Traducción
Cómo dibujar un pájaro según Jacques Prévert
Surrealista en sus inicios, irreverente e iconoclasta siempre, dueño de una libertad creativa que enarboló en cada uno de sus libros, Jacques Prévert (Neuilly-sur-Seine, 1900/París, 1977) es uno de los poetas fundamentales no solo de la lengua francesa; y aunque no intervino en las expresiones más formales del surrealismo, se le atribuye la paternidad de prácticas artísticas características del movimiento, como el cadáver exquisito (en su casa, una vivienda colectiva con el número 54 en la Rue du Château, se reunían entre 1925 y 1928, miembros del surrealismo como Raymond Queneau, Marcel Duhamel y Benjamin Péret).
La publicación por La Luz de Instrucciones para dibujar un pájaro salda una deuda con el lector cubano, al ofrecerle una selección, traducida por Irina Chaveco Pupo y Elizabeth Soto, de los poemas que Prévert escribió entre 1930 y 1944 y que, publicados con el título Paroles en 1946, lo reafirmaron como uno de los autores más importantes de su generación, una obra que figuró entre la “más leída de su tiempo” y que “nos sigue seduciendo hoy”, como asegura Lourdes Arencibia en el texto, especie de prólogo, que acompaña como brújula la lectura.
Paroles le dio a Prévert el reconocimiento que le fue huidizo al principio, cuando sus contertulios de las tabernas y cafés parisinos consideraban su poesía “demasiado populista y bohemia”. Sin embargo, escribe Arencibia, “la difícil facilidad de la poesía iconoclasta de Prévert, su sentido de la imagen insólita y de humor crítico, su naturalidad, su estilo en apariencia sencillo y accesible al lector, con una visibilidad que explota al máximo la representatividad del habla siempre cercano al lenguaje de la calle y a los sucesos de la vida cotidiana francesa, es a la vez diverso tanto en el fondo como en la forma”. La traducción cubana realizada por Irina y Elizabeth supo vencer la mezcla de referencias literarias y religiosas, lugares, personajes y circunstancias históricas, y los elementos del surrealismo, el absurdo, la antítesis, la ironía, la convivencia de textos sin puntuación ni estilo definido, la mezcla de poemas largos y cortos, los juegos de palabras, las aliteraciones, los aforismos y neologismos, la combinación de recursos de la oralidad y la escritura… que caracterizan Paroles y que lo convirtieron en uno de los “autores franceses más admirados, cantados, recitados y conocidos no solo en Francia, sino en el mundo entero, porque Prévert dejó su impronta creativa para públicos de cualquier edad e incursionó en casi todas las esferas de las artes” (el cine, la musicalización de textos, la representación escrita del lenguaje pictórico).
Prévert fue –algo difícil en otros tantos “poetas malditos”, muchos de ellos franceses– un irreverente que, quizá por ello mismo y por las posibilidades de su verso, se convirtió en popular, al punto de ser leído y recitado en los diferentes niveles de enseñanza en lengua francesa.
Organizados como en el cuaderno original, mostrando que el poeta “sabe desplazarse con absoluta facilidad y elegancia dentro del ámbito literario”, en los textos de Instrucciones para dibujar un pájaro, que avistan el espíritu europeo desde el fin de la Primera Guerra Mundial al inicio de la Segunda, Prévert “adopta una voluntad de conformación fónica de modo consciente o inconsciente que hacen del poema una estructura libre, donde se respira un tempo que es otorgado por las sensaciones que trasmite el autor, en su burla o halago, aboliendo los signos de puntuación, incluyendo una ortografía a su antojo”, aseguran Soto y Chaveco.
¿Qué caracteriza, además de lo expuesto, su poesía? ¿Y qué peculiaridades en la obra de Prévert marcaron el arduo trabajo de traducción? “Una lectura en voz alta de sus poemas en francés denota su propósito de crear hemistiquios melódicos, especie de anagramas para decir lo dicho, de una manera más amena, más tonal. Un juego de palabras que burle la situación, el entorno, un sentimiento en específico, dislocaciones de estructuras sintácticas que organizan o desorganizan el cerebro de los personajes, conmutaciones en los sintagmas, frases con deformación cuyo referente lingüístico, es evocado por el lector u oyente. La repetición, el inventario verbal o sustantivado, encadenamientos, paralelismos, notaciones como pinceladas que conforman por yuxtaposición un relato narrativo o dramático”.
Los noventa y cinco poemas que componen Paroles habían sido recitados una y otra vez por Prévert a sus amigos antes de consentir en su publicación (Henri Michaux lo incitaba a escribir, y Prévert, concluido cada texto, lo enviaba al poeta y pintor belga). “Los regalaba a sus amigos, a veces los entregaba para alguna revista, los dedicaba al grupo de teatro Octubre”, pero cuando salieron, publicados por Bertelé y Gallimard, Paroles “resultó un acontecimiento literario: cinco mil ejemplares se vendieron a la primera semana”. La fuerza, la reinvención, el anticonformismo virulento y la rebeldía, junto a una diversidad temática que marca su rechazo a utilizar un lenguaje manido y alambicado, y su derecho a generar un texto conforme a su imaginario, más el amor, la camaradería, el espíritu de insurrección, la guerra, donde une ternura y violencia… marcan su obra poética. Además palpamos el humor, la burla, la mordacidad, la descripción cruda de los acontecimientos, sus opiniones críticas a las instituciones, como al sistema educativo, la iglesia y la familia tradicional y patriarcal.
Este libro –señal de que el pájaro de Prévert ha cantado y seguirá haciéndolo– “busca en cada verso desasirse de las rejas de la poesía anteriormente escrita”, al llenar “estas páginas con una verdad dicha sin apegos a convencionalismos”. Suerte no solo para el lector cubano, sino para el hispanoamericano, esta traducción de Irina Chaveco y Elizabeth Soto publicada por La Luz, que con edición de Liset Prego y diseño de Robert Ráez a partir de una fotografía de cubierta de Norlys Guerrero, nos entrega a una de las voces fundamentales de la poesía escrita en lengua francesa y de la lírica universal: la inconfundible voz de Jacques Prévert.
Instrucciones para traducir a Jacques Prévert
La publicación en Cuba de Instrucciones para dibujar un pájaro, selección de la obra del poeta francés Jacques Prévert (1900-1977), uno de los autores fundamentales de la literatura del siglo XX, constituye un verdadero acontecimiento en nuestro ámbito editorial.
Ediciones La Luz asumió el reto bajo la guía de Luis Yuseff y el trabajo de selección y traducción de las jóvenes Irina Chaveco Pupo y Elizabeth Soto. Esta unión –Elizabeth poeta; Irina traductora– le aportó a “cada verso una mirada distinta”, asegura Irina, pues el objetivo es que “nuestra propuesta de traducción fuera el resultado de la confluencia de esas dos miradas”. De esta manera, La Luz entregó al lector cubano y latinoamericano “la más extensa selección de la obra de Prévert” realizada en el país.
Profesora e investigadora, Irina Chaveco es miembro de la Asociación Cubana de Traductores e Intérpretes. Se graduó de traducción en inglés y francés en la Universidad de Holguín y realizó un máster en Traducción Profesional e Institucional en la Universidad de Valladolid, en España, y un curso de Dirección general de traducción de la Unión Europea, en Bruselas, Bélgica. Posee experiencia en la traducción jurídico-financiera, técnica y literaria, campo este último donde se inserta su trabajo, con Elizabeth Soto, en la traducción de los poemas que Prévert escribió entre 1930 y 1944 y que, publicados con el título Paroles en 1946, lo reafirmaron como uno de los autores más importantes de su generación; con una obra que figuró entre la “más leída de su tiempo” y que “nos sigue seduciendo hoy”, escribió Lourdes Arencibia en el texto, especie de prólogo, que acompaña como brújula la lectura.
La traducción cubana realizada por Irina y Elizabeth supo vencer –lo cual representa un mérito indiscutible, añade la prologuista– la mezcla de referencias literarias y religiosas, lugares, personajes y circunstancias históricas, y los elementos del surrealismo, el absurdo, la antítesis, la ironía, la convivencia de textos sin puntuación ni estilo definido, la mezcla de poemas largos y más cortos, los juegos de palabras, las aliteraciones, los aforismos y neologismos, la combinación de recursos de la oralidad y la escritura… que caracterizan Paroles y que lo convirtieron en uno de los “autores franceses más admirados, cantados, recitados y conocidos no solo en Francia, sino en el mundo entero, pues dejó su impronta creativa para públicos de cualquier edad e incursionó en casi todas las esferas de las artes”, añade Lourdes Arencibia.
Dejemos que sea Irina quien nos cuente sobre su experiencia con la traducción de la poesía de Prévert en estas Instrucciones para dibujar un pájaro publicadas por La Luz.
¿Antes de Instrucciones para dibujar… habías incursionado en la traducción literaria?
En realidad sí. Había comenzado a traducir a R. R. R. Dhlomo, un periodista y escritor sudafricano de la primera mitad del siglo XX, pero ese es un trabajo que se mantiene inédito.
¿Por qué precisamente Prévert? ¿Cómo surge la idea de traducirlo, la génesis del proyecto?
El proyecto surgió de la mano de Luis Yuseff y Elizabeth Soto. Ellos seguramente podrían dar más detalles al respecto. Yo me uní por invitación de Elizabeth, y lo asumí con mucho entusiasmo, pues recién llegaba de España de terminar un máster en traducción y esta fue una oportunidad inigualable para el ejercicio de la profesión.
¿Este es el primer libro de Prévert en Cuba? ¿Estaba publicado en antologías o revistas?
Al parecer es, al menos, la más extensa selección de la obra de Prévert realizada en nuestro país.
Paroles está compuesto por más poemas… ¿Cuál fue el criterio de selección de los textos?
La intención era mostrar a ese Prévert tan diverso en contenido y forma. Y me permito aquí retomar algunos fragmentos del prólogo que responde con detalles la pregunta:
Nuestra selección se basa fundamentalmente en el contenido, la belleza lírica, la calidad textual, la estructura de los poemas. Hemos querido ilustrar a Prévert en varias de sus facetas: el contestatario, el anticlerical, el romántico, el que condena la pobreza, el hombre con una vastísima cultura que con tanta delicadeza deja asomar en sus escritos, haciéndolo de manera casi imperceptible, como queriendo que nadie lo note… Así, hemos seleccionado poemas como Intento de descripción de una cena de cabezas en París-Francia, con su representación del comportamiento de la clase dominante cuando se siente amenazada. Para el Prévert anticlerical no podía faltar el Pater Noster, al cual también acompañan obras como La cena o Verá lo que verá. El tema del amor se ilustra con Arenas movedizas, Casi, Desayuno…Tampoco nos podían faltar La grasse matinée que presentamos como Bien alimentado, con su gran crítica social; El paseo de Picasso, donde se vislumbra su concepción del arte; Sucesos, en cuyo final predice la revolución; El lavado, como crítica a la familia tradicional, patriarcal, anticuada; o su rechazo a la educación dogmática con Page d’écriture, Castigo en nuestra versión. Como representativo de ese recurso tan socorrido por Prévert, el inventario, seleccionamos precisamente Inventario, composiciones todas que muestran al Prévert polémico, al que condena las injusticias sociales, la guerra…
¿Cuáles fueron las principales dificultades (lingüísticas, sintácticas, de contenido, etc.) que les planteó traducir la poesía de Prévert al español?
Traducir a Prévert supuso todo un reto. Verso tras verso se develaban nuevas y diversas dificultades de traducción. Así, por ejemplo, el tratamiento de las aliteraciones –recurso recurrente en Prévert– planteó no pocos escollos para lograr mantener el recurso a la vez que se trasmitía el sentido. Lo mismo sucedía con las rimas, que aunque con muy pocas apariciones dentro de la obra de Prévert, constituyen una de las problemáticas fundamentales de la traducción de poesía.
Por otra parte, podría citar los neologismos, de los cuales Prévert hizo gala en los primeros versos de Intento de descripción de una cena de cabezas: “los que tricoloran/los que andromacan”, y así, una serie de ellos.
No menos desafiante resultó ser la intertextualidad en Prévert. El juego creativo en este autor pareciera no tener límites, como mencionaba anteriormente, en ocasiones juega a inventar palabras, en otras juega con sus sonidos y en otras va un poco más allá y juega con la obra de otros autores, tanto contemporáneos y amigos como con aquellos que ya habían trascendido en el tiempo. La intertextualidad, tanto implícita como explícita, supone un reto a la hora de traducir. Prévert manipula, por citar un ejemplo, un verso del poema El albatros de Baudelaire. Era preciso, entonces, consultar cómo había sido traducido ese poema en nuestro contexto –como vía para trasmitir la intertextualidad al lector meta– y luego reproducir la estrategia de manipulación que utilizó el autor de Paroles.
De la misma manera, el constante uso de referentes culturales, tanto hechos como lugares o personajes, obliga a quien traduce a mantener una coherencia entre el texto traducido y la forma que ya ha tomado esa referencia en nuestra cultura si fuera el caso, o bien a añadir notas aclaratorias o explicitar aquellos elementos menos conocidos que son imprescindibles para la mejor comprensión del texto.
¿Cuáles crees son las características principales –esas que lo diferencian de la obra de sus contemporáneos franceses– de la poesía de Jacques Prévert?
El movimiento surrealista, surgido en el siglo XX, se caracteriza por el humor negro y el rechazo a todo lo que se impone, pero ese rechazo va acompañado de un deseo de renovación. Es así que en la época impera un espíritu de revuelta y de libertad, espíritu que se refleja también en la poesía. Los surrealistas impusieron nuevas formas de hacer poesía, otorgaron un lugar privilegiado a las imágenes y crearon recursos para relacionar realidades que antes era impensable relacionar. Esta, según se afirma, es la génesis de la poesía de lo cotidiano. Prévert, como poeta que coquetea con el surrealismo, es un importante representante de la poesía de lo cotidiano. Se hizo popular gracias a su lenguaje coloquial, su humor y sus himnos a la libertad. Le interesaba la sencillez –no así la simpleza– del lenguaje, se negaba a escribir poesía que no pudiera ser leída por todos. Esta confluencia de intereses y talento dio como resultado aquello que podría ser catalogado como signo distintivo de Prévert: un lenguaje sencillo con un hábil uso de juegos de palabras en todas sus formas, herramienta muy eficaz que probablemente hizo pudiera llegar a un público amplio.
Además, en Prévert encontramos poemas de longitud variable, desde muy pocas líneas hasta una docena de páginas, las rimas son escasas, pero hay juegos rítmicos y también de sonidos como la aliteración, las repeticiones son frecuentes, al igual que el recurso del inventario. Otra característica de este autor son las imágenes inusitadas, una capacidad extraordinaria para jugar con las palabras y otorgarles significado y forma a su antojo, además de un uso exquisito de la ironía, el sarcasmo y el humor.
¿Cómo se traduce a dos manos? ¿Tradujeron conjuntamente o determinados poemas cada una?
Tradujimos todos los poemas de manera conjunta. El trabajo mancomunado era, precisamente, la razón de nuestra unión. Cada una, influenciada en alguna medida por su principal hacer –Elizabeth poeta, yo traductora– daría a cada verso una mirada distinta. Y ese era el objetivo: que nuestra propuesta de traducción fuera el resultado de la confluencia de esas dos miradas.
¿Quedaste satisfecha con el arte final del poemario? ¿Qué descubrirá el lector hispanoamericano cuando se adentre en estas Instrucciones para dibujar un pájaro?
Sí, sin dudas, estoy satisfecha, y además aprecio el trabajo realizado por cada uno de los que contribuyeron a que hoy el lector tenga a su disposición este poemario. Me enorgullece haber podido contar con el prólogo de Lourdes Arencibia. Agradezco a Luis Yuseff y Ediciones La Luz, la edición de Liset Prego, el diseño de Roberto Ráez, la fotografía de Norlys Guerrero Pi, la diagramación de Norge Luis Labrada, la corrección de Mariela Varona, y a ti, Erian, por leer nuestra traducción y contribuir a su promoción.
Y en cuanto al lector, prefiero permitirle el placer de descubrir a Prévert dentro de las páginas del libro, aunque sí sería conveniente que nadie imagine que porque el poemario Paroles se publicó en una tierra y tiempo distantes –la Francia de 1946–, el autor no tiene nada que decirnos a los cubanos de estos tiempos, nada más alejado de la realidad.
Me despido con una invitación a la lectura, pues se sorprenderá el lector de cuánto puede hacernos reflexionar sobre nuestro día a día con sus metáforas, con sus ironías, con sus sarcasmos, con sus preocupaciones tan parecidas a las nuestras, con sus tiempos tan parecidos a nuestros tiempos.
Los entresijos de la literatura
En ella se cumple el lugar común: Malena Salazar Maciá no necesita presentación alguna. Su rostro es conocido no solo entre los lectores y escritores del fantástico cubano, sino más allá de las fronteras geográficas que nos circunscriben a un universo de referencias.
En honor a la verdad, debo confesar que me he aprovechado de la amistad que nos une para hacerle responder esta entrevista. Malena aceptó, por supuesto, sin que mediaran demasiadas excusas, impelida quizás por esta distancia física que no nos permite ahora compartir café juntas, anécdotas ni películas. Sea cual sea el formato que nos sirva como (pre)texto para dialogar, es innegable que Malena Salazar Maciá se ha convertido en más que una “joven promesa”. Ese concepto tan debatido y que aún cargan algunos de nuestros mejores creadores literarios, nos obliga a repensar, acuciantemente, cuál es el lugar que ocupan los creadores jóvenes en el tejido escritural de la nación.
En tiempos recientes, algunos de los autores de las generaciones más jóvenes del fantástico cubano han tenido el privilegio de ser traducidos a otras lenguas, ¿cuál ha sido tu experiencia? ¿Sientes que el mundo de la traducción es una posibilidad otra hacia diferentes públicos y mercados?
Hasta el momento, he tenido la suerte de ser traducida mayormente al inglés y al japonés de la mano de Toshiya Kamei; no obstante, algunas de mis historias también han sido elegidas para ser llevadas al alemán y al croata. No sería cierto si afirmara de forma categórica que alguna que otra vez no albergué la idea de ver algunas de mis obras en otros idiomas, sin embargo, lo curioso es que las traducciones llegaron en períodos en que no tenía contemplada la posibilidad. Así que fue una sorpresa agradable ver cómo mis textos en español se convertían, poco a poco, en otras palabras, construidas a través de otros abecedarios, otras reglas, conceptos similares que capturaban la esencia del original. La experiencia se completa cuando se logra una publicación; porque tampoco es sencillo colocarse en el mercado o llegar a un determinado público. También existen muchos escritores y traductores talentosos a nivel internacional que buscan un lugar para sus trabajos.
El mundo de la traducción me gustaría compararlo con la posibilidad que alberga la idea de la existencia de mundos paralelos: abre miles de puertas al intercambio con lectores y escritores de culturas diversas. Promueve la posibilidad de retroalimentación literaria, de estudio de nuevas temáticas, de adquisición de conocimientos sobre el constante movimiento de las problemáticas socio-económicas y políticas en otras latitudes.
Cuando se trasciende el ámbito semántico de la lengua madre, ocurre un cambio sustancial en las historias, ¿cómo concilias el ejercicio de la escritura con la potencial idea de una traducción futura? ¿Piensas en eso a priori?
La traducción es, también, arte. El traductor no solo debe tener un conocimiento multicultural vasto, sino ser capaz de conservar el espíritu del texto original cuando lo lleva a otra lengua, debido a que a veces, muchas palabras, frases y conceptos no poseen una traducción precisa a otros idiomas, o la estructura de la historia no resulta adecuada para llegar a lectores que descubren por primera vez algo escrito en otro país, en otra lengua. El traductor debe conocer la mente y el estilo del autor. Debe volverse, de cierta forma, el segundo autor.
No pienso en futuras traducciones cuando escribo un texto. Deseo que la historia se desarrolle en su propio ambiente, con los elementos que le son innatos debido a su temática, al estilo, al tono que deseo darle. Después es que puede apreciarse la belleza del proceso de renacer en otro idioma: el ejercicio intelectual de interpretación que debe realizar el traductor.
En los dos últimos años has sido una de las autoras más premiadas a nivel nacional. Pocos concursos del género fantástico se te han resistido, ¿qué harás cuando no te queden otros certámenes de literatura fantástica en los cuales competir? ¿Sientes que el verdadero aliciente del escritor se encuentra en el premio o acaso tus resortes creativos se encumbran hacia otras vías?
Exploraré otros géneros literarios. Me gustaría incursionar en el mainstream, el policíaco y el teatro. Sin embargo, quiero hacerlo después de estar segura de cuáles son sus elementos, después de crearme una base a través de lecturas y análisis de obras de dichos géneros, tal y como procedí con la fantasía y la ciencia ficción.
Tomé la participación en los concursos para medir, poco a poco, cuánto mejoraba o retrocedía en mi literatura, en qué fallaba, por qué y cómo podía solucionar esos problemas y errores. Me sirvieron también para conocer a escritores de todo el país y ganar experiencia a través de sus consejos.
No es esta la primera entrevista que tengo el placer de pensar para ti. En nuestro primer diálogo eras aún una autora novel que comenzaba a lidiar con los trazos del Premio David en la categoría de ciencia ficción, ¿cuánto ha cambiado la autora de Nade desde entonces hasta estos tiempos?
A veces hago comparaciones entre Nade y mis textos recientes. No surge como algo premeditado sino que, en algún momento, ese primer libro cae en mis manos y siento el deseo casi hipnótico de abrirlo en una página al azar, leer párrafos, diálogos, personajes. Y noto los cambios. Veo un progreso. De Nade hasta mi último escrito, sea cuento o novela, existen detalles sutiles (y otros no tanto) que marcan cuántos obstáculos he superado, cuántos consejos he escuchado y asimilado, cuántos errores he subsanado. Me percato de que el camino continúa.
Siempre digo que, cada vez que leo algo nuevo, percibo cuánto me falta por crecer como autora.
¿Eres una creadora a la que le gusta reescribir sus libros? Si, por ejemplo, pudieras retornar a esa Nade primigenia que publicó Ediciones Unión en su colección Premio David, ¿cambiarías algo?
Corregiría errores en la dramaturgia y el estilo escritural, desarrollaría de forma más justa a los personajes, pero no cambiaría la esencia de la historia. Me gusta ese “por qué” y “cómo” fue concebida, me gusta que tenga la ingenuidad de una opera prima. Si realizara un cambio sustancial, si la reescribiera por completo, ya no sería la misma Nade que me enseñó tanto y me acercó a los lectores.
Has comenzado a transitar, con muy buen paso, en la literatura infantil y juvenil. ¿Cómo llegas al género? ¿Por qué tu interés como escritora se ha enfocado en esa nueva lupa de sentido y producción? ¿Qué posibilidades te ofrece la literatura infantil y juvenil?
Lo sentí como una asignatura pendiente: de niña, leí a Excilia Saldaña, Enrique Pérez Díaz, Dora Alonso y Julia Calzadilla, así que durante mi crecimiento como autora me presionaba una deuda invisible con ellos, con la propia literatura infantil. Sus libros me inculcaron el amor por la lectura y la escritura. Son parte de mí, de la fuente a la que regreso a cada rato para aprender los entresijos de la literatura.
No fue una decisión precipitada: tardé un tiempo en convencerme de que estaba lista para escribir para niños, que es uno de los públicos lectores más exigentes que puedan existir. Por el momento, disfruto mucho creando estas historias porque me permiten recordar esos sentimientos que me provocaba el leer a los autores que funcionan como mis pilares. Me gustaría acercar a los niños a la lectura a través de mis textos. Quizás algunos de ellos, como yo, sientan el llamado literario y se armen de letras.
La pandemia nos ha obligado a revolucionar y repensar no solo la literatura, sino su modo de comunicación al público, ¿qué tal la experiencia?
Antes de la pandemia, las redes sociales, Internet, los medios de comunicación masiva… comenzaban a volverse herramientas útiles para los escritores. Con la llegada de la covid-19 se han reafirmado o, quizás, se han convertido en un elemento indispensable tanto para trabajar como para la socialización, donde se hace necesaria la distancia.
¿Piensas que son pocos los autores jóvenes que se interesan por la ciencia ficción y la fantasía? ¿Hasta qué punto pueden los autores de generaciones anteriores, incluso siendo jóvenes, apoyar e impulsar a los más noveles?
Durante la pandemia y gracias a una mayor incursión en las redes sociales, he descubierto que en Cuba existen muchos jóvenes con deseos no solo de leer ciencia ficción y fantasía, sino también de crearla. A través de Twitter, Facebook e Instagram, muchos realizan publicaciones de sus obras e intercambian, sin tener conocimiento de que existen otros escritores, premios y la colección Ámbar de Gente Nueva que aborda el fantástico. Cuando lo descubren, exigen orientación inmediata acerca de estos autores, y cómo pueden acercarse más a esta comunidad que ya existía.
Si algo ha caracterizado a los autores del fantástico cubano, es el apoyo mutuo y hacia los jóvenes que comienzan a través de asesorías, invitándolos a talleres, recomendándoles libros e instándolos a participar en concursos. Todos forman parte de este proceso, sin importar la generación. Los autores jóvenes escuchan a los veteranos y viceversa. Cada persona, desde su punto de vista, es capaz de arrojar luz sobre una temática poco explorada por otros.
De esa forma, los creadores más jóvenes adquirimos y compartimos experiencias que nos colocan en condiciones de, también, capacitar a los noveles, o a los que comienzan a leer a los autores cubanos.