Un cuarto de baño es suficiente para desnudar a la Isla y hacerla sangrar. Todavía tengo grabada en mis pupilas la imagen de la mujer que se sentó detrás de mí, secándose los ojos. Reía cuando yo tenía un nudo en la garganta, aplaudía cuando yo prefería el silencio, y cuando se iba, después de la contundente ovación, le oí decir: «como me reí con esta obra y al final terminé llorando».
Ella siempre tuvo la razón: Jacuzzi, de Yunior García, traída anoche a la escena de la «Dávalos» por Trébol Teatro, es una pieza en la que ríes enjugando las lágrimas y te quedas boquiabierto cuando te descubres en alguna parte dentro de la trama como un personaje más, como si la obra la hubieran escrito pensando en ti.
Confieso que nunca me ha gustado escribir con la emoción a flor de piel, se me puede ir la mano, sin embargo, salí del teatro bajo la pertinaz llovizna que hizo más bella la noche holguinera y fui directo a sentarme frente a la laptop; creía que explotaba si no descargaba en word todo el sentimiento que traía a cuestas, gracias a un excelente texto con interpretaciones de lujo.
El propio Yunior García, Heidy Torres y Víctor Garcés, dan vida a Alejandro, a Susi y a Pepe, respectivamente. Los tres con un dominio del espacio, una fuerza interpretativa y una seguridad dignos del mayor de los elogios. Sin embargo, Garcés –a mi modesto juicio– sobresalió en la puesta de anoche, a sabiendas de que es su personaje es el último en la cola.
Víctor Garcés ha crecido extraordinariamente como actor, hasta en silencio lograba intercambiar con el auditorio. «Pepe es el hijito de papá» que por encima de su bisexualidad, de su escandalosa belleza y de su aterciopelada militancia revolucionaria desde la lejana Italia, ama a su madre Revolución…
El texto reservado para este personaje, es bastante complejo y si el actor se descuida se puede convertir en un figurín diciendo consignas; sin embargo, Víctor logró traer del banco de espera a un «Pepe» que bateó «homerun» con las bases llenas…
En buena medida he seguido su obra sobre las tablas, por ello quizás me place tanto disfrutar la madurez que va demostrando sobre el escenario. Pepe está concebido para bajar las emociones de los protagónicos en medio de una puesta dura por lo que se plantea: «…era muy difícil decir Patria y no tener un techo donde vivir» …O irrumpir en una escena romántica, cargada de absoluta sensualidad con una frase o un gesto que rompe de cuajo con el ambiente tenso o «lujurioso».
Yunior demuestra, una vez más, que un buen director sabe cómo explotar el talento de sus actores, hacerlos que crezcan en la escena, incluso que se roben el show, y como pasó, sobresalgan hasta en un personaje mediano. Víctor tiene que seguir trabajando su voz, adecuándola, educándola, haciéndola más teatral… El camino es largo y difícil, este es solo el inicio, pero sin dudas, Pepe, deja ver al gran actor que lleva por dentro.
Heidy –Susi– es una actriz muy orgánica, con una espontaneidad envidiable. La imagino en una villana extraordinaria, el traje le quedaría a la medida como sucedió con la Puta de Jacuzzi, la joven del interior llena de sueños que llega a la capital y vende su cuerpo para tener una blusa. El viaje a Italia, su nuevo amor Pepe o el apartamento que logró comprar con el sudor de su… frente, no la han dejado olvidar a Alejandro. Basta este pie forzado para deleitarse con un desempeño limpio y exquisito. Quizás Susi no se hizo para ella, pero evidentemente el traje le queda a la medida.
Solo puedo señalar la galleta que le da a Pepe. Este es un acto violento, fruto de la cólera que para lograrla –la bofetada– hay que darla de verdad, de lo contrario se siente falsa, máxime cuando el espectador está a menos de dos metros de donde ocurre la acción.
Más allá de este desliz técnico, los diferentes estados emocionales de su personaje los consigue con ingenio, lo mismo la mujer sensual, enamorada, o la intransigente que hiere a su actual pareja, Pepe, porque Alejandro sigue dentro de su corazón. Su hacer convincente le permite a esta joven actriz encarnar la piel de las diferentes Susis y siempre salir airosa…
El incómodo escritor holguinero Alejandro es interpretado brillantemente por Yunior García Aguilera. No siempre el dramaturgo logra dar vida a uno de sus personajes y salir ovacionado. Ni siquiera por interpretar a un ser que tiene mucho de sí, de sus tropiezos y sinsabores.
Yunior a través de la autoficción supo construir un intelectual inconforme. Alejandro tiene la lengua dura, ya está cansado de dar las gracias, la paranoia lo hace ver fantasmas donde no los hay y despertar los demonios que lleva por dentro.
A veces en la vida, como en el baño, basta un resbalón. No quiero buscarle la quinta pata al gato o entrar en una teorización semiótica innecesaria, pero indiscutiblemente el agua jabonosa entraña un código muy a tono con el texto y la puesta en escena. La bañera –el jacuzzi de Susi– es un elemento vivo dentro de la obra, es como la isla, que a veces nos asfixia pero no existe otro lugar donde sentirse mejor.
Pienso que si algo habría que cuidar en esta excelente puesta en escena son los discursos que se dicen en tono de «Tribuna Abierta». A veces el silencio dice más que mil palabras. La fuerza del contenido de los textos que se dicen en voz alta es tan grande que hasta en susurro estos sonarían como una palmada en la oreja.
Jacuzzi es Cuba, eso nadie lo puede dudar. Con la gente feliz o la que agobiada la anhela desde otras tierras y es capaz de dejar atrás el auto del año para venir desde Italia a encontrase en un cuarto de baño en La Habana, un cuarto donde se termina llorando. Aunque lo contenido, lo serio, lo alevoso, por lo que se dice, acentúen el tono nostálgico de esta obra, no faltan los momentos para reírnos.
Por eso la mujer que estaba detrás de mí se reía; ella gozó la obra aunque terminara secándose las lágrimas, porque puestas en escena a la altura de Jacuzzi son las que guardamos allí, en el sitio más profundo del alma. La disfrutamos, nos reímos, lloramos. El dramaturgo tiene que sentir el sabor amargo del cuestionamiento prejuicioso o de la voz que tras bambalinas decide qué sí y qué no. «Y aun así seguir dispuesto a correr el riesgo…»
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Un saludo.
Muy «gráfica» su experiencia… Me ha gustado su artículo.
Quizás por un tema de «matices» y sin quitar ni un ápice la excelente labor de Víctor Garcés, para mi gusto, la actuación de Heidy Torres es insuperable… Pero coincidimos en muchas cosas, como que «pepe» es capaz de atraer la total atención del público, aun estando de espalda a los espectadores, lo cual resta muchísima capacidad para “llegar” y “trasmitir”, y mas si otro actor (en este caso Yunior) también tiene un papel emocional, en primer plano, y aun así, esa excelente actuación es eclipsada en ese momento por la actuación de Víctor Garcés, y ese detalle tan bien relatado por usted, es resaltable, y dice mucho de la calidad de este joven actor…
Y a mi en lo particular me gustaría resaltar la maestría que tiene Yunior, como escritor y director, para hacernos llegar, a veces de manera sutil, esos matices que nos identifican, que nos hacen ser realistas con nuestras identidades, pensamientos, ideologías, miedos, y nos sentimos participes de todo el «montaje» programado para sensibilizarnos con esa realidad a veces callada o dicha «en lo oscuro» por el temor… Pero me gusta también que sea abierto y claro en otras ocasiones, donde lo «sutil» se hace innecesario, y el grito es el promotor y principal agente de trasmitírnoslas… Como si Yunior supiera, que aun con los peligros que acechan, en ocasiones se hace imprescindible que nos griten, y más si nuestros sentidos del oído están taponados con la reiterada avalancha de propaganda ideológica…
Un dato más a resaltar; Es majestuoso y honra a Yunior como persona de valores, el que a pesar de la critica, también el guión contemplara el idealismo revolucionario, el fervor de aquellos que defienden lo “otro”, que por descendencia o convicciones han decidido defender su ideología… En eso radica la democracia; en la imparcialidad, donde tanto derecho tienen unos, como otros a expresarse… Y Yunior ha sabido introducir una “descarga” de ideología “revolucionaria” donde el artista se desborda expresando su fervor…
Pero lo que mas me fascinó es, una vez más, ver la manera en que Yunior hace coincidir las vivencias y experiencias propias, (quienes le conocemos, conocemos los detalles) con un marco de circunstancias sociales que llevan un mensaje potente a los espectadores… Llevar nuestras propias experiencias para ser utilizadas en un marco circunstancial donde es imprescindible “llegar al “tuétano de la conciencia, de quienes nos ven y nos oyen… es todo un reto… Ha sabido usar parte de su biografía personal, para lograr trasmitir, con sutilezas a veces, y de manera clara otras, todo una critica justa a nuestra sociedad… Y lograr eso, quizás algunos podrían llamarlo “oportunismo”, pero yo le llamaré Maestría…
En resumen mis felicitaciones, mi admiración y mis respetos a TODO el elenco…
Estoy convencido que hay un futuro por delante, y es de esta generación…
Un placer haberle leído.
Gracias por compartir.
Wilson García Zaldivar