La libertad de las parábolas

Recuerda con agrado sus inicios en la danza, época en que muy pocos creían en sus cualidades como bailarín debido a su congestura física, la cual no estaba en la «talla» de los cánones establecidos.

Aquello fue por el año 1989, luego de inscribirse en un curso internacional, convocado por Danza Contemporánea de Cuba.

Como siempre fue gordito, apenas pudo matricular en la categoría de observador que costaba 100 pesos cubanos; pero la sorpresa llegaría más tarde cuando el maestro Ramiro Guerra le permitiera interpretar papeles secundarios junto a otros bailarines prestigiosos.

Quizás muy pocos reconozcan esta historia, pero cuando se habla de Juan Miguel Mas y Danza Voluminosa, muchos asentirán y pensarán en la estética renovadora de ese grupo de pequeño formato que ha marcado otra manera de interpretar la danza en Cuba.

«Yo era un bailarín de una formación académica muy corta y nacimos en medio de un contexto en el que surgían también otras compañías por eso, cuando presenté mi idea, el Consejo de las Artes Escénicas no me hizo ningún caso.

»Sin embargo, siempre estuvo el apoyo de Miguel Iglesias, director de Danza Contemporánea, el cual nos brindó asesoría técnica y apoyo financiero para lanzar la convocatoria. Se presentaron casi un centenar de bailarines, pero al final clasificaron cuatro porque eran los que creían verdaderamente en la esencia del proyecto; el resto pensaba que estábamos creando un grupo de gimnasia para bajar de peso», recuerda su fundador.

De este modo surgió, el 15 de noviembre de 1996, la médula de lo que sería el actual proyecto Danza Voluminosa, con su primera presentación en la sala Che Guevara de la Casa de las Américas.

«Fue una revelación inolvidable que contó después con un espacio de debate frente al público. Allí nos dijeron horrores porque nadie entendía que un cuerpo blando y ancho, pudiera consagrarse a la danza tal y como los más esbeltos y delgados», dice mientras esboza una sonrisa.

Esas contrariedades no lo detuvieron en su quehacer como artista, sino que lo motivaron a fomentar esa danza diferente, donde las personas obesas se desarrollan artísticamente, con otras necesidades y formas de expresión que les permita interactuar con la sociedad.

«No somos unos improvisados, realizamos un entrenamiento riguroso para perfeccionar nuestros movimientos y habilidades técnicas, acorde a las posibilidades de nuestro peso.

»Hemos trabajado con grandes maestros como el propio Ramiro Guerra, la coreógrafa española Dolores Gardeñes, artistas de la plástica como Zaida del Río y Cosme Proenza; además de cineastas, fotógrafos y actrices del panorama internacional que se han interesado por nuestra obra», significó.

Con 20 años de fundado, el proyecto ha logrado insertarse en el panorama cultural, recreando un estilo propio a través de su expresión corporal y una poética visual expresada en el escenario, la cual ha transformado en gran medida la concepción de la estética de lo que es más voluble.

Actualmente cuentan con un extenso repertorio dentro del que destacan obras antiguas: Corazón Sonoro, con música de Bola de Nieves, ¿Fedra?, Como un beso entre las hojas secas y otras más contemporáneas: Una mujer dulce; Freddy, una mujer que canta; Noche de despedida y De volumen Gas, estas últimas coreografiadas por el propio Mas.

Pese al reconocimiento popular y la superación alcanzada durante estos años, las restricciones no han dejado de aparecer a lo largo del camino. Las presentaciones artísticas aparecen de manera ocasional y la compañía no ha logrado solventarse económicamente ni expandir sus experiencias a otros homólogos.

«Aún no hemos logrado oficializarnos como compañía, trabajamos por obra, sin un salario fijo que permita establecernos. Esto nos limita a contratar bailarines y dar asesoría metodológica a otros aficionados. Aunque nos hemos presentado en algunas provincias nacionales y ciudades extranjeras, nunca hemos tenido una gira nacional porque no tenemos el presupuesto», explica.

Estas contrariedades no detienen el entrenamiento y la superación.

Tal y como expresó Juan Miguel: «continuamos con el deseo de seguir creando como fuente renovadora de identidad, satisfacción artística y espiritual porque estos veinte años han demostrado nuestro talento, con el cual hemos ganado el cariño del público y hecho realidad el sueño de muchas personas».

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