Yasmany RodrÃguez Alfaro
Lo vivencial como protagonista en «Los ahijados de Lachy el White»
Para cualquier lector avezado Los ahijados de Lachy el White, el primer libro puramente digital de Yasmani RodrÃguez Alfaro, es una noveleta de lectura ágil. Prepotente, también, en su afán de atraparnos desde el comienzo hasta el final de la misma.
Y ese es, a mi juicio, el detalle que pudiera lastrar su calidad definitiva, sin embargo, no le resta valor literario.
Me atrevo a aseverar su carácter vivencial, porque está escrita desde el gusto y la necesidad de dejar una impronta sobre el devenir histórico de su creador. Como un diario que a vox populi se ha publicado.
La editorial que ha cumplido este cometido es Laia Editora Argentina, que se especializa en literatura contemporánea, sin ánimos de lucro y con un marcado interés promocional. Tuvo a bien hacer esta publicación a finales del 2023, momento cumbre en la creación literaria de nuestro novel escritor avileño.
En este volumen está la narración de sus cuatro años de estancia en Trinidad, Sancti SpÃritus. Algunos de sus desafueros y venturas. Alguna que otra sordidez de sus percances, y varios guiños o muecas de desagravio, para con la sociedad espirituana.
En ese perÃodo de vida, Yasmani vivió momentos especiales, como el nacimiento de su hija que prefirió mantener fuera de esta historia para no “ensuciarla†con el ambiente un poco burdo y los recuerdos no tan felices.
Asà todos podemos ser testigos de una trama humana que, por lógica, implica la conjunción de sentimientos, caprichos, actos y actitudes con todos sus matices y justificaciones.
Escrita desde la tranquilidad de un narrador que muda de puntos de vista, que lo mismo está dentro de la escena narrada, como desde afuera, cual cámara cinematográfica, Los ahijados de… es sincera y desde esa cualidad, seduce.
Uno de los elementos que me hacen ponerle atención es la construcción tan acertada de los personajes. No son de papel, como tanto nos enseñó Robert L. Stevenson, o de aire, como decÃa Jorge Luis Borges. Son esbozos de seres vivos, caracterizados indirectamente por sus acciones, y también ideas filosóficas en constante ebullición. Pero con psicologÃa coherente y de arrabal, si es que eso existe.
Lachy, por ejemplo, es un personaje pintoresco que lo mismo infunde risas y sirve de guÃa a sus protagonistas, por una ciudad históricamente antigua, como que nos pone los pelos de punta desde el temor a que desate lo peor de los protagonistas.
Resulta un personaje logrado, creÃble, desde sus caracterÃsticas psicológicas muy bien construidas y desarrolladas. De igual forma, y sin adelantar la trama que cuenta, vemos que a lo largo de las páginas, como hojas de un calendario, el personaje evoluciona y se vuelve cada vez más humano. Hasta que de pronto coma uno como lector no tiene más remedio que decir, “yo conozco a un tipo asà que vive en mi barrioâ€.
Desde el momento iniciático del encuentro entre Lachy, Rafael y Diana, ya uno quiere seguir leyendo para descifrar, de alguna forma, las incógnitas que se trazan desde el mismo tÃtulo. ¿Quiénes son los ahijados? ¿Son tan especiales? ¿Quién es este Lachy que tiene hasta ahijados?
A lo largo del libro, créanme, muchas de estas dudas se responden. Pero uno quisiera que, si un libro como este de narrativa fresca y voraz nos “enganchaâ€, tenga siempre acción y que ocurran grandes cosas. Y más aún cuando el mundo folclorista cubano está tan presente.
Mas he aquà el detalle defectuoso, a mi entender, de esta novelet:, la falta de acción dramática. No es una ausencia total. Es más, nadie puede dudar que está ahÃ, que algo pasa; pero está muy contenida y apenas desarrollada.
Además, de que el empleo de la técnica del iceberg, eso que no narramos y del que solo vemos una parte, y es el meollo del drama, aquà no tiene sentido pues la obra es larga en cuanto a que los personajes cumplen su ciclo de desarrollo dramático y pasan por varias etapas.
Si a esto le resto el manejo casi innecesario de tantos personajes de reparto que solo hacen coro y no tienen una participación fundamental en la trama, el libro se me queda en una anécdota muy bien contada, pero todavÃa incompleta.
Y llego a feliz comprobación de mi teorÃa cuando, en conversación con Yasmani, me dice que a esta obra le tuvo que quitar muchas partes que quizás vuelva a agregar, “el dÃa en que decida publicarla en papelâ€.
El resto de los personajes que son bastante verosÃmiles, cumplen muy bien su papel y apoyan o le quitan mérito a los protagonistas. Como casi siempre ocurre con el devenir popular, con esas masas enardecidas en completo vaivén.
Y en el caso de Rafael, el héroe-narrador, suerte de alter ego del propio autor, es astuto y sobrio. En apariencia un muchacho tranquilo, pero que no le pierde pies ni pisada al gusto de andar por la vida dejando marcas, sÃmbolos. Siempre con el deseo de buscarle un porqué a cada gesto y acción humana y de propiciarle sonrisas a sus seres queridos.
Mas no es un santo. En algún momento, como mismo adora, desaprueba; y si puede hasta volverse malévolo le resulta fácil.
Por otro lado, quizás a uno le queda un extraño sinsabor de que estamos ante un libro que es, al mismo tiempo, de condición etérea; porque no es fÃsico en el sentido material que entendemos, y no se puede palpar o sostener en un bolso mientras vivimos, como harÃamos con un libro de papel y cartulina.
Mas existe y es parte ya de la bibliografÃa de Yasmani RodrÃguez Alfaro, junto a Pre-Mortem, Ed. Ãvila; A la sombra del mago, Premio Eliseo Diego 2020; Madre de cal, de la Editorial Primigenios 2021, y otros de pronta aparición.
Estamos viviendo en un mundo que adora la virtualidad, las cosas etéreas; y difunde su amor, cada vez más, por los universos paralelos.
De esta forma, Los ahijados de… también existe en una parte de la nube o de la web cuando algunos aspiramos a que se vuelva de papel y cartulina para poder guardarlo en la estanterÃa personal.
Es un buen libro de agradecida lectura, como preferÃa el gran Eliseo Diego.
Los bendecidos animales de Yasmany
“Hice estos cuadros porque me dio la gana, una madrugadaâ€, me dijo Yasmany RodrÃguez Alfaro cuando inauguramos su muestra pictórica en el lobby de la AHS  avileña, Los animales del cuerpo.
Y ese mismo desenfado se vive en cada una de las once obras que la componen.
O de los animales que él mismo ha ido domesticando, cual pequeño prÃncipe.
Los habrá alimentado con savia de su cuerpo. Con inmaculada disciplina. La disciplina que es hacer lo que no quiero para lograr lo que quiero.
Los habrá acariciado hasta perder las fuerzas del cariño. Hasta decir “bastaâ€, y arrojarlos, luego, por el suelo.
Voy a la numerologÃa, que me encanta. 11 se descompone en 1+1 que es igual a dos. Y dos le viene bien a las personas que son pacientes, versátiles, serviciales, ingeniosas, amables y adaptables.
No sé si es pura coincidencia, pero los que conocemos a este joven artista vemos que la cosa le viene al dedillo.
Pero si vamos a otro significado del número leeremos:
El Número 2 es el número de dualidad y del equilibrio y representa la expresión del Alma en todas sus dimensiones. Su signo del ZodÃaco es Cáncer y su planeta dominante es la Luna, el astro asociado a los instintos, el subconsciente y todo lo que simboliza la figura femenina y materna.
Y asà podrÃamos entender el desenfado de Yasmany. Quizás sin proponérselo, estaba cometiendo el sublime acto de la creación inconsciente. El mismo que nos describÃa Paul Groussac cuando decÃa, “la mano de dios conduce a la mÃa cuando trascribo sus artÃculosâ€.
Es lo que nos pasa a muchos escritores. En este sentido, nada nuevo hay bajo sol.
Pero es alentador ver que la AHS  sigue respondiendo con interés e inteligencia al reclamo promocional de sus artistas. Por eso cede sus espacios virtuales y fÃsicos para la materialización de exposiciones como esta.
Yasmany fue invitado a las RomerÃas de Mayo este 2022. Y hasta HolguÃn se fue con la carpeta bajo el brazo. No pudo exponer. Pero las ganas de hacerlo no caerÃan en saco roto.
Apenas se preparaba la Feria del Libro en esta ciudad famosa por sus poetas y portales, la AHS pensó en exponer los animales de Yasmany. Y pensó bien.
El marco de la literatura era más que propicio. RodrÃguez Alfaro es también escritor. Y un buen escritor, por cierto.
En estas once piezas no solo se percibe su dominio del arte bidimensional, sino, además, el gusto por el diseño y el color.
El color pobre. Acaso una par de primarios.
Apenas un secundario.
Ningún terciario. Porque el mundo el mundo es caos. Porque la pandemia azota y hay que dejarse azotar dulcemente. Nosotros, los pecaminosos bendecidos de este mundo.
Cada cuadro en cartulina es un resurgir de formas sin conceptos, y conceptos sin formas. No quiero decir que lo figurativo es hueco o padece de significados. Digo que la figuración es tan rica como polisémica y sus lecturas dependen del nivel de comprensión del otro. Del que asiste a la muestra.
O del que se que ve reflejado. Porque las temáticas aquà no dejan de ser cotidianas y de vida citadina.
Porque veo chismes en el ambiente pictórico, lascivias, palabras soeces y figuras escandalosas, elementos lúdicos y hasta deseos pecaminosos de poseer todo lo posible. Hasta se le da otra espiritualización a la tan representada y mÃstica serpiente.
Recuérdese que la serpiente es el sÃmbolo del pecado en la Santa Biblia; el Uraeus o serpiente sagrada en la corona de guerra de los faraones denotaba la iniciación en los ritos sagrados y expresión de la sabidurÃa oculta; para los chinos, la serpiente y el dragón son sÃmbolos de la vida rÃtmica, metódica, junto a los principios de humedad y fecundidad; en la cosmogonÃa de la India, aparece Vischnú, el “principio conservadorâ€, junto a su esposa Lakmi, reposando sobre una serpiente de siete cabezas, llamada Ananta, la eterna o Ananda, manantial de vida; gracias a la maldad de una serpiente Gilgamés como su pueblo, no pudieron torcer la triste condición humana de morir; en Egipto, el dios Amón se confunde con la serpiente creadora; y asÃ, hasta el infinito.
Por lo que en estas piezas de Yasmany, dicho reptil puede ser la reunificación de todos estos significados o uno solo, el que más le convenga al espectador. Porque de eso se trata, también, la obra de arte. El otro tiene su propio entendimiento o significado de las cosas y, el otro, además, es el principal tributario de contenidos.
Hacia él van dirigidas todas las obras de arte.
No hay tantos animales como se esperarÃa. Porque el animal es el mismo hombre. El hombre del hombre. O como reza en esa frase memorable que es parte de una de las piezas:
EL HOMBRE DENTRO DEL HOMBRE ES MÃS GRANDE QUE EL HOMBRE.
¿Qué significa? Para mÃ, es la profundidad del ser. Es la trÃada. La mÃstica. Es el resultado del 1+1 que es igual a 2. Es el hijo de todas las cosas. Es la maternidad y la paternidad más grandes que la propia concepción del hijo.
Pero es, también, todo lo que le puedas agregar tú, en tu juego de significantes.
Otro de los elementos que me llama la atención de estas piezas es el uso del color. La presencia del negro pudiera darnos la sensación de que todo en el ser humano está fuera de control o sumergido en el caos y desconsuelo.
O pudiera ser el mundo onÃrico.
Si contextualizamos las obras en cuestión, pudiéramos apoyarnos en las propias declaraciones de Yasmany cuando nos dice que “fue creando estas imágenes en los momentos más duros de la Covid-19â€.
Entiéndase. Era cuando la muerte estaba al doblar de la esquina. Donde el miedo, el susto, las malas noches, no dejaban paso a la tranquilidad necesaria para el cuidado de la salud. Instantes de crisis. De aislamiento social. De barreras y escondrijos. De máscaras y ungüentos para escapar de los sÃntomas.
TodavÃa estamos asÃ, pero en otro nivel mucho más sensato.
¿O debiera decir pecaminoso?
Cada uno de los cuadros de esta muestra me hacen sentir el arrebato en el que fueron concebidos y cierto grado de inmadurez artÃstica. Rabia desbocada. Deseos de acabar con ese tiempo de esconderse y cuidar hasta el habla cotidiana.
Hay arrebatos. SÃ. Muchos. Y pareciera que es un niño el que pintó estas cartulinas. O embarrado de pintura. Porque la rabia, tanto tiempo contenida, pareciera salirse cual chorro de semen gestándolo todo. Asà de lasciva y comprometida puede ser esta obra.
Asà de contestarÃa, porque le da la gana salir al mundo y ponerse en cuatro patas para burlarse de todos.
Y llegará hasta donde quiera el espectador.
SÃrvase también las iconografÃas de Choco, Moisés Finalé, Mendive, Lam, Picasso, para aumentar los simbolismos de cada pieza. Porque ahà están esos maestros en esos planos que juegan entre sÃ, que se contaminan y disuelven; ahà están en esos ojos que todo lo ven y que fueron testigos, también, de Guernica y Mendive; o los rostros gritando, de perfil siempre, de Choco.
Ahà está la cultura cubana. Y la AHS avileña para resguardarla como buen hijo.
Una vez más gana el arte gestado desde la vanguardia juvenil avileña, de las artes visuales en la figura de Yasmany Alfaro y sus animales del cuerpo.
Obra que hasta levantó el asombro y el buen gusto de nuestro poeta y Ministro de Cultura Alpidio Alonso Grau, cuando se personó en la Casa del Joven Creador y dialogó con el artista, cuadro de por medio.