Entrevista a MarÃa Laura Germán
Esta mujer ha leÃdo Shakespeare, digo esto porque al exclamar, las venas en su cuello parecen el altorrelieve de un rÃo en mármol. Porque su actuación tiene fuerza. No la fuerza de la práctica y los tecnicismos reclamados por los crÃticos, la del Arte. Hoy llovÃa en la ciudad, llovÃa como en ParÃs, y bajo la llovizna, sentadas en un banco de piedra, MarÃa Laura Germán, actriz de Teatro de Las Estaciones, vestida como un personaje hermoso de Tim Burton, con la espontaneidad y la humildad que solo dan los buenos libros, me regaló estas respuestas…
¿Cómo se encuentran el teatro y tú?
Es una larga historia. De niña veÃa mucho teatro en Matanzas, Teatro de Las Estaciones, Teatro Papalote, grupos ilustres de la ciudad… Me desvinculé un poco al entrar en la Vocacional, porque estuve becada. Cuando empiezo a estudiar dramaturgia en el Instituto Superior de Arte (ISA) conozco a Yerandi Bazar, que era actor de Teatro de Las Estaciones, y él me presentó a Rubén DarÃo Salazar, Zenén Calero y Teatro de Las Estaciones. Como estudiante de Dramaturgia, le pedà a Rubén que me dejara entrar en el proceso de Federico y La Noche en 2008. Rubén me empezó a dar confianza porque vio mi interés. A partir de ahà empecé a mezclarme con el grupo. Dentro del mismo proceso de Federico y la Noche, Rubén comenzó a montar Una niña con alas, espectáculo que tiene animación titiritera básica, trabajo con objetos, y sobre todo, trabajo con el actor, que es lo primero que él empieza a entrenar al actor titiritero, pero desde la verdad del propio actor. Es un espectáculo sencillo porque trabajas desde tu propia infancia, de tus recuerdos. Y Rubén me dice un dÃa, leyendo el texto, ¿te atreves a iniciarte en el taller de Niña con alas? Le digo que sà y hace ya 8 años que no me desvinculo del teatro. Luego, al regresar a Matanzas, graduada de Dramaturgia, comienzo a trabajar con Pedro Franco.
¿Cómo es la experiencia con Pedro Franco?
Me gradué de Dramaturgia y mi única experiencia como actriz de teatro habÃa sido con Rubén. Mi escuela como actriz es Rubén DarÃo Salazar, la escuela de Teatro de Las Estaciones. Y más allá de que con Rubén siempre trabajé como actriz —porque el trabajo del actor titiritero también es importante no solo en la animación sino en la actuación—, tenÃa miedo porque no habÃa hecho teatro dramático, ni siquiera habÃa hecho «Buster Keaton…» que es titiritero pero más cercano a lo dramático. Pedro Franco tiene una forma de trabajar diferente a la de Rubén, otra estética. Ya habÃa visto AntÃgona y lo respetaba muchÃsimo; conozco a Pedro porque es mi primo y habÃa visto sus obras; me habÃa invitado y me parecÃan maravillosas desde su estética, desde su interés… Y cuando me llama para hacer Semen de Yunior GarcÃa, me aterré, y me preguntó si querÃa trabajar con él, decidà aceptar el riesgo. Para mà fue muy útil. Rubén siempre me dice que todo lo que se haga en el marco artÃstico que te influya positivamente como actor, uno debe hacerlo.
¿Cómo han influenciado en ti Rubén DarÃo y Teatro de las Estaciones?
Rubén me enseñó a ver, no a mirar, a ver… No solo a actuar, sino a descubrir. Y cosas importantes, como que el teatro debe ser una familia.
¿Qué buscas como actriz?
Yo lo disfruto tanto, creo que más allá del objetivo particular que uno se propone en cada obra… Es que yo funciono como parte de un equipo. También es que nunca he hecho un unipersonal, no sé cómo funciona estar solo en escena. Porque nunca lo estoy aunque esté sola en escena. Nunca estás realmente solo. Eso es lo que me lleva a creer en un objetivo común, de obra, de espectáculo y no en un objetivo como actriz. Yo nunca he pretendido que me vean a mÃ: «Ay, mira que bien está MarÃa Laura». Eso para mà no tiene ningún sentido si no funciona como todos los actores juntos: «Qué obra tan buena, qué bien funcionó todo».
¿Actriz o titiritera?
Los dos, porque son lo mismo. Tengo muy pocas obras detrás del retablo. Tenemos tÃteres casi siempre, si no tenemos tÃteres tenemos objetos. Rubén te enseña que es una misma cosa, el tÃtere es parte de ti y tú parte de él. Pero si no eres buen actor, no eres buen titiritero.
¿Qué dramaturgos te inspiran?
Hay dramaturgos importantes en mi vida. Dora Alonso me influye desde pequeña; Javier Villafañe y un autor cubano, Norge Espinosa; él fue tutor de mi tesis, es un dramaturgo a quién admiro en extremo. Como actriz me ha influenciado Rubén, a quien lo veo desde niña; René Fernández, Pedro Franco, Carlos DÃaz y Carlos Celdrán, por el trabajo espectacular que hace con los actores. Él siempre es una clase magistral. Trato de nutrirme de todo lo que veo.
¿Te insertas en la dramaturgia cubana actual?
Poco a poco, paso a paso. Todo llega…
¿Te sientes bien dónde estás o aspiras a otra compañÃa?
SÃ. Me siento bien donde estoy. Nunca dirÃa «No» a determinados directores que me invitaran a trabajar. Pero no tengo tanto tiempo, siempre estoy trabajando, no pienso en eso, no lo necesito.
¿Qué es una actriz?
Un ser humano más expresivo que otros, creo.
¿Hay alguna diferencia entre el actor y la actriz, desde tu punto de vista?
No, para nada. En lo absoluto.
¿Crees que el teatro es poesÃa?
SÃ, todo el tiempo.
¿Qué lees?
Leo poesÃa cubana me interesa mucho. También teatro. Todo lo que pueda, aunque a veces no lo termine porque no lo soporte. Narrativa, ahora estoy releyendo novelas clásicas como por ejemplo Ana Karenina y teatro para niños. La gente me mira raro porque en la Feria del Libro compro literatura infantil, me miran preguntando, «¿no puedes leer algo más interesante?» Pero leo esas obras porque me gusta escribir para niños y ese es mi estudio.
¿Escribes?
Tengo algunas obras, no cuento las que escribà en la academia, porque son ejercicios. No las mostraré nunca. Pero sÃ, tengo una obra publicada por Gente Nueva, premio La Edad de Oro, A dónde van los rÃos. Ya tiene tres montajes, dos no los he podido ver porque se han puesto en otra provincia. Tengo también «Los dos prÃncipes» uno de los últimos estrenos de Teatro de Las Estaciones.
¿Qué haces antes de subir a las tablas?
Abrazar a mis actores. Siempre trato de enseñarles algo que aprendà de Farah Madrigal cuando entré a Las Estaciones. Y es tomar algún pedazo de la obra que sea muy importante para ti y compartirlo. Una especie de ritual, tomarse de las manos. Más allá de la energÃa, es simplemente tener contacto con las personas que estarán conmigo durante la hora y media de espectáculo.
A mà siempre me atrae, por incomparable, el manifiesto del artista de Marina Abramović. ¿Cuál es tú manifiesto?
Trabajar con la verdad en la mano. Mirar a los ojos a quienes trabajan contigo y a quienes te observan. No dejar a nadie solo, ni a esos que te miran, ni a los que están a tu lado…
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