Yeni Turiño


El arte, para cambiar circunstancias

Viste el color de la pureza. Lleva su cabello corto resguardado bajo un pañuelo de encaje. Tiene otra manta de la misma tela cubriendo sus hombros. Aunque el verano se adelantó, lleva una camisa de mangas largas, igual que su falda. Su blanca tez hace resaltar los tatuajes de sus brazos. Llama la atención un mangle rojo en el antebrazo que comparte con la persona que escogió para compartir su vida.

Está en casa, sentada junto a sus flores favoritas, unos girasoles tan vivos que contrastan con el frasco de pierdas que tienen a su lado. Colgados en la pared azul cielo hay pinturas y dibujos, unas de muchos colores, otras a blanco y negro, unas con guitarras, otras que parece que hablan de luz en la oscuridad.

Pareciera que todo eso es Yeni Turiño, la muchacha que describen intranquila, la “hormiga loca de El Mejunjeâ€, la trovadora, y más que eso, porque no solo melodías y acordes habitan en ese ser, sino las artes, diversas.

Es una mujer que ríe mientras dice lo que piensa y se nota la sinceridad cuando suelta a bocajarro los pensamientos que le vinieron de pronto.

La primera guitarra que tuvo Yeni se la compraron sus padres a los nueve años después de demostrarles que había aprendido a tocar La Guantanamera. El interés por conocer y aprender del instrumento la llevaron a la casa de cultura y luego a estudiar guitarra clásica con un profesor particular de Santa Clara.

“A lo mejor no estudié todo lo que debía. Cuando hago una canción, el resultado no es lo que tenía en mi cabeza y eso pasa cuando no se estudia música. Aprender guitarra clásica me permitió ganar en cuanto a técnica, formación de acordes y otros elementos que necesito para tener más libertad a la hora de crear. Fue mi primo quien me impulsó siempre a estudiar, quien me la sugirió a pesar de que me parecía un poco aburridoâ€.

Graduada de Gestión sociocultural para el desarrollo, en duodécimo grado prefería estudiar Filosofía, aunque en el año que se presentó a las pruebas de ingreso no se incluyó en el programa universitario.

“Es una carrera que me ayudó muchísimo porque tiene un espectro tan amplio, que es también lo que quería hacer. A mí me cuesta estar en un solo lugar. Un error mío, pero necesito estar en varias cosas a la vez porque eso es lo que me alimentaâ€.

El rock fue lo primero que la atrapó: “Yo era una friki; iba todos los martes a El Mejunje a ver a Adictos, hasta que descubrí la trova, que era realmente a lo que estaba destinadaâ€.

Su primo, Yatsel Rodríguez, fue el puente hacia el mundo de esta música de autor, el que la llevó por primera vez a peñas y luego al mayor festival de trovadores que se desarrolla en el país, el Longina. Para ese entonces aún no tenía sus propias canciones.

“Cuando llegué al Longina y vi que no hacía falta que cantara las canciones de los demás trovadores porque ellos estaban ahí para defenderlas, me di cuenta que necesitaba las míasâ€. De allí nacería su primer tema, “Espejismoâ€.

Cuando una persona emprende un nuevo rumbo tiene referentes que lo guían. Yeni tiene muchos. Habla de los trovadores de Santa Clara, de La Trovuntivitis, de su primo Yatsel, y se detiene en la única mujer que conocía implicada en el universo de este estilo musical.

“Cuando la vi con esa forma de cantar, con ese ímpetu; cuando vi ese respeto que se le tiene a Yaíma Orozco, supe que quería ser así. Es mi referente musical más cercano, a pesar de que todos los trovadores que he conocido para mí son especiales, porque cada uno me ha ayudado a su manera con acordes o consejos.

La autora de “Volar†encuentra la inspiración fuera de ese espacio, que es su casa, en festivales, lugares nuevos, con nuevas experiencias; quizás porque necesita la libertad de quien sale de su entorno para crear.

Sus canciones las escribe para ella, el público, sus amigos. Siempre que haya una persona que quiera escucharlas, a esa persona está dedicada la canción: “A veces soy un poco egoísta y la escribo para mí porque lo necesito, como terapia personal. Evidentemente desde el punto en que uno decide ser artista sabe que está trabajando para mostrar algo; tiene esa necesidad.

“Hacer música siempre es un reto porque es hacer arte. No me veo como trovadora, sino como artista. Sé que en esta ciudad lo que decida hacer lo voy a lograr. Si decido montar un caballo, lo haré, si decido montarme en un cohete, lo voy a hacer aquí, porque he logrado cosas que nunca en mi vida pensé y han salido súper naturalesâ€.

La música también es un refugio y un camino para llegar a otras manifestaciones del arte. Y es que, definitivamente, los encierros no aportan partituras o letras, tanto que durante los dos años de pandemia le fue imposible componer algún tema musical. Sin embargo, buscó espacios en los que, con la música que tenía, pudiera acompañar a las personas en los momentos tan complejos que se vivieron.

Los conciertos de Telegram fueron uno de estos caminos que la enlazaron con su público a la distancia. “Fue muy bueno para los que decidimos hacerlo. Entre tanta desesperación e incertidumbre, los conciertos virtuales resultaban sanadores; eran la escapatoria -por un rato- de tanto dolor y hastío.

“Jesús Pérez, de Las Tunas, y yo, decidimos hacer una peña virtual, y eso nos salvó de volvernos locos, al no poder presentarnos. Me di cuenta en ese tiempo que necesito la calleâ€.

Ramón Silverio, el fundador de El Mejunje, la invitó –cuando estaba despuntando en la mayoría de edad– a organizar y conducir una peña en ese sitio que tanto valor guarda para el arte villaclareño. El encuentro, que ya tiene ocho años, se llama Peña de la hormiga loca, precisamente, porque eso mismo parece Yeni; incansable va de un lugar a otro, haciendo varias cosas a la vez.

“Cada vez que pasa un año más me doy cuenta de lo difícil que es mantener un espacio porque las circunstancias son muy complicadas. A pesar de que sea una vez al mes resulta complicado ser quien canta y, además, quien debe encargarse de la producción, el sonido…

“Cuando empecé mi relación amorosa con Yasmani, ya tenía su ayuda. Hacerlo sola no es una opción, porque tengo dos que organizo. En la galería de arte tengo otra que se llama Peña sin nombre. Cada una tiene su dinámica; tienes que estar el mes entero trabajando en eso para mantener el público. No es simple.

“El Mejunje es una casa dentro de otra casa. Esa peña ha sido como mi laboratorio. Lo que se me ocurra lo hago ahí porque también es el lugar para soñarâ€.

Gracias a Silverio, a este refugio de todos, llegó Yeni Turiño a la actuación: “El Mejunje te lleva a hacer cosas que no te imaginasâ€. Es así que incursionó en el arte de las tablas. Allí se llenaba de brillos para interpretar “Cabaretâ€, de Liza Minnelli, y acompañar con la música el show de transformistas.

En este tipo de espectáculo Yeni es lo más parecida a ella fuera del escenario porque, paradójicamente, cuando canta y toca su guitarra suele ser su versión más tranquila.

“Luego de eso, Silverio nos invitó a Yasmani y a mí para una nueva obra titulada El Retorno del maestro, basada en la vida y obra de Raúl Ferrer, con música de Miguel Ãngel de la Rosa, la cual heredé cuando él se fue para España. Así que en la obra, mientras canto, también soy la niña mala. De ahí mi interpretación en el Teatro Guiñol de Santa Claraâ€.

***

“El sistema de becas y premios de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) son muy necesarios porque, si bien en otros países más desarrollados es complicada la grabación de un disco o una canción, aquí encontramos más dificultades. Llegar a un estudio es costoso y también lo es hacerte de los equipos necesarios para grabarte tú mismo.

“La AHS ayuda a que los jóvenes creadores tengan la posibilidad de tener sus discos, sus videoclips. Si no fuera por la Asociación, evidentemente no iba a tener ninguno. Mi primera experiencia grabando uno fue con el proyecto Tocadiscos. Tengo la dicha de que lleve el nombre de una canción mía porque fui la primera beneficiada con ese proyectoâ€.

Tocadiscos ha significado mucho para la joven cantautora. A partir de entonces comenzó en el mundo audiovisual. Su primera vez en un estudio de grabación fue gracias a este proyecto, en el Guaycán de Pepe Ordaz. Ahí aprendió, con el asombro de una niña, las mañas que hay detrás de la filmación.

“Fue una experiencia lindísima de la que han surgido otros proyectos. Agradezco muchísimo todo lo que se hace en la Asociación.

“Creo que son necesarias las becas y premios. Ojalá duren mucho tiempo por el bien de los jóvenes artistas cubanos.

“En la AHS de Villa Clara aprendí lo necesario que es el arte en tiempos difíciles. Yo misma me he cuestionado si sea prudente llegar a comunidades que han sufrido desastres naturales, como el paso de un ciclón, a cantarles a personas que han perdido mucho. Así fue en Isabela de Sagua, a donde no fui, pero tengo amigos que me contaron que cuando la brigada artística llegó, los pobladores dijeron que no necesitaban artistas, sino personal para trabajar porque había muchas casas destruidas.

“Los artistas fueron por su cuenta, no porque alguien los mandó. Llevaron martillos, herramientas… Durante el día se doblaban el lomo junto a los demás y, durante la noche, actuaban. Mientras pasaron los días los miembros de la brigada se convirtieron en parte de la comunidad.

“A veces nosotros vamos para las lomas. Allá la situación está muy dura, ya sea en El Escambray o en Oriente. Hemos ido como parte de las cruzadas. Son de las cosas que he aprendido con la AHS, de la realidad en distintas geografías del país y cuán necesario resulta el arte para cambiar circunstancias o, al menos, la espiritualidad de las personasâ€.

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Una muchacha intranquila, curiosa, siempre en constante movimiento, como las verdaderas hormigas… La primera vez que la vi cantar fue en el Encuentro de Jóvenes Poetas y Cantores en Bejucal, se escuchaba su Tocadiscos y en el público la acompañaban. Luego nos volvimos a encontrar en la Jornada Literaria Mangle Rojo, y de esa semana de largas jornadas de poesía nació una hermosa amistad.  

Yeni Turiño (Santa Clara, 1998) creció respirando la música, entre acordes y sonrisas, y aprendió a ver el mundo desde la claridad de sus propios impulsos. Con una voz sincera y firme, la niña de la trova, pequeña y menuda, se convierte en luz mientras canta.

Las entrevistas siempre son momentos oportunos para recordar y mirar al pasado. ¿Cómo era Yeni Turiño antes de llegar a la mùsica? ¿Cómo fue el descubrimiento de esa vocación?

La verdad es que siempre cantaba o recitaba. Todavía en la secundaria quería ser maestra, nunca pensé de niña que iba a ser artista. Estuve en ballet y en muchos talleres literarios, pero nunca porque me fuera a dedicar al arte por completo. La verdad es que no sé cómo empecé en la música exactamente, siempre estuvo conmigo.

A los 9 años empecé a aprender guitarra con Anadelkis, una instructora de arte de mi primaria, luego fui a la casa de la cultura y de ahí a estudiar guitarra clásica, no en escuela, sino con un profe muy bueno de acá de Santa Clara.

Como empecé chiquita con la guitarra, no me acuerdo de mi vida antes de eso, siempre estuvieron mis dos primos Yatsel Rodríguez (trovador) y Dairol López (flautista), y la influencia de ellos dos fue esencial para mí. Fue en el preuniversitario cuando decidí que iba a ser trovadora, y que no podía hacer otra cosa.

cortesía de la entrevistada

Santa Clara, tu casa, tus raíces, tu esencia. ¿Qué significa hacer y vivir la trova en esta ciudad?

Es una suerte tremenda haber nacido en esta ciudad. Santa Clara es muy cultural, es una ciudad que te traga, siempre hay algo que hacer: una obra, un concierto, una descarga, una lectura, cuando acaba un festival empieza otro. Hubo personas que me dijeron que iba a bailar en la casa del trompo, y qué suerte que haya tantos trompos acá. Tengo la influencia de todos los artistas de la ciudad, no solo de los trovadores que son quienes me han encaminado por la buena senda.

Además de las relacionadas con el contexto cultural santaclareño, qué otras influencias artísticas han marcado tu obra.

El haber estado en todas las provincias del país, gracias en gran parte a la AHS y demás instituciones, el gran número de festivales que existen por toda la isla, me ha dado la posibilidad de conocer artistas de todos los rincones, y creo que además de tener la influencia de mi ciudad tengo la de Cuba entera.

Cada vez que llego de un festival hago una canción, y es que estos festivales, no solo de trova, han contribuido a que sea cada vez más autocrítica y a que me lleguen conocimientos de todas las manifestaciones, y de todas partes del mundo.

Hay artistas que componen con cierta regularidad, otros demoran años en terminar una canción. Algunos tienen rituales para componer, otros esperan que la palabra los asalte mientras viven. ¿Cómo es tu proceso creativo?

cortesía de la entrevistada

Cada vez que hago una canción surge de forma diferente. No tengo un método para la creación. Hay textos que cuando los escribo sé que van a ser una canción, hay otros, que se quedan en poesía, y no sé cómo los diferencio, es una impresión muy personal que no tengo forma de describir.

Lo que sí tengo claro es que necesito estar en constante movimiento. No puedo encerrarme en mi casa para hacer una canción, necesito renovar mis experiencias constantemente, y estar nutriéndome de otras cosas, por ejemplo, leer, ver películas… Mi principal fuente de inspiración son las vivencias personales, los libros y el cine, en ese orden.

¿Cómo mujer, qué deseas transmitir con tus canciones?

Para mí no existe una diferencia entre la forma de una mujer para hacer la canción y la de un hombre. Estoy segura que lo que en algún momento escribí lo pudo haber escrito un hombre. Tiene que ver con las concepciones personales de cada artista. Yo, como ser humano primero, como mujer después, quiero transmitir un arcoiris de sensaciones que varía en cada persona que escucha la canción. Yo tengo mi mensaje original, este varía según la experiencia de cada cual y lo que cada cual quiere escuchar o decodificar de mi canción.

En el marco de los eventos organizados por la Asociación Hermanos Saíz has recorrido la isla con tu música. ¿Cuánto te han aportado estos encuentros?

A mí me encantan los festivales, y creo que es una forma muy linda de aglutinar a los artistas. De los festivales nacen nuevos proyectos, nuevas inspiraciones, y sobre todo muy buenos amigos que quedan, en ocasiones, para toda la vida. 

Recuerdo que en el primero que participé fue en el Isla Mágica, en la Isla de la Juventud. Ni siquiera me habían invitado a mí, invitaron a Carlos Abreu, trovador de Santa Clara que tenía una banda donde yo hacía los coros. En medio del concierto Carlos me dejó cantar tres canciones que tenía por el momento, esa primera vez la guardo con mucho cariño; hace poco tuve la dicha de rememorarlo yendo por segunda vez, pero al Mangle Rojo. Los festivales son experiencias que se van acumulando de a poco, experiencias necesarias para la creación misma. ¡Y que vengan más festivales!

cortesía de la entrevistada

¿El Longina?

El Festival de festivales. Suena un poco regionalista, para mí lo es. El Longina me permitió conocer los festivales por dentro, lo complicado que es llevar a cabo uno. Cuando eres anfitrión de un festival significa sacrificar tus presentaciones, tu descanso, tu divertimento por hacer que los invitados se sientan como en casa, y la verdad que es una tarea hermosa.

Mi primera canción surgió luego de haber concluido el Longina 2016, había vivido tantas cosas lindas que no dudé en hacer una canción. Es una forma resumida de hablar del Longina, porque si me pongo a contar historias no termino.

Desde el 2017, todos los últimos miércoles de cada mes te das cita en el Centro Cultural El Mejunje, espacio donde desarrollas la Peña de la Hormiga Loca. ¿Cómo surge este proyecto? ¿Qué alegrías has experimentado con él?

La idea fue de Silverio, luego de que canté una canción de Violeta Parra en una jornada por la no violencia contra las mujeres y las niñas. Me propuso tener el espacio y le dije que lo pensaría, entonces empecé a buscar la aprobación de los demás trovadores, no estaba segura de poder hacer una peña con 18 años.

Cuando decidí que empezaría tuve que hacer un cronograma de todas las peñas de la ciudad para que no coincidiera con la de ningún trovador, ni con la programación de El Mejunje. Te digo que en Santa Clara no se para. Entonces, tenía que ser el último miércoles de cada mes, todos los otros espacios estaban ocupados.

La idea del nombre fue de Alain Garrido, una suerte de padre y de maestro que he tenido, y creo que de todos los trovadores de acá. Se quedó “Peña de la Hormiga Locaâ€, mi laboratorio, invito a cualquiera que me inspire un sentimiento lindo, no solo artistas. El 26 de febrero cumplió tres años. Estoy muy feliz de tener este espacio en mi ciudad y en mi Mejunje de Silverio. (¡Je!)

Una parte de tu obra está dedicada al público infantil. ¿Qué retos supone componer para los niños?

La verdad es que la primera canción que hice para el público infantil y para todo el que tenga alma de niño fue “Canto de hormiga locaâ€, justo cuando Yaily Orozco comenzó a hacer canciones y a trabajar para los niños. Hice la canción para que ella la cantara y terminé defendiéndola yo también.

Hay que tener cierta magia para dirigirse a los niños, algo que me atrevo a hacer, pero me siento más cómoda cuando tengo a Yaily al lado, ella sí que sabe, nació con ese don.

Tengo el reto de seguir componiendo para los niños. Aunque hay que vivir el presente, hay que dedicarle tiempo también al futuro.

Has publicado algunos cancioneros, algunos en colaboración con otros artistas. Coméntame sobre esta experiencia.

Me encanta cuando varios artistas se unen. El primer cancionero que se llama “Para no sentirme extraña†se publicó en 2019 por Ediciones La Piedra Lunar, una idea de Lorenzo Lunar, excelente escritor de la ciudad que me ha apadrinado y la idea del cancionero fue de él. Entonces convocamos a 15 amigos artistas de la plástica y diseñadores, a cada uno le asignamos una de mis canciones para que ilustrasen el libro a su forma. Fue un trabajo hermoso hecho en colectivo, gracias a La Piedra Lunar.

El segundo cancionero fue realizado también en 2019 por el proyecto cultural-editorial Callejas, de Trinidad. Estos muchachos tienen un trabajo muy admirable y es que confeccionan libros manufacturados, sin fines de lucro, y a partir de esas publicaciones realizan conciertos en su ciudad, todo a partir de la colaboración de amigos. Este libro fue compartido con la poeta trinitaria Dayana Margarita Pomares, una amiga hermosa que hice gracias a este proyecto editorial.

Háblame de Tocadiscos, esa canción que luego se convirtió en proyecto y que estrenó videoclip posteriormente.

Otro trabajo en colectivo, y eso es lo que se quiere en este proyecto, la promoción de la obra de un artista en específico a partir de la colectividad. Estoy muy contenta con el resultado del clip. Tocadiscos es una canción que tiene mi propia visión de un cortometraje de José Luis Aparicio. Recién entraba él a la FAMCA y cuando miré este, su primer corto, me dio tanta alegría que quise hacer una canción. La verdad es que esta composición tiene tres vertientes: el corto, la vida real y dos décimas que Aparicio también escribió, de ahí me llegó todo.

Desde el 2017 has estado participando en el Encuentro de Mujeres Cantoras “Ella y yoâ€. A tu juicio, qué caracteriza a las mujeres trovadoras en Cuba.

Es un evento muy lindo que Heidi Igualada y Marta Campos han llevado contra viento y marea y que ha ido creciendo en cada edición. Es un evento de mujeres donde no solo hay mujeres. Lo que se quiere demostrar es que la mujer no es minoría en la trova y es que hay un montón en el mundo que desde la canción luchan por sus derechos en países que no los tienen. La mujer trovadora en Cuba es como una guerrera que tiene la guitarra como arco y las canciones como flecha.

tomada de su perfil de facebook

Trovadora en el siglo XXI… ¿Cuáles son los principales desafíos a los que te enfrentas como cantautora en estos días?

Soy el resultado del tiempo en el que vivo, eso siempre lo digo y tengo los retos que van con mi tiempo. Ahora mismo es un reto para mí estar en casa con todo esto de la Covid-19. Nunca había estado tanto tiempo en un mismo lugar y eso me hace sentir bastante mal, te confieso.

Ahora mismo lucho por aprovechar el tiempo al máximo para cuando todo vuelva a la normalidad lanzarme en un montón de proyectos que tengo en mente. Ahora mismo ese es mi reto, imagino que mientras más pase el tiempo más retos me seguirán llegando, pero ¿qué es la vida sin retos?

¿Qué caminos presientes en tu música? ¿Dentro del contexto musical, qué experiencias te gustaría vivir, algún sueño por cumplir?

Tengo muchos sueños, y creo que se han ido cumpliendo de a poco. Lo más cercano que tengo es graduarme, que ya me queda poco, luego creo que me lanzo a grabar un disco. También hay un montón de experiencias que quisiera vivir, quizás realizar una banda sonora, seguir componiendo, viajar, tirarme de un paracaidas, uffff, todo lo que me pase por la cabeza y crea que esté bien me propongo hacerlo.

¿Cómo se define a sí misma Yeni Turiño?

Ya lo he dicho muchas veces, soy una hormiga loca bastante cuerda.