto de mis instintos, de lo que siento y así he hecho con cada uno de mis cortometrajes. No me arrepiento de ninguno, todos dicen lo que he querido expresar y me siento muy orgullosos de ellos».

Daniel posee un apellido reconocido en el audiovisual cubano. Su padre, Roberto Chile, se ha destacado en el documental y el videoarte. Se ajusta entonces el refranero popular cuando dice: «Hijo de gato caza ratón».

«Siempre se harán injustamente comparaciones. Para mí es un placer ser su hijo. Es un hombre que ha trabajado como realizador y camarógrafo. Considero a mi papá un artista y siempre lo he admirado mucho. Sin proponérmelo he tratado de construir mis propias historias, con mis verdades. Soy de otra generación, de otro tiempo. Yo no voy a tener nunca los mismos cuestionamientos que tuvo él con su generación y lo más bonito es que respetamos nuestras ideas, la manera de asumir Cuba en estos tiempos. Trabajo en construir mi estilo, mi sello, mis historias. Siempre con el respeto y la admiración de tener un padre como él».

¿Qué afecta a los realizadores cubanos hoy? ¿Cuáles son sus principales reclamos?

«Obviamente hay una limitación económica a la hora de hacer cine pero eso no solo pasa en Cuba sino en todos los países latinoamericanos. Si me preguntas qué es lo más difícil diría que escribir el guión; pero lo más complicado es conseguir el presupuesto. Pero si todo el mundo escribe algo que diga cosas interesantes, profundas, cada cual va a encontrar su espacio. Las instituciones a veces no apoyan a los productores y hay que estar dependiendo constantemente del dinero procedente del exterior. Por eso es que se aboga por una Ley de Cine. Sin embargo, en mi caso con Atrapado el Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas (ICAIC), que no produjo nada, se interesó y me permitió estrenarlo en una sala. Le ha pasado a otros colegas y no es imposible».

Roberto Chile

¿Qué opinión le merecen los premios de festivales?

«¿En la historia del cine cuántos se han ido sin un premio? Sin embargo, la vida ha premiado a otros grandes directores. Para mí si son importantes porque lamentablemente muchos se guían por ellos. Ganas un premio y enseguida te conocen, pero no debería ser así. También participar en los festivales permite que te vean patrocinadores, distribuidores, gente que te puede captar para hacer una obra en algún país. Quienes dan los premios son seres humanos que tienen gustos particulares y muy subjetivos. Un realizador no tiene por qué deprimirse ni molestarse si su película no gana. Lo que sí es lamentable producir para los festivales y premios porque se debe trabajar desde la verdad de cada cual».

Es entonces que el diálogo conduce a formular posibles soluciones ante las necesidades que tienen los realizadores jóvenes en Cuba. Vivimos en una sociedad que consume menos cine, que prefiere quedarse en casa y elegir de «El paquete» lo que consume y donde son insuficientes las plazas para exponer las nuevas creaciones.

«Es lamentable que a un festival no se le de casi ningún tipo de promoción. El mayor encuentro es La muestra joven del ICAIC pero no basta con ella. El realizador no es feliz hasta que su obra no es compartida con el público, ese es su principal logro. Lo otro es la distribución en certámenes internacionales. Hoy el contexto es un poco más favorable pero a su vez difícil porque la inscripción cuesta y es a través de Internet. Los realizadores hacen su obra, y dónde la ponen, en sus casas con sus amigos. Es lamentable que existan películas cubanas que no participan en grandes festivales. No pienso que sea sólo por la calidad sino que es también un problema de distribución. Hoy existe un movimiento de cine independiente en Cuba que está insertado en estas competencias, no siendo así con las que se producen desde el ICAIC. Eso demuestra el alcance que va teniendo la producción audiovisual independiente y al final me parece que ese es el futuro. No se trata de una guerra, sino de unirse todos por el bien del cine cubano».

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