sueños
La AHS constantemente nos enamora
La Asociación Hermanos Saíz es indudablemente una organización con alma y corazón. Me gusta imaginarla como una especie de ser vivo capaz de saltar, correr, criticar, enamorar, seducir y, sobre todo, crear.
AHS para ser jóvenes todo el tiempo, para unirnos con toda nuestra diversidad, para ir siempre hacia adelante y vencer cualquier obstáculo. Un grupo de amigos para reír y soñar, para experimentar y ser más fuertes. Una familia para nunca estar solos, para polemizar y, a pesar, de todo amarnos. Una vanguardia para demostrar que las utopías son posibles, para tratar que nuestra obra sea cada vez mejor, para sabernos todo lo importante que somos, para transformar nuestras realidades a favor de nosotros y, en especial, de los demás.
AHS para la creación transgresora, que motive el pensamiento; para nunca detenernos, para abrazarnos y estar siempre iluminados, aunque sea con velas o un poema, con una canción o una obra de teatro, con la confrontación de ideas o una cruzada a las comunidades.
El corazón de la AHS, su cuerpo, sus venas, su mente… somos todos nosotros, los jóvenes creadores que a lo largo y ancho del país y en otras partes del mundo les somos útiles, formamos parte de su palpitar y la queremos, a veces, casi con «locura».
Debemos sentirnos orgullosos de ella y las generaciones anteriores, de todo lo conseguido. Somos fieles a aquello que llamaron Pensamiento AHS, siempre con coherencia, valor e inteligencia, el compromiso principal es con el arte joven, con los creadores y la cultura, con Cuba.
Uno de los desafíos es hacer más grande esta organización, y crecer también junto a ella. Ojalá quienes nos acerquemos lo hagamos con el afán de encontrar un impulso para nuestras obras individuales, pero, esencialmente, nos sintamos seducidos por la posibilidad de compartir con algunas de las personas más talentosas de nuestra generación, con escritores, actores, dramaturgos, investigadores, realizadores radiales y televisivos, artistas visuales…, todos unidos por la pasión del arte y su espíritu indescriptible, gente que hablamos mucho o no, pero que sobre todo hacemos.
Podemos aprovechar más ese talento colectivo a favor de la cultura y nuestro país. Confío en la fuerza tremenda del arte, no solamente en galerías y escenarios, en pantallas y la literatura. Hay muchos versos en el esfuerzo diario, en la sonrisa de cada uno y en el afán de no rendirnos jamás, a pesar de las dificultades.
La AHS nos ayuda, nos brinda becas y premios, eventos y jornada de programación, espacios para la promoción y el debate, editoriales y algunas tacitas de café… Muchas veces nos salva. Es refugio ante conflictos o tristezas.
Nos saca de las zonas de confort y nos lleva al riesgo de mostrar lo que hacemos. Cada sede nuestra en todo el país debe ser cada vez más una verdadera casa, un hogar para los miembros de la organización y para todos los jóvenes que amen el arte.
Este Cuarto Congreso fue apenas un punto inicial para todo lo que debemos seguir haciendo. Vamos a experimentar, a soñar, a ser más útiles. Debemos lograr que todo joven escritor, promotor, investigador y artista aspire a ser miembro de la AHS, que eso constituya una de sus metas más anheladas.
Que esta sea una organización siempre digna de Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, los dos jóvenes poetas que la inspiraron, que se parezca a nosotros, a nuestros anhelos más nobles. Que el entusiasmo nunca cese. Aspiremos a poner la belleza de moda en todas partes. Como escribió, Luis Saíz, “tenemos una obra inmensa que realizar”.