Teatro de La Totalidad
Miradas al teatro joven cubano (dosier)
Presentamos este conjunto de dos textos dedicados a grupos noveles del teatro cubano. Aimelys Díaz, quien es teatróloga, investigadora, profesora del ISA y especialista de Teatro de la Casa de las Américas nos acerca a la trayectoria corta, pero intensa, del colectivo Medea Teatro fundado en 2017 y dirigido por José Antonio García Caballero. A través de un texto se explora en los diferentes ejes del grupo radicado en La Habana. Del otro lado de la Isla, Teatro de la totalidad, fundado en 2019 y con sede creativa en Guantánamo, es presentado por Claudia Amanda Betancourt, socióloga e investigadora del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y miembro de la sección de Crítica e Investigación de la AHS. A modo de entrevista con su director Geordany Carcasés, se va tejiendo una proyección del universo estético del grupo.
Como otros proyectos, estos han comenzado y siguen trabajando por esfuerzos propios, luchando contra viento y marea por llevar obras a escena. Algunos han recibido becas de la AHS y apoyos diversos de los Consejos Provinciales de Artes Escénicas, del ISA y de otras instituciones. Sin embargo, sigue siendo una prioridad acompañar estos esfuerzos y registrar el camino de esas poéticas en formación. Grupos como La Chimenea, en Camagüey, La Caja Negra, en Santiago de Cuba, y Laboratorio Fractal Teatro, en La Habana, todos en diferentes niveles de desarrollo, pero con las mismas ganas de crear tendrán espacios futuros en esta página.
Los dos trabajos que presentamos hoy tienen como objetivo visibilizar la obra de jóvenes teatristas y mostrar las principales motivaciones éticas y estéticas que tienen estos grupos para hacer teatro en Cuba hoy.
Teatro de la Totalidad, revitalizando la escena teatral guantanamera
(Entrevista a Geordany Carcasés Obana, director de Teatro de la Totalidad)
Por: Claudia Amanda
Hace tres años, en la provincia de Guantánamo se fundó el grupo de teatro: Teatro de la Totalidad, el 22 de septiembre de 2019, con la dirección general de Geordany Carcasés Obana. Quien se graduó como Licenciado en Arte Teatral del Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA) y viene de una formación musical, desempeñándose desde los `90 como instrumentista-profesor de Guitarra Clásica y Práctica de Conjunto del Conservatorio Profesional de Música “Esteban Salas” de Santiago de Cuba.
Teatro de la Totalidad, por la interrelación de disciplinas, partiendo del teatro, la música y la danza, fusionarlas como un todo, así como alcanzar comunicarse con diversos públicos y “defender la continuidad de una tradición de raigambres clásicas, que es la del nacionalismo musical cubano en sus expresiones más estimables”. Son de los objetivos fundamentales que se ha trazado Geo con su grupo, actualmente conformado por ocho integrantes y cuatro actrices en cumplimiento de su servicio social, la mayoría muy jóvenes entre los 19 y 31 años de edad.
Totalidad como término también connota la necesidad de confrontar sus obras con diversos públicos, incluso el de menor rango etario, de ahí la incursión en la modalidad de Teatro para Bebés o Teatro para la primera infancia, dirigido por nuestra queridísima Yohandra Rosales, manteniendo el rigor en la selección musical y otros códigos estéticos propios de nuestro estilo. Me gusta acuñar el término del “transformance”, que indica espectáculos que trazan caminos diferentes al performance americano, y que apuntan a trasformar el rostro de la ciudad de Guantánamo, y aflorar, y hacer visible los distintos componentes que conforman el abanico cultural que puebla cada rincón de esta maravillosa provincia, entretejiéndolos y poniéndolos en relación.
¿Cómo surge La Totalidad?
Teatro de la Totalidad surge de manera espontánea, conceptuando esa espontaneidad podría decir que, en nuestro caso, fue la necesidad de compartir experiencias y ponerlas en práctica lo que hizo posible que se definiera la Totalidad como proyecto. La inminencia del “aquí y el ahora” fue lo que marcó la dirección de nuestro primer trabajo, acompañado también del influjo que pertenece no sólo a esa clase de teatristas como Barba, Valle-Inclán, Brecht, Unamuno, Lorca o Witkiewicz, sino también de los nuestros, de nuestros maestros, los del día a día. En mi caso fueron Armando Suárez del Villar y Carlos Celdrán, los cuales han influido grandemente en mi desarrollo como artista y como ser humano. Estos maestros, son mis verdaderos principios fundacionales, de ellos aprendí muchísimo, sobre todo el no consentir de ninguna manera situaciones que anulen deliberadamente mis sentidos; nuestro trabajo radica en una inmensa vulnerabilidad y sensibilidad.
El grupo con tres años de fundación cuenta dentro de su repertorio con varias obras, para público adulto: Pan para la fe, El orden de los factores y Cemí, para los infantes: Jardín de Luna e Historias en el mar, más una adaptación musical realizada por su director, Geordany, a titulada: Pequeño, que dirigió para el antiguo grupo de teatro Ríos. Además, la obra Érase una vez un rey, montada como ejercicio de graduación de los estudiantes de cuarto año de nivel medio de la academia de arte de Santiago de Cuba.
En el año 2022 tuve la oportunidad de participar en el Festival de Teatro Joven en Holguín, evento organizado por la Asociación Hermanos Saíz, donde se convocan agrupaciones y artistas noveles, así como otros invitados para conformar el programa del evento. Dentro de las 12 puesta en escena programadas, se encontraba Pan para la Fe, la primera obra del repertorio de La Totalidad, con texto e interpretación de Fermin Francel Figueredo, música de Marcos Bou, efectos en vivo y banda sonora de Geordany Carcasés, así como la dirección general de Geordany. Un unipersonal que trata sobre la historia de un campesino de las serranías guantanameras, Ramón, y su hijo adoptivo Zaimar, que parte hacia la gran ciudad para encontrar la forma de desarrollar su vocación en el arte. Ipso facto, toma posición frente a las circunstancias y decide poner al tanto a su padre enviándole una carta en la que le cuenta los por menores. El destino de ambos se arroja y transporta paralelamente hacia una utopía: el hombre. Combinando la música, la danza y la actuación en este unipersonal donde el virtuosismo de Fermin como intérprete se expone encarnado más de diez personajes, mostrando su versatilidad escénica. También son implícitos en la obra problemáticas sociales como el regionalismo, la migración, se pone en tela de juicio la calidad humana de los seres humanos, los valores humanos y sociales, la fe y el amor. La obra, transita desde la variedad artística y con diferentes referentes teatrales, a la variedad de temas universales, tan sensibles y latentes en nuestro contexto actual. Agradecí mucho al grupo desde aquella ocasión esa presentación y obra, que causó tantas sensaciones juntas en mí, desde tristeza y dolor, pena, hasta esperanza, comedia y buen humor, con una musicalidad y movimientos que le impregnan una multiplicidad de recursos a la puesta, que no se suele disfrutar con frecuencia en las obras de teatro que se producen actualmente.
¿Cómo llega una obra como Pan para la Fe para estrenarse y para estrenar al grupo?
Pan para la fe, fue el primer espectáculo de Teatro de la Totalidad, en el cual se esbozan los principales rasgos estilísticos que me gusta denominar como: Teatro Popular de Concierto. La economía en los recursos escenográficos, la música con una gran mezcla de géneros compuesta por los integrantes de la obra, ejecutada en vivo y/o sobre una banda sonora pregrabada, la multiplicidad de personajes a interpretar por el actor, la danza en todo su haber, particularizando cada movimiento dentro acciones físicas bien definidas. Todas estas ideas parten de la concepción que tenía Armando Suarez del Villar del Teatro Musical. Así que, desde un inicio, hubo un replanteo radical de los presupuestos estéticos y de la política de repertorio del teatro Dramático que se estaba desarrollando en la provincia. Soy fiel seguidor de las intenciones de Suarez del Villar de levantar un teatro musical de nuevo tipo, con los valores y las características que definen la realidad cubana contemporánea dentro del marco del fenómeno musical cubano, tan rico en ritmos, formas melódicas y armónicas, y maneras ingeniosas de componer los textos.
¿Desde tu rol como director de La Totalidad, cómo ha sido para ustedes gestionar los procesos de creación del grupo, que a pesar de su corto tiempo de fundación tiene resultados significativos dentro de la escena provincial, nacional y algunas participaciones internacionales?
Gestionar los recursos materiales y humanos para un proceso lleva mucho trabajo e imaginación. Primero se tiene que saber no sólo lo que se quiere, sino cómo hacerlo realidad, y luego contar con actrices y actores tenaces, con disciplina y con una necesidad de expresar los sentimientos que reconozcan perceptibles en el personaje. Hay que tener paciencia. La paciencia del agricultor. Las cosas crecen, no hay que apurarse. Es un oficio muy complejo, una frase tiene muchas maneras distintas y válidas de decirse. Elegir el cómo decir es el final de un larguísimo proceso, que no acaba nunca. Por gusto el trabajo del actor y el director no están limitados por el texto, sino inspirados por él. Y seguimos en la búsqueda de hacer vivir las palabras, la música y la danza, como un todo, con un lenguaje propio, el de nosotros; hacerlo obvio es fácil, lo creativo es darle su auténtico significado dentro de cualquier situación dramática.
Por otra parte, con relación a la institucionalidad, no se puede olvidar que en los dos últimos años se ha caracterizado por la presencia de la COVID-19 en el país y que determinó de muchas maneras el actuar de los creadores y la cultura en sentido general. Fueron tiempos difíciles para todos sin pasar precisamente por Charles Dickens. Y hay que ser agradecidos por el esfuerzo realizado. Por ejemplo, agradezco mucho el apoyo que hemos tenido de la AHS, sin palabras, no hay evento en que no estén prestos a movilizar los canales pertinentes, sin un, pero, sin trabas, sin preguntas, solo el sí con la adecuada solución sobre la mesa en caso del obstáculo.
Con el CPAE también valoro mucho su esfuerzo, es un deber detenerse a observar su funcionamiento, y me atrevo a decir que debemos ganar más en el conocimiento de lo que es el teatro como un todo. Me refiero a que el teatro profesional o de aficionados, comercial, subvencionado o académico se supone como una gran empresa colectiva. Conocer, por ejemplo, que el teatro no se limita a un lugar físico, que incluye múltiples técnicas que exige por parte de la institución una organización y una realización adecuada de la presentación dramática y que el numeroso y diverso personal, artístico y técnico, que interviene en la aplicación de estas técnicas tienen que ser bien escogidos. También tenemos que ganar mucho en visualizar el arte local, incentivar giras nacionales, congeniar intercambios con otros Consejos. La luz se diseña para hacerla visible, ponerla en alto. En su conjunto, todos estos factores también constituyen la institución, que no es únicamente cultural, sino social; se trata en realidad de una institución que tiene una identidad y una historia propias y que es en muchos aspectos independiente del arte del drama.
Por eso, es tan necesario escoger bien al personal que lleva las finanzas, al que atiende la taquilla, al que hace las luces o al encargado de la limpieza de la sala. No saldrá bien una obra si los técnicos hacen lo que les dé la gana, ni el público saldrá satisfecho con un sonido que salga de un equipo de audio deteriorado por falta de mantenimiento o por falta de un personal que lo cuide y lo sepa monitorear. Cada institución es distinta a la otra, según la región cada una tiene necesidades y características que emanan de su entorno, pero eso sí, todas tienen en común, conservar celosamente parte importante del patrimonio cultural de la nación, y eso es una tarea de tremendo profesionalismo y responsabilidad.
¿Qué estética y proyección artística teatral persigue La Totalidad para continuar desarrollándose y comunicándose con los públicos?
Una vez, el maestro Ladislao Navarro Tomasén, director de la compañía Danza Fragmentada, al cual quiero y respeto muchísimo, me dijo que: “el encanto del poder creer, está en la fe del accionar”, y es verdad. Las cosas que suceden en una obra causan por lo general una impresión mayor que las cosas que se dicen. En el teatro, es realmente cierto eso de que los hechos hablan con más fuerza que las palabras. Y en ese accionar se crea entre otras cosas, la relación con los actores.
No hace mucho leí un artículo sobre “La rítmica como entrenamiento del actor”, que platea que la piedra filosofal del entrenamiento actoral no ha sido aún hallada, pero lo cierto es que, el sistema de entrenamiento actoral es tan complejo como fascinante. Y en esta búsqueda pedagógica, donde no hay separación entre lo psíquico y lo físico, sí se vislumbra de inmediato lo que Stanislavski nombra como “la vida del alma humana”, y es ahí donde nace la mágica relación entre el intérprete y la dirección. Mi formación es como actor. Y sé lo que se siente ser guiado a través de la intención de penetrar en el corazón humano, que, a la vez, es lo que se encarga de difundir las ideas fundamentales del texto, para hacerlo servir como conductas en la vida en ese hombre o esa mujer que no es, ni pretende ser, filósofo, ni sabio, en ninguna de sus formas, pero sí actor o actriz. Trato de identificarme todo el tiempo con ellos, descubrir tanto sus puntos débiles como lo mejor que saben hacer, conectar un entrenamiento a su medida y luego mostrarlo a través de un espectáculo.
Teatro de la Totalidad, en su corto tiempo de fundación, ha logrado atrapar públicos, el reconocimiento de la crítica especializada, el otorgamiento de premios y de presentaciones en diversos eventos nacionales e internacionales. Un grupo con un gran potencial artístico que viene despuntando desde la parte más oriental de Cuba, con propuestas interesantes, ávido de espacios de presentación, de intercambio y visibilización, más allá de las fronteras guantanameras. El teatro producido por jóvenes actualmente en nuestro país, cuenta con varios exponentes que necesitan más puntos de encuentro, para compartir sus inquietudes y experiencias, para conocerse y mostrar su trabajo como la nueva generación de la escena teatral cubana.
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Medea Teatro, sincronía joven de una escena
Por: Aimelys Díaz
Con cuatro montajes escénicos, Medea Teatro ha ganado un espacio en el panorama teatral gestado por jóvenes en Cuba. Fundado en 2017, la historia del grupo tuvo sus inicios años antes, cuando motivados por la práctica de la dirección escénica los estudiantes de teatrología Pepe García y Elena Llovet desarrollaron el proyecto Hybris Teatro.
“En algunas clases, los profesores contaban del vínculo que había en etapas pasadas entre los grupos de actuación, teatrología, diseño escénico. Y en mi época de estudiante teníamos algunos referentes de colectivos nacidos en el ámbito de la facultad teatral, como el trabajo de Charles Wrapner con la Quinta Rueda”, cuenta Pepe. El estreno de la obra Tierra de plata en el Festival de las Artes marca el inicio de Hybris Teatro. Sin embargo, intereses diversos de los jóvenes directores, el proyecto termina. “Tenía solo dos actores y decidí llevar a escena El amante, un texto de Harold Pinter. Pero necesitábamos un nombre para el grupo y como siempre me ha apasionado la tragedia griega, lo nombré Medea Teatro”.
Si fuera a encontrar un denominador común a la trayectoria de Medea Teatro, observaría los textos escritos como punto inicial para sus montajes. De esta manera, en el segundo año del grupo, el entonces estudiante de dramaturgia Nelson Beatón le propone a Pepe su texto Blanco, escrito dentro del seminario de dramaturgia. “Le propuse hacer, más que una lectura, un semimontaje, pues nos sugería muchas imágenes. Dirigida a un público joven, la obra se inspira en el cuento El pino de Hans Christian Andersen y lo mezcla con referencias a la pieza Claro de luna de Beethoven”, cuenta Pepe. Esto sería el inicio de la colaboración entre Nelson y Pepe, junto al compositor Iván Fernández Real, en aquel momento estudiante de composición que hizo la música de Blanco, fue un trabajo a tres manos. “Al final resultó, más que una lectura un ejercicio de puesta en escena”, cuenta.
Confiesa que se enamora de los textos y que imagina cómo intervenirlos, subvertirlos desde la escena. Una de las motivaciones que lo impulsó a crear el grupo fue la de hacer el teatro que quería ver y no esperar por otros para verlo. Deudor de la herencia de los grupos que han pasado por el ISA, de Vicente Revuelta, el Teatro Buendía hasta lo que hacía La Quinta Rueda con Charles Wrapner, entre sus maestros se encuentra Carlos Díaz y Teatro El Público, el creador alemán Roland Schimmelpfennig, experiencias previas a su entrada al ISA que aumentaron su interés de acercarse a la dirección. “Me gusta mucho la diversidad del teatro, contrapuntear referentes. También he tomado elementos de la estética de Carlos Celdrán, de Nelda Castillo”. Junto a ello afirma que la teoría lo ayuda a acercarse a la escena, y la intento traducir al lenguaje del actor. “Mi teatro no es un teatro físico, pero la teoría sigue siendo mi pilar fundamental, la idea es que eso esté en las obras, que sea útil”.
Como otras experiencias nacidas en el entorno del ISA, Medea Teatro nació de un proceso orgánico desde las aulas de la institución académica. Varios años de camino han llevado al colectivo a replantearse estrategias de búsquedas de espacios para su creación. En ese sentido, su montaje más reciente, y quizás el más visibilizado es Partagás. Inspirada en el texto de Yerandy Fleites, la puesta en escena toma el material propuesto en el texto y lo estructura en un montaje en el que la fuerza de la palabra dicha resulta esencial.
Partagás constituyó un cambio en el trayecto del grupo, pues abrió el diálogo con un autor reconocido en el teatro contemporáneo cubano, además de ser el primer trabajo hecho fuera del ISA. ¿Cómo hacer un proyecto que tenga vida fuera de los marcos de la institución? Fue el momento en que “surgieron oficios dentro del grupo, como crear una sección de producción, un espacio para la comunicación, armar dentro de lo posible un elenco fijo de actores, desarrollar más un entrenamiento con ellos y manteniendo las colaboraciones entre músicos y diseñadores, y gracias a eso pudimos hacer quince funciones”, señala Pepe.
“Ahora estamos inmersos en el trabajo con otro texto de Nelson, un ejercicio de dramaturgia a partir de diversos referentes: por un lado la obra literaria de Sallinger, un hecho histórico vinculado: el asesinato de John Lennon, más la referencia al cine de David Lynch. Es como un nuevo giro. Pienso que es un proceso que nos conduce por un camino diferente a la escena espectacular de Partagás; en este caso trabajamos un montaje fragmentado que juega mucho con el teatro psicológico norteamericano. La obra se llama Hold in cold feed en juego con el nombre del protagonista de El guardián entre el centeno”, señala Pepe.
Pese a que Medea Teatro no está oficializado por la institución, mediante una carta de la Facultad de Arte Teatral del ISA, el colectivo ha encontrado mecanismos para tener un espacio en la programación de los teatros. En la Universidad de las Artes también han encontrado refugio cuando no hay otros locales para ensayar, una dificultad que muchas veces se presenta junto a la falta de salas para presentarse, ante lo cual han habitado espacios alternativos como La Madriguera y Habana Espacios Creativos.
Sobre los actores Pepe me comenta cómo “a veces se pregunta por qué siguen en los proyectos de Medea Teatro y ellos hablan de la oportunidad de estar en la escena, de hacer lo que les gusta y estar en presencia escénica. Le pregunto sobre su público ideal y me comenta cómo puede dialogar con los adolescentes, desde puestas como Partagás, como Blanco, con historias vistas desde una perspectiva de mi presente, cómo eso conforma lo que soy hoy. La manera en que se relatan esas obras en la escena es desde los referentes que tendría un adulto. Mi público sería adulto, dispuesto a reencontrarse, reivindicarse. De dónde viene eso que contamos, cuáles son los factores que lo moldean y cómo podría ser distinto.
Para Pepe, en Cuba sí hay un movimiento de teatro joven, uno hecho por jóvenes, a veces alternativo, otras no. En el caso de La Habana “pienso que hay una mayor desconexión y la continuidad es más espaciada. Sin embargo, las experiencias que he tenido en Santiago de Cuba con La Caja Negra, bajo la dirección de Juan Edilberto Sosa, que tiene un festival que se llama Festival de Teatro Experimental Desconectados a 969, que le permite a grupos de teatro joven presentarse, más allá de si hay un gusto estético o no. Otros ejemplos que he encontrado son el trabajo de Heidi Almarales con La Chimenea, y Teatro de la totalidad en Guantánamo. Las historias son muchas pero los mecanismos no funcionan igual. Es difícil encontrar denominadores comunes, pues son diversas las estéticas a las que se acercan, el reconocimiento a los maestros muchas veces no es declarado, a veces el nexo es inconsciente pero sí existe la continuidad de una tradición. A veces se bifurcan, se rompen, los jóvenes se van, pero sí hay muchos haciendo y apostando por el teatro”. Esa apuesta es la que defiende Medea Teatro.
Teatro de la Totalidad, revitalizando la escena teatral guantanamera
Hace tres años, en la provincia de Guantánamo se fundó el grupo de teatro: Teatro de la Totalidad, el 22 de septiembre de 2019, con la dirección general de Geordany Carcasés Obana. Quien se graduó como Licenciado en Arte Teatral del Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA) y viene de una formación musical, desempeñándose desde los `90 como instrumentista-profesor de Guitarra Clásica y Práctica de Conjunto del Conservatorio Profesional de Música “Esteban Salas” de Santiago de Cuba.
Teatro de la Totalidad, por la interrelación de disciplinas, partiendo del teatro, la música y la danza, fusionarlas como un todo, así como alcanzar comunicarse con diversos públicos y “defender la continuidad de una tradición de raigambres clásicas, que es la del nacionalismo musical cubano en sus expresiones más estimables”. Son de los objetivos fundamentales que se ha trazado Geo con su grupo, actualmente conformado por ocho integrantes y cuatro actrices en cumplimiento de su servicio social, la mayoría muy jóvenes entre los 19 y 31 años de edad.
Totalidad como término también connota la necesidad de confrontar sus obras con diversos públicos, incluso el de menor rango etario, de ahí la incursión en la modalidad de Teatro para Bebés o Teatro para la primera infancia, dirigido por nuestra queridísima Yohandra Rosales, manteniendo el rigor en la selección musical y otros códigos estéticos propios de nuestro estilo. Me gusta acuñar el término del “transformance”, que indica espectáculos que trazan caminos diferentes al performance americano, y que apuntan a trasformar el rostro de la ciudad de Guantánamo, y aflorar, y hacer visible los distintos componentes que conforman el abanico cultural que puebla cada rincón de esta maravillosa provincia, entretejiéndolos y poniéndolos en relación.
¿Cómo surge La Totalidad?
Teatro de la Totalidad surge de manera espontánea, conceptuando esa espontaneidad podría decir que, en nuestro caso, fue la necesidad de compartir experiencias y ponerlas en práctica lo que hizo posible que se definiera la Totalidad como proyecto. La inminencia del “aquí y el ahora” fue lo que marcó la dirección de nuestro primer trabajo, acompañado también del influjo que pertenece no sólo a esa clase de teatristas como Barba, Valle-Inclán, Brecht, Unamuno, Lorca o Witkiewicz, sino también de los nuestros, de nuestros maestros, los del día a día. En mi caso fueron Armando Suárez del Villar y Carlos Celdrán, los cuales han influido grandemente en mi desarrollo como artista y como ser humano. Estos maestros, son mis verdaderos principios fundacionales, de ellos aprendí muchísimo, sobre todo el no consentir de ninguna manera situaciones que anulen deliberadamente mis sentidos; nuestro trabajo radica en una inmensa vulnerabilidad y sensibilidad.
El grupo con tres años de fundación cuenta dentro de su repertorio con varias obras, para público adulto: Pan para la fe, El orden de los factores y Cemí, para los infantes: Jardín de Luna e Historias en el mar, más una adaptación musical realizada por su director, Geordany, a titulada: Pequeño, que dirigió para el antiguo grupo de teatro Ríos. Además, la obra Érase una vez un rey, montada como ejercicio de graduación de los estudiantes de cuarto año de nivel medio de la academia de arte de Santiago de Cuba.
En el año 2022 tuve la oportunidad de participar en el Festival de Teatro Joven en Holguín, evento organizado por la Asociación Hermanos Saíz, donde se convocan agrupaciones y artistas noveles, así como otros invitados para conformar el programa del evento. Dentro de las 12 puesta en escena programadas, se encontraba Pan para la Fe, la primera obra del repertorio de La Totalidad, con texto e interpretación de Fermin Francel Figueredo, música de Marcos Bou, efectos en vivo y banda sonora de Geordany Carcasés, así como la dirección general de Geordany. Un unipersonal que trata sobre la historia de un campesino de las serranías guantanameras, Ramón, y su hijo adoptivo Zaimar, que parte hacia la gran ciudad para encontrar la forma de desarrollar su vocación en el arte. Ipso facto, toma posición frente a las circunstancias y decide poner al tanto a su padre enviándole una carta en la que le cuenta los por menores. El destino de ambos se arroja y transporta paralelamente hacia una utopía: el hombre. Combinando la música, la danza y la actuación en este unipersonal donde el virtuosismo de Fermin como intérprete se expone encarnado más de diez personajes, mostrando su versatilidad escénica. También son implícitos en la obra problemáticas sociales como el regionalismo, la migración, se pone en tela de juicio la calidad humana de los seres humanos, los valores humanos y sociales, la fe y el amor. La obra, transita desde la variedad artística y con diferentes referentes teatrales, a la variedad de temas universales, tan sensibles y latentes en nuestro contexto actual. Agradecí mucho al grupo desde aquella ocasión esa presentación y obra, que causó tantas sensaciones juntas en mí, desde tristeza y dolor, pena, hasta esperanza, comedia y buen humor, con una musicalidad y movimientos que le impregnan una multiplicidad de recursos a la puesta, que no se suele disfrutar con frecuencia en las obras de teatro que se producen actualmente.
¿Cómo llega una obra como Pan para la Fe para estrenarse y para estrenar al grupo?
Pan para la fe, fue el primer espectáculo de Teatro de la Totalidad, en el cual se esbozan los principales rasgos estilísticos que me gusta denominar como: Teatro Popular de Concierto. La economía en los recursos escenográficos, la música con una gran mezcla de géneros compuesta por los integrantes de la obra, ejecutada en vivo y/o sobre una banda sonora pregrabada, la multiplicidad de personajes a interpretar por el actor, la danza en todo su haber, particularizando cada movimiento dentro acciones físicas bien definidas. Todas estas ideas parten de la concepción que tenía Armando Suarez del Villar del Teatro Musical. Así que, desde un inicio, hubo un replanteo radical de los presupuestos estéticos y de la política de repertorio del teatro Dramático que se estaba desarrollando en la provincia. Soy fiel seguidor de las intenciones de Suarez del Villar de levantar un teatro musical de nuevo tipo, con los valores y las características que definen la realidad cubana contemporánea dentro del marco del fenómeno musical cubano, tan rico en ritmos, formas melódicas y armónicas, y maneras ingeniosas de componer los textos.
¿Desde tu rol como director de La Totalidad, cómo ha sido para ustedes gestionar los procesos de creación del grupo, que a pesar de su corto tiempo de fundación tiene resultados significativos dentro de la escena provincial, nacional y algunas participaciones internacionales?
Gestionar los recursos materiales y humanos para un proceso lleva mucho trabajo e imaginación. Primero se tiene que saber no sólo lo que se quiere, sino cómo hacerlo realidad, y luego contar con actrices y actores tenaces, con disciplina y con una necesidad de expresar los sentimientos que reconozcan perceptibles en el personaje. Hay que tener paciencia. La paciencia del agricultor. Las cosas crecen, no hay que apurarse. Es un oficio muy complejo, una frase tiene muchas maneras distintas y válidas de decirse. Elegir el cómo decir es el final de un larguísimo proceso, que no acaba nunca. Por gusto el trabajo del actor y el director no están limitados por el texto, sino inspirados por él. Y seguimos en la búsqueda de hacer vivir las palabras, la música y la danza, como un todo, con un lenguaje propio, el de nosotros; hacerlo obvio es fácil, lo creativo es darle su auténtico significado dentro de cualquier situación dramática.
Por otra parte, con relación a la institucionalidad, no se puede olvidar que en los dos últimos años se ha caracterizado por la presencia de la COVID-19 en el país y que determinó de muchas maneras el actuar de los creadores y la cultura en sentido general. Fueron tiempos difíciles para todos sin pasar precisamente por Charles Dickens. Y hay que ser agradecidos por el esfuerzo realizado. Por ejemplo, agradezco mucho el apoyo que hemos tenido de la AHS, sin palabras, no hay evento en que no estén prestos a movilizar los canales pertinentes, sin un, pero, sin trabas, sin preguntas, solo el sí con la adecuada solución sobre la mesa en caso del obstáculo.
Con el CPAE también valoro mucho su esfuerzo, es un deber detenerse a observar su funcionamiento, y me atrevo a decir que debemos ganar más en el conocimiento de lo que es el teatro como un todo. Me refiero a que el teatro profesional o de aficionados, comercial, subvencionado o académico se supone como una gran empresa colectiva. Conocer, por ejemplo, que el teatro no se limita a un lugar físico, que incluye múltiples técnicas que exige por parte de la institución una organización y una realización adecuada de la presentación dramática y que el numeroso y diverso personal, artístico y técnico, que interviene en la aplicación de estas técnicas tienen que ser bien escogidos. También tenemos que ganar mucho en visualizar el arte local, incentivar giras nacionales, congeniar intercambios con otros Consejos. La luz se diseña para hacerla visible, ponerla en alto. En su conjunto, todos estos factores también constituyen la institución, que no es únicamente cultural, sino social; se trata en realidad de una institución que tiene una identidad y una historia propias y que es en muchos aspectos independiente del arte del drama.
Por eso, es tan necesario escoger bien al personal que lleva las finanzas, al que atiende la taquilla, al que hace las luces o al encargado de la limpieza de la sala. No saldrá bien una obra si los técnicos hacen lo que les dé la gana, ni el público saldrá satisfecho con un sonido que salga de un equipo de audio deteriorado por falta de mantenimiento o por falta de un personal que lo cuide y lo sepa monitorear. Cada institución es distinta a la otra, según la región cada una tiene necesidades y características que emanan de su entorno, pero eso sí, todas tienen en común, conservar celosamente parte importante del patrimonio cultural de la nación, y eso es una tarea de tremendo profesionalismo y responsabilidad.
¿Qué estética y proyección artística teatral persigue La Totalidad para continuar desarrollándose y comunicándose con los públicos?
Una vez, el maestro Ladislao Navarro Tomasén, director de la compañía Danza Fragmentada, al cual quiero y respeto muchísimo, me dijo que: “el encanto del poder creer, está en la fe del accionar”, y es verdad. Las cosas que suceden en una obra causan por lo general una impresión mayor que las cosas que se dicen. En el teatro, es realmente cierto eso de que los hechos hablan con más fuerza que las palabras. Y en ese accionar se crea entre otras cosas, la relación con los actores.
No hace mucho leí un artículo sobre “La rítmica como entrenamiento del actor”, que platea que la piedra filosofal del entrenamiento actoral no ha sido aún hallada, pero lo cierto es que, el sistema de entrenamiento actoral es tan complejo como fascinante. Y en esta búsqueda pedagógica, donde no hay separación entre lo psíquico y lo físico, sí se vislumbra de inmediato lo que Stanislavski nombra como “la vida del alma humana”, y es ahí donde nace la mágica relación entre el intérprete y la dirección. Mi formación es como actor. Y sé lo que se siente ser guiado a través de la intención de penetrar en el corazón humano, que, a la vez, es lo que se encarga de difundir las ideas fundamentales del texto, para hacerlo servir como conductas en la vida en ese hombre o esa mujer que no es, ni pretende ser, filósofo, ni sabio, en ninguna de sus formas, pero sí actor o actriz. Trato de identificarme todo el tiempo con ellos, descubrir tanto sus puntos débiles como lo mejor que saben hacer, conectar un entrenamiento a su medida y luego mostrarlo a través de un espectáculo.
Teatro de la Totalidad, en su corto tiempo de fundación, ha logrado atrapar públicos, el reconocimiento de la crítica especializada, el otorgamiento de premios y de presentaciones en diversos eventos nacionales e internacionales. Un grupo con un gran potencial artístico que viene despuntando desde la parte más oriental de Cuba, con propuestas interesantes, ávido de espacios de presentación, de intercambio y visibilización, más allá de las fronteras guantanameras. El teatro producido por jóvenes actualmente en nuestro país, cuenta con varios exponentes que necesitan más puntos de encuentro, para compartir sus inquietudes y experiencias, para conocerse y mostrar su trabajo como la nueva generación de la escena teatral cubana.
Frontera Cero: Ecos de un evento que mira al futuro (dosier)
Una jornada teatral desde la humildad y a favor del crecimiento profesional
Desde que supe de la gestación de este evento comencé a indagar sobre sus objetivos o pretensiones. El pasado mes de junio visité Camagüey por otros motivos de trabajo y coincidí con Heidy Almarales, actriz, directora del proyecto teatral La Chimenea y jefa de la sección de Artes Escénicas de la filial de la Asociación Hermanos Saíz. Aproveché para hablar con ella de diferentes asuntos y entre estos del evento, su concepción y organización. Desde aquella conversación compartí mi interés por participar y apoyar espacios de esa naturaleza casi borrados del panorama escénico y teatral en Cuba, tan necesarios y aclamados, para potenciar la labor e inquietudes artísticas de los más jóvenes teatristas cubanos en un ambiente interactivo y fraternal.
Sabemos que la AHS organiza el Festival de Teatro Joven como el principal espacio de encuentro de la más joven creación teatral cubana, que el Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) contiene el circuito de los más grandes y reconocidos eventos de teatro a nivel nacional e internacional. ¿Por qué organizar otro más? Hay zonas de la creación teatral, no incluidas en muchas en ocasiones, en estos espacios ya legitimados, que necesitan de oportunidades para visibilizar su trabajo. Grupos y creadores con propuestas sumamente interesantes, hasta novedosas, que existen y son invisibilizadas dentro del panorama teatral cubano actual.
Heidy, desde su provincia natal Las Tunas ha venido trabajando con su proyecto La Chimenea, llegó a Camagüey viéndose en la necesidad de integrar colectivos provinciales establecidos como Guiñol Camagüey y conviviendo durante un tiempo en la sede de Teatro del Viento, para poder estar amparada profesionalmente y realizar sus producciones. Como nómada estuvo Heidy, intentando estabilizarse para hacer posible sus anhelos y siempre manteniendo La Chimenea por sobre cualquier contratiempo, hoy su casa es su taller y la AHS, su otra casa, su principal escenario.
La Chimenea, fundada en el 2014 con la intención de hacer teatro de títeres o figuras para jóvenes y adultos, surge como necesidad creativa para reinventar sucesos y personajes, hacer de esos elementos historias: contar todas o ninguna. Acudir a elementos no menos confusos que los títeres, ir a lo simbólico, a lo metafórico a través de la materia, el discurso de lo oscuro, de lo que no se dice del todo. El texto dramático nacido de la naturaleza presencial de la figura animada y su peculiar contexto, ayudan a revelar esos espacios indeterminados dentro de La Chimenea con solo, dos integrantes, emprendió su camino por dos estudiantes de la Universidad de las Artes ISA. La participación en el evento Magdalena sin fronteras, ha sido piedra angular para potenciar el camino del grupo, recibiendo los talleres magistrales por Julia Varley (2011) y por Cristina Castrillo (2017), como experiencias formativas y referenciales de este proyecto cubano. Desde el 2015 La Chimenea forma parte de la Asociación Hermanos Saíz, primero en Las Tunas, provincia que fue sede del proyecto y luego en 2019, en Camagüey, donde reside actualmente.[1]
La historia de vida de una artista como Heidy, sin encasillamientos, que es mucho más extensa y heterogénea, desde su pasión por el diseño, por el dibujo y por la arquitectura, hasta por la construcción de títeres, así como su afán porque cobren vida, con una manipulación meticulosa y obsesiva, también han influido en que ella se haya planteado y defendido la propuesta de organizar este evento como espacio diferente para la confluencia y convivencia de jóvenes teatristas cubanos o foráneos.
“Frontera Cero” no es solo desdibujar procesos convencionales de la creación teatral que enfrentan cada uno de los colectivos de teatro en el país, es romper las fronteras entre la investigación, la creación, la crítica, la promoción, las estéticas y poéticas particulares… y de todos los procesos por los que se transita para producir una puesta en escena, me comentaba Heidy en una ocasión. Así como también la oportunidad para creadores y colectivos que han devenido de otros grupos o compañías con una vasta trayectoria, más reconocidas, que carecen de espacios propicios para la confrontación artística a favor del crecimiento profesional, que no logran circular su trabajo a nivel territorial o fuera de este, que no participan con frecuencia en espacios formativos como talleres o cursos para su superación, aquellos que les interesa y desean dialogar con otres, compartir experiencias y construir en colectivo. “Frontera Cero” es también una estrategia de gestión artística para favorecer estas zonas alternativas, inmediatas, desprovistas e invisibilizadas de la creación teatral cubana.
La jornada del 1ro al 3 de julio abrió con la presentación de una muestra de la obra Secretos bajo la Luna por La Chimenea, en la Glorieta del Casino Campestre. Una especial presentación de teatro de figuras para un solo espectador que atrapó y desconcertó a parte del público. En la noche de ese 1ro de julio nos reunimos en la sede de la AHS para celebrar oficialmente la apertura del evento con música en vivo, poesía y las palabras inaugurales a cargo de Almarales, organizadora de la jornada.
El programa de esta primera edición fue totalmente intencionado, pequeño en cantidad, diverso y exquisito en géneros teatrales, formatos, estéticas y en momentos para la superación, el pensamiento y análisis de cada una de las propuestas. Desde Villa Clara llegó el versátil grupo Teatro sobre el camino, con la dirección de Rafael Martínez y dos puestas en escena diferentes, el monólogo Frontera S.A. que trata desde una visión universal el tema de “las fronteras” en la humanidad; y la historia de Amanda, una niña cubana de diez años, negra, gorda, humilde, que quería parecerse a la cantante colombiana Shakira, en la obra Paradigma o ¡Ay, Shakira! Una representación del trabajo de este grupo con una trayectoria de trece años que ha ido marcando como sello del mismo el teatro de figuras para todo público.
Teatro sobre el camino no ha tenido un camino directo, valga la redundancia, para desarrollar y posicionar su trabajo. Cuenta con un variado repertorio, cuyas obras abordan temas emergentes y altamente polémicos sobre la naturaleza del ser humano y sus relaciones en materia de género, sexualidad, discriminaciones, violencias, así como tratar temas tradicionalmente considerados como “tabú” dentro del teatro para los infantes. En el 2009 cuando se creó el grupo, la mayoría de sus integrantes no eran profesionales, eran personas que venían de diversas formaciones con deseos de hacer teatro, fue un camino de formación, como un grupo escuela, que ha ido buscando su propia identidad a través del estudio y de la investigación constantes.[2] En la actualidad el grupo forma parte del catálogo de artistas escénicos de la AHS y del Consejo Provincial de las Artes Escénicas de Villa Clara, luego de diez años de trabajo ininterrumpido aún sin haber estado amparados por estas instituciones, no cesó de crear, de presentarse y crecer desde su sede en el barrio de Santa Clara.
El work in progress La razón de mi Drag por el actor y performer italiano-argentino Ryan Dellas Sala, artísticamente Grasa Guevara, fue la única presentación extranjera dentro de la programación. Proceso donde se integran técnicas, tendencias, corrientes, estéticas y recursos audiovisuales como el youtuber, el video mapping, utilizados para colocar en escena causas defendidas por Ryan que desde el 2010 decidió a través del teatro tomar partido como activista político y social argentino, de la comunidad LGBTIQ+.
Para cerrar el programa de presentaciones llegaron desde Guantánamo los chicos de Teatro de la Totalidad, liderados por Geordany Carcasés, con Pan para la Fe escrita por Fermin Francel Figueredo, actor que protagoniza este unipersonal. Una obra que surge a partir de la realización musical, luego el texto, la danza y la representación para contar la sensible historia del personaje central, Ramón Góngora Socarrás, sobre el tema de la migración. Pan para la Fe, para que nunca falte la fe y siempre haya ese pan que la alimente…, como dice el propio Fermin[3].
Teatro de La Totalidad se funda en 2019, naciendo del entonces Teatro Dramático de Guantánamo, se separa abogando por la multiformidad sincrética, por la interrelación o fusión de disciplinas artísticas y escénicas como la música, la danza, partiendo de la base teatral y de una fuerte tradición del teatro musical en la provincia y en el país, que pretende defender. Totalidad como término también connota la necesidad de confrontar temáticas con diferentes públicos, incluso para público infantil en edad no escolar. Integrado en su mayoría jóvenes actores y actrices, Teatro de La Totalidad ha ido ganando en participación y reconocimiento, ocupando diferentes espacios de presentación y de socialización de su trabajo en festivales, eventos y encuentros con la crítica teatral.[4]
Otra zona de esta “Fontera Cero” fueron los espacios del Taller sobre la Dramaturgia Pro-Activa, brindado por el camagüeyano Freddys Núñez, líder del grupo Teatro del Viento, quien expuso las características de este sistema o metodología de trabajo que ha implementado en su grupo, con sus actores. El espacio de pensamiento Frontera Cero: Urgencias, estrategias para el desarrollo, procesos creativos, rico en debate, criterios, experiencias y análisis más allá de las puestas en escena presentadas, de los procesos creativos de estas obras por actores, teatrólogos, periodistas y otres participantes.
Esta Frontera ha sido un punto de partida urgente que promete trascender y mantenerse, crecer como una comunidad creativa por la evolución de la joven creación teatral cubana actual y por la existencia de un espacio alternativo más que expositivo, de diálogo, confrontación y de creación de procesos artísticos emergentes, donde deberían aunarse más fuerzas aún que apoyen intenciones como estas, territoriales y del sistema de las Artes Escénicas cubanas, u otras relacionadas a la actividad teatral en Cuba.
*La autora es socióloga e investigadora. Directora del Centro de Investigaciones del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y miembro de la sección de Crítica e Investigación de la Asociación Hermanos Saíz.
Notas:
[1] Tomado del currículo de La Chimenea.
[2] Tomado de una reseña sobre la trayectoria de Teatro sobre el camino.
[3] Entrevista a Fermin Francel Figueredo Suárez, actor de Teatro de la Totalidad, 3 de julio de 2022.
[4] Tomado del currículo de Teatro de La Totalidad.
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Teatro de secretos a la luz de la Luna
Camagüey es una ciudad que atrapa por su misticismo, quizás por esa razón guarda una relación especial con el teatro. No sorprende entonces que una cita teatral diferente como Frontera Cero haya nacido en tierras agramontinas y que su carta de presentación sea Secretos bajo la luna, una creación sui generis dentro de la escena cubana contemporánea. La obra, si podemos aplicarle este término convencional, es el más reciente estreno del grupo La Chimenea, dirigido por Heidy Almarales Sierra.
No se puede esperar que la crítica encierre una lectura hermenéutica de esta experiencia, pues resulta ineficiente para aquello que encuentra su sentido práctico en detonar desde la acción performativa una situación teatral plagada de interpretaciones subjetivas. Intentemos contra a través de la vivencia. Un sitio conocido, el Casino Campestre, ve transformado su movimiento cotidiano y una acogedora mesa invita a reunir a los participantes. El sonido de una campanilla avisa por turnos de uno en uno a los espectadores a participar del ensueño. Conducidos hacia otro espacio, se nos invita a tomar asiento, fumar un cigarro y beber una copa de vino mientras contempla una realidad protagonizada por objetos y figuras animados mediante los códigos del lambe lambe.
La imagen dramática presenciada es total y llena de interrogantes: ¿a qué remite ese erotismo en el baile ejecutado sobre la base de lo que alguna vez fue una muñeca de juguete? ¿quién la observa? ¿por qué un llanto interrumpe el deleite que produce escuchar Claro de Luna de Ludwig Van Beethoven? Poco a poco caemos en certezas: el espacio que nos hicieron creer que dominábamos ya no nos pertenece, somos un objeto más al que deciden qué mostrar. La obra ha alcanzado su tercer escenario de conflicto: nuestra mente y el juicio de la conciencia.
Conseguir que esta fantasía cobre vida desde la teatralidad solo se explica por la consolidación en la práctica estética y técnica de Teatro la Chimenea. El reparo en cada detalle de una visualidad que remite a referentes de peso como el surrealismo, no puede limitarse a ser valorada como un mero recurso preciosista, sino que es indispensable para complementar la inmersión performática. De igual modo, el rejuego preciso con los objetos y su fantasía, además de apoyar en la transformación del espectador/personaje, ejercen funciones necesarias como la delimitación del tiempo dramático.
Todo pareciera estar calculado en este universo, quizás solo es contradictorio la aparente libertad de elegir dada al público y que pareciera un aspecto que aún no se encausa en el flujo poético de toda la creación. Lo cierto es que un teatro distinto arde hoy en Cuba, y parece que ha de llegar lejos con su humo.
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Habrá fe
El encuentro de quienes creen en el teatro como acto de fraternidad creativa debe cerrar siempre con un espectáculo que deje fe en nuevos caminos sin fronteras. Pero, ¿cómo encontrar el homenaje teatral auténtico que resuma en su esencia el espíritu de júbilo, sacrificio, herejía, obstinación y catarsis personal propio de la creación escénica? Frontera Cero acaba hace unos minutos de dar por cerrada su primera utopía con la obra Pan para la fe, puesta en escena de la agrupación guantanamera Teatro de la totalidad, y que ya quedará como una ofrenda para esta congregación.
La búsqueda del hombre, como confiesa el texto, es la acción total y auténtica que resume esta experiencia. ¿Qué ha sido la historia del teatro sino la búsqueda de sí mismo hecha por el intérprete a través de su cuerpo cargado de recurso técnicos para contar historias que de forma paradójica resuman su verdadero yo? Es este el impulso armonizado desde la escena por el director Geordanis Carcacés a través de este unipersonal que juega con las esencias del teatro musical, la narración oral, el arte declamatorio e incluso, sospecho, el lenguaje documental. Por La terraza de la AHS han desfilado esta noche las herencias, no siempre perceptibles, de Stanilavski, Brecht, Vicente Revuelta. El legado teatral cubano inmerso en el cuerpo del actor, de manera concreta en la presencia física de Fermín Francel que hoy encerraba las voces de muchos. Un teatro pobre pero total, capaz de reafirmar que basta el escenario desnudo habitado por un ente expuesto ante el público. Pero por vez primera tal axioma teatral nos convence como propio, porque se ha cargado de una verdad que agrupa la crudeza de nuestro presente y pasado en convivencia con la tradición real y maravillosa.
Confirmar lo antes expuesto podría hacerse aún más evidente en la música que acompaña el espectáculo. Si Francel hace gala de su dominio del canto, la interpretación, la recitación, la expresión corporal y la danza, esta amalgama hace mitosis en el contrapunteo de sonoridades ejecutadas por el propio Carcacés y la realización musical de Marcos Antonio Pérez Bou. Un sonido caótico y a la vez trabajado en sus detalles, certifica que aquí la música no es simple guía de la acción dramática. Más bien emerge como la prueba de que la verdad solo aflora en la multiplicidad de lenguajes puestos en función de hermanar la idiosincrasia y lo comercial, la cultura popular y la llamada “marginalidad”. Eso es la vida, eso trata de evocar el teatro como fin mayor en todos sus rumbos estéticos.
Escribo estas líneas y siento que hablo del último alegato de una agrupación teatral, sin embargo, se trata de la iniciación de un grupo. El espíritu de fénix no ha muerto en las tablas y la incertidumbre de sus nuevos puertos es el auténtico y único pan multiplicable de los que aún sentimos hambre ante la falta de fe.
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Heidy Almarales: La luna en su mirada
La joven Heidy funda La Chimenea en septiembre de 2014 junto al actor Dennys Pérez. Dos años antes ya había recibido talleres con la titiritera Yaqui Saez y gracias a esos impulsos había construido los primeros muñecos. Graduada del ISA en actuación y criada en un ambiente de libros e imágenes, se convertiría en titiritera. Eventos como el Taller Internacional de Títeres de Matanzas y el Taller Internacional de Clown organizado por Ernesto Parra, le permitieron ver otras formas de hacer, otros lenguajes quizás poco vistos en las prácticas cubanas. Entre sus deslumbramientos con otras estéticas está el espectáculo Lupa, mundos para mirar de cerca, del argentino Eugenio Deosefe.
Primero desde Las Tunas, ahora desde Camagüey, ella sueña con sensaciones y figuras. Invade la casa, almacena materiales, va conquistando el espacio como la naturaleza salvaje, se va metiendo en todos lados. Su mamá, María Cristina, de quien heredó los dos apellidos, es su mayor aliada en ese capricho hermoso de hacer teatro. Aunque a veces le pelea un poco por los regueros que, normalmente, deja una artista de los títeres; ella le respeta sus tiempos de lectura y hasta le sugiere temas, canciones, nombres. Heidy cuenta con el cariño de su madre en cada proceso, como el material más dúctil y resistente.
Le gusta construir sus títeres mientras escucha los sonidos del viento. Sus motivaciones las encuentra en películas, libros, en obras de otros artistas y hasta en la luz que se filtra en la mañana. Ella dialoga con todo lo físico y lo no físico. Los regalos de su novio enamorado no son flores, ni peluches, ni perfumes, ni zapatos rojos, sino cortavidrios, serruchos y hojas de caladora. Es una joven con talento y persistencia que cree que el amor se parece a la canción de Los Zafiros La luna en tu mirada.
Félix Viamontes, diseñador del grupo Teatro Callejero Andante, de Granma, es un gran artista. También es un gran profesor e inspirador. Cuéntame cuán importante fue tu vínculo con él mientras estudiabas en el ISA.
Cuando era chiquita siempre me preguntaba cómo se hacía una muñeca, y si era posible hacerlo con las manos, porque lo veía como un proceso muy industrial. Lograr las texturas, las profundidades y los colores en un muñeco, me parecía algo inalcanzable. Me preguntaba si yo podía hacer algo así tan perfecto. Félix me abrió esa puerta con sus clases.
En sus clases, desde las habilidades que tenía, pude generar algo físicamente, y ese “algo” fue un títere, un personaje que se llamaba Concha. Aquello me fascinó, todo el proceso fue maravilloso. Félix nos dio toda la información, y todos salimos muy bien en esa clase, era la clase favorita de tercer año en aquel tiempo.
Me parecía que todo era posible. Algo que yo pensaba que solo se podía hacer de manera industrial, estaba al alcance de la mano. Me apasionó ver cómo podía crear algo y materializar una idea.
Las clases con Félix me marcaron profundamente. Después de tener el ABC, empecé en un estado de búsqueda y a coquetear con otras maneras, a tener otros sueños. Y ese ha sido mi reto: explorar, desdoblarme. El diseño para mí es muy importante, y más en el teatro de figuras, donde todo comunica. Me seduce descubrir cómo generar una sensación más allá de lo que puedas ver. Cómo un muñeco te puede estimular los otros sentidos. Eso forma parte de todo el rollo de pasiones que me sacan los títeres.
¿Por qué decides hacer un teatro de títeres para jóvenes?
El teatro para jóvenes me permite estar en el justo medio. Es un laboratorio porque no se pierde la curiosidad de la infancia y la capacidad de asombro, pero al mismo tiempo también está presente la responsabilidad de saber qué se quiere. Con el desenfado y las ópticas de las influencias de nuestro tiempo, eso me parece fundamental. Y el títere es una zona de exploración, como lo puede ser la juventud. En ese punto es donde yo logro realizarme como creadora.
He visto que tus exploraciones y tus búsquedas estéticas son con muñecos y figuras a pequeña escala. ¿Te has propuesto alguna vez hacer una puesta con títeres de gran formato?
Sí, me interesaría hacer algo de gran formato. Pero La Chimenea es un proyecto que yo me tengo que gestionar. Yo me pago todo. A la vista de algunos es un gran hobby, para mí es una gran pasión. Los materiales son muy costosos, y evidentemente soñar con algo grande, para mis exigencias, podría ser muy caro.
De todas formas, hacer teatro de figuras de pequeño formato me encanta, porque hacer los elementos y los muñecos a escala me parece genial. Poder hacer los detalles es algo que me entretiene y descubro en ellos cómo generar soluciones antes de hacer un trabajo más un poco más grande.
¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Qué llega primero?
Siempre hay algo que me inspira que tiene que ver con un anhelo, tiene que ver con una búsqueda literaria, y después pienso cómo puedo desarrollar esa idea de manera física. Lo primero que tengo en la cabeza es la idea de cómo quiero que se vea. Aparecen las sensaciones que quiero que trasmita: si es calidez, si es frialdad, si es un ser superior, místico, con capacidad de modificaciones, si es un poco más humano. Entonces empiezo a hacer una búsqueda de materiales y trato de realizar esa idea.
Yo tengo un proceso que es contrario a lo que se orienta en la escuela: que tú tienes que hacer el dibujo y después hacer el muñeco. Yo empiezo a hacer un estudio de todo lo que tengo en la cabeza a nivel de historia, a hacer investigaciones sobre el tema. A partir de ahí empiezo a tener claro qué tipo de personaje es el que quiero. Las líneas tienen su psicología y las texturas también, entonces empiezo a adecuar los materiales y a intencionar.
A veces comienzo a tallar en la poliespuma sin tener un boceto, porque me gusta sorprenderme con el material. En ocasiones uno está muy esquemático y tiene una idea preconcebida de lo que quiere, pero tal vez por carencias, o porque no tienes todas las condiciones el resultado no queda tal cual lo imaginaste. Entonces empiezas a desechar, a desechar, a desechar, y en este mundo no se puede desechar tanto. Yo creo que hay que dejarse sorprender un poco.
También tengo títeres que no se incluyen dentro de puestas en escena. Son estudios que voy haciendo, donde elijo cualquier material que tenga a mano y a partir de ahí genero un personaje. Los resultados de este proceso son bastante sorprendentes porque me genera un estado de búsqueda que después es útil para futuros espectáculos. En esas búsquedas he descubierto materiales que me aportan mucho como el nylon y el papel de las guías telefónicas. Para mí son maravillosos y siento que tienen la capacidad de generarme sensaciones muy buenas, amén de lo que tradicionalmente aprendí.
La Chimenea es un proyecto de la AHS. Tú te autogestionas los materiales, los tiempos y los ritmos de trabajo. ¿Cómo es tu espacio de creación? ¿Quiénes te apoyan?
Mi mesa de trabajo es una herencia. Era la mesa de mis abuelos, y ella tiene las cicatrices, las marcas de todo lo que yo he hecho con mis manos. Me hace muy feliz porque es como tenerlos cerca a ellos, eso es algo que me agrada mucho.
Mi casa tenía sala, cocina y comedor en un solo espacio, y era el lugar por donde se entraba a la casa. Cuando estaba en el proceso de El círculo mi mamá me daba todo el espacio del mundo. Ella salía a trabajar todos los días a las siete y veinte de la mañana, y a partir de ese momento hasta las cinco y cuarto de la tarde la casa era totalmente mía. Si ella llegaba y yo estaba trabajando ella se quedaba en la orilla, caminando por los rinconcitos para no molestarme.
Mi madre es muy feliz cuando yo estoy haciendo teatro, y me ha aprendido a querer de esa manera. Cuando uno está creando puede llegar a ser un poco irritable, sensible y mi primer apoyo ha sido ella. Económicamente también me ha apoyado. Fue la primera persona que me puso un peso en la mano y me dijo: “Gástate el dinero”.
Hace poco estábamos en el proceso de recoger cajas y bultos y más cajas y nos pusimos a revisar cosas que hacía mucho rato no veíamos y ella me dice: “¡Dios mío, cómo me hiciste gastar dinero en lamparitas, en bombillitos…! ¿Pero cuánto de esos tú tienes?”. Y después dice: “¡Es verdad que tú con los títeres nunca has tenido miseria!”
En la actualidad tengo un novio a quien quiero mucho y también ha sabido entenderme de una manera fascinante. Me da todo el espacio, y yo nada más tengo que abrir la boca y él se vuelve como loco, porque es un super productor. En Las Tunas había cosas con las que no podía soñar, pero aquí en Camagüey sí puedo. Aquí existen impresoras 3-D, otros materiales que allá no tenía, e instrumentos para poder construir.
Mi novio compra un serrucho o una caladora y me dice: “Mira, para los títeres”. Él sabe que lo que más me gusta es tener una cierta soltura con los materiales y los instrumentos para poder trabajar.
También en este momento tengo a María Carla Suárez como productora, comunicadora, vecina y también violinista, y como actor a Yunior Vergara. Yo nada más tengo que esbozar una idea y ya ellos están soñando conmigo y buscando, porque para poder soñar con el títere hay que concretar muchísimo. Con las ayudas que me dan esas personas me siento muy afortunada.
Cuando se analiza la visualidad de tus espectáculos se descubre una estética muy particular en cuanto a construcción, movimiento del intérprete y animación de las figuras. El trabajo que has desarrollado con La Chimenea es bastante distintivo dentro del panorama titiritero cubano, aun cuando se puedan encontrar puntos comunes con otras estéticas. ¿Cuáles son tus referentes?
Cuando era niña no tuve referentes de teatro de títeres. Mis referentes tenían que ver con la plástica. Mi madre es ingeniera civil y mi padre también. En la casa había muchos libros sobre arquitectura donde aparecían planos. Libros sobre artes plásticas que miraba desde muy pequeña para entretenerme. Así conocí a Velázquez, a Van Gogh, a Goya y a muchos pintores que aparecían en los libros de arte cubano.
Recuerdo que había un libro que te explicaba cómo mezclar los colores y qué texturas recibir según si era óleo o era acuarela. Aquello me fascinaba porque quería ser pintora. Ese anhelo mutó con el tiempo, evidentemente, pero las artes plásticas están ahí como referente. Mis influencias tienen que ver, en gran medida, con un universo cinematográfico, con el tipo de dibujo animado que vi siendo niña, con el tipo de películas que veo.
También tengo un primo que estudió en el ISDI y era fanático al universo manga. Entonces me fasciné con ese otro tipo de dibujos animados donde la línea era otra. Después crecí y comencé a leer. Encuentro en la literatura imágenes con las que sueño, proyectadas de otra manera. También hay músicas que me transmiten muchas sensaciones.
Un poema de Rimbaud me fascina, como me puede fascinar Claro de luna, de Beethoven, como me pude encantar una serie de anime o la música de los videojuegos.
Con el tema de los referentes me doy cuenta de que no existe un límite entre una cosa y la otra. Creo que el arte está muy mezclado. Me fascina la danza y el lirismo del movimiento. Cómo el cuerpo solo puede comunicar prescindiendo de la palabra o cómo un sonido puede ser la voz, son algo que me seduce mucho. Todo se vuelve un elemento fundamental para poder crear un lenguaje más plural, y a veces prescindiendo de la añorada palabra.
En tu trabajo están presentes la intimidad y el juego con los sentidos como recursos expresivos que, de alguna manera, sustituyen a la palabra. ¿Por qué eliges esta forma de comunicación con el público?
Primero es un gusto personal. Existen muchas formas de comunicar. Muchas veces nos quedamos con el pensamiento, de que el títere tiene que comunicar necesariamente a través de la palabra del actor, que se vuelve la voz del muñeco. Para mí es fundamental explorar otra zona y encontrar el refugio en la comunicación desde otros planos.
El personaje no es solo el que cuenta su historia sino la situación en la que se encuentra. Como prescindo de la palabra, en la mayoría de las veces, es importante que todo el entorno conspire y comunique. Por eso me gusta esta manera más sensorial. Por eso me gusta hacerlo un poco más íntimo, desde la cercanía.
Eres actriz, directora, dramaturga, diseñadora y también gestora de eventos. ¿Cómo lidias con esos roles tan complejos a la vez?
Creo que forma parte también de mi entrenamiento como actriz. Estoy en un espacio de búsqueda y lidiar con eso no es tan complicado. El no saber, en primera instancia, no es problema. Nadie nace sabiendo. Lo importante es buscar personas que sean capaces de asesorarte y poder dialogar con ellos de manera limpia y empática.
Organizar un evento es intenso y lidiar con factores externos puede llegar a ser complicado, pero creo que crecerse ante la adversidad es fundamental.
Yo solo necesito un espacio para poder crear, pensar bien las cosas, y tratar de ser lo más consecuente posible. Hasta ahora he tenido ese espacio.
Lo único que siento mucho es que a veces las personas no están tan dispuestas. Uno no crea solo, uno necesita de otras personas. A veces me pone triste que la gente de mi generación, en algún punto de la historia, no les interesa salirse de ciertas zonas de confort. Y a veces uno tiene que trabajar con ese tipo de personas para poder hacer lo que quiere, tanto un evento como una obra. Pero siempre trato de ver las cosas desde un punto de vista positivo. Entonces trato de ser flexible y no tan intransigente, para estar más abierta a nuevas posibilidades, y eso creo que ha sido la carta que me hace realizar mejor las cosas.
De los eventos teatrales en los que has participado, ¿cuál de ellos te ha aportado más?
Todos han sido importantes para mí porque me han mostrado la variedad de recursos y de estéticas. Pero el evento que más me ha marcado es el Magdalena sin Frontera, en Santa Clara, organizado por Roxana Pineda. Aunque no he participado en talleres que tengan que ver directamente con el universo del títere, me han sido de mucha utilidad las herramientas que dan las maestras. Pasé un taller con Julia Varley y otro con Cristina Castrillo y ambos han sido fundamentales en mi forma de hacer teatro. Me enseñaron a trabajar la dramaturgia espectacular, a pensar a través de partituras escénicas. El evento también me posibilitó ver a maestras como Dévora Hunt que están especializadas en zonas titiriteras y a otros grupos del patio como La Salamandra. Mi vida en el teatro tuvo un antes y un después luego del Magdalena. Ha sido un referente rotundo para mí.
¿Cuánto aportó al desarrollo de La Chimenea un espacio como Zona en Progreso liderado por Rubén Darío Salazar?
Ese espacio que Rubén Darío logró generar ha sido fundamental. Una herramienta que ha alentado a muchos. Cuando presentamos siete escenas de El Círculo, como parte del proyecto, estábamos muy contentos, porque en aquel entonces no existía una academia de títeres, ni un espacio de formación de titiriteros. Aunque el teatro es uno solo, esa fue la primera vez que tuvimos a tantas personas dispuestas a ayudar desde el universo del títere. Confrontar nuestras búsquedas con especialistas de toda Cuba y de otros lugares fue una guía para saber si lo que estábamos haciendo tenía un valor.
Zona en Progreso fue justo esa mira que necesitábamos para poder estar mucho más seguros del camino que queríamos tomar. Este proyecto no solo se quedaba en el proceso de trabajo, sino que permitió presentarnos en el Festival de Teatro de Camagüey. Y ese fue un motor. Yo siempre le estaré agradecida a Rubén porque no son muy comunes los espacios donde se escuche a voces jóvenes de una forma respetuosa y poniendo la formación y el crecimiento en primer plano. Creo que todos los que pasamos por esa experiencia nos sentimos muy felices. Nos puso el banderín en alto porque nos daba un voto de confianza y una exigencia al presentarnos en Camagüey o en el Taller Internacional de Títeres. Zona en Progreso nos legitimó, nos apreció nos visibilizó. Rubén ha sido siempre un entusiasta del mundo de los títeres, pero también un entusiasta de la juventud. Y le voy a estar agradecida eternamente por eso.
¿Qué es para ti el teatro?
El teatro es, ha sido, el proceso en el que más me he visto crecer. En el teatro he logrado rebasar las distancias y ciertos temores. Es mi mayor catarsis. Es el lugar donde puedo asumirme de otras maneras. Es un camino para mí un tanto incierto porque no sé qué voy a hacer en un futuro. En un futuro lejano no sé en qué punto podría estar, pero ese es el camino que quiero seguir. Hacer teatro es la sensación más gratificante que he tenido en mi vida, me reta, me provoca, me hace estar todo el tiempo inquieta. El teatro me da un margen de búsqueda tan rico que siento que es como una escuela abierta. Todavía tengo la capacidad de poderme asombrar con los procesos y eso me trae mucha felicidad.
Teatro de secretos a la luz de la Luna
Camagüey es una ciudad que atrapa por su misticismo, quizás por esa razón guarda una relación especial con el teatro. No sorprende entonces que una cita teatral diferente como Frontera Cero haya nacido en tierras agramontinas y que su carta de presentación sea Secretos bajo la luna, una creación sui generis dentro de la escena cubana contemporánea. La obra, si podemos aplicarle este término convencional, es el más reciente estreno del grupo La Chimenea, dirigido por Heidy Almarales Sierra.
No se puede esperar que la crítica encierre una lectura hermenéutica de esta experiencia, pues resulta ineficiente para aquello que encuentra su sentido práctico en detonar desde la acción performativa una situación teatral plagada de interpretaciones subjetivas. Intentemos contra a través de la vivencia. Un sitio conocido, el Casino Campestre, ve transformado su movimiento cotidiano y una acogedora mesa invita a reunir a los participantes. El sonido de una campanilla avisa por turnos de uno en uno a los espectadores a participar del ensueño. Conducidos hacia otro espacio, se nos invita a tomar asiento, fumar un cigarro y beber una copa de vino mientras contempla una realidad protagonizada por objetos y figuras animados mediante los códigos del lambe lambe.
La imagen dramática presenciada es total y llena de interrogantes: ¿a qué remite ese erotismo en el baile ejecutado sobre la base de lo que alguna vez fue una muñeca de juguete? ¿quién la observa? ¿por qué un llanto interrumpe el deleite que produce escuchar Claro de Luna de Ludwig Van Beethoven? Poco a poco caemos en certezas: el espacio que nos hicieron creer que dominábamos ya no nos pertenece, somos un objeto más al que deciden qué mostrar. La obra ha alcanzado su tercer escenario de conflicto: nuestra mente y el juicio de la conciencia.
Conseguir que esta fantasía cobre vida desde la teatralidad solo se explica por la consolidación en la práctica estética y técnica de Teatro la Chimenea. El reparo en cada detalle de una visualidad que remite a referentes de peso como el surrealismo, no puede limitarse a ser valorada como un mero recurso preciosista, sino que es indispensable para complementar la inmersión performática. De igual modo, el rejuego preciso con los objetos y su fantasía, además de apoyar en la transformación del espectador/personaje, ejercen funciones necesarias como la delimitación del tiempo dramático.
Todo pareciera estar calculado en este universo, quizás solo es contradictorio la aparente libertad de elegir dada al público y que pareciera un aspecto que aún no se encausa en el flujo poético de toda la creación. Lo cierto es que un teatro distinto arde hoy en Cuba, y parece que ha de llegar lejos con su humo.
Habrá fe
El encuentro de quienes creen en el teatro como acto de fraternidad creativa debe cerrar siempre con un espectáculo que deje fe en nuevos caminos sin fronteras. Pero, ¿cómo encontrar el homenaje teatral auténtico que resuma en su esencia el espíritu de júbilo, sacrificio, herejía, obstinación y catarsis personal propio de la creación escénica? Frontera Cero acaba hace unos minutos de dar por cerrada su primera utopía con la obra Pan para la fe, puesta en escena de la agrupación guantanamera Teatro de la totalidad, y que ya quedará como una ofrenda para esta congregación.
La búsqueda del hombre, como confiesa el texto, es la acción total y auténtica que resume esta experiencia. ¿Qué ha sido la historia del teatro sino la búsqueda de sí mismo hecha por el intérprete a través de su cuerpo cargado de recurso técnicos para contar historias que de forma paradójica resuman su verdadero yo? Es este el impulso armonizado desde la escena por el director Geordanis Carcacés a través de este unipersonal que juega con las esencias del teatro musical, la narración oral, el arte declamatorio e incluso, sospecho, el lenguaje documental. Por La terraza de la AHS han desfilado esta noche las herencias, no siempre perceptibles, de Stanilavski, Brecht, Vicente Revuelta. El legado teatral cubano inmerso en el cuerpo del actor, de manera concreta en la presencia física de Fermín Francel que hoy encerraba las voces de muchos. Un teatro pobre pero total, capaz de reafirmar que basta el escenario desnudo habitado por un ente expuesto ante el público. Pero por vez primera tal axioma teatral nos convence como propio, porque se ha cargado de una verdad que agrupa la crudeza de nuestro presente y pasado en convivencia con la tradición real y maravillosa.
Confirmar lo antes expuesto podría hacerse aún más evidente en la música que acompaña el espectáculo. Si Francel hace gala de su dominio del canto, la interpretación, la recitación, la expresión corporal y la danza, esta amalgama hace mitosis en el contrapunteo de sonoridades ejecutadas por el propio Carcacés y la realización musical de Marcos Antonio Pérez Bou. Un sonido caótico y a la vez trabajado en sus detalles, certifica que aquí la música no es simple guía de la acción dramática. Más bien emerge como la prueba de que la verdad solo aflora en la multiplicidad de lenguajes puestos en función de hermanar la idiosincrasia y lo comercial, la cultura popular y la llamada “marginalidad”. Eso es la vida, eso trata de evocar el teatro como fin mayor en todos sus rumbos estéticos.
Escribo estas líneas y siento que hablo del último alegato de una agrupación teatral, sin embargo, se trata de la iniciación de un grupo. El espíritu de fénix no ha muerto en las tablas y la incertidumbre de sus nuevos puertos es el auténtico y único pan multiplicable de los que aún sentimos hambre ante la falta de fe.
Una jornada teatral desde la humildad y a favor del crecimiento profesional
Desde que supe de la gestación de este evento comencé a indagar sobre sus objetivos o pretensiones. El pasado mes de junio visité Camagüey por otros motivos de trabajo y coincidí con Heidy Almarales, actriz, directora del proyecto teatral La Chimenea y jefa de la sección de Artes Escénicas de la filial de la Asociación Hermanos Saíz. Aproveché para hablar con ella de diferentes asuntos y entre estos del evento, su concepción y organización. Desde aquella conversación compartí mi interés por participar y apoyar espacios de esa naturaleza casi borrados del panorama escénico y teatral en Cuba, tan necesarios y aclamados, para potenciar la labor e inquietudes artísticas de los más jóvenes teatristas cubanos en un ambiente interactivo y fraternal.
Sabemos que la AHS organiza el Festival de Teatro Joven como el principal espacio de encuentro de la más joven creación teatral cubana, que el Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) contiene el circuito de los más grandes y reconocidos eventos de teatro a nivel nacional e internacional. ¿Por qué organizar otro más? Hay zonas de la creación teatral, no incluidas en muchas en ocasiones, en estos espacios ya legitimados, que necesitan de oportunidades para visibilizar su trabajo. Grupos y creadores con propuestas sumamente interesantes, hasta novedosas, que existen y son invisibilizadas dentro del panorama teatral cubano actual.
Heidy, desde su provincia natal Las Tunas ha venido trabajando con su proyecto La Chimenea, llegó a Camagüey viéndose en la necesidad de integrar colectivos provinciales establecidos como Guiñol Camagüey y conviviendo durante un tiempo en la sede de Teatro del Viento, para poder estar amparada profesionalmente y realizar sus producciones. Como nómada estuvo Heidy, intentando estabilizarse para hacer posible sus anhelos y siempre manteniendo La Chimenea por sobre cualquier contratiempo, hoy su casa es su taller y la AHS, su otra casa, su principal escenario.
La Chimenea, fundada en el 2014 con la intención de hacer teatro de títeres o figuras para jóvenes y adultos, surge como necesidad creativa para reinventar sucesos y personajes, hacer de esos elementos historias: contar todas o ninguna. Acudir a elementos no menos confusos que los títeres, ir a lo simbólico, a lo metafórico a través de la materia, el discurso de lo oscuro, de lo que no se dice del todo. El texto dramático nacido de la naturaleza presencial de la figura animada y su peculiar contexto, ayudan a revelar esos espacios indeterminados dentro de La Chimenea con solo, dos integrantes, emprendió su camino por dos estudiantes de la Universidad de las Artes ISA. La participación en el evento Magdalena sin fronteras, ha sido piedra angular para potenciar el camino del grupo, recibiendo los talleres magistrales por Julia Varley (2011) y por Cristina Castrillo (2017), como experiencias formativas y referenciales de este proyecto cubano. Desde el 2015 La Chimenea forma parte de la Asociación Hermanos Saíz, primero en Las Tunas, provincia que fue sede del proyecto y luego en 2019, en Camagüey, donde reside actualmente.[1]
La historia de vida de una artista como Heidy, sin encasillamientos, que es mucho más extensa y heterogénea, desde su pasión por el diseño, por el dibujo y por la arquitectura, hasta por la construcción de títeres, así como su afán porque cobren vida, con una manipulación meticulosa y obsesiva, también han influido en que ella se haya planteado y defendido la propuesta de organizar este evento como espacio diferente para la confluencia y convivencia de jóvenes teatristas cubanos o foráneos.
“Frontera Cero” no es solo desdibujar procesos convencionales de la creación teatral que enfrentan cada uno de los colectivos de teatro en el país, es romper las fronteras entre la investigación, la creación, la crítica, la promoción, las estéticas y poéticas particulares… y de todos los procesos por los que se transita para producir una puesta en escena, me comentaba Heidy en una ocasión. Así como también la oportunidad para creadores y colectivos que han devenido de otros grupos o compañías con una vasta trayectoria, más reconocidas, que carecen de espacios propicios para la confrontación artística a favor del crecimiento profesional, que no logran circular su trabajo a nivel territorial o fuera de este, que no participan con frecuencia en espacios formativos como talleres o cursos para su superación, aquellos que les interesa y desean dialogar con otres, compartir experiencias y construir en colectivo. “Frontera Cero” es también una estrategia de gestión artística para favorecer estas zonas alternativas, inmediatas, desprovistas e invisibilizadas de la creación teatral cubana.
La jornada del 1ro al 3 de julio abrió con la presentación de una muestra de la obra Secretos bajo la Luna por La Chimenea, en la Glorieta del Casino Campestre. Una especial presentación de teatro de figuras para un solo espectador que atrapó y desconcertó a parte del público. En la noche de ese 1ro de julio nos reunimos en la sede de la AHS para celebrar oficialmente la apertura del evento con música en vivo, poesía y las palabras inaugurales a cargo de Almarales, organizadora de la jornada.
El programa de esta primera edición fue totalmente intencionado, pequeño en cantidad, diverso y exquisito en géneros teatrales, formatos, estéticas y en momentos para la superación, el pensamiento y análisis de cada una de las propuestas. Desde Villa Clara llegó el versátil grupo Teatro sobre el camino, con la dirección de Rafael Martínez y dos puestas en escena diferentes, el monólogo Frontera S.A. que trata desde una visión universal el tema de “las fronteras” en la humanidad; y la historia de Amanda, una niña cubana de diez años, negra, gorda, humilde, que quería parecerse a la cantante colombiana Shakira, en la obra Paradigma o ¡Ay, Shakira! Una representación del trabajo de este grupo con una trayectoria de trece años que ha ido marcando como sello del mismo el teatro de figuras para todo público.
Teatro sobre el camino no ha tenido un camino directo, valga la redundancia, para desarrollar y posicionar su trabajo. Cuenta con un variado repertorio, cuyas obras abordan temas emergentes y altamente polémicos sobre la naturaleza del ser humano y sus relaciones en materia de género, sexualidad, discriminaciones, violencias, así como tratar temas tradicionalmente considerados como “tabú” dentro del teatro para los infantes. En el 2009 cuando se creó el grupo, la mayoría de sus integrantes no eran profesionales, eran personas que venían de diversas formaciones con deseos de hacer teatro, fue un camino de formación, como un grupo escuela, que ha ido buscando su propia identidad a través del estudio y de la investigación constantes.[2] En la actualidad el grupo forma parte del catálogo de artistas escénicos de la AHS y del Consejo Provincial de las Artes Escénicas de Villa Clara, luego de diez años de trabajo ininterrumpido aún sin haber estado amparados por estas instituciones, no cesó de crear, de presentarse y crecer desde su sede en el barrio de Santa Clara.
El work in progress La razón de mi Drag por el actor y performer italiano-argentino Ryan Dellas Sala, artísticamente Grasa Guevara, fue la única presentación extranjera dentro de la programación. Proceso donde se integran técnicas, tendencias, corrientes, estéticas y recursos audiovisuales como el youtuber, el video mapping, utilizados para colocar en escena causas defendidas por Ryan que desde el 2010 decidió a través del teatro tomar partido como activista político y social argentino, de la comunidad LGBTIQ+.
Para cerrar el programa de presentaciones llegaron desde Guantánamo los chicos de Teatro de la Totalidad, liderados por Geordany Carcasés, con Pan para la Fe escrita por Fermin Francel Figueredo, actor que protagoniza este unipersonal. Una obra que surge a partir de la realización musical, luego el texto, la danza y la representación para contar la sensible historia del personaje central, Ramón Góngora Socarrás, sobre el tema de la migración. Pan para la Fe, para que nunca falte la fe y siempre haya ese pan que la alimente…, como dice el propio Fermin[3].
Teatro de La Totalidad se funda en 2019, naciendo del entonces Teatro Dramático de Guantánamo, se separa abogando por la multiformidad sincrética, por la interrelación o fusión de disciplinas artísticas y escénicas como la música, la danza, partiendo de la base teatral y de una fuerte tradición del teatro musical en la provincia y en el país, que pretende defender. Totalidad como término también connota la necesidad de confrontar temáticas con diferentes públicos, incluso para público infantil en edad no escolar. Integrado en su mayoría jóvenes actores y actrices, Teatro de La Totalidad ha ido ganando en participación y reconocimiento, ocupando diferentes espacios de presentación y de socialización de su trabajo en festivales, eventos y encuentros con la crítica teatral.[4]
Otra zona de esta “Fontera Cero” fueron los espacios del Taller sobre la Dramaturgia Pro-Activa, brindado por el camagüeyano Freddys Núñez, líder del grupo Teatro del Viento, quien expuso las características de este sistema o metodología de trabajo que ha implementado en su grupo, con sus actores. El espacio de pensamiento Frontera Cero: Urgencias, estrategias para el desarrollo, procesos creativos, rico en debate, criterios, experiencias y análisis más allá de las puestas en escena presentadas, de los procesos creativos de estas obras por actores, teatrólogos, periodistas y otres participantes.
Esta Frontera ha sido un punto de partida urgente que promete trascender y mantenerse, crecer como una comunidad creativa por la evolución de la joven creación teatral cubana actual y por la existencia de un espacio alternativo más que expositivo, de diálogo, confrontación y de creación de procesos artísticos emergentes, donde deberían aunarse más fuerzas aún que apoyen intenciones como estas, territoriales y del sistema de las Artes Escénicas cubanas, u otras relacionadas a la actividad teatral en Cuba.
*La autora es socióloga e investigadora. Directora del Centro de Investigaciones del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y miembro de la sección de Crítica e Investigación de la Asociación Hermanos Saíz.
Notas:
[1] Tomado del currículo de La Chimenea.
[2] Tomado de una reseña sobre la trayectoria de Teatro sobre el camino.
[3] Entrevista a Fermin Francel Figueredo Suárez, actor de Teatro de la Totalidad, 3 de julio de 2022.
[4] Tomado del currículo de Teatro de La Totalidad.